DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA |
Estudio X
EL BAUTISMO DE LA NUEVA CREACION
Parte 6
¿ES NECESARIO EL BAUTISMO SIMBÓLICO?
El testimonio del Señor y de los apóstoles indican claramente lo apropiado que es el bautismo simbólico o en agua, porque no únicamente ellos fueron bautizados en agua, sino que también enseñaron el bautismo en agua con respecto a otros no únicamente a los judíos — sino también a los gentiles convertidos. Nosotros ya lo mostramos anteriormente que el bautismo de nuestro Señor Jesús fue separado y distinto al bautismo en Juan, que generalmente era únicamente para los judíos, y que no era para el arrepentimiento y para la remisión de pecados porque Juan comprendió la materia; y nuestro Señor, instituyendo el símbolo con su propia muerte, no intentó explicar lo que Juan y otros en ese tiempo no hubieran entendido, porque el Espíritu Santo aún no era dado, porque Jesús no había realizado aún su sacrificio por nuestros pecados, ni había sido glorificado para presentar el sacrificio por parte nuestra. Nosotros notamos la comisión dada por nuestro Señor a los apóstoles, y a nosotros mediante ellos, como está registrado en Mateo 28:19,20: “Por lo tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre [por la autoridad] del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Esta comisión se ha aplicado a toda la edad Evangélica y bajo la misma a todos los ministros de la Verdad que hoy laboran. El Señor no se refirió aquí al bautismo del Espíritu Pentecostés, porque en ese entonces no estaba en el poder de los apóstoles para bautizar. El Señor mismo, y él únicamente, tenía y mantuvo esta autoridad. Fue, sin embargo, otorgada a los apóstoles, y a todo los profesores fieles de la Palabra del Señor, para instruir a la gente con respecto a la gracia de Dios en Cristo — con respecto a su justificación, y con respecto a su santificación, consagración, o bautismo en la muerte con Cristo, si llegaran a ser participantes de su nueva naturaleza y de su gloria venidera. El bautismo incluye también al simbólico, o el bautismo en el agua, lo cual sería la señal exterior para dar a conocer, el fondo, o la consagración de corazón del creyente y manifestado a los demás, así como nuestro mismo Señor primero hizo su consagración del corazón al Padre, y luego lo simbolizó en agua.
Los inspirados apóstoles entendieron muy bien su comisión y la muestra es evidente por todas sus enseñanzas. Ellos primero enseñaron a la gente todo con respecto a la gracia de Dios en la obra de la redención, alentándolos para creer en la justificación a la vida. Implorándoles que hicieran una consagración total de corazón, diciendo, “Así que hermanos os ruego [sin ser pecadores, pero justificados1 mediante la fe en Cristo, y, aquí en adelante, designados miembros de “la familia de la fe” o hermanos], por las misericordias de Dios [que en parte ustedes ya recibieron en su justificación], que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo santo [justificados], agradables a Dios, que es vuestro verdadero culto”. (Rom. 12:1) Esta era la invitación para consagrar, o sacrificar o ser “bautizados en su muerte.” Muchos que escucharon la palabra con regocijo, con la condición apropiada de corazón, se bautizaron — no sólo fueron realmente bautizados en su voto de consagración, sino también simbólicamente fueron bautizados en agua, siendo este testimonio exterior.
1 tentativamente —Edit.
Note los siguientes testimonios acerca del bautismo practicado por todos los apóstoles — no únicamente con los judíos, sino también con los gentiles. Nosotros leemos esto acerca de la gente de Samaria. “Más cuando creyeron a Felipe… se bautizaban, hombres y mujeres [no niños]” (Hechos 8:12). El eunuco etíope convertido por Felipe el predicador se bautizó también en agua (Hechos 8:35-38) después de que Pedro había predicado a Cornelio y su familia, “El Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban [apreciaban] el sermón [ningún niño, por lo tanto],… él les mandó a bautizar.” (Hechos 10:44-48) Nuevamente nosotros leemos, “Muchos de los corintios oyendo creían, y se bautizaban.” (Hechos 18:8) Nuevamente nosotros leemos, “Lidia, que vendía púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios estaba oyendo. El Señor le abrió el corazón para que estuviera atenta a lo que Pablo decía… y cuando fue bautizada junto con su familia.” (Hechos 16:14,18) El carcelero Filipense, cuando él había creído, era bautizado por Pablo y Silas en la prisión. (Hechos 16:33) De nuevo, nosotros leemos “y también bauticé la familia de Estefanía.” (1 Cor. 1:16).
Es cierto, el Apóstol en este último caso menciona que a muy pocos él había bautizado, pero esto, indudablemente, fue por la espina en su carne, su vista imperfecta; y a los pocos quien él bautizo probablemente recibieron este servicio por sus propias manos porque no había nadie que estuviera convenientemente disponible. Él le dio gracias a Dios por haber bautizado a muy pocos, pero esto no significa que él había cambiado su forma de parecer con respecto a lo apropiado del bautismo verdadero o de su símbolo; pero en vista de que una disputa había surgido en la Iglesia — con un espíritu disidente o de facción que conducía a algunos a decir, “Yo soy de Pablo, otros, yo soy de Apolo, y otros, yo soy de Pedro”, — el Apóstol estaba satisfecho el poder decir que él mismo había bautizado a muy pocos de ellos por temor a que algunos de ellos hubieran afirmado que él había hecho discípulos personales, bautizándolos en su nombre propio, en vez de hacer discípulos para Cristo, bautizándolos en el nombre de Cristo.
A la luz de estas declaraciones simples de las Escrituras con respecto a los preceptos y práctica del Señor y los apóstoles, sería audaz, quien declarase que el bautismo simbólico en el agua no era enseñado por las Escrituras; o que se enseñase que la aplicación era únicamente para los judíos; o que su propósito fue únicamente como una obra introductoria. Por el contrario, ambos han sido enseñados y practicados desde el principio de la edad al tiempo presente, si bien con ceremonias y formas diferentes, y sin más ni menos con una concepción incorrecta de su significado, confundiendo el símbolo y perdiendo de vista al bautismo verdadero. Es seguramente con una buena razón que toda la gente cristiana repita al bautismo en el agua como una institución divina. Si alguien todavía tiene la tendencia en controvertir esta pregunta, nosotros no tenemos nada que discutir con ellos, pero crean que si hay alguien honesto que ha cumplido en su corazón el bautismo verdadero de hacer la voluntad del Señor — y si para él mismo y para el mundo ha muerto, y vive hacia Dios, mediante Cristo Jesús nuestro Señor, Dios se lo revelará todo a su debido tiempo. (Fil. 3:15).
Mientras tanto, nosotros nos regocijamos con los que han encontrado el bautismo verdadero, y que ahora son participantes: los felicitamos sobre la verdad porque es mucho mejor ver y disfrutar el bautismo verdadero sin perder de vista al símbolo, que poder ver el símbolo y perder de vista al verdadero. Por lo tanto, sin importar cuánto favorecemos el bautismo simbólico, no podríamos basar en éste la fraternidad cristiana, sino únicamente en el bautismo verdadero a la muerte con Cristo. Todos, los que confiesan al Señor como su Redentor, y confiesan una consagración total de corazón y de vida a él, los aceptamos como hermanos en Cristo Jesús, miembros de la Ecclesia, cuyos nombre están inscritos en el cielo — la Nueva Creación en Cristo, que son por nacimiento judíos o gentiles, esclavos o libres, varones o hembras, bautizados con agua o bautizados sin agua.
Por otra parte, no se olviden que cada aumento de conocimiento trae no únicamente un mayor privilegio y regocijo, sino también un aumento de responsabilidad. Por lo tanto, cualquiera que pueda apreciar la belleza y la autoridad del símbolo en el agua, reconoce a la vez otra prueba con respecto a la muerte de su voluntad — respetando su bautismo verdadero en la muerte con su Señor. Ser desobediente al símbolo bajo estas circunstancias, se notará muy fácilmente, y significaría un alejamiento del sacrificio y un fracaso para asegurar su llamado y elección.
EL SÍMBOLO APROPIADO DEL BAUTISMO
Nosotros no intentamos una discusión de los diferentes puntos de vista a favor o en contra de la aspersión, derrame o la inmersión — para saber cuál era la forma apostólica original para aplicar el bautismo simbólico. Nosotros sugerimos, sin embargo, que ningún infante podría estar en la condición mental de corazón que le permitiría hacer una consagración o bautismo de su voluntad en la voluntad de Cristo, al grado de llegar a estar muerto con él, con uno mismo y el mundo. Nosotros insistiremos enfáticamente, que el bautismo simbólico no se podría efectuar con anterioridad al bautismo verdadero, con alguna validez; porque el propósito del bautismo simbólico es la expresión o confesión exterior de lo que ya había transcurrido en nuestros corazones, con nuestras voluntades, y con el Señor, en secreto.
Estas cosas estando en lo cierto, implican que la gran mayoría de la gente cristiana nunca ha tenido un bautismo simbólico o en el agua el cual pueden recibirlo únicamente después de hacer inteligentemente su voto de consagración. La inmersión de los adultos con anterioridad a la consagración no sería más efectiva que un baño ordinario, o más que un bautismo simbólico o que la aspersión de un infante que no está consagrado. Es la responsabilidad de todos, por lo tanto, investigar seriamente cuál es el bautismo verdadero en agua, el símbolo verdadero, diseñado por nuestro Señor, obedeciendo inmediatamente, con todo el corazón consagrado, o “verdaderamente muerto.” Es la voluntad propia y en la opinión del mundo, estará sobre alerta para conocer y hacer la voluntad del Señor en esto y en todo lo relacionado a la fe. Esta vigilancia se implica en la expresión, “Así también vosotros consideraos muertos al pecado pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor Nuestro”. (Rom. 6:11).