Nace Cristo

El mundo occidental está emocionado con entrar en el nuevo milenio, que está basado en cálculos hechos a partir del nacimiento de Cristo. De acuerdo con los eventos y fechas que aparecen en la Biblia, el cumpleaños de Nuestro Señor fue le primero de octubre del año 2 A.C (Antes de Cristo). Ya hemos pasado el año 2000 desde el día del nacimiento de Cristo.

Cuando Cristo nació, un ángel se lo anunció a unos pastores que estaban cuidando su rebaño de noche. Ésto marcó un avance en el trabajo del Plan Divino. Podemos leer: “Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:9-14

Previo a ésto, la espera de la llegada de un Mesías se había quedado en la dimensión de las promesas, por lo que un aspecto muy importante de este mensaje es que el Mesías había nacido ese día. La palabra Evangelio significa “buenas noticias” y Pablo nos informa que el Evangelio le fue rezado a Abraham cuando Dios le prometió que todas las familias del mundo serían bendecidas a través de su “Semilla” . (Gál. 3:8; Gén. 22:18). Pablo identifica a Jesús en esta conexión como la “Semilla Prometida” (Gál. 3:16). El hecho que su progenie fuera el canal de bendición de toda la humanidad, fue una buena noticia para Abraham. Si bien estas noticias eran una promesa confirmada por el juramento de Dios , seguía siendo una promesa.

Luego esta promesa fue confirmada a Isaac y a Jacob, pero seguía siendo una promesa. Poco tiempo antes de su muerte, cuando bendecía a sus doce hijos, Jacob profetizó que del cetro de Judas vendría uno que se llamaría Siloh, el pacífico, y a él se congregarían los pueblos. (Gén. 49:9,10). Esta era otra promesa del advenimiento del Mesías, al cual se le congregarían los pueblos y a través del cual recibirían las bendiciones de la paz.

En sus días, Moisés se aferró a esta hermosa promesa de que el Dios de Israel enviaría al Uno Supremo , al Mesías para liberar a su pueblo y para darle la bendición para la humanidad. Evidentemente la mamá de Moisés, cuando estaba cuidando a su bebé en la corte del faraón, le dijo a éste la promesa hecha al padre Abraham y lo que implicaba, por lo que leemos que llorando él se “...rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón” Hebreos 2:9-14.

Cristo es el nombre de Mesías en el Nuevo Testamento y evidentemente Moisés entendió que la promesa de Dios hecha a Abraham, Isaac y a Jacob significaba que iba a enviar a un Mesías. Enseguida se reunió con su pueblo, con las personas a las cuales se les había hecho la promesa. Más tarde, cuando de la mano de Moisés ya la Ley se le había dado a Israel, éste fue instruído para que le dijera a su pueblo que el Señor les levantaría entre ellos un profeta como Moisés y que todos serían llamados a él y a obedecer al profeta. (Deut. 18:18,19) En el Nuevo Testamento, ésto se aplica a Jesús en la época del Segundo Advenimiento. Hechos 3:22,23.

MUCHAS PROFECÍAS

Isaías profetizó que “...la virgen concebirá, y dará a luz un hijo” Isa 7:14 y que su nombre sería Emanuel. (Isa. 7:14). Otra profecía de Isaías lee: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” Isa 9:6-7.

Otra vez Isaías profetiza con relación al Mesías que estaba por llegar: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” Isa 11:1-5.

En Daniel 9:25 se nos asegura otra vez de la llegada del Mesías. En esta profecía se hace una referencia temporal de cuando vendría el Mesías. La profecía lee: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos” . Cuando Jesús llegó como el Mesías, muchos lo estaban esperando y ésto se puede haber debido a la profecía grabada en Daniel 9:5 - Lucas 3:15.

En Miqueas 5:2 aparece una profecía que identifica el lugar en donde el prometido nacería. El texto lee: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” Miqueas 5:2.

Y luego en Malaquías 4:2 leemos: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” Malaquias 4:2.

Éstas y las otras promesas y profecías relativas al advenimiento del Mesías, sirvieron de fuente de inspiración a los devotos de Israel. Las personas no se dieron cuenta que la profecía no se cumpliría toda al mismo tiempo. Fallaron en entender el significado de algunas profecías que decían que el Mesías sufriría y moriría como Redentor de Israel y del mundo. Ellos no sabían que se levantaría de los muertos y regresaría al cielo y que volvería a visitar a la humanidad al final de la Época del Evangelio. Simplemente tenían en sus mentes las promesas hechas por Jehová de que el Mesías vendría, que Israel sería exaltada y que todas las familias de la tierra serían bendecidas. Juan 1:47.

Los israelitas sabían bien que Dios les enviaría el Mesías. Muchos nombres y títulos fueron mencionados para este Uno Supremo en las profecías. Él iba a ser la “Semilla”, “Siloh”, “El Profeta” más grande que Moisés, “Emanuel”, “Maravilloso”, “Consejero”, “El Dios Poderoso”, “El Padre Eterno”, “El Príncipe de Paz”. El Mesías también sería “la raíz del tallo de Jesse” y la “Rama” crecería de sus raíces. Sería el “Sol de la Rectitud” con la “curación en sus alas”.

Por todos los siglos que Israel esperó, la característica mesiánica del Plan Divino quedó en la dimensión de las promesas. Pero al fin el tiempo llegó para que esas promesas comenzaran a realizarse. Por eso el ángel anunció: “En tí nace este día en la ciudad de David, el Salvador quien es Cristo (Mesías), el Señor”. Ahora estas promesas comenzaban a ganar consistencia, el Mesías había nacido.

Nueve meses antes, se le había asegurado a María que sería la madre del Uno, el que se convertiría en Mesías y Libertador de Israel y del mundo: “El ángel le dijo, María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” Lucas 1:30-33

Este anuncio hecho por el ángel nos hace recordar la profecía de Isaías que pronosticó que el Mesías se sentaría “...sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” Isaias 9:7. El reino típico de David había caído en el año 606 A.C. Porque David era muy querido por Jehová, él arregló que el futuro reino Mesiánico debía estar en manos del que le recontruiría el reino desde el propio corazón de Dios. (I Sam. 13:14; Hechos13:22). Jesús es el David atípico y a través de su madre era un descendiente de David.

CIRCUNSTANCIAS HUMILDES

Desde que el ángel Gabriel le anunciara el nacimiento, María supo que ella iba a ser la madre del Prometido y posiblemente se preguntara el por qué de las circunstancias que llevaron a que Jesús naciera en un establo. Sin embargo, hasta ese establo le parecería un palacio a María, el palacio de un rey, pues Dios había permitido que naciera allí. Pero mientras que el lugar de nacimiento de Jesús fue humilde y su madre una persona desconocida de Israel, su nacimiento fue anunciado por ángeles. Ésto fue lo apropiado. El Señor había usado ángeles en muchas ocasiones anteriores para comunicarles a los antiguos su plan del advenimiento del Mesías y ahora que el momento de cumplir esas promesas había llegado, encajaba perfectamente que el nacimiento y la concepción del Uno Supremo fuera anunciada por ángeles.

El nacimiento de Jesús fue un punto de retorno en el Plan Divino, pues significó que el plan de Dios había salido del escenario de las promesas a la era de la acción. A través de su Nuevo Testamento, los sirvientes del Señor continuaban haciendo promesas, pero ahora tanto las promesas del Viejo Testamento como las del Nuevo habían llegado y su nacimiento en Belén había sido anunciado por los ángeles.

Los pastores a los cuales se les había anunacido la llegada de Jesús debieron estar incrédulos y a la misma vez enloquecidos de la emoción. Para ellos el primer pensamiento fue el de ir a Belén y verificar lo que habían oído. Leemos: “Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” Lucas 2:15,16

Los pastores estaban más que convencidos. Seguimos leyendo: “Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían” Vs 17,18. El deseo de los pastores de decirle a cuantos los pudieran oir sobre las buenas noticias que les habían dado, era natural y digno de elogio. Nosotros tendríamos el mismo deseo hoy. Pero hoy, la gente de Dios entiende el Plan Divino mejor que los pastores. Las buenas noticias del nacimiento de Jesús y todo lo que significa en conexión con la completud del Plan Divino , nos debe impulsar a hacer lo mejor que podamos en hacer llegar este mensaje a todos lados y utilizando todos los medios disponibles para nosotros.

TODAVÍA EL MESÍAS NO

El nacimiento de Jesús fue muy importante como un paso adelante del Plan de Dios. Pero la realidad es que como bebé, Jesús todavía no era el Mesías. La palabra “Mesías” significa “ungido”. El significado viene de la costumbre en Israel de ungir reyes y sacerdotes a sus actividades. Esta palabra apunta a cuando Jesús fue ungido por el Espíritu Santo cuando se bautizó en la iglesia de Pentecostal.

Al tiempo del bautismo de Jesús oímos a su Padre Celestial hablando desde el cielo: “...Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” Lucas 3:22. El nacimiento de Jesús fue anunciado por los ángeles pero como bebé no podía apreciar o no sabía de ésto. A la edad de doce años fue hallado en el Templo con los Doctores de la Ley, ansioso de aprender todo lo que podía sobre su misión. Pero no fue hasta que él se dirigió a Jordán que se dedicó a hacer la voluntad de su Padre en la fase pública del ministerio. Ahí recibió la bendición y la seguridad de saber de quién era hijo y supo que este Padre Celestial estaba muy satisfecho con él. Ahora él era un Mesías de promesa.

Esto fue treinta años después de su nacimiento. Quizás los pastores a los cuales les había sido anunciado su nacimiento estaban muertos. Lo más seguro es que muchos a los que les deben de haber dado las buenas noticias si lo estaban.

Cualquiera fuera la razón, lo cierto es que después de que Jesús comenzara su ministerio, nada se mencionó del anuncio. Quizás el Señor quiso enfatizar que las consideraciones importantes son la muerte y la resurrección de Jesús. El nacimiento de Jesús fue un medio necesario para ciertos fines, pero Dios no quiere que adoremos al bebé Jesús sino que quiere que tomemos nuestra cruz y caminemos siguiendo al ungido Jesús en sus pasos por el sufrimiento y la muerte.

EL REGALO DE DIOS

Las promesas relacionadas con el advenimiento del Mesías enfatizan que sería enviado por Dios. Este pensamiento es trasladado al Nuevo Testamento. En Juan 3:16 se refiere a Jesús com oel “regalo” de Dios. Leemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Pablo habla de Jesús como el “regalo inenarrable” de Dios (II Cor. 9:15). Las palabras sobran y son inadecuadas para describir el regalo tan caro que nos ha hecho el Padre Celestial a nosotros y a todo el mundo de la humanidad. Y desde que esta primer evidencia del regalo se manifestó en el nacimiento de Jesús, es apropiado que esta parte del Plan Divino plante en nosotros el deseo generoso de dar, por la bendición a otros. Primero que nada, cuando nos enteramos del gran regalo de amor que Dios nos ha hecho, todos deberíamos entregarnos por completo a él. Él nos ha invitado a darle nuestros corazones y cuando respondamos a esta invitación, va a significar que todo lo que tenemos y somos es en realidad entregado a él, con el entendimiento de que él lo puede usar para lo que él desee. Esto es presentar nuestros cuerpos “un sacrificio en vida” mencionado por el Apóstol Pablo. Rom. 12:1

UN SALVADOR

Cuando el ángel les anunció a los pastores que el Mesías había nacido, se refirió a él como el “Salvador”. Para los pastores ésto debe haber significado que iban a ser salvos de los romanos que estaban dominando a Israel en aquel momento. Pero para nosotros significa mucho más. Significa que con su muerte como hombre Redentor, Jesús proveerá la oportunidad de salvación de la muerte para toda la humanidad.

El Padre Celestial sabía que el dar a su hijo como el Salvador de la humanidad significaba condenarlo al sufrimiento y a la muerte. Que regalo tan costoso fue y si vamos a emular el amor del Padre al darnos a su hijo, debemos estar dispuestos a sufrir y morir como Jesús lo hizo. Después que el ángel anunció el nacimiento de Jesús, “repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:13,14. Seguramente todos los que amamos al Señor nos regocijamos de su gran plan de salvación, que a su vez le dio gloria a Dios y alabanzas por el regalo de su Hijo.

Sabemos que el nacimiento de Cristo va a traer paz a la tierra. Casi dos mil años han pasado desde que la gloriosa canción de los ángeles fue escuchada y todavía no hay paz en la tierra. Pero ésto no significa que le Plan Divino haya fallado. Significa que el Plan Divino de Dios está en proceso de desarrollo. Éste es el llamado a aquellos que han sido invitados a seguir los pasos de Jesús, sufriendo y muriendo como él, para que la gloria reine con él. Hay muchas razones para creer que el plan está a punto de realizarse completamente, lo que significa que el Reino Mesiánico traerá paz a las naciones y que Jesús será reconocido por el pueblo de todas las naciones como el verdadero “Príncipe de la Paz”. Jesús servirá como mediador de la paz entre Dios y la raza humana. No podrá haber paz entre las naciones si las personas no están en paz con Dios. Nuestros primeros padres decidieron ir en contra de la ley de Dios y trajeron contra sí su sentencia de muerte.

Por herencia, su progenie entera nació en pecado y formados en la inequidad. Todo el mundo que no cree es entonces separado de Dios y condenado a muerte. Jesús murió en el lugar de Adán y su raza. Ésto abre el camino del retorno de la muerte y la restitución de la raza humana al favor de Dios. Esta gloriosa perspectiva será efectiva durante mil años del Reino Mesiánico, a través del arreglo de la Nueva Alianza prometida en Jeremías 31:31-34. Será entonces que Jesús sea “El Padre Eterno”, el Padre que le dará vida eterna a todos aquellos que a través de la obediencia y de la creencia pruebe merecerla. ¡Qué glorioso es este prospecto! Significará el fin de la pena, la enfermedad, y la muerte. ¡Qué veraz fue el anuncio del ángel cuando anunció que el hijo de María era el “Salvador”! Mientras contemplamos el nacimiento de Cristo , no debemos pasar por alto esta maravillosa consecuencia del Plan Divino de salvación que será cumplido por Dios en el momento correcto.

BUENA VOLUNTAD PARA CON LOS HOMBRES

En la letra de la gloriosa canción de los ángeles, se utiliza la expresión: “La buena voluntad para con los hombres”. Los que no conocen el Plan Divino de Dios creen que la buena voluntad está entre los hombres. Este punto de vista llena de peso a la fe, pues bien saben que la voluntad entre los hombres no ha cambiado desde que Jesús nació. Debieron de haber pensado que debían convertir al mundo en Cristo y sus enseñanzas y así traer un estado de buena voluntad entre los hombres. Debemos regocijarnos al darnos cuenta que en el debido momento, en los mil años del Reino Mesiánico, el mundo será converso. Entonces, el espíritu del Señor será volcado a toda la carne y bajo su influencia iluminadora, la gente va a salirse del camino del egoísmo y sabrán amarse y servirse los unos a los otros.

Una interpretación errónea de este texto se revela en otras traducciones: La Versión Revisada lee: “paz entre los hombres de quienes él está satisfecho”. Otra versión lee: “Paz entre los hombres de buena voluntad”. En el texto griego no hay fundamento para este tipo de traducciones. Éstos son intentos por armonizar el mensaje angelical con el cual los traductores, con su limitado entendimiento del Plan de Dios, entendieron era su significado.

¡Qué hermoso es el texto de nuestra Versión Común! Es buena voluntad “hacia” los hombres y la referencia es hacia la buena voluntad de Dios que aun en ese tiempo estaba expresada por el nacimiento de su Hijo, al que mandó como Salvador y Redentor de la humanidad. La buena voluntad de Dios estaba puesta hacia los hombres pues él los amaba aunque la raza humana estaba aislada de él por actos maliciosos. Él amaba tanto a los hombres que les dio a su Hijo para servir como Redentor y Mediador en su restauración a la vida y a la armonía que traía con él.

La muerte y resurrección de Jesús fueron evidencias claras de la buena voluntad de Dios para con los hombres. La selección de un pequeño rebaño para gobernar con Jesús, es también evidencia de la buena voluntad de Dios hacia la raza de Adán. El retorno de Cristo para establecer el reino también manifiesta la buena voluntad de Dios hacia la gente. La buena voluntad de Dios está expresada en cada detalle de su amado plan para la bendición de todas las familias de la tierra. Visto ésto ¡ qué apropiado es que nos unamos a los ángeles en la canción: “Gloria a Dios en las alturas”! Para los pastores fue una experiencia maravillosa que los ángeles les hayan dicho que el Uno Supremo, que el rey de Israel les estaba prometiendo desde hacía tiempo, al fin había nacido. Es aun más maravilloso el estar viviendo ahora y tener la seguridad que el Segundo Advenimiento de Cristo a la tierra es una realidad, que él está presente y que pronto se establecerá el reino a través del cual se le asegurará a la gente la paz, la salud y la vida.

Para el mundo de los descreídos, parece increíble que estemos viviendo en el umbral de tan dorada época de paz, seguridad, salud y vida eterna. Sin lugar a dudas muchos descreyeron el reporte de los pastores que anunciaba el nacimiento del Mesías. La gran mayoría de la gente en el día de hoy ignorará también nuestro mensaje. Pero es nuestro privilegio el proclamar las buenas noticias. Haciendo ésto mostramos nuestra alegría y entusiasmo por el mensaje de los ángeles a los pastores de Belén hace casi dos mil años atrás.

¡Esperemos que este mensaje no se convierta en un lugar común en nuestras vidas!


Viene del número anterior, páginas 31-32:

Parte II

La “Gran Salvación”

El tiempo está llegando y los eventos están sucediendo. No nos podemos quedar quietos. Si nos tenemos que mover hacia adelante, debemos prestarle especial atención a los mensajes de Nuestro Señor. Mientras nuestra atención esté puesta en otros asuntos, sus instrucciones de vida se nos escaparán y por ello no tendremos la influencia de su guía y ayuda. A pesar del llamado de nuestras inclinaciones naturales y de otras influencias, debemos mantener nuestras mentes con la firmeza y la determinación hacia la Palabra de Dios, la verdad.

Es necesario que continuemos estudiando y leyendo las cosas que sabemos son la verdad y también debemos mantenerlas frescas en nuestra mente, pues somos “navíos que están haciendo agua”. El pensamiento completo de este verso es que nuestra vida espiritual depende de que nosotros le prestemos atención a la palabra del Maestro. No podemos darnos el lujo de tratarla a la ligera o de ignorarla. ¡Prestar atención es vital para nuestra propia existencia!

Verso 2: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución

Estos “ángeles” parecen ser los que Dios usó en conexión con la Ley del Pacto que, según nos explica Pablo, fue “ ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” Gál. 3:19. La Ley del Pacto fue estrictamente puesta en práctica, la palabra “de los ángeles fue firme”, esto es, simple, básica.

La palabra griega traducida como “transgresión” significa “caminar al costado o en el camino marcado” , sería sugerir una posible muestra de justicia cuando en realidad se están pisoteando los requerimientos de la Ley.

La palabra “desobediencia” viene de la palabra griega parakoe. Es utilizada tres veces en el Nuevo Testamento. Significa “malentendido”. En el Diálogo Enfático de Wilson se traduce palabra por palabra de forma literal y aparece como “capacidad auditiva imperfecta”. Aquellos que desobedecieron la Ley del Pacto recibieron un justo castigo, pues justicia fue la base de este pacto.

Verso 3: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”.

Esta gran salvación es la más maravillosa oferta jamás hecha a ningún ser , ya sea ángel u hombre. ¿Cómo podemos lograr no sufrir por la pérdida si seguimos siendo negligentes en prestarle atención a los términos y condiciones sobre las cuales queremos obtener tan gloriosa restribución? Es una joya que no tiene precio y ¡ que trágico que alguien la deje escapar de sus manos solo por ser negligente!

Mantengamos nuestro amor por la verdad, la voluntad revelada de Dios, no dejando de apreciar y repasar sus varias facetas continuamente. Fallar en ésto es ser negligentes con lo que el Señor nos proveyó como medios para alcanzar la gran salvación. En este verso está indicado claramente que el “supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:14), el “llamado celestial” (Heb. 3:1) no había sido ofrecido al pueblo de Dios anteriormente. (Ver: Hebreos 10:19,20 - Juan 3:13,25-31 - II Corintios 6:2 - Mateo 11:11 - Hechos 2:29-36 - Juan 14:2 ). Que Dios actuara con la semilla natural de Abraham era para prepararlos para este llamado. Pero cuando Jesús llegó a ellos (“su propio”), muy pocos lo recibieron (Juan 1:11), entonces el llamado fue para los Gentiles.

Esta invitación especial o “Supremo llamamiento” fue tan importante que el Padre Celestial seleccionó a su amado Hijo para darla, el que sería el “capitán” de aquellos que lucharon por obtener “la gran salvación”.

Entre los primeros en oir este llamado estuvieron los apóstoles y discípulos de Jesús. Ellos fueron testigos oculares de sus milagros, y escucharon personalmente sus palabras llenas de gracia relativas a “los misterios del reino de los cielos” (Mateo 13:11). Juan escribe sobre ésto diciendo: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna,..., y se nos manifestó” (I Juan 1:1-3). El Apóstol Pedro confirma ésto diciendo: “Porque no (estuvimos) siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.” II Pedro 1:16.

Verso 4: “testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”

Como apoyo a los portavoces humanos, que al principio de la época fueron testigos de Jesús y de la “gran salvación” (que fue mencionada por primera vez por él), estaba Dios mismo, el Padre Celestial. Su testimonio fue dado por el despliegue de su poder manifestado en los muchos milagros realizados por Jesús y por el regalo del Espíritu Santo, que llegó a los discípulos que estaban esperando en Pentecostal. Mientras un milagro se sucedía a otro, se convirtió en un conjunto progresivo de evidencia que crecía en peso e importancia. ¡ Qué maravillosa fue esta introducción para el Supremo Llamamiento! ¡ Qué vasto conjunto de de agencias Divinas fueron utilizadas para brindarnos esta gloriosa oportunidad!

Verso 5: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando

Este texto ha sido utilizado como prueba indirecta de que el mundo antes del Diluvio estaba bajo la administración de ángeles. Ese mundo estaba ciertamente gobernado por ángeles, como nos muestran otras escrituras. (Génesis 6:4; I Pedro 3:19,20; II Pedro 2:4,5; Judas 6). Sin embrago, el uso de la palabra “Porque” sugiere una referencia al verso 2, donde es mencionada la administración de la Ley del Pacto, en donde los ángeles juegan un papel importante.

Ya sea que pensemos en el intento de los ángeles de gobernar en el mundo antes del Diluvio, o de sus servicios en conexión con la administración de la Ley del pacto, la lección que el apóstol está enfatizando es que ambos fallaron. Estamos seguros de que no habrá ninguna falla en los arreglos gubernamentales del mundo por venir. Cristo será el Rey y asociados a él, como co-herederos, estarán aquellos que hayan alcanzado la “gran salvación” por lo cual vivirán y reinarán con él. II Tim. 2:11,12.

Verso 6: “pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites?

David es el “alguien” que testificó y el “cierto lugar” es es Salmo 8:3-8. Esta pregunta es el resultado inevitable de la meditación sobre la inmensidad de la creación en comparación con los pocos esfuerzos y la insignificancia del hombre. La gran fuerza y distancias del universo deberían sobrecogernos. El Creador, quien hizo este vasto sitema de planetas, ha provisto un balance de fuerzas que le permiten al hombre vivir y ser felíz, proveyéndolo de abundancia. Es seguro que nuestra gratitud nos debería llevar a la ejercitación de la confianza y seguridad suprema en tal creador y a considerar como un gran privilegio el ser dignos de servirlo.

La plabra griega traducida como visites en este texto significa “inspeccionar y seleccionar” y por extensión “ir a ver para aliviar”. El uso que Pablo hace de este texto indicaría que la visita del jefe, a la que el salmista se refiere proféticamente, es la llegada del amado Hijo de Dios a la tierra. Primero para salvar a la raza decayente y después, para restaurar a aquellos que acepten esta provisión de gracia Divina. Dios visita representativamente a la raza humana por intermedio de su hijo.

Muchos son recordados y vistados por Dios de otras maneras, como por ejemplo en el sol, la lluvia y por medio de todas las maravillosas bendiciones que nos llueven a diario. (Salmo 116:12). Podemos pensar en las visitas de Dios como en las del médico cuando visita al enfermo. El propósito de estas visitas es el de curar al enfermo de todas sus enfermedades y aflicciones. Es ésto lo que lograremos a través de Jesús.

Verso 7: “Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos

El pensamiento aquí es un poco “menos” que los ángeles no un poco “inferior” , como muchos han sugerido en su esfuerzo por probar que el diseño del hombre hecho por Dios debería ser exaltado a la naturaleza del espíritu. Si vamos a entender el plan de Dios es necesario que mantengamos clara en la mente la distinción de naturalezas. El hombre es un ser humano , una criatura terrenal, creada por Dios para habitar la tierra. Los ángeles se encuentran en un plano de vida más alto y también fueron creados. No es el plan de Dios que los hombres se conviertan en ángeles.

La gloria se refiere a Adán, el progenitor de la raza humana originalmente como fue creada por Dios. Su gloria fue su perfecta calidad de hombre como imagen de Dios. El Apóstol Pablo se refiere a ésto como la gloria “terrenal”. (I Cor. 15:40). El hombre fue creado también para ser rey, el rey de la tierra. Al hombre se le dio dominio sobre animales inferiores en complejidad. Por ello se le dio honor y gloria. Éste fue el “primer dominio” al que se refieren en Miqueas 4:8 y “el reino preparado... desde la fundación del mundo” mencionado por Jesús. Mateo 25:34.

Verso 8: “Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas

El hombre perdió su dominio, gloria y honor. Ahora lo mantenemos en la miseria y en la desesperación como resultado de su propia falta de voluntad y desobediencia. A pesar del orgullo y de la jactancia del hombre, éste no puede salirse por su propios medios del resultado de su pecado. Ahora la raza humana está amenazada por la destrucción completa.

Verso 9: “Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios degustase la muerte por todos

Aquí el apóstol indica claramente el propósito Divino de restaurar el dominio original del hombre. No llegamos a ver ésto logrado pero podemos ver el trabajo de este propósito Divino en el Advenimiento de Jesús para salvar a la decayente raza humana. “Vemos a Jesús”, vemos que Jesús fue hecho como la exacta contrapartida del padre Adán, que él como Adán fue creado “un poco menos” que los ángeles. Y fue el orden que sufriera la muerte para proveer un precio correspondiente dejando que tomaran su perfecta vida humana por el perfecto hombre Adán. Fue por esta razón que Jesús volcó su alma a la muerte.

Verso 10: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”.

Es lo que debemos esperar del sabio Creador, que en su plan de exaltar a “muchos hijos”, la iglesia entera, que hiciera al Capitán-Líder, el primero en lograr esta posición tan alta, “perfeccionase por aflicciones”. Aflicciones y muerte es el camino a la gloria para todos estos hijos, y Jesús no fue la excepción.

Esto no implica que Jesús fuera imperfecto por naturaleza antes de que sufriera y muriera. Sino que él fue desarrollado, entrenado y perfeccionado por nuestro Capitán por medio del sufrimiento. Un hombre joven, por ejemplo, puede ser una persona noble, sin embargo no puede ser un médico antes de haber sido entrenado con ese propósito. Jesús fue entrenado por el sufrimiento y perfeccionado por las altas oficinas que hoy ocupa en el arreglo Divino. Una de éstas es el ser Capitán de nuestra salvación.

En una forma similar, todos los miembros del cuerpo de Cristo, sus seguidores, los que son guiados por él hacia la gloria invitándolos a caminar por sus huellas, son perfeccionados para su posición de gloria por medio de sufrimiento y juicios. Éstos son matizados con alegría para que su experiencia global les enseñe a amar y confiar en el Padre Celestial. Que bendición es compartir estas experiencias con Jesús, del cual se escribió proféticamente, “Mis huidas tú has contado;Pon mis lágrimas en tu redoma;¿No están ellas en tu libro?” Salmos 56:8

Verso 11-13: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo:Anunciaré a mis hermanos tu nombre,En medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio

Estos son los textos que el apóstol cita para establecer la gran verdad de la uncidad de la compañía de Cristo. Los discípulos de Jesús son sus hermanos, también establecido en la referencia profética de David (Salmos 22:22) a su congregación de santificados, separados a un lado en el plan Divino como parte del llamado celestial.

“Y otra vez”, escribe Pablo. El apóstol prosigue en citar otro texto de prueba, como si fuera consciente de la regla escritural de que las cuastiones importantes deben estar establecidas por la boca de más de un testigo.

Su segunda cita es de Isaías 8:18 y se refiere a los “niños” quien el Padre les dio el ser. Éstos niños son asociados de Jesús, por lo que son sus hermanos. Posiblemente Jesús tenía este texto en su cabeza cuando en su rezo dijo: “tuyos eran, y me los diste” Juan 17:6. Que amoroso intercambio entre Padre e Hijo, una retribución felíz para ambos.

Verso 14: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo

Estos “hijos” de los cuales Jesús no se arrepiente de haber llamado hermanos, eran originalmente los hijos de Adán, por lo tanto, por naturaleza “de carne y sangre”. Para que fueran partícipes de la “gran salvación” como hermanos del glorificado Jesús, fue necesario que fueran redimidos de la muerte.

Pablo explica aquí la filosofía del rescate, que envolvió el hecho de que Jesús se convirtiera en hombre y como tal muriera “el justo por el injusto”. (I Pedro 3:18). También envolvió que Jesús destruyera al Mal.

¿Cómo Satanás tiene el poder de la muerte? La palabra griega que dio traducción a la palabra “poder” trae aparejada la idea de una autoridad en una oficina y por lo general se traduce como “dominio” o “autoridad”. El dominio que copó y utilizó mal Satanás se convirtió en el de la muerte, el reino del pecado y de la muerte. Pablo lo describe como el “dios de este mundo” (II Cor. 4:4). A Satanás le sacan su dominio y se une al principio del milenio y se destruye al final del mismo. Apoc. 20:1-3,10.

Verso 15: “y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre

Toda la raza humana está sujeta a la servidumbre con la muerte, pero no todos son serviles por miedo a la muerte. ¿Quiénes son esas personas que tienen tanto miedo a la muerte que se los mantiene como sirvientes? Esto se refiere a una clase de consagrados que tiene miedo del sufrimiento y del sacrificio que envuelve su consagración y quienes por culpa de su miedo se les quita las oportunidades y los privilegios de sufrir con Cristo y por ello no califican para ser miembros del “pequeño rebaño” que forma parte de la “gran salvación”. Más adelante éstos son entregados y sus mantos serán blancos embebidos en la sangre del Cordero. Son descritos por el Revelador como una “gran multitud” que pasa por grandes tribulaciones. Ellos no reinarán con Cristo, pero serán sirvientes en el atípico templo espiritual. Apoc. 7:9,13-16.

Verso 16: “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham

Sigue en el próximo número
Parte III - Culminación