DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

Estudio X
EL BAUTISMO DE LA NUEVA CREACION
Parte 2

EL BAUTISMO INFANTIL ES RECHAZADO POR ALGUNOS

Entre aquellos que reconocen que el bautismo se impone en los creyentes, y que una persona no puede creer en lugar de otra, se rechaza el bautismo infantil como algo antibíblico. Además, las mismas personas generalmente creen que no hay nada que constituya el bautismo ordenado por nuestro Señor y los apóstoles excepto una inmersión en agua. Éstos llaman la atención al hecho de que la palabra griega que significa bautismo, baptizo, tiene el significado de sumergir o tapar o hundir o mojar en agua por completo, y que unas palabras totalmente diferentes son usadas en el griego cuando se hace referencia a rociar o vertir o llover. Los que creen en la inmersión en agua generalmente practican una sola inmersión, de espaldas, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, aunque algunos lo practican de frente tres veces, una vez en el nombre del Padre, una vez en el nombre del Hijo, y una vez en el nombre del Espíritu Santo. La explicación de la última forma consiste en que Cristo dobló su cabeza hacia el frente cuando murió, y que, por eso, sus seguidores deben sumergirse en la semejanza de su muerte, de frente. No parece ocurrir a estos amigos cristianos que Cristo no fue sepultado boca abajo, y que el Padre y el Espíritu Santo no murieron, ni tampoco fueron sepultados y que, por lo tanto, tales símbolos son totalmente inconsecuentes, y que el significado de las palabras “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” sería correctamente entendido como — por la autoridad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo — que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se unen al imponer el bautismo para los creyentes.

De entre aquellos que practican una inmersión de espaldas, hay dos denominaciones grandes, a saber, los “Bautistas” y los “Discípulos”, quienes, sin embargo, realizan el servicio con sentimientos muy diferentes en cuanto a su significado y los resultados. El punto de vista de los “Discípulos”, por otra parte llamándose “Cristianos” (y con frecuencia, sin su consentimiento, designados como “Campbelitas”), es que el bautismo (la inmersión en agua) es para el perdón de los pecados, y que aquellos que no han sido inmersos en agua están aún en sus pecados, “hijos de ira.” Esta visión del tema excluye la gran masa de la humanidad excepto a los niños (cuyo pecado original parecen ignorar) y aun los cristianos profesos de casi todas las denominaciones — Congregacionalistas, Metodistas, Presbiterianos, Presbiterianos Unidos, Luteranos, Episcopalistas, Católicos Romanos, Católicos Griegos, etc. — serían marcados así como pecadores, no justificados ante Dios y, por lo tanto, expuestos a la ira de Dios, de cualquier modo que se entienda la expresión; y por casi todos, inclusive los “Discípulos”, se entiende que esto significa una eternidad de tormento.

Esta es una posición difícil de tomar, no sólo con respecto al mundo, sino con respecto a la masa de los cristianos profesos, y no es de sorprender que nuestros amigos de entre los “Discípulos” generalmente evitan llevar la pregunta a una declaración tan extrema, aunque la lógica de la proposición sea evidente a ellos, en cuanto a todos los demás que la consideran. No podemos aceptar que ésta sea una visión correcta del bautismo — para nosotros no es bíblica ni razonable. No podemos creer que el Señor haya permitido que el bienestar eterno de nuestra raza dependa de un conocimiento de cualquier institución y su obediencia. Sin embargo, nuestros amigos de entre los “Discípulos” se fortifican con ciertos textos de las Escrituras que no se debe pasar por alto; a saber, la predicación de Juan a los judíos para el arrepentimiento y el perdón de los pecados; la predicación de los apóstoles en el Pentecostés a los judíos, para arrepentirse y bautizarse por el perdón de sus pecados, e invocar el nombre del Señor, lavando sus pecados. (Mat. 3:6; Juan 4:1,2; Hechos 2:38,41) Consideraremos estas escrituras a su debido tiempo, y veremos cómo y por qué son aplicables a los judíos únicamente, y nunca fueron aplicables a los gentiles, y que cuando ciertos gentiles de la Iglesia de Éfeso admitieron que habían sido bautizados con el bautismo de Juan — al arrepentimiento y al perdón de los pecados — el Apóstol Pablo mandó que fueran bautizados otra vez en el nombre del Señor Jesús. Hechos 19:3–5

Nuestros amigos bautistas, aunque no menos vigorosos en su defensa de la inmersión en agua como el único bautismo, establecen una pretensión totalmente diferente respecto a su eficacia. Niegan que sea para el perdón de los pecados, y aseveran que puede ser experimentado sólo por fe en el Señor Jesucristo, el Redentor. No obstante, creen que el bautismo es la puerta para entrar en la Iglesia, y que sólo aquellos que son inmersos realmente entran en la Iglesia, y que los demás no deben esperar, ni deben ser concedidos los privilegios y las bendiciones que pertenecen a la Iglesia, en la vida presente o en la vida por venir. En armonía con este pensamiento, los Bautistas en general rehúsan dar la bienvenida a la Mesa de Comunión a todos aquellos que no fueron inmersos en agua, diciendo que la Mesa de Comunión no es para el mundo, sino sólo para la Iglesia, y que nadie está en la Iglesia excepto aquellos que han pasado por la puerta del bautismo en agua. Las pocas iglesias bautistas que en años recientes han atenuado esta regla lo han hecho en contravención de su teoría. Como ilustración de este tema citamos parte de un artículo escrito recientemente por J. T. Lloyd en el Heraldo Religioso. Dice:

“El bautismo cristiano es la inmersión de un creyente en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo — nada más se considera como el bautismo. Las iglesias bautistas son las únicas iglesias cristianas existentes. Los pedobautistas [bautizantes de los niños] no tienen ningún derecho a la Cena del Señor. Siempre que participen en la Cena del Señor lo hacen indignamente, y comen y beben condenación a sí mismos.”

Si la teoría bautista sea la correcta, resulta que todos los miembros de las otras denominaciones de los cristianos profesos que no han sido inmersos en agua, se han engañado en el pensamiento de que en cualquier sentido de la palabra pertenecen a la Iglesia de Cristo. Porque, como dicen nuestros amigos bautistas, la inmersión es la puerta a la Iglesia; quienquiera que no haya sido inmerso no esté en y no forme parte de la Iglesia de Cristo, que es el cuerpo de Cristo. No es de sorprender que nuestros amigos bautistas, y sobre todo aquellos de un estándar muy alto de corazón e intelecto, duden en forzar en el público éstas, las únicas conclusiones lógicas de su creencia. El hacer esto sería traer sobre ellos la indignación e insulto de muchos a quienes están obligados a respetar como cristianos, a pesar de su teoría contraria. ¿Pero cuál sería la implicación si esta teoría bautista fuera verdad? Contestamos que según todos los credos distintos de la Cristiandad esto implicaría que sólo las personas que fueron inmersas serían salvas, y que todas las demás, de todas las otras denominaciones, y el mundo fuera de todas las denominaciones, estarían perdidas — pues, ¿no es la teoría de todos los credos que sólo la Iglesia se salvará, y que todos los demás se apresuran a la destrucción o al tormento eterno o a algún otro futuro horrible — el destino al cual se finaliza en la muerte?

Estamos obligados a disentir de todas las anteriores opiniones como teorías humanas imperfectas, cuyas incongruencias son claramente manifiestas. La mera declaración de ellas lleva la convicción inmediata de su equivocación a cada mente inteligente e imparcial. No podemos confesar que la denominación de los Discípulos o la denominación bautista, o ambas, constituyen la Iglesia del Dios vivo, cuyos nombres están inscritos en el cielo, a la inclusión de todos sus miembros inmersos, y a la exclusión de todos los no inmersos de las otras denominaciones. No podemos confesar que, cuando el Hijo del Hombre sembró la semilla buena del Evangelio en el campo, que todo el “trigo” fue recogido en el granero bautista, y que toda la “cizaña” estuvo afuera. Tampoco podemos confesar aun que todo el “trigo” debe encontrarse entre aquellos inmersos en agua, y toda la “cizaña” también, de modo que las otras denominaciones fueran excluidas de la parábola del trigo y de la cizaña del Señor. (Mat. 13) Afirmamos que todas estas teorías contradictorias están equivocadas — son desaprobadas por Dios. Afirmamos que todas las sectas y las denominaciones son contrarias a la institución divina — una Cabeza, un Cuerpo, una Fe, un Bautismo. No pretendemos que la Iglesia del Señor, la Nueva Creación, tenga muchos miembros, sino que confesamos que consiste en todo de un “rebaño pequeño.”

Debemos incluir a nuestros amigos bautistas y nuestros amigos de entre los Discípulos con nuestros amigos presbiterianos y metodistas y luteranos y episcopalistas y católicos, como parte de una Cristiandad general, por otra parte en las Escrituras llamada “Babilonia”. El Hijo del Hombre y sus seguidores fieles sembraron la semilla buena, que ha producido frutos en todas partes de la Cristiandad, que puede considerarse el campo de trigo de esta Edad Evangélica. El Adversario ha sembrado “cizaña” tan prolíficamente que el “trigo” es casi ahogado, y en algunos aspectos el campo podría ser más correctamente llamado un campo de cizaña que un campo de trigo. Pero ahora, por fin, según la promesa del Señor, ha llegado la “cosecha” de esta Edad Evangélica, y él está enviando a sus segadores para juntar su “trigo” — cada grano de ello — en su granero; y es evidente que está encontrando estos granos del “trigo” verdadero, no todos en las denominaciones de los Discípulos y de los Bautistas, sino también entre los Presbiterianos, los Metodistas, los Episcopalistas, los Luteranos, los Congregacionalistas, los Católicos Romanos, y otros. Esto está en armonía con el hecho de que el mensaje ha salido al pueblo del Señor en todas partes de Babilonia: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.” —Apoc. 18:2,4

Siendo esto verdad, es muy evidente que los Bautistas y los Discípulos, así como otros grupos, han hecho errores muy serios con respecto a lo que significa el bautismo, y con respecto a las bendiciones y los privilegios que éste confiere. Hemos examinado brevemente la situación entera hasta ahora, a la intención de que puede ser manifiesto a todos que hay algo radicalmente incorrecto con respecto a todas las varias teorías ahora prevalecientes en lo que concierne al tema del bautismo y que, por lo tanto, podemos estar listos a lo mejor para rechazar todas las tradiciones y las teorías humanas y dirigirnos reverentemente y piadosamente a la Palabra del Señor, mediante sus apóstoles inspirados en cuanto a este tema, el cual reconocidamente es algo importante — una institución divina. Es sólo después de que veamos claramente la confusión implicada en todas las varias teorías de la Cristiandad que estamos totalmente preparados para apreciar la simplicidad del mensaje divino respecto a este tema.


(La siguiente parte del libro “La Nueva Creación” se publicará en la edición de septiembre - octubre de 2020)


Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba