VIDA Y DOCTRINA CRISTIANA

¡ BUENAS NUEVAS DE GRAN ALEGRÍA !

Las Escrituras dicen: "Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón".

"Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"

Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían." Lucas 2:1-18

PROBLEMAS DE IMPUESTOS PARA ISRAEL

Este registro simple del nacimiento de Jesús nos es atractivo para nuestra imaginación y es muy bien conocido por los Cristianos en el mundo entero. A pesar de todos los siglos que han pasado desde este evento, hoy más que nunca tiene más significado. Es una historia bellísima. Los escenarios de estos eventos puede ser que hagan decir a la gente que el mundo de ese entonces no es diferente al de ahora, pues nosotros seguimos teniendo problemas de impuestos , y fue un problema de impuestos el que llevó a José y a María hasta Belén.

Pero el problema de impuestos concerniente a toda la nación de Israel era más serio para ellos de lo que es para nosotros. Para los israelitas era un recordatorio de que habían perdido la independencia nacional. Bajo el Rey Salomón, la nación ocupaba una posición de gloria y respeto entre las demás naciones. Para cuando nació Jesús, las "personas elegidas" (Amós 3:2) de Dios estaban bajo la incansable y severa dominación de los romanos, y por ello es que debían pagar tributo al César.

Israel había sido una nación vasalla desde 606 A.C. Ese fue el año en que su último rey, Zedekiah, fue derrocado. Él fue conquistado por Babilonia, cuyo rey en ese entonces era Nebuchadnezzar. Prácticamente toda la nación fue cautiva de Bailonia, y así permanecieron varios años. Luego, el imperio babilónico fue derrocado por los persas y los medos, y a los israelitas les fue permitido retornar a Judea, no como personas libres, sino como dominados por los persas y los medos. Después vinieron los griegos y los romanos, para ese entonces Jesús ya había nacido. Cuando el último rey de Israel fue derrocado, el profeta de Dios, Ezequiel, declaró que la autoridad del reino sería derrocada tres veces (Eze. 21:27) hasta que llegase el que era el verdadero y la autoridad le sería dada a él.

Estos cambios de autoridad en los reinos, mencionados por Ezequiel, ocurrieron después de la dominación de Israel por parte de los babilonios. Luego los babilonios serían derrocados por los medos y los persas y éstos por los griegos que a su vez fueron derrocados por los romanos. Siguiendo este tercer "derrocamiento" ningún imperio del mundo ha intervenido entre el derrocamiento del Imperio Romano y el establecimiento del reino de Dios.

EL CORRECTO GOBERNANTE

En ese entonces, el correcto gobernante del mundo apareció en escena. Aunque estaba destinado a ser el más grande rey de la tierra, nació en circunstancias humildes y acostado en un pesebre. No hubo ni gran riqueza ni esplendor asociados con el nacimiento de este rey. Tampoco su nacimiento fue anunciado a los grandes e ilustres de Israel, sino que les fue anunciado a los humildes pastores. Nunca antes en la historia, el nacimiento de un rey había sido anunaciado por un ángel, y ninguno de las "mejores" personas de la tierra fueron avisados de su nacimiento.

Los pastores estaban sorprendidos por la aparición del ángel ante ellos, causando que el ángel les dijera: "no temáis". Los pastores bien pudieron pensar que una gran calamidad se prestaba a caer sobre su nación. Pero en cambio el ángel les dijo: "porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor". Israel estaba esperando que viniera un Mesías y aunque él ya había venido, ellos no sabían quien era.

LA PROFECÍA DE SIMEÓN

Sin embargo, el Cristo (el Mesías) de la promesa no sería un Cristo y Salvador sólo para Israel, sino que lo sería para todas las naciones. Cuando Jesús tenía ocho días de nacido, fue presentado en el templo de Jerusalén. Mientras esto ocurría el Profeta Simeón, hablando bajo la inspiración del Espíritu Santo, tomó al niño en sus brazos, "Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel." Lucas 2:29-32.

Para los fieles Israelitas como Simeón y los pastores de las colinas de Judea, las palabras del ángel y las profecías de Isaías del Antiguo Testamento, significaban la salvación o la liberación del cautiverio al que los tenía sometidos los romanos. Isaías 42:6 lee: "Yo Jehová... te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,". E Isaías 49:6 lee: "...también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra". Los mensajes angelicales y estas profecías del Antiguo Testamento, tienen una profundidad en significado mucho mayor que la salvación nacional de los israelitas. El profético mensaje del ángel fue una aseveración de que los judíos, los gentiles y las naciones, serán salvas del calvario del pecado y de la muerte. Jesús fue el regalo de Dios al mundo, y la Biblia declara que aquellos que crean en él tendrán la bendición de la vida eterna. Juan 3:16

Este maravilloso evento ocurrió hace veinte siglos y los millones que han creído en Cristo continuan muriéndose. Ningún individuo desde que Jesús nació, ha escapado a la muerte. La Salvación de la muerte significa que, cuando venga el debido tiempo de Dios, le será otorgada a la humanidad la oportunidad de la vida eterna como seres humanos aquí en la tierra. El privilegio de vivir para siempre se perdió por causa del pecado y Jesús, como el Salvador de la humanidad, salvará a la gente de la muerte.

¿QUÉ ES EL DEBIDO TIEMPO?

El "debido tiempo" , como es mencionado en I Timoteo 2:6, habla de Jesucristo, "el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo". No fue el "debido tiempo " cuando Jesús nació y todavía no ha de venir. El mensaje del ángel fue una profecía que concierne a futuros sucesos del Plan de Dios. Jesús nació para ser el Salvador del mundo, pero su muerte como el Redentor de los hombres fue necesaria antes de que alguien pudiera ser salvo. Pero aunque Jesús murió para redimir al mundo, hace casi dos mil años atrás, a nadie se le ha otorgado la oportunidad de escapar a la muerte y de vivir por siempre en la tierra, a través de la fe en él.

Durante todos los siglos posteriores a la existencia de Jesús en la tierra, aquellos que han creído en Jesús se les ha dado la oportunidad de vivir sus vidas sacrificadamente , como él mismo hizo. A través de su sangre derramada, la vida sacrificada del cristiano, es aceptable para Dios. Las escrituras nos muestran que todo aquel que es fiel hasta la muerte, en la resurrección será recompensado con gloria, honor e inmortalidad. (Rom. 2:7; Apoc. 2:10). Este arreglo es solo para cristianos y su operativa, durante la dispensación de la Época del Evangelio. Aquellos que ganen lo que las Escrituras describen como "al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." (Fil. 3:14; Apoc. 20:4,6) serán asociados reyes con él durante su reino de mil años, por las bendiciones a todas las familias de la tierra. Será en esa época en que los creyentes no envejecerán ni morirán, sino que tendrán la oportunidad de vivir para siempre, si obedecen las leyes del reino.

Entonces el mensaje de buena voluntad hacia los hombres que dio el ángel, es también una profecía del futuro y todavía necesita ser cumplida. Muchos piensan que el anuncio no es más que la expresión de un bonito sentimiento o idealismo que nunca será realizada por las naciones. Pero, de la misma manera que otras escrituras similares a Isaías 9:6 hablan de Jesús como el "Príncipe de la Paz", y también lo hace la profecía de Isaías y el anuncio angelical, éstas se convertirán en realidad.

La expresión "buena voluntad para con los hombres" hace referencia a la buena voluntad de Dios, expresada en nombre de la humanidad a través de Jesús. Recordemos que fue más enfatizada por la muerte de Jesús como el Redentor de la humanidad. Su buena voluntad será finalmente revelada a todas las naciones a través del establecimiento del reino de Dios. El Profeta Isaías declara que en ese momento, "...y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro" Isa. 52:10.

Cuando tomamos esta imagen, propuesta en las escrituras, del mensaje angelical, podemos entender por que el ángel lo catalogó como "buenas nuevas de gran alegría". Esta es una alegría que está viniendo al mundo entero y será una alegría perdurable para toda la humanidad. Será una alegría de salud, vida y paz, una alegría en una renovada y restaurada tierra. Será un tiempo en el que no habrá más guerra, ni lucha de ningún tipo, un tiempo en que también las escrituras serán cumplidas, "...y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" Apoc. 21:4.


Viene del número anterior:

LLAMADO A INVOLUCRARSE

Cuando intentaba investigar este fenómeno, Dios lo llamó desde la niebla del arbusto y le dijo que debía sacarse los zapatos pues estaba parado en tierra santa. Cuando Dios le dijo que era el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Moisés escondió su cara por temor. Dios le dijo que había estado escuchando los llantos y plegarias de su pueblo, Israel y que el tiempo había llegado para la liberación del vínculo entre Israel y Egipto, y que él había sido escogido para guiarlos. Él se preguntó por qué había sido escogido para desempeñar esta tarea. Dios lo confortó diciendo: "...Ve, porque yo estaré contigo..." (Éxodo 3:12). De la misma manera, todo aquel que es llamado por Dios no tiene por qué temer a la tarea que nos da pues su poder está detrás y él la hará cumplir.

Ahora Moisés deberá convencer a su propio pueblo, Israel, de que Dios lo había enviado para liberarlos. Él preguntó con que autoridad él se presentaría ante Israel. La respuesta de Dios fue que él debía decir: "...YO SOY, me envió a vosotros" (Éxodo 3:14) Dios se describe a sí mismo a Moisés como: "YO SOY EL QUE SOY" , acentuando que él era el supremo Creador del universo.

La expresión utilizada tiene la intención de expresar que Dios es el autoexistente, o de que siempre ha existido. De la misma forma el nombre de Dios, quien él primero menciona a Moisés, tiene el mismo significado: "Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos." El nombre en si mismo significa: "Él el que se convertirá". El ámbito de esa definición es más amplio y se dice que es: "Sin lugar a dudas podré, y puedo ser"

Hasta este momento la nación de Israel conocía a Dios como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Su liderazgo providencial y las poderosas hazañas eran conocidas por ellos como favores del Dios. Ahora Dios se descibe a sí mismo ante Moisés como el autoexistente y uno que tiene gran poder. Él usará este poder para liberar a Israel. De esta forma el cumplimiento de las tantas promesas de la Biblia hechas por Dios para bendecir a la humanidad, se convertirán en realidades pues: "...El celo de Jehová de los ejércitos hará esto..." (Isaías 9:7)


LLAMADO AL RESCATE

Verso Clave: "Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis" Éxodo 14:13

Escritura Seleccionada: Éxodo 13:17 - 14:31

En rescatar a Israel del cautiverio al que la tenía sometida Egipto, Dios ejercitó su gran poder al llevar las diez plagas a Egipto. La última plaga, la muerte del primogénito, finalmente conmocionó a los egipcios y el Faraón los dejó ir. Israel escapó a la tragedia por mantener la Pascua judía. La nación partió hacia el desierto para evitar a los Filisteos. Esta ruta evitaría la tentación de Israel de volver a Egipto. Dios guió el camino como pilar de fuego en la noche y nube en el día.

Ellos no sabían que Faraón había cambiado de idea y quería recapturarlos. Se dieron cuenta de lo serio de la situación recién cuando la feroz persecución del faraón hizo a los egipcios estar presentes cerca del campamento. Inmediatamente los israelitas comenzaron a quejarse e hicieron que Moisés le prestara atención al hecho de que ellos hubieran pasado mejor sirviendo a los egipcios como esclavos que muertos en le desierto.

Moisés entonces les dijo las palabras del verso clave para hacerles ver que su salvación era inminente si ellos podían esperar al Señor. Él les prometió también que no iban a ver más a aquellos egipcios. Éxodo 14:13

Primero era necesario impedir el avance de los egipcios. El ángel del Señor cambió posiciones y guió a Israel a una posición de retaguardia y el pilar de nubes se interpuso entre Israel y los egipcios. Había oscuridad para los egipcios y luz para Israel. De todas formas Israel estaba atrapada. El Mar Rojo estaba delante de ellos y los egipcios estaban a sus espaldas. Fue allí que Dios le dijo a Moisés que Israel tenía que marchar hacia adelante, lo que los llevaba hacia el mar.

También le dijo a Moisés que extendiera la mano hacia el mar y que lo dividiera. Leemos: "Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas". Éxodo 14:21. Israel entonces pasó por la cuenca seca del Mar Rojo, con una pared de agua de cada lado. Cuando el control impuesto por el ángel del Señor fue removido, los egipcios continuaron su persecución a Israel y perdieron sus carros. Entonces Dios le dijo a Moisés que extendiera su mano hacia el mar causando que las aguas se reunieran. Todos los egipcios que estaban participando en la persecución, perecieron.

Este incidente nos presenta una lección poderosa en el plan de Dios. En el tiempo de la Pascua, Israel debía carnear al cordero pascual, que representaba a Jesús, el Salvador del mundo. Solo el primogénito estaba en peligro de muerte esa noche. Si la sangre del cordero era puesta en los marcos de las puertas de las casas, eran salvos de la muerte. Estos representaban "la Iglesia del primogénito" (Heb. 12:23), seleccionados en la Época del Evangelio. Éste fue el primer recate.

La persecución del Faraón y de los egipcios pone fin a un reino milenario, cuando toda la humanidad es librada de la muerte y del poder de Satanás. Por ello, cuando Faraón y su ejército perecieron en el mar, muestran la destrucción de Satanás y sus ángeles. Será entonces que el rescate de la humanidad estará completo.


LLAMADO A LA ALIANZA

Verso Clave: "Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra". Éxodo 19:5

Escritura Seleccionada: Éxodo 19:1 - 20:21

Después de liberar a Israel del cautiverio al que lo tenía sometido Egipto, cuando los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo, una de las primeras cosas que Dios hizo fue darle a Israel sus Leyes, también conocidas como los Diez Mandamientos. (Éxodo 20:1-17). Aunque el pueblo estaba asustado y en continua sorpresa por todos los incidentes ocurridos, Moisés les dijo: "No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis". (Éxodo 20:20 Versión Estándar Revisada)

Previo al intercambio entre Moisés y Dios, la nación de Israel había estado viajando por tres meses hasta llegar al Desierto del Sinaí, y acamparon a los pies del Monte Sinaí. Allí Moisés subió el monte para comunicarse con Dios. Dios le dijo que si la gente de Israel "diereis oído a mi voz, y guardaréis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel." (Éxodo 19:5,6). Dios cumplió su promesa he hizo de Israel su "especial tesoro sobre todos los pueblos", más adelante dirá a través del profeta Amós: "A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; ..." (Amós 3:2). El favor especial de Dios trajo consigo responsabilidades y el pueblo de Israel acordó hacer una alianza con Dios. Cuando la Ley fue dada, ellos dijeron: "...Todo lo que Jehová ha dicho, haremos..." (Éxodo 19:8). Si ellos mantenían la Ley perfectamente, recibirían vida eterna, pero ésto no era posible de ser realizado por hombres imperfectos.

Jesús vino a la Tierra, como lo describe la Palabra de Dios: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley..." (Gálatas 4:4). Siendo perfecto, el hombre Jesús fue capaz de mantener la Ley perfectamente. (Hebreos 7:26) Él removió a Israel de la Ley, "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Col. 2:14)

La ley sirvió el propósito de hacer que la humanidad estuviera al tanto del pecado, como está escrito: "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado." (Rom. 3:20)

Para el pueblo de Israel fue posible convertirse en un reino de sacerdotes. Cuando Jesús había venido, Dios le había dado favor exclusivo a Israel. La clase de Cristo que Dios estaba desarrollando, podría haber sido tomada por Israel permitiendo así que se convirtieran en "sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años." (Apoc. 20:6)

En lugar de que sucediera ésto, la Ley se convirtió en un "tropezadero" para ellos (I Cor. 1:23), no permitiéndoles alcanzar su alto honor. Dios fue a los gentiles a sacarles personas en su nombre. (Hechos 15:14) Los discípulos de Jesús de la Iglesia de los Primeros Días y esos gentiles, hicieron una alianza con Dios de sacrificio (Salmos 50:5) y así no estuvieran más bajo la Alianza de la Ley.


LLAMADO A LA OBEDIENCIA

Verso Clave: "Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová. Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová." Levítico 26:2

Escritura Seleccionada: Éxodo 40:1-33; Levítico 26

Entre las especificaciones de la Ley, que le fue dada a Israel, había la de la construcción de un tabernáculo o una carpa para los encuentros entre Dios y los hombres. Las instrucciones fueron explícitas y se llevaron a cabo cuidadosamente. Finalmente todo estaba listo para ser unido, y se les distribuyeron tareas a los Levitas. El capítulo número cuarenta del Éxodo, habla de las instrucciones dadas a Moisés por Dios para la construcción del tabernáculo; "Y Moisés hizo conforme a todo lo que Jehová le mandó; así lo hizo." Éxodo 40:16.

El tabernáculo fue muy importante para Israel. Era un modelo que mostraba imágenes que concernían al Plan de Dios. El Apóstol Pablo se refiere al cumplimiento de esta obra como el "verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre." (Hebreos 8:2). Más adelante Pablo dice que los sacerdotes que sirven en este tabernáculo "sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales,..." (verso 5).

El trabajo importante que el tabernáculo tipificó fue el que Jesús se desempeñara cuando viniera a la tierra para ser el Salvador del mundo. Jesús invitó a sus seguidores a seguirlo a través de la Época del Evangelio, para compartir con él su sacrificio y posteriormente su reino. La obediencia requerida por esta clase de iglesia, la expresa Juan el Revelador: "...Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida...." Apoc. 2:10

Todos los muebles y compartimientos estructurales, así como también los rituales realizados por los sacerdotes, confirman tipos de enseñanzas de la Biblia. A Israel le pidieron que desempeñara todo esto de manera obediente, teniendo cuidado, para que la imagen celestial pudiera ser vista claramente. Y así lo hicieron.

Así como Dios manifestó su presencia por medio de la gloria del Shekinah (una luz brillante por encima del Asiento Piadoso del Arca de la Alianza en el Más Sagrado), también manifestará su presencia a la humanidad durante el glorioso reino de Cristo. Leemos: "Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios." Apoc. 21:3

En Levítico 26, Dios le dice a Israel que si ellos mantienen sus sábados, reverencian su santuario, caminan en sus estatuas y mantienen los mandamientos, los bendecirá con lluvia en la estación debida y la tierra esperará su incremento. (versos 2-4) Las bendiciones dadas por obediencia son listadas en Levítico 26:1-3. Pero si no son obedientes, sufrirán castigos que están listados desde los versos 14 al 46. Dios le prometió a Israel que no sería abandonada, sino que sería nuevamente bendecida por la salud de sus padres. La restauración actual de su tierra es el cumplimiento de esa promesa. Como el Pofeta Amós escribió: "Y traeré del cautiverio a...Israel,...Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo." Amós 9:14,15

Esto nos muestra como la resucitada humanidad recibirá la oportunidad de ser obediente durante el reino de Dios y serán bendecidos por siempre con vida, salud, prosperidad y felicidad.


LA PAZ DE CRISTO

Verso calve: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" San Juan 14:27.

Con abundante compasión y ternura nuestro Señor (en su último día de su vida terrenal) les otorgó a sus queridos discípulos una bendición de partida. Fue su legado de paz, ciertamente el más rico que él tenía que legar, uno de valor incalculable. Fue la promesa de esa tranquilidad del alma, ese descanso de la mente, que él mismo posee: la paz de Dios.

LA ÚLTIMA VOLUNTAD Y TESTAMENTO DE NUESTRO SEÑOR

Era la misma paz que el Padre había disfrutado siempre, aún en los tiempos de gran conmoción que trajo la maldad. Pero no era la misma fuente de paz. En Jehová esta paz estaba centrada en sí mismo, él se dió cuenta en sí de la omnipotencia del poder y la sabiduría. Mientras que la paz de Cristo estaba centrada en Dios, por la fe en él, en su sabiduría, poder y gracia. Entonces, si hemos de tener la paz de Dios, la paz de Cristo ("mi paz") debe ser, como para Cristo, centrada en Dios por la fe.

La paz de Cristo es un legado invalorable. Pero cuando las nubes tormentosas de los problemas, que ya en ese entonces estaban creciendo muy negras, cayeron sobre las cabezas de los discípulos de Jesús, ellos fallaron en reclamar el legado. Siguieron inmediatamente la gracia otrorgada y la consternación, asombro y confusión en sus corazones, sacudieron su fe.

Mientras que el Señor estaba hablando, el tonto traidor Judas, estaba llevando a cabo su plan criminal. Después siguió la agonía en Gethsemane y el terror y desparpajo entre los discípulos, y allí se empezaron a dar cuenta del destino de su querido Señor. Pronto su angustia se agudizó y se convirtió en los más terroríficos presagios cuando estaban parados solos en frente de sus poco piadosos perseguidores, en el Vestíbulo de Pilatos y la Corte de Herodes, donde no tenían poder para defenderlo. Luego llegó el final trágico, el horror de la crucificción.

¿QUÉ HA SUCEDIDO CON LA PAZ?

¿ Dónde estaba la paz prometida en ese momento, bajo esas circunstancias? ¿Dónde estaba cuando superados por el miedo y la desesperación lo abandonaron y huyeron? ¿Dónde estaba cuando llenos de miedo, negaron a su Señor tres veces y con insultos dijeron que nunca lo habían conocido? La explicación es que la paz todavía no ha llegado, por lo que el Apóstol Pablo nos dice: "Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive." Hebreos 9:16,17. Pronto la trágica escena terminó y el grito "ha terminado" les llegó a sus oídos. Los cielos oscurecidos, la temblorosa tierra, el desprendimiento de rocas, el velo torcido del templo, fueron todas las señales del disgusto sobre el tratamiento que le dieron a su Hijo.

Para el mundo (tanto para los judíos como para los gentiles que participaron en el crimen) el lenguaje de estos eventos fue el de indignación y furia Divina que se presentó contra ellos. Mientras que el miedo iba haciendo eco en la gente, y el clamor y exitación de ese horrible día se fue perdiendo, se recogieron en remordimiento y retornaron a sus hogares, con miedo. El centurión romano y los que estaban con él, temiendo de gran manera dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios" Mateo 27:54.

Para los discípulos del Señor este lenguaje hablaba de cosas muy distintas. La causa de su bendecido Maestro era su causa y ésta era la causa de Dios. Para ellos estas demostraciones sobrenaturales mostraban evidencia clara de que Dios no tomaba lo que sucedió con indiferencia.

Tres años más tarde, la esperanza revivió por la resurrección de nuestro Señor, confirmada por ellos en su aparición en el rocío. Otra vez, cuarenta días más tarde, la esperanza fue fortificada por su asención después de su recomendación, bendición y la promesa de retorno en la partida, y sus instrucciones de quedarse en Jerusalén hasta que ellos reciban (no muchos días después en Pentecost) la promesa del Padre, que fue el Consolador, el Santo Espíritu en adopción.

Luego la paz de Cristo, el rico legado del Señor, se empezó a vislumbrar. Los días de remordimiento rezando y esperando fueron días de una paz permanente, paz que corrió como un río. Cuando, en el día de Pentecostal, el prometido Consolador vino el río de su paz hizo una cama más profunda y su alegría no conoció límite!

NUESTRO RICO LEGADO DE PAZ

Este legado de paz no fue entregado solo a la Iglesia de los Primeros Días. Es la bendición heredada por toda la iglesia, aún al final de la época. El Señor nos mostró sus pensamientos a todos nosotros ese mismo día cuando en sus plegarias, él dijo "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos," Juan 17:20.

La paz prometida no es la corta paz del mundo, la cual es disfrutada por una temporada, cuando la fortuna nos sonríe y los amigos abundan y la salud perdura. Esta paz desaparece cuando la pobreza se hace presente, cuando los amigos se van, la salud falla y la muerte nos roba los tesoros del corazón. "Mi paz", la paz de Dios, la cual Cristo disfrutó y permaneció ante la pérdida, la persecución, el desdén, el desprecio y aún en el medio de la agonía de la cruz. Esta paz es algo que ninguna vicisitud del tiempo presente puede destruir y que ningún enemigo puede quitárnosla.

La paz prometida no es del tipo que es reconocida y apreciada por el mundo. El Señor incluso tuvo un camino tormentoso, y así debe ser para todos los fieles hasta que el propósito de Dios en el permiso del mal, sea logrado. Estamos distintivamente advertidos (con la certeza de que después de toda tormenta la paz reinará) "...En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." Juan 16:33.

LA FE, BASE DE LA PAZ

Si quisiéramos saber la base y seguridad de esta paz, que puede sobrevivir las más pesadas tormentas de la vida, tendríamos que mirar al ejemplo y enseñanzas del Señor y los apóstoles. ¿Qué es lo que los mantuvo tan firmes y les dio tal tranquilidad de mente mientras sufrían? Fue su fe en el amor, el poder y la sabiduría de Dios. Ellos creyeron que lo que Dios prometió, él era capaz de cumplir y que su justo y benevolente plan no conocería el fracaso. A través de la boca de sus profetas, él había declarado: "...Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero;... Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré." (Isaías 46:10,11) "Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá?..." (Isa. 14:27). Ellos descansaron en las aseveraciones de Dios, en él su fe estaba anclada. Mientras eran golpeados por las tormentas de la vida, no importaba cuan furiosas ellas fueran, pues su ancla se sujetaba al trono de Dios. El lenguaje de la fe de nuestro Señor fue "Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido,..." (Juan 17:25) Él había estado con el Padre desde el principio, se había dado cuenta de su amor y bondad, había visto su poder y había marcado su rectitud y su amada dulzura y provedencia paternal en todos sus trabajos. El conocimiento que tenía del Padre le dio la firmeza para tener fe en todos los propósitos de Dios concernientes al futuro. Por lo tanto el pudo y caminó por la fe. Esa fe le dio la fuerza para vencer todos los obstáculos y para asegurar la victoria, aún sobre la muerte. Como está escrito, "...por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos" Isaías 53:11.

Está también escrito para nuestra propia instrucción: "...y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe." (I Juan 5:4). Es sólo a través de la fe estable, inquebrantable que la paz de Cristo estará con su gente. Mientras el Señor estaba con los discípulos y ellos vieron en él la manifestación del Padre, su fe era fuerte y tenían paz en él. En el momento que dijo: "Cuando estaba con ellos en el mundo,...yo los guardé" (Juan 17:12). Pero no fue hasta que él los dejó que su fe verdaderamente se ancló en Dios. Después del Pentecostal, ellos experimentaron la misma paz que Cristo había disfrutado, la bendecida paz que viene del conocimiento del hecho que Dios los entiende como hijos y herederos y herderos unidos de Cristo, si ellos continuan siguiendo fielmente los pasos del Redentor.

CULTIVACIÓN DE LA FE INQUEBRANTABLE

Esta es la base de nuestra paz. No importa cuan fieramente las tormentas de la vida nos azoten, no debemos nunca dejar ir el ancla y dejarnos llevar por la corriente. Debemos recordar eso "...el fundamento de Dios está firme..." (II Tim. 2:19). "...Escudo y adarga es su verdad..." (Salmos 91:4) "... (él) era también poderoso para hacer todo lo que había prometido" (Rom. 4:21), a pesar de nuetras imperfecciones humanas y fragilidades. Estas están cubiertas por la justicia de Cristo, nuestro Garante y nuestro Abogado. También debemos recordar que "el Padre mismo os ama" (Juan 16:27) él sabe como somos y "Se acuerda de que somos polvo..." (Salmos 103:14) y por ello tiene compasión por los hijos de su amor y es misericordioso. "Qué mas puede decir que ya no te haya dicho" (Himnos del Alba, #93: Nuestra Firme Base) para asegurar nuestra fe y para estabilizar y fortalecer nuestros corazones para el desempeño paciente en la hora de los juicios y conflictos del angosto camino del sacrificio.

No hay nada que ponga al cristiano en mayor desventaja en presencia de sus enemigos que el dejar ir, aún temporalmente, su mano cerrada en el ancla de la fe. Si hace ésto, aunque sea por un momento y por necesidad, la oscuridad comenzará a rondarlo. Él no puede ver el brillo de la cara del Padre pues "...sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb. 11:6). Mientras el cristiano manotea por el ancla , los poderes de la oscuridad lo asaltan fieramente con dudas y miedos. Estos ataques se basan en las imperfecciones humanas, las se cuales debe tener claro en la mente que están cubiertas por la manta de la justicia de Cristo.

Si vamos a tener la paz del reino de Cristo en nuestros corazones, nunca debemos de dejar ir el ancla, ni sufrir la lucha mortal de Satanás para vencer nuestro coraje. El lenguaje de nuestros corazones siempre será "aunque él me matare, en él esperaré;..." (Job. 13:15). Con esta fe, la paz de Dios otorgada por nuestro Maestro, siempre predomina. Por ello "...la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Fil. 4:7). Está escrito otra vez "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera" (Isaías 26:3). En el tiempo de guerra de los cristianos, dejemos que nuestros corazones festejen y nuestra mentes se estabilicen, no sólo con la certeza de que todo propósito divino será logrado, sino que también con las promesas de favores personales como estos: "Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo." (Salmos 103:13,14) "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz,...?... Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida;" (Isaías 49:15,16) "porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino" (Lucas 12:32) "...Mas los perfectos de camino le son agradables." (Prov. 11:20) "Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón" (Salmos 37:4): la paz de Dios aún en el tiempo de tormenta y tempestad.


LAS PALABRAS DURAS

Hablando en la Sinagoga en Capernaum, Jesús declaró que los únicos que tendrían vida eterna serían aquellos que "coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre,". Él explica que "...este es el pan que descendió del cielo;..." . El relato agrega "Al oirlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?" (Juan 6:53-60), en la misma lección Jesús dice, "mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida." (verso 55).

Ahora que entendemos el plan Divino de redención centrado en Jesucristo, esas expresiones del Maestro se pueden comprender. Su manera de decir que la humanidad sería sacrificada por los pecados del mundo y que era necesario que los creyentes aceptaran este gran hecho, y humilde y obedientemente se sometieran a la voluntad Divina revelada a través de él para tener vida, fue muy clara.

Pero para aquellos que lo oían por primera vez, y sin ningún tipo de información previa sobre el plan Divino que los ayudara a entender lo que el Maestro decía, la idea de comer su carne y beber su sangre era "dura" . Los judíos tenían prohibido beber sangre y lo más probable que la sugerencia de que tendrían que beber sangre humana para poder vivir, era demasiado para que ellos lo pudieran entender y muchos se ofendieron y no caminaron más con Jesús.

LOS MISTERIOS DEL REINO

Los discípulos le preguntaron a Jesús por qué siempre hablaba al público con parábolas y duras palabras. En respuesta a ésto les dijo "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado." (Mateo 13:11). Un misterio existe hasta que se lo entiende, y la promesa de Jesús fue que a sus seguidores se les aclararían los misterios del reino. Creemos que Jesús ha cumplido su promesa, en nombre de su pueblo, de que el debido tiempo ha llegado para que cada uno de esos misterios sean revelados. Él prometió que cuando retornara al final de la época, se preparará y servirá su casa y "les dé el alimento a tiempo" (Luc. 12:37; Mat. 24:45). Muchas y ricas son las verdades que han sido puestas sobre la mesa del Señor como cumplimiento de su promesa. Hay misterios sólo para aquellos que se les ha dado el entenderlos.

Al principio de la época fue el tiempo debido para hacer saber "las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria," (Col. 1:27). Primero fue un misterio para los judíos creyentes que Jesús sólo no fuera el completo Cristo, sino la Cabeza sobre un cuerpo de muchos miembros. Pero como Pablo afirma, en su carta a los hermanos efesios, la manifestación del amor Divino sobrepasando el conocimiento humano era visto, en la aceptación de los "perros" gentiles, como los hermanos herederos con los creyentes judíos en esta "esperanza por la gloria".

COSAS QUE EL OJO NO VIO

Pablo les escribió a los corintios diciendo: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios." (I Cor. 2:9,10). En este pasaje tan conocido, Pablo cita de Isaías 64:4 explicando que la profundidad de los pensamientos de Dios, que tienen que ver con su plan de bendecir a la humanidad y que había sido escondido de la base del mundo, ahora es revelado a los seguidores de Jesús por el Espíritu Santo.

Mientras que previamente había sido cierto que "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó" las maravillosas verdades que conciernen al plan Divino de redención y salvación a través de Cristo (un plan que tiene como objetivo el uso de los judíos y los gentiles como asociados en el trabajo de rescate), ahora era diferente. Jesús indicó ésto cuando dijo a sus discípulos prospectivamente: "Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen." (Mateo 13:16) David escribió: "Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos." (Salmos 92:5). Cómo nos regocijamos hoy de que esos pensamientos profundos de Dios hayan sido revelados a su gente, y que ahora podamos entender los "trabajos" de su plan y , por su gracia, participar en ellos.

LA LECHE ESPIRITUAL

Para aquellos que han purificado sus almas obedeciendo a la verdad "hacia el sincero amor de los hermanos" el Apóstol Pedro escribió: "Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor." (I Pedro 1:22; 2:1-3). El Apóstol Pablo escribió: "Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia,..." (I Cor. 14:20). Aparentemente es este pensamiento que Pablo está expresando cuando, siguiendo una amonestación de yacer "más allá de toda malicia" , es que él agrega: "desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual"

Hay mucho en la Primera Epístola de Pedro que indica que a aquellos a los cuales él les escribió no eran meros "bebés de Cristo", dentro del significado que usualmente se le asocia a esta expresión. Quizás él tenía la ilustración de Jesús en su cabeza, cuando hablando de pequeños niños dijo: "porque de los tales es el reino de los cielos." (Mateo 19:14). Cada discípulo de Cristo deberá intentar ser como un niño en simplicidad y sinceridad. Y seguramente que querrán alimentarse con la leche espiritual de la Biblia la cual, si nos quedamos con la imagen del recién nacido, Pedro describe como "la leche espiritual de la palabra".

Continúa en el número siguiente