DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

La Nueva Creación:
“Orden y Disciplina en la Nueva Creacion”
Parte XXII

De ese modo todos pueden aprender de manera más completa el significado de las palabras del Apóstol, “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido como si alguna cosa extraña os aconteciese” (1 Pedro 4:12). Ellos encuentran que todos los que son del pueblo del Señor pasan por penurias y dificultades, y cada uno aprende de ese modo a simpatizar con el otro, y a medida que el vínculo de simpatía crece, el espíritu de utilidad también, y el espíritu del amor: el Espíritu Santo. Tales reuniones de media semana podrían ventajosamente tener un tema ya sugerido en la reunión del domingo anterior, y al estar este tema ante las mentes de los miembros de la clase, debería inspirar a cada uno a que observe las experiencias de la vida que van pasando y a tomar nota sobre éstas, especialmente en el sentido del particular tema de la semana. Indudablemente, todo cristiano tiene cada semana una abundancia de oportunidades para tomar nota de las lecciones y experiencias de vida sobre varios temas, pero la mayoría que no piensa, que no toma nota, permite que estas valiosas lecciones pasen desapercibidas, y aprenden principalmente de las mayores y más agrias experiencias de la vida, de las cuales ellos podrían haber aprendido mejor prestando atención al trato diario del Señor a través de sus providencias.

Como ilustración: Supongamos que el tema de la semana ha sido: “La paz de Dios”, del texto: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7). Cada uno de la hermandad debería haber notado durante la semana hasta qué punto esta escritura se cumple en su propio caso, y qué cosas parecieron interrumpir y evitar esta paz reinante, llevándolo al desasosiego y al descontento. Estas experiencias y las lecciones que se sacan de ellas, contadas por aquellos que son más expertos en el grupo, y por aquellos menos expertos (hombres y mujeres) no solamente llamarían la atención de cada uno de los demás a sus propias experiencias durante la primera parte de la semana, sino que en la segunda parte añadirían a sus propias experiencias las lecciones y experiencias de otros, ampliando así sus simpatías y conduciéndolos cada vez más a discernir las cosas bellas de la paz en contraste con los conflictos (la bendición de la paz de Dios en el corazón), y cómo es posible tener esta paz aun cuando esté rodeada de agitación y confusión o en condiciones de angustia sobre las cuales nosotros no tenemos control. El aspecto de devoción de estas reuniones añadirá en provecho de ellos. El que se dé cuenta más profundamente de sus propios defectos, y que está, de todo corazón, esforzándose más en crecer en las gracias del Espíritu, será el más ferviente en sus devociones al Señor y en sus deseos de complacerlo y de ser partícipe más y más de su Espíritu Santo.1

1 Hay reuniones para fortalecer el carácter que se describe aquí que se celebran en varias localidades, que son convenientes para los pequeños grupos que las constituyen. Son dirigidas por varios hermanos-ancianos.

En estas reuniones, como en todas las demás, resulta evidente que el bien más grande puede ser llevado a cabo preservando el orden, no al extremo de destruir la vida y la libertad de la reunión, sino al punto apropiado de preservar mejor su libertad, sin anarquía ni desorden; bajo una sabia, cariñosa y moderada restricción. Por ejemplo: El carácter de la reunión debería ser organizado con anterioridad, y debería ser obligación del líder mantenerlo, con un razonable y afectuoso relajamiento, dentro del propósito ya especificado y acordado. Debería comprenderse que éstas no son reuniones sobre temas generales, ni reuniones para la discusión, ni para la predicación; ya que se dispone de otras reuniones, y que aquellos que deseen asistir a éstas son bienvenidos; y además que estas reuniones tienen un alcance limitado. Para mantener así la reunión en la misma línea y para evitar discusiones privadas o réplicas de un individuo a otro, el anciano o coordinador (que es el elegido para representar al total) debería ser el único que pueda replicar o aconsejar a otros, y desde luego solamente cuando sea necesario. Es su ineludible obligación moral velar por que algunos de los testimonios no sean tan largos como para caer aburridos y dificultar que otros tengan oportunidad de participar, y que la reunión no se prolongue más allá de su tiempo razonable, acordado con anterioridad. Todas estas cosas que recaen sobre el coordinador, implican que éste debería ser un Anciano de la Iglesia. Un novato con insuficiente experiencia sería propenso, aun con la mejor de sus intenciones, a ser muy poco estricto o muy rígido al aplicar los principios para tal ocasión, además podría estropear las reuniones con demasiada indulgencia u ofender a algún hermano o hermana dignos mediante una corrección imprudentemente expresada y una aplicación de las apropiadas reglas. Más aun, el coordinador de tal reunión debería ser un Anciano, o alguien competente que sostenga la posición de un Anciano en la Iglesia, de modo que pueda tener un conocimiento suficiente de la Palabra y una suficiente experiencia en gracia y habilidad en la enseñanza para ser capaz de dar una palabra de aliento o de orientación o un consejo útil en respuesta a los distintos testimonios a medida que se presenten. “Y la palabra, a su tiempo, ¡cuán buena es!”, cuánto más útil, a menudo, todo un discurso bajo otras condiciones (Proverbios 15:23).

Aunque en lo anterior hemos señalado varios intereses que deberían ser previstos para las reuniones, nosotros hemos descrito de manera particular sólo el último, que a propósito consideramos que es el más importante de todos: la reunión más útil en el crecimiento espiritual. Demos ahora una mirada a lo que podrían ser buenos planes respecto de otras reuniones. Éstas diferirían de acuerdo a las circunstancias, condiciones y grupos que constituyen la reunión, la Ecclesia, el cuerpo. Si el grupo fuera de cincuenta más o menos, y si algunos del grupo fueran particularmente talentosos en la oratoria y en la exposición clara de la Verdad, aconsejamos que un servicio de predicación a la semana podría ser generalmente ventajoso, especialmente como una reunión a la que se puede invitar a amigos, vecinos u otros. Pero si en la providencia del Señor nadie de la compañía está especialmente calificado para la presentación de un discurso relacionado, lógico y razonable sobre algún tema bíblico, creemos que sería mejor que esta forma de reunión no se realice, o que el tiempo sea dividido entre varios que posean alguna habilidad para tratar un asunto bíblico en conexión con el público, siendo el tema el mismo y que los hermanos se turnen en la conducción. O que los ancianos podrían alternarse, uno este domingo, el otro el próximo, etc.; o dos este domingo, dos el siguiente, etc. Pareciera que los mejores intereses de toda la Iglesia se conservan mediante la presentación y otorgamiento de oportunidades a todos los hermanos en proporción con su habilidad, siempre valorando que la humildad y la claridad en la Verdad sean absolutamente los puntos fundamentales, no los gestos ni la oratoria.

Pero la reunión más importante, a nuestro juicio, la más útil, después de la reunión de devoción que se describió primero, es aquella en la que toda la compañía de creyentes participa a veces bajo un presidente o coordinador, y a veces otro. Para estas reuniones se puede tomar un tema o un texto de las Escrituras para la discusión, y el coordinador, que repase la materia con antelación, debería recibir la autoridad para dividirla entre los hermanos líderes, si es posible adjudicándoles las partes una semana antes, para que ellos puedan llegar a la reunión preparados para ofrecer sugerencias, cada uno en el sentido de su propia particular sección del tema. Estos participantes principales en el examen de la material (quizás dos o media docena, o más, conforme a cómo lo demande el grupo de personas competentes, el tamaño de la congregación y el peso del tema) encontrarán de mucha utilidad las Biblias Bereanas con las referencias a los Estudios y Reimpresiones2 y los Índices de tópicos. Permitámosles que hagan la presentación de la materia en su propio lenguaje o que busquen extractos especiales de Estudios, Reimpresiones, etc., relacionados con el tema, que ellos podrían leer en conexión con algunas observaciones apropiadas.

2 No disponible en español.

Después que la reunión haya sido abierta mediante alabanzas y oraciones, el Presidente puede anunciar los tópicos en su turno adecuado; y después de que cada orador designado haya presentado sus hallazgos sobre su parte del tema se debería dar paso a que toda la clase haga preguntas y se exprese en armonía o en oposición a lo que ya ha sido presentado por el orador líder en el tópico. Si la clase es apática y es necesario que se los anime, el Presidente debería hacerlo mediante preguntas hábiles. El Presidente solamente debería dirigirse a los oradores o intentar responder o armonizar sus declaraciones, aunque desde luego, puede llamar a que cualquier orador dé una explicación adicional de su posición o de sus razones. Todos los oradores deberían dirigir sus observaciones al Presidente y nunca a los demás, y de esa manera se puede evitar el peligro de que haya alusiones personales y riñas. A excepción de lo anterior, el Presidente no debería tomar parte en relación con la discusión, pero debería ser capaz de reunir las distintas conclusiones al cierre de la discusión, resumiendo brevemente todo el tema desde su propio punto de vista, antes de finalizar la sesión con una oración y una acción de gracias.

Cada punto puede ser examinado detenidamente, y todo el tema puede ser ventilado e investigado, de modo que sea claramente percibido por todos. O en algunos de los temas más complejos, el Presidente podría sintetizar y dar sus opiniones al cierre del examen de cada tópico. No conocemos otro mejor tipo de reunión que éste para un estudio a fondo de la Palabra divina. Lo consideramos usualmente mucho más ventajoso que la predicación regular para la mayoría de reuniones del pueblo del Señor.

Una reunión de este tipo incluye todos los aspectos cubiertos por las sugerencias 1, 2 y 3, enumeradas anteriormente. Con respecto al primero, aquellos a quienes se les asigna la parte de la conducción tienen toda la oportunidad para ejercer cualquiera de las habilidades que posean. En relación al segundo punto, todos tienen la oportunidad de participar, haciendo preguntas, ofreciendo sugerencias, etc. sobre los distintos puntos, después de cada uno de los oradores. Y respecto al tercer punto, también se acomoda a una reunión como ésta, porque los tópicos para cada semana deberían ser decididos preferiblemente por toda la clase y no por el coordinador, y con al menos una semana de anticipación a su consideración.

Cualquiera que asista a esta clase debería tener el privilegio de presentar su pregunta o tópico, y el espíritu del amor, simpatía, amabilidad y consideración que domine a todos debería ser tal que todos los tópicos apropiados reciban una audición respetuosa. Y en el caso de un requisito especial para un tópico que se supone está en contra de la opinión general de la congregación, aunque completamente dentro de las líneas de los principios fundamentales del Evangelio, la persona deseosa de discutir el tema debería recibir un tiempo razonable para la presentación, y debería ser el orador principal para la ocasión, siendo su tiempo posiblemente limitado, por ejemplo, treinta minutos más o menos, de acuerdo con la importancia del tópico y el interés de la clase en éste. Luego de su presentación, la cuestión debería ser abierta para su discusión por los demás en la clase, teniendo, el que propuso la pregunta, algunos minutos para que subsecuentemente responda de manera breve a cualquier objeción hecha por otros, teniendo el Presidente la palabra final al cierre de la reunión.


(La siguiente parte del libro “La Nueva Creación” se publicará en la edición de julio - agosto de 2017)


Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba