DOCTRINA Y VIDA CRISTIANA |
La Nueva Creación:
“En el Principio”
Parte IV
EL SÉPTIMO DÍA-ÉPOCA SEMANA DE LA CREACIÓN
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.
Observando la sucesión progresiva de los seis días y recordando que el número siete en sí representa la terminación y la perfección, es muy natural que esperemos que el Séptimo Día-Época sea más maravilloso que los demás. Y lo estimamos así; pero nuestra comprensión en cuanto a su misión importante se encuentra limitada — hasta el “debido tiempo” — por la declaración general que Dios descansó de toda su obra en el séptimo día. ¡Qué extraño es que él debiera dejar la obra creativa en el momento en el cual parecía justamente lista de acabarse, como si un obrero, después de haber preparado todos los materiales de una construcción, renunciara su futura actividad, no poniendo en ejecución sus primeras intenciones!
Sin embargo, todo el tema se desvela en su grandeza cuando captemos que Jehová Dios descansó de su obra creativa, dejó de perseguirla, porque, en su sabiduría había previsto que sus intenciones podrían ser mejor ejecutadas por otros medios. Dios vio que valía más permitir que su criatura Adán ejerza su libre albedrío, ceda a la tentación en el pecado y sufra el castigo justo, la muerte, con su largo período de 6.000 años de vida moribunda, de luchas, como un condenado, en un mal ambiente. Dios vio que era preferible dejarle como condenado, hacer su parte en la sujeción de la tierra; que dadas las circunstancias sería provechoso al hombre traer la tierra, por el trabajo, a la condición paradisíaca prometida, que sería útil que el hombre discerniera los principios fundamentales de la justicia divina, la excesiva culpabilidad del pecado, y que estaría preparado así a recibir la gracia que se ofrecerá al mundo al debido tiempo.
No obstante, una de las razones superiores por las cuales Jehová detuvo la obra creativa, fue sin duda alguna que ella podría ser cumplida por otro — por su Unigénito, de tal manera que glorificaría no sólo al Hijo, sino que al Padre también, revelando la perfección de los atributos divinos como ningún otro medio podría hacerlo. Dando a su Hijo para ser el Redentor del hombre, Dios puso de relieve no sólo su Justicia divina que de ninguna manera podía violar el principio: “el salario del pecado es la muerte”, sino también destacó su Amor, su compasión por sus criaturas caídas yendo hasta el sacrificio de su Hijo a favor del hombre. Al fin, su Sabiduría y su Poder se revelarán también, cuando se haya realizado cada detalle de su plan.
Se podría sugerir que el hecho de que el Padre dejó de terminar el plan de creación con el fin de que el Hijo pudiera cumplir esta obra durante el Milenio por la vía de la “restauración” no es diferente de las operaciones creativas anteriores ya que todas éstas eran del Padre y por el Hijo, sin el cual “nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. A esto, respondemos: Sí, hay una diferencia. La función del Hijo en la obra de la restauración por la cual se acabará este Séptimo Día-Época y aportará la perfección terrestre, será totalmente diferente de la que él tuvo en sus obras anteriores. En todas las creaciones anteriores, el Hijo actuó simplemente en lugar de Jehová haciendo uso de fuerzas y de energías que no eran en ningún sentido las suyas, sino que en esta futura obra grandiosa, él empleará un poder y una autoridad que le pertenecen, que le costaron 34 años de humillación cuyo plazo fue su crucifixión. Por esta transacción, que la sabiduría y el amor del Padre habían preparado en su plan, el Hijo “compró” al mundo, compró al padre Adán y a toda su raza, su propiedad (la tierra) así como su título de monarca “a semejanza de Dios”. El Padre encontró su placer en honrar al “Primogénito” e hizo por lo tanto su plan en este sentido, él descansó, es decir, dejó de crear con el fin de que el Hijo pudiera honrarle así y ser honrado por él.
Dios descansó, no en el sentido de recuperar fuerzas después de un cansancio, sino en el de dejar de crear. Él asistió a la ruina, la caída, por causa del pecado, de su criatura terrestre más noble y sin embargo él no hizo nada para impedir el desarrollo de la ejecución de la sentencia de muerte ni empezar el menor encaminamiento hacia una restauración. En realidad, por la ley que él impuso, él impidió toda ocasión para su misericordia y su clemencia de ejercerse hacia Adán y su raza, salvo por la intervención de un redentor. Al ser el castigo la muerte, y esto sin límite (la muerte eterna, la “destrucción eterna”), y dada la imposibilidad que Dios mienta, que el Juez Supremo del universo retire su propio y justo decreto, desde entonces era imposible que el Creador se hiciera directamente el restaurador de la raza, o en cualquier sentido o grado, continuara su obra creativa con respecto al hombre condenado o a su dominio, la tierra.
Conque, Jehová Dios manifestó su confianza en su propio gran plan de las Edades y en su Hijo Unigénito al que le confió la plena ejecución. Esta confianza del Padre en su Hijo, el Apóstol la toma en ejemplo para mostrarnos cómo nuestra fe debería aferrarse al Ungido hasta el punto de confiarle todo lo que nos toca de cerca, tanto nosotros mismos como nuestros amigos y el mundo en general. La declaración del Apóstol es: “Los que hemos creído entramos en el reposo… El que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.” Los creyentes, a ejemplo de Dios, tienen en Cristo, esta confianza perfecta de la que dispone tanto de la capacidad como de la voluntad de ejecutar todos los grandes proyectos de Jehová a favor de nuestra raza y, en consecuencia, descansan no de un cansancio físico sino de toda inquietud, de toda ansiedad, de todo deseo de actuar en lugar de Cristo o de tratar de alcanzar el resultado por otro medio.
Si el descanso de nuestro Creador, o su renuncia de venir prontamente al socorro de sus criaturas caídas, puedan parecer más o menos como una marca de indiferencia o de descuido, no fue así realmente; la intervención a favor del hombre por un Mediador se ha juzgado sencillamente como el mejor y el más sabio modo. A los que pudieran sugerir que la obra de restauración debería haber comenzado antes, respondemos que el reino del Pecado y de la Muerte, o sea un período de 6.000 años, no ha sido demasiado largo para que nazca un número suficiente de individuos para “llenar la tierra”, no demasiado largo para enseñar a todos cuán pecaminoso es el pecado [Rom. 7:13] y extremadamente pesado el salario que lleva consigo, no demasiado largo para que los hombres mismos traten de levantarse y prueben la inutilidad de sus tentativas y de sus medios. Aunque pasaron más de 4.000 años después de que el pecado y la muerte hubieran entrado en el mundo que el Señor vino en su primer advenimiento para rescatar1 al mundo y asegurar el derecho justo y equitativo de intervenir para bendecir, levantar y restaurar a todos los que aceptaran su gracia, sin embargo la Escritura declara que este acontecimiento se produjo al debido tiempo de Dios: “Al debido tiempo Dios envió a su Hijo.” De hecho, se pudiera avanzar todavía que este momento no debiera haber sido el debido tiempo verdadero tampoco, a menos que se consideren las cosas desde el punto de vista divina que tenía en perspectiva de llamar, de reunir, de preparar una Iglesia elegida destinada a participar con el Redentor en esta gran obra milenaria de bendición del mundo. Dios, previendo que esta elección exigiría toda esta Edad Evangélica, envió a su Hijo para la obra redentora justo al debido tiempo con el fin de cumplirla a tiempo.
(1) Ed. 1937: “para proporcionar el precio del rescate” — Véase los Reprints, p. 5880 (W.T. 1 de abril de 1916). —Trad.
EL PERÍODO DE DESCANSO O LA CESACIÓN DE LA ACTIVIDAD CREATIVA ENERGÉTICA DIVINA RESPECTO A LA TIERRA
¿Cuánto tiempo transcurrió desde que Jehová dejó de crear o descansó de su obra creativa? Respondemos que hace ahora un poco más de seis mil años. ¿Cuánto tiempo aún durará su descanso (o interrupción)? Hasta el fin del Milenio — el reino de mil años del gran Mediador procediendo a la “restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:21). ¿Se revelará haber sido justificada plenamente la confianza de Jehová en la ejecución de su plan, que lo condujo así para ponerlo totalmente en los cuidados de Jesús? ¿Será satisfactoria la conclusión? Jehová Dios que conoce el fin desde el comienzo nos asegura que lo será y que el Hijo, a expensas del cual el plan está en vías de ejecución “verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Isaías 53:11). En realidad, todos los creyentes que descansan, por la fe, en la obra (pasada y futura) de su Redentor, pueden tener la plena seguridad de fe que Dios ha preparado para los que le aman, y especialmente para la Iglesia, “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre.” Ellos también pueden tener la seguridad de fe que él ha preparado la longitud, la anchura, la altura y la profundidad del amor, la misericordia y las bendiciones de restauración para todos los del mundo no elegido que, en sus días de gracia del Milenio, aceptarán de todo corazón las disposiciones maravillosas y divinas.
Seis mil años pasados, y otro mil años por venir, estos siete mil años de “descanso” de Jehová nos conducirán al tiempo en el cual se acabará el reino milenario del Hijo porque habrá cumplido sus intenciones: la restauración a la imagen divina de los humanos que estarán bien dispuestos y obedientes, y la restitución al hombre, hecho perfecto de nuevo, de la tierra como su dominio, su reino. Cuando el trono y el reino del Mediador hayan alcanzado su fin, y que todos los que corrompen la tierra hayan sido aniquilados, el Hijo entregará “el Reino al Dios el Padre” — entregándolo a la humanidad a la cual estuvo destinado al principio según lo que está escrito.2 (1 Cor. 15:25-28) “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” — desde la creación del mundo. —Mateo 25:31, 34
(2) Véase Vol. I, p. 312; Vol. V, p. 469 (en inglés); Vol. IV, pp. 617, 644, 645 (en inglés).
Es la duración de este Séptimo Día-Época, tan distintamente marcada por la historia y la profecía, que nos permite encontrar aquella de todos los demás Días-Épocas de la Semana de la creación. El período entero de siete veces siete mil años, es decir, cuarenta y nueve mil años conducirá, cuando haya vencido, al gran quincuagésimo milenario que él introducirá; así como ya hemos mostrado,3 este gran cincuentenario es importante en las Escrituras porque él indica grandes puntos culminantes en el plan divino. Los días sabáticos de Israel que se multiplicaba por 7 (7 x 7 = 49) conducían al quincuagésimo día, es decir, al Pentecostés con su descanso en la fe; los años sabáticos de Israel, es decir, 7 x 7 = 49 años, introducían el quincuagésimo año o el año del Jubileo; el ciclo más amplio aún de 50 x 50 marcará el Milenio como el Gran Jubileo de la Tierra. Y ahora, encontramos finalmente que el Sábado (o sistema de siete días), aplicado a una escala aun más vasta, a propósito de la creación de la tierra, desde el principio de su disposición hasta su terminación perfecta, es de 7 veces 7.000 años o 49.000 años, acabando en la introducción de la gran época en que no habrá más llantos, ni lágrimas, ni dolores y ni muerte, porque la obra creativa de Dios se acabará entonces, por lo menos en cuanto a esta tierra. No es sorprendente que esta fecha sea marcada como la de un Jubileo.
(3) Véase Vol. II, cap. VI (en inglés).
Los hijos angélicos de Dios “se regocijaban” (Job 38:7) a la aurora de la semana de la creación de la tierra, y después de haber asistido a su desarrollo paso a paso, ellos vieron finalmente al hombre, a su rey, creado a la imagen de Dios. Luego, por la desobediencia, vino la caída en el pecado y la muerte, luego las experiencias terribles de los ángeles caídos que no guardaron su señorío original, y la historia sangrienta y egoísta del hombre bajo el reino del Pecado y de la Muerte. Entonces suceden la redención, la elección del “Ungido” (cabeza y cuerpo) por el sacrificio, y el establecimiento del Reino mesiánico con su restauración maravillosa de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. No es sorprendente, en realidad, que, cuando todas las criaturas inteligentes de Jehová hayan comprendido así toda la longitud, la anchura, la altura y la profundidad no sólo del Amor de Dios, sino que también de su Justicia, de su Sabiduría y de su Poder, habrá un Júbilo en los cielos y en la tierra.
Es entonces cuando todas las criaturas de Dios, tanto en los cielos como en la tierra, puedan entonar el nuevo Cántico:
“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso;
Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
Pues sólo tú eres santo;
Por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán,
Porque tus juicios se han manifestado.” —Apoc 15:3 y 4.
“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó.” —Isaías 45:18.
“Todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.” —Apoc. 5:13.
Desde que escribimos lo que precede, apareció, para la fecha del 19 de noviembre de 1902, bajo la firma del Prof. G. Frederic Wright D.D., L.L.D. [Doctor of Divinity, Doctor of Laws] el artículo siguiente que trata de la creación según el relato de Génesis.
EL RELATO4 HISTÓRICO DE GÉNESIS
“El primer capítulo de Génesis, que trata de la creación del mundo, es uno de los documentos más notables. Es notable, tanto por la habilidad con la cual él evita todo conflicto posible con los descubrimientos científicos como por su buen efecto desde el punto de vista literario. Si se lo juzga por la influencia que él ha ejercido, es poco probable que alguna otra página de literatura pueda compararse con él. Su meta evidente es de desacreditar el politeísmo y de destacar la unidad de la Divinidad. Él lo hace negando la existencia de una pluralidad de dioses, tanto en general como en particular, y afirmando que es el único eterno Dios de Israel que hizo los cielos, la tierra y todo lo que encierra, y que los idólatras tienen la costumbre de adorar.
(4) “Record” —Trad.
Se puede comprobar que este capítulo es sublime en el hecho de que el politeísmo y la idolatría prevalecen por todas partes donde no se siente su influencia. La unidad de Dios y su adoración como el único Creador de todas las cosas sólo fueron mantenidas por las naciones que aceptaron este capítulo como una verdadera y divina revelación.
COMPATIBLE CON LA CIENCIA
“Al mismo tiempo, el progreso de la ciencia sirvió para aumentar más bien que reducir la admiración que tenemos por esta parte notable del gran libro de la revelación divina. Todos los descubrimientos auténticos de la ciencia encuentran donde situarse en este vasto y amplio marco. Los términos de este capítulo han sido escogidos con una sabiduría tan notable para evitar todo conflicto con la ciencia moderna que un geólogo tan famoso como el Prof. J. D. Dana, de la Universidad de Yale, afirmó con fuerza que era imposible explicarlo de otro modo que por el principio de la inspiración divina.
“Desde el primer versículo, toda controversia sobre la edad de la tierra, y a decir verdad del sistema solar, se encuentra concluida por la declaración totalmente simple que el cielo y la tierra fueron creados en el “principio” sin precisar de ninguna manera a cuál momento remonta este principio. Ahora bien, que el sistema solar haya tenido un comienzo, la ciencia moderna lo prueba tan claramente que el evolucionista más impertinente no puede contradecirlo. La doctrina moderna de la conservación de la energía prueba que el orden actual de cosas no existió siempre. El sol se enfría. Su calor irradia rápidamente y va a perderse en el espacio vacío. En una palabra, el sistema solar está en decadencia y es tan claro como el pleno mediodía que el proceso no puede haber existido por siempre. Hasta la hipótesis de las nebulosas implica un comienzo y ninguna inteligencia humana nunca ha podido expresar mejor este hecho que el primer versículo de la Biblia.
LA CREACIÓN FUE GRADUAL
Todo el primer capítulo de Génesis está basado en el principio de un desarrollo progresivo en este método de creación. El universo no vino a la existencia de manera instantánea. No ha sido acabado desde el principio. Al principio, tenemos simplemente las fuerzas físicas que deben servir para formar la estructura grandiosa por un desarrollo gradual, o si se prefiere decirlo así: por un proceso evolutivo.5 Y esto también es verdad, cualquiera que sea el sentido que se pueda atribuir a la palabra “día” (en hebreo “yom”). ¿Por qué necesitaría un Creador Todopoderoso seis días aun de veinticuatro horas para crear al mundo? La respuesta es que el Creador no sólo posee un poder soberano sino que es tan infinitamente sabio y lo ha juzgado oportuno de escoger un método de creación que procede del trigo en cierne, luego de la espiga, luego del grano maduro en la espiga.
(5) Como ya se ha indicado, es sólo con respecto a la creación del hombre que la teoría de la Evolución se opone a la Biblia, y es sólo para atacar este punto preciso que esta teoría existe o encuentra partidarios.
“Que haya un plan divino de evolución* es lo que destaca todo este capítulo. La creación comienza trayendo a la existencia las formas más simples de la materia y prosigue ejerciendo sobre ellas la energía que engendra la luz. Vienen luego la separación de la materia que constituye la tierra, la delimitación entre la tierra y el agua, el aislamiento del agua repartida en la superficie del globo de la que se encuentra suspendida en el aire. Si alguien desea discutir sobre la palabra “firmamento” e insistir en su significado literal, se encuentra inmediatamente parado por la definición del texto (Génesis 1:20) que precisa que los pájaros son hechos para volar por encima de la tierra en la plena extensión del cielo [o firmamento del cielo]. El elemento que retiene el agua de las nubes es aquel en el cual los pájaros pueden volar.
CREACIÓN DE LA VEGETACIÓN
“En la tercera época, la tierra se cubrió de vegetación, la forma más simple de la vida, la cual una vez introducida, lleva consigo la posibilidad de desarrollo posterior de todas las familias vegetales. Los términos en los cuales se anuncia la creación de las plantas tienen un sentido tan amplio que hasta dejan el campo libre para la teoría de la generación espontánea, la cual todavía es una de las cuestiones controvertidas en la biología. Consideradas bajo este ángulo, cuán notables son estas palabras: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde… Produjo, pues, la tierra hierba verde.”
“Esta manera de expresión notable se encuentra a propósito de la introducción del quinto día de desarrollo respecto al cual se puede leer (Génesis 1:20). “Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes [véase nota de Darby]…” Y también para introducir la obra del sexto día, la misma frase aparece (Génesis 1:24). “Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres [nota de Darby: hebreo: alma, aquí y versículo 21] vivientes según su género.” Si se persistía en interpretar estas palabras al pie de la letra, encontraríamos lo que ni la ciencia ni la teoría no quisieran aceptar.
UN CREADOR ESPECIAL
“Cuando se trata de la creación del hombre, la Biblia no se expresa más de la misma manera. Se dice allí que Dios hizo al hombre a su propia imagen y sopló en ése el aliento de vida. No es necesario hablar aquí de lo que puede sobreentender esta expresión en cuanto al modo de creación del hombre. No obstante, ella corresponde bien a la alta dignidad del ser humano comparado con el resto de la creación animal. Los rasgos más característicos del hombre son puestos a luz por ambos relatos que nos hablan del principio de su entrada a la vida. No sólo se dice que el hombre es hecho a la imagen de Dios, sino que también es apto para dominar los animales de los campos y tiene el don de hablar, por el cual él puede nombrarlos. Además él tiene su libre albedrío que conoce la diferencia entre el bien y el mal; en breve, él posee una naturaleza moral que le coloca en una clase separada.
“Que tantas cosas se pudieron decirnos respecto a la creación sin que nada fuera absurdo ni fantástico, y sin que nada creara el menor golpe con la ciencia moderna, esto es ciertamente la prueba más evidente que fueron dadas por inspiración divina. Mismo Milton, con toda su erudición y la ventaja que le proporcionaba este relato, no pudo frenar suficientemente su imaginación para no dar algo grotesco a toda su concepción de la creación del reino animal. Excepto la mano de la inspiración, ¿qué es lo que hubiera podido dirigir y guiar así al que escribió el primer capítulo de Génesis?
EL HOMBRE CREADO Y NO EVOLUCIONADO
“Hay una diferencia considerable entre el volumen y el desarrollo del cerebro del hombre y los del cerebro de los representantes inferiores del orden de los ‘primates.’
“Más grande aún es la diferencia desde el punto de vista fisiológico y psicológico. El hombre posee un lenguaje gramatical. Él puede expresar sus pensamientos por frases ordenadas que puede transcribir por signos de su propia elección sobre papel o sobre cualquier otra sustancia. El hombre dispone de un oído sensible a las armonías musicales lo que no tiene ningún animal. Esto implica en la estructura de los órganos del oído una delicadeza que no es nada menos que maravillosa. Entre sus cualidades mentales, la del raciocinio científico o inductivo es la más notable, comparada con las capacidades mentales de la creación animal.
“En su obra importante acerca de la “Evolución mental”, Romanes cree encontrar dentro de los animales inferiores todos los rudimentos de la capacidad mental del hombre, pero son tan rudimentarios que dejan el abismo entre el hombre y el animal tan considerable como antes. Reuniendo todas las manifestaciones de inteligencia entre los animales, él encuentra que estos últimos manifiesten tanta inteligencia como un niño de la edad de 15 meses. Ahora bien, esta inteligencia no se encuentra en una sola especie, una especie que está avanzada a este grado en tal punto, otra que lo está en otro…
RAZÓN CONTRA INSTINTO
“Cualquiera que pueda ser el desarrollo del sentido del olfato en el perro, esto no serviría para nada al que se propondría enseñarle la geología. Por muy aguda que sea la vista del águila, ella no le permite estudiar la astronomía. Sería en vano que se condujera un perro por el mundo para enseñarle hasta dónde se extendía el gorro de hielo en la época glaciar. Él no tiene la facultad de pensamiento que le permita hacer aproximaciones entre los bloques erráticos de los Estados Unidos y los bancos de peñascos de Canadá, o entre las piedras rayadas de las planicies de Rusia y las montañas de los países escandinavos de donde han sido arrastradas por los raspados del hielo. Tales deducciones están totalmente por encima de la capacidad de la raza canina.
APTITUD PARA LA RELIGIÓN
“En ninguna parte esta superioridad de la mente humana no aparece de modo más sorprendente que en su aptitud de educarse respecto a las ideas religiosas por medio de la lectura. Hay muchas representaciones extraordinarias de cerdos sabios a los cuales se puede, por un procedimiento, enseñar a escoger en los cubos algunas letras con el fin de descifrar algunas palabras simples, pero no podemos enseñar a ningún animal a hablar de manera inteligible. El loro mismo no hace excepción a esta regla porque, de hecho, sus palabras son una repetición simple de sonidos que no comprende. Podríamos aún mucho menos enseñarle a un animal a leer o a escuchar con inteligencia un discurso o un sermón.
“Por otro lado, la Biblia es un libro de géneros literarios extremadamente variados: ella contiene las más altas y las más elocuentes elevaciones poéticas que jamás hayan sido escritas, y presente las más sublimes concepciones de Dios y de la futura vida en las cuales jamás se haya pensado. Casi ha sido traducida en todas las lenguas de la tierra y ha encontrado, en todas ellas, las figuras de lenguaje apropiadas para presentar efectivamente sus ideas…
“Así es como, considerado desde el punto de vista intelectual más elevado, se ve mejor la posición única del hombre en la creación animal. Intelectualmente, es único en su género. El nombre científico del género al cual pertenece el hombre es “homo”, pero es la especie “homo sapiens”, es decir, un cuerpo humano que posee una sabiduría humana…
“Alfred Russell Wallace, que descubrió el principio de la selección natural, y la publicó al mismo tiempo e independientemente de Darwin, señalaba diversas particularidades físicas en el hombre que no podían provenir de la selección natural sola, sino que indicaban la intervención de un poder superior directivo.
ROPA Y HERRAMIENTAS
“En total de estas particularidades, él cita en el hombre la ausencia de toda cubierta protectora natural. De todos los animales, sólo el hombre lleva ropa. Él teje las fibras de las plantas para hacer una cubierta o sea despoja a otros animales de sus pieles y se sirve de ellas para proteger su propio cuerpo desnudo contra las inclemencias del tiempo. Los pájaros tienen plumas, los corderos llevan vellones, otros animales tienen pieles que las protegen admirablemente. El hombre solamente está sin esta protección a menos que no se la proporcione por el uso de su inteligencia. Justo sólo reflexionando en eso nos damos cuenta de toda la inteligencia que implican los esfuerzos del hombre para vestirse. Aun para una cosa tan simple como la de despojar a un animal de su piel para hacerse un traje, primero él tiene que inventar herramientas. Nunca fue posible de quitar la piel de cualquier animal sin tener que servirse de algún cuchillo.
“Y esto nos lleva a dar otra buena definición del hombre: un animal que se sirve de herramientas. Desde este punto de vista, el elefante y el mono son los animales que se acercan más a eso. Hemos visto a un elefante coger un cepillo con su trompa y lograr así cepillar partes de su cuerpo que no podía alcanzar de otro modo. Hemos visto al mono levantar una puerta sirviéndose de un palo como una palanca. No obstante, ningún animal ha sabido cómo formar una herramienta mientras que no hay ninguna tribu humana tan atrasada que sea, que no forma las herramientas más curiosas y más complicadas.
“Las piraguas de las razas más inferiores se forman de la manera más ingeniosa, y perfectamente adaptadas a sus necesidades. El instrumento que corta el sílex implica una mente inventiva y el ejercicio de una gran habilidad para esculpir. Los métodos ingeniosos gracias a los cuales los pueblos salvajes consiguen fuego a voluntad por frotamiento harían honor al hombre civilizado, mientras que el uso del arco, de la fronda y del bumerang demuestra una capacidad inventiva y un grado muy elevado que no tiene su equivalente entre los animales.
APTITUD MUSICAL
“Además, Wallace presenta la voz humana como el desarrollo que sobrepasa, y de lejos, todo lo que puede producir la selección natural. Los monos no tienen el sentido musical y sus órganos vocales no tienen capacidad musical, mientras que las razas humanas, aun las más primitivas, poseen los dos. Los “cantos folklóricos” son la gran fuente donde nuestros grandes compositores van a buscar sus temas. El difunto Teodoro F. Seward comentando, después de haber transcrito las endechas y los cantos de los negros en las plantaciones, dijo que, en su armonía y su desarrollo, todos están en conformidad con las reglas científicas de la composición musical. Cualquiera que pueda ser la gran ventaja de esta capacidad musical para el hombre plenamente desarrollado, no podemos concebir cuál habría sido de allí la utilidad para un animal en la etapa de desarrollo inferior donde encontramos el mono. La voz musical que atrae al mono no tiene la menor semejanza con la que encanta al hombre o a la mujer.
“Además, el volumen del cerebro humano está fuera de toda proporción con las necesidades intelectuales de la más elevada creación animal debajo del hombre, y sin la inteligencia del hombre, sería más bien una confusión que una ayuda. Es por eso que el cerebro y la inteligencia debieron haber existido simultáneamente desde el principio con el fin de presentar una ventaja que la selección natural podía agarrar, guardar y desarrollar.
Es difícil ver cuál ventaja habría habido para un mono tener el pulgar de su miembro posterior transformado en el dedo gordo del pie que no podría emplearse más para agarrar las cosas, sino sería útil para él sólo si andara en una posición vertical. No se ve bien cuál ventaja sería para un mono tener sus miembros delanteros abreviados, como lo serían si fueran transformados en brazos humanos. Es difícil ver cuál ventaja habría sacado el mono de los cambios en el emplazamiento del hueso de la cadera y del cuello que habrían trabado su marcha en cuatro patas y le habrían obligado a andar de pie sobre dos piernas.
“En todos estos aspectos, la dificultad para nosotros de comprender el origen del hombre por la selección natural se encuentra aumentada si se nos obliga a suponer que fue un desarrollo muy gradual y que estos cambios conduciendo a la perfección de la organización del hombre comenzaron en un grado imperceptible o casi, porque modificaciones tan lentas no habrían podido ser de ninguna ventaja. Para tener sentido, haría falta que hubieran sido importantes, que las transformaciones mentales tanto como físicas hubieran andado de par según alguna ley de armonía preestablecida.
“El misterio del origen del hombre no ha sido aclarado en lo más mínimo ni por la hipótesis darviniana ni por alguna nueva luz proyectada por las teorías evolucionistas. En el dominio de la geología, cada uno reconoce que el hombre es el más reciente de las especies que vinieron para agrandar la población terrestre, mientras que, mentalmente, domina tanto a los animales inferiores, que por esta misma razón si no por otra, es único en su género. El misterio es de saber cómo él vino en posesión de este grado elevado de poder mental con un cuerpo físico y una constitución fisiológica tan perfectamente adaptados a su uso. Los que pretenden que él proviene de alguna manera de las capas inferiores de seres inteligentes salen al paso de las dificultades filosóficas diez veces más grandes que los que aceptan la declaración simple de la Biblia, a saber, que su alma es el soplo divino — la misma imagen de Dios.”