DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

La Nueva Creación:
“Orden y Disciplina en la Nueva Creacion”
Parte XIV

¿Un sacerdocio remunerado?

La costumbre de un sacerdocio o ministerio remunerado, hoy en día tan generalizada y considerada por muchos inevitable e indispensable, no era la costumbre en la Iglesia primitiva. Nuestro Señor y sus doce elegidos fueron pobres, hasta donde somos capaces de juzgar de los registros inspirados; quizás con excepción de Santiago, Juan y Mateo. Acostumbrados a donar voluntariamente a los levitas, los judíos extendieron de manera evidente esta costumbre a todos los religiosos que argüían ser de Dios. Los discípulos tuvieron un tesorero general, Judas (Juan 12:6; 13:29), y evidentemente nunca tuvieron carencias, aunque es igualmente evidente que ellos nunca pidieron limosna o contribuciones. Tampoco hay indicio de algo parecido en el registro de las palabras de nuestro Señor. Él confiaba en la provisión del Padre, y cierta mujer honorable atendió a él y a los suyos con parte de su abundancia. Véase Mateo 27:55, 56; Lucas 8:2,3.

Si los sermones y parábolas de nuestro Señor hubieran estado salpicados con súplicas de dinero, esto hubiera socavado su vida. Nada nos suplica más que la evidente generosidad del Maestro y todos sus elegidos de manera especial, siendo la única excepción Judas, a quien su avaricia le costó su propia caída (Juan 12:5,6). El amor por el dinero y la ostentación y el sistema de limosnas de Babilonia está hoy en día muy en contra de su poderosa influencia; y la ausencia de este espíritu ahora entre los fieles del Señor, como en el primer advenimiento, dice mucho en su favor con aquellos que los estudian como epístolas vivientes, sin apreciar completamente sus enseñanzas. De una manera muy notable, el Señor ha provisto así bastante para su trabajo de “cosecha” sin que se haga ninguna sola petición de dinero; y nosotros creemos que siempre será así, confiando en que ésta es la opinión del Señor.

Dejemos que aquellos que ambicionan la riqueza y los lujos de este mundo los busquen en los ámbitos del comercio o de las profesiones lucrativas, pero no dejemos que se conviertan en ministros del Evangelio de Cristo por ningún motivo distinto al amor por Dios y por su Verdad y por sus hermanos: un amor que se regocijará en sacrificar la buena vida y la riqueza y el honor de los hombres, no de mala gana, sino de todo corazón. Pero, ¡muy a pesar nuestro!, la Cristiandad nominal ha crecido grandiosamente y de manera mundana, y sus siervos reciben honores con los títulos de Reverendo, Muy Reverendo, Reverendísimo y Doctor en Divinidad; y estos honores y títulos van acompañados de salarios, que no están de acuerdo con las necesidades del ministerio, sino sobre una base comercial de su habilidad para atraer grandes multitudes y gente rica. El resultado natural se ha producido: “Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y se apoyan en Jehová, diciendo: ¿No está Jehová entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros”. “Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir” (comodidad) y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender, todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado”. “Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”. “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oído, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias (alabanzas de los hombres) y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (Isaías 56:10,11; Miqueas 3:11; Filipenses 3:2; 2 Timoteo 4:3,4).

Algunos podrían razonar que se debe evitar ambos extremos, grandes salarios y ningún salario, y podrían citar las palabras del Señor, “El trabajador es digno de su salario”, y las palabras del Apóstol, “Si nosotros hemos sembrado en ti cosas espirituales, ¿sería una gran cosa si cosecháramos tus cosas carnales?” No obstante, nosotros debemos recordar que aun estos fuertes enunciados no se refieren a salarios principescos sino a las necesidades simples. Esto lo ilustra el Apóstol mediante la cita: “No pondrás bozal al buey que trilla”. El buey debería estar libre para satisfacer sus necesidades, pero no más. El Apóstol nos ha dado la idea central de su propio ministerio exitoso, diciendo: “He aquí por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.” (2 Corintios 12:14,15).

Si seguimos los pasos de Jesús, esto no nos conducirá en la dirección de los salarios, ni los pasos de su principal apóstol, Pablo. Este último, después de mostrar que el pedir una remuneración terrenal por los servicios espirituales no violaría de ningún modo la justicia, nos narra sobre su propio recorrido en este asunto con estas palabras:

“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:33-35).

“Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al Evangelio de Cristo”. 1 Corintios 9:12. “Y cuando estaba entre vosotros y tuvo necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso”. 2 Corintios 11:9

Nuestras libertades son simplemente las mismas que las de los apóstoles respecto de esto, y la fidelidad a la causa nos debería conducir a seguir sus pasos en éste como en todos los asuntos. El Señor, los apóstoles y sus asociados, que viajaron y dieron todo su tiempo para el ministerio de la verdad, aceptaron contribuciones voluntarias de los hermanos para satisfacer sus gastos, y como ya lo insinuó, la imposición de manos de la Iglesia de Antioquía sobre Pablo y Bernabé cuando ellos estuvieron por iniciar su primer viaje misionero, parece haber implicado que la Iglesia se convirtió en responsable de sus gastos y en la misma medida participó en su trabajo.

No hay indicio, directo ni indirecto, de que los ancianos que servían a la Iglesia en casa recibieron salario ni dinero para gastos, y nosotros creemos que será generalmente ventajoso para cada Iglesia local usar los servicios voluntarios de sus propios miembros, pocos o muchos, grandes o insignificantes. Este método de las Escrituras es espiritualmente saludable: tiende a sacar a todos los diversos miembros hacia el ejercicio de sus dones espirituales, y los conduce a todos a mirar más al Señor como el verdadero Pastor, que lo que hiciera el método de contrato. A medida que el número de maestros calificados se incrementa, imitemos el ejemplo de la Iglesia de Antioquía, enviando algunos como misioneros, repartidores de escritos religiosos, peregrinos, etc.

Sin embargo, si cualquier congregación considera que su campo de utilidad es grande y que un hermano podría ventajosamente dar todo su tiempo para ofrecerle su ministerio y para el trabajo misionero, y si ellos de manera voluntaria le ofrecen suficiente dinero para sus gastos, nosotros no sabemos de ninguna escritura que prohíba su aceptación. Pero el anciano servidor y la Ecclesia que lo apoya deberían ver que la cantidad proporcionada no sea mayor que los gastos de vida razonables para el servidor y para los que dependen apropiadamente de él. Y ambos deberían ver también que todos los miembros de la Ecclesia sean adiestrados, y particularmente tales de poseer calificaciones para ejercer como ancianos, de lo contrario el espíritu de Babilonia terminará por desarrollarse.


(La siguiente parte del libro “La Nueva Creación” se publicará en la edición de enero - febrero de 2016)


Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba