DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA

La Nueva Creación:
“Orden y Disciplina en la Nueva Creacion”
Parte XIII

¿Quiénes pueden elegir a los Ancianos y cómo?

Solamente la Ecclesia (el cuerpo: hombres y mujeres), las Nuevas Criaturas, son electores o votantes, la “familia de la fe”. Los creyentes que no han sido consagrados, no tienen nada que ver con tal elección, porque lo que se busca es la elección del Señor a través de su “cuerpo”, que posee su Espíritu. Todos los del cuerpo consagrado deberían votar y cualquiera de ellos puede hacer nominaciones en una reunión general convocada para ese propósito, preferiblemente una semana antes de la votación, de modo que se disponga del tiempo para considerar el voto.

Algunos han pedido que el voto debiera ser mediante balotas, de manera que todos puedan sentirse más libres de expresar su real elección. Nosotros respondemos que cualquier ventaja que haya en esto es anulada por una desventaja, a saber, la pérdida de la disciplina y la formación del carácter realizada por medio de la manera apostólica de “extender la mano”. Cada uno debería aprender a ser abierto y franco, aunque al mismo tiempo, afectuoso y delicado. Recuérdese que el voto es la elección del Señor expresada por los miembros de su cuerpo hasta el límite de su habilidad para percibirlo. Nadie tiene la libertad de rehuir este deber, ni de favorecer a uno por encima del otro excepto cuando crea que posee y expresa la mente del Señor.

Las mayorías insuficientes

En los asuntos terrenales, la voz de una escasa mayoría es la que decide, pero evidentemente no debería ser así en la Ecclesia del Señor, o cuerpo. Más bien, hasta donde sea posible, el mandato de la mayoría debería prevalecer y se debería buscar un veredicto o una decisión unánime. El hermano que reciba una escasa mayoría en la votación apenas se sentiría cómodo en aceptarla como “la elección del Señor”, mucho menos la congregación. Se debería buscar otro candidato capaz de tener el apoyo de todos, o de casi todos, voto tras voto, semana tras semana, hasta encontrarlo o abandonar el asunto; o dejar que todos acuerden respecto de dos o tres o más que puedan servir por turnos y así tener consenso. Pero si prevalece el fervoroso amor por el Señor y la Verdad, con oración en busca de guía y la disposición de preferir otro hermano, cuando los talentos están en igualdad de condiciones, generalmente será fácil unificar criterios en relación con la voluntad divina respecto del asunto. “Nada hagáis por contienda o vanagloria”. “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” (Filipenses 2:3, Efesios 4:3).

El mismo orden debería prevalecer con respecto a la elección de los ayudantes llamados diáconos y diaconizas, cuya buena reputación también debería ser tomada en cuenta como una calificación. (Véase 1 Timoteo 3:8-13). Estos pueden ser para cualquier servicio requerido, y ellos deberían tener tantas de las calificaciones de los ancianos como sea posible, incluyendo la aptitud como maestros y las gracias del Espíritu.

Variedad de ministerios

Como ya se vio, los ancianos pueden tener calificaciones especiales en uno u otro aspecto, algunos sobresalientes para exhortar, otros para enseñar, otros para profetizar o para la oratoria, otros como predicadores, para atraer el interés de los no creyentes, y otros como pastores que supervisan de manera general el rebaño en sus diversos intereses, locales o generales. El discurso del Apóstol Pablo a los Ancianos de la Ecclesia en Éfeso nos da un panorama general del ministerio al cual cada individuo debe adaptar y ajustar sus talentos como administrador. Sus palabras son muy dignas de una cuidadosa y piadosa consideración por la cual todos acepten el servicio de un Anciano en cualquier aspecto del trabajo. Él dijo: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por superintendentes [mal traducido como obispos], para apacentar la iglesia [ecclesia] del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.” (Hechos 20:28). ¡Ah claro! Los ancianos en primer lugar deben mirarse ellos mismos, no vaya a ser que el pequeño honor de su posición los haga sentirse orgullosos y arrogantes, y no vaya a ser que ellos asuman para sí autoridad y honores que corresponden a la Cabeza, el Pastor Principal. El alimentar al rebaño es competencia del Señor, como está escrito: “Como pastor, sentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” (Isaías 40:11). Por ello, cuando alguien es elegido como Anciano, puede representar al Pastor Principal, puede ser el instrumento o el canal a través del cual el gran Pastor del rebaño puede enviar su propio “alimento en el momento oportuno”, “cosas nuevas y viejas”.

“¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño!, dice Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová.” Jeremías 23:1,2,4

La imposición de las manos del Presbiterio

(1) “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (Reunión de ancianos). 1 Timoteo 4:14.

(2) “A los cuales (los siete diáconos escogidos por la iglesia) presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos” Hechos 6:6.

(3) “En la Iglesia (ecclesia) que estaba en Antioquia… dijo el Espíritu Santo: Apártame a Bernabé y a Saulo para la obra que los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”. Hechos 13:1-3.

(4) “No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos”. 1 Timoteo 5:22.

(5) “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban (predicaban). Hechos 9:6.

(6) “Entonces les imponían las manos, (los apóstoles) y recibían el Espíritu Santo”. Hechos 8:17-19.

(7) “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”. 2 Timoteo 1:6.

De esa manera presentamos el testimonio inspirado con relación a la imposición de manos en la Ecclesia de la Nueva Creación. En los últimos tres (5, 6, 7), se pone de manifiesto la referencia sobre el hecho de impartir “dones”, cosa común en la Iglesia primitiva. Así, las manos apostólicas fueron impuestas sobre todos los creyentes consagrados, y a continuación uno o más dones: “lenguas”, etc. “Una cantidad del Espíritu es otorgada a cada hombre para que se beneficie también”.1 Los primeros cuatro textos (1, 2, 3, 4) pueden ser agrupados de manera correspondiente a una enseñanza general; es decir, como una marca de aprobación o endose, pero no como un signo de permiso o autorización.

(1) Véase Volumen V, Cap. VIII (en inglés).

(1) Timoteo, el hijo “adoptivo” de Pablo en el ministerio, ya había sido bautizado y ya había recibido un don del Espíritu Santo de las manos del Apóstol Pablo (véase punto 7) cuando fue con Pablo a Jerusalén (Hechos 21:15-19). Sin duda, en ese entonces y en ese lugar “Santiago y todos los ancianos”, los ancianos apostólicos, reconociendo la devoción de Timoteo y su cercana afiliación con Pablo, lo bendijeron unánimemente, imponiendo sus manos sobre él por medio del endose, y la explicación implica que ellos hicieron esto, no conforme a la usual costumbre ni a todas las instrucciones de Pablo, sino “por medio de la profecía”, indicando que ellos fueron guiados a hacerlo mediante alguna predicción o instrucción del Señor.

(2) Estos diáconos no fueron comisionados, o autorizados para predicar por medio de la imposición de manos de los apóstoles sobre ellos, porque ellos no fueron elegidos como predicadores sino para servir las mesas; y de todos modos, en virtud de la unción del Espíritu Santo, ellos ya tenían autoridad plena para predicar hasta el límite de sus talentos y oportunidades. Y sin mención alguna de licencia o permiso, u otra ordenación por parte de nadie, nosotros encontramos a Esteban, uno de estos diáconos, predicando tan fervorosamente que él fue el primero después del Maestro en sellar su testimonio con su sangre. De manera evidente, esta imposición de manos significó simplemente la aprobación apostólica y su bendición.

(3) La imposición de manos sobre Pablo y Bernabé no pudo haber sido un permiso para predicar, porque ellos ya estaban reconocidos como ancianos y habían enseñado en la Iglesia de Antioquía por más de un año. Además, anteriormente ellos mismos habían estado predicando en otras partes (Compárese Hechos 9:20-29, 11:26). Esta imposición de manos pudo haber tenido solamente la intención de endosar el trabajo misionero próximo a ser realizado por Pablo y Bernabé, tanto que la Iglesia de Antioquía se unió en la misión con ellos y probablemente costeó sus gastos.

(4) Aquí el Apóstol da a entender que una imposición de manos de Timoteo sobre un labrador en el viñedo significaría su aprobación, o endose: de manera que si el hombre de cualquier modo se comportara mal, Timoteo compartiría su demérito. Hasta donde sea posible, él debe asegurarse de que no influyó para introducir a alguien que ofendería a las ovejas del Señor, moralmente o doctrinariamente.

No se debe correr ningún riesgo, se debe tener cuidado al dar una carta de recomendación o un endose público en la forma de un público ¡Que Dios te acompañe! El mismo consejo aun es apropiado para todo el pueblo del Señor en proporción al grado de su influencia. Sin embargo, nada en esto implicaba que cualquiera fuera dependiente del endose de Timoteo antes de que ellos tuvieran el derecho de predicar: ese derecho de acuerdo a la habilidad que es otorgado por el Señor para todo aquel que reciba el Espíritu Santo de unción.


(La siguiente parte del libro “La Nueva Creación” se publicará en la edición de noviembre - diciembre 2015)


Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba