DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

Estudio XI
LA PASCUA DE LA NUEVA CREACIÓN
Parte 2

La Conmemoración de nuestro Señor

En armonía con este tipo de sacrificio del cordero de Pascua en el 14° día del primer mes, el día anterior a la Fiesta de Pascua de siete días que era celebrada por los judíos, fue que nuestro Señor murió como el Cordero de Pascua antitípico, “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. En ningún otro tiempo fue posible que nuestro Señor cumpliera en muerte el sacrificio que él empezó cuando tenía treinta años de edad, en su bautismo hasta la muerte. De aquí que sucedió que, aunque los judíos buscaron muchas veces detenerlo, ningún hombre puso sus manos sobre él, porque “aún no había llegado su hora.” (Juan 7:8,30).

A medida que los judíos recibieron la orden de seleccionar el cordero del sacrificio en el décimo día del primer mes y de recibirlo dentro de sus casas en esa fecha, el señor se ofreció apropiadamente a ellos en esa fecha, cuando cinco días antes de la Pascua, él ingresó a la ciudad sobre un asno, la multitud gritó “¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! A lo suyo vino, y los suyos (como una nación) no lo recibieron. Mas a todos los que le recibieron (individualmente) a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. La nación, por medio de sus representantes, los gobernantes, en vez de recibirlo, lo rechazaron y de esa manera ellos mismos se identificaron en ese entonces con el Adversario. No obstante, por la gracia de Dios la sangre del Nuevo Pacto también es efectiva para la casa de Jacob, y para todo aquel que desee estar en armonía con Dios, y ellos serían partícipes de los méritos del Cordero, aunque rechazaron comer del Cordero antitípico, perdieron la oportunidad de convertirse en una nación: los primogénitos, el Sacerdocio Real, la nación santa, el pueblo del Mesías, perdiendo la oportunidad de ser liberados y de convertirse en miembros de la Nueva Creación, con vida más abundante en gloria, honra e inmortalidad; pero estamos gustosos de leer en otra parte de las Escrituras que, sin embargo, ellos tendrán una gloriosa oportunidad de aceptar al Cordero de Dios, de saborear, apropiadamente, de su carne, su sacrificio y así escapar del cautiverio del pecado y de la muerte, bajo el liderazgo del Señor y de sus fieles hermanos, el Israel espiritual, la Iglesia antitípica de los Primogénitos. (Romanos 11:11-26).

Fue al término del ministerio de nuestro Señor, en el 14° día del primer mes, en “la misma noche en la que él fue traicionado”, y en el mismo día, que él murió como el Cordero antitípico. Nuestro Señor celebraba con sus discípulos la Pascua típica de los judíos, comiendo con sus doce apóstoles el cordero típico que él mismo representó, su propio sacrificio por los pecados del mundo y de la “misma carne”, en virtud de la cual sólo se obtienen la vida, las libertades y las bendiciones de los hijos de Dios. La celebración de esta cena en la noche anterior a la muerte de nuestro Señor, y aun el mismo día, fue posible debido a la costumbre judía que empezaba cada día, no a medianoche, sino a la puesta del sol. Evidentemente el Señor dispuso todos los asuntos de Israel de conformidad con los tipos que ellos debían cumplir.

Al igual que los judíos “nacidos bajo la Ley”, era obligatorio para nuestro Señor y sus apóstoles que celebraran este tipo, y fue después de que ellos observaran la Cena judía, comiendo el cordero con el pan sin levadura y las hierbas, y, como era la costumbre, “el fruto de la vid”. Nuestro Señor, tomando el pan sin levadura y el fruto de la vid que conmemoraba la Cena judía, el tipo, instituyó entre sus discípulos y para toda su Iglesia, a quienes ellos representaban (Juan 17:20), un nuevo objetivo, que con ellos, como el Israel espiritual, la Iglesia de los Primogénitos, la Nueva Creación, debería tomar el lugar, y reemplazar a la Cena de la Pascua judía. Nuestro Señor no estuvo instituyendo otro tipo superior de Pascua. Por el contrario, iba a empezar su cumplimiento, y por lo tanto, no sería ya apropiado para sus discípulos que aceptaron el cumplimiento. Nuestro Señor, como el Cordero antitípico, iba a ser sacrificado, como lo expresa el Apóstol en el texto que inicia este capítulo: “porque nuestra Pascua (nuestro Cordero de Pascua), que es Cristo, ya fue sacrificado por nosotros”.

Nadie que acepte a Cristo como el Cordero de Pascua, y de ese modo que acepte el antitipo en lugar del tipo, podría jamás, con propiedad, preparar un cordero típico y comérselo en conmemoración de la liberación típica. A partir de entonces lo apropiado para todos los creyentes en Jesús, como el verdadero Cordero de Pascua, sería el derramamiento de su sangre en los marcos de la puerta del corazón: “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificado los corazones de mala conciencia, dándose cuenta que por sus pecados fue derramada su sangre, y que a través de su sangre ellos tienen ahora el perdón de sus pecados”. Estos, de ahora en adelante, deben comer, o detentar para ellos mismos, los méritos de su Redentor, los méritos del hombre Cristo Jesús que se dio a sí mismo en rescate por todos. Mediante la fe, deben participar de esos méritos y darse cuenta que, como sus pecados fueron cargados sobre el Señor y él murió por ellos, de ese modo sus méritos y su rectitud les son impuestos. Estas cosas ellos las comen o las detentan mediante la fe.

Si en ese entonces, la Cena de nuestro Señor reemplazó a la Cena de Pascua, aunque no como un tipo superior, habiendo comenzado el antitipo, ¿qué fue eso? Nosotros respondemos que fue una Conmemoración del antitipo, un recordatorio para sus seguidores del comienzo del cumplimiento de la Pascua antitípica.

Así el aceptar el Cordero, y de ese modo el conmemorar su muerte, significa la expectativa relacionada con la liberación prometida del pueblo de Dios, y por ello significa que aquellos que aprecian y conmemoran inteligentemente, mientras están en el mundo, no serán del mundo, pero serán como peregrinos y como forasteros, quienes buscan condiciones más deseables, libres de las plagas, de las penurias y del cautiverio de los tiempos actuales del reino del Pecado y de la muerte. Estos participan de la verdad, del pan sin levadura antitípico: ellos buscan tenerlo en su pureza, sin la corrupción (levadura) de la teoría humana, plagas, ambiciones, egoísmos, etc.; así ellos pueden ser fuertes en el Señor y en el poder de sus fuerzas. Participan también de las hierbas amargas de la persecución, de acuerdo con la palabra del Maestro, que el siervo no es superior que su Señor, y que si el Señor mismo fue injuriado y perseguido y rechazado, ellos deben esperar tratamiento similar, porque el mundo no los conoció, así como no lo conoció a su Señor. Sin duda, su testimonio es que los que buscan la aprobación del mundo no serán aceptados por él. Sus palabras son, “bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.” (Mateo 5:11,12; 2 Timoteo 3:12).

Cuando nuestro Señor instituyó la Cena Conmemorativa, llamada la Última Cena, estableció un nuevo símbolo, edificado sobre el tipo de la Pascua antigua y relacionado con ésta, aunque no parte de ésta, siendo una conmemoración del antitipo. A medida que leemos, “y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y le dio diciendo: esto es mi cuerpo que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí”. La evidente intención de nuestro Señor fue fijar en la mente de sus seguidores el hecho de que él es el Cordero antitípico para los primogénitos antitípicos y para la familia de la fe. La expresión “Haced esto en memoria de mí”, implica que esta nueva institución debería reemplazar a la anterior en sus seguidores, y que en adelante debe convertirse en obsoleta a causa del cumplimiento la Pascua judía. “Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre”, la sangre del pacto, la sangre que sella el Nuevo Pacto. “Haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí”. No comprenderíamos que esto implica la realización de lo mismo sin tener en cuenta la hora ni el lugar, etc., sino con la significación de que cuando esta copa y este pan sin levadura fueron usados desde ese entonces como una celebración de la Pascua, en cada ocasión se debería considerar como una celebración, no del tipo sino del antitipo. Como no habría sido legal, adecuada o típica la celebración de la Pascua en cualquier otro momento distinto al que determinó el Señor, de la misma manera aun no es apropiado celebrar el antitipo en cualquier otro momento distinto al de su aniversario. (1 Corintios 11:23-25).

El Apóstol añade: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.” (1 Corintios 11:26). Esto nos muestra que los discípulos comprendieron claramente que desde ese entonces la celebración anual de la Pascua del Señor debe tener un nuevo significado para todos los seguidores del Señor: el pan partido que representa la carne del Señor, la copa que representa su sangre. Sin embargo, esta nueva institución no se impuso sobre sus seguidores como una ley, y aunque no se impusieron penalidades debido a la falta de un cumplimiento apropiado, no obstante, el Señor sabía bien que todos aquellos que confiaran en él y que lo apreciaran como el Cordero antitípico de Pascua estarían gustosos de hacer suya la Conmemoración que él ordenó de esa manera. Y aun es así. La fe en el rescate continúa hasta el punto de ser ilustrada en esta simple conmemoración: “hasta que él venga”, no solamente hasta la parousia o presencia de nuestro Señor en la cosecha o fin de esta era, sino que durante su parousia hasta que uno tras otro sus fieles se hayan reunido con él, más allá del “Velo”, allí para participar en un grado aun más pleno, y como lo declaró nuestro Señor, participar de éste “nuevamente en el Reino”.


(La siguiente parte del libro “La Nueva Creación” se publicará en la edición de noviembre - diciembre de 2021)


Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba