Como Cualquiera de los Príncipes

Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis” Ps 82:7

Jesús y sus discípulos estaban reunidos en el piso de arriba para formar parte de la cena de Pascuas. Cuando ésta se terminó, Jesús tomó parte del Pan sin levadura y el vino e instituyó una nueva ceremonia, no una manera nueva de celebrar las Pascuas sino una ceremonia de cumplimiento. El cumplimiento es el de la muerte de Jesús como el antitípico Cordero de las Pascuas, aquel que lava los pecados del mundo. “Haced esto”, el Maestro les dijo, “haced esto en memoria de mí” Lucas 22:19.

El mundo ha tomado el hábito de conmemorar el nacimiento de sus nobles, pero Jesús sabía que la parte más importante de su ministerio era su muerte, pues sin ella toda la humanidad seguiría condenada a la muerte a causa del pecado. Cuando Jesús invitó a sus discípulos a participar de estos emblemas explicó: este es mi cuerpo roto para ustedes, esta es mi sangre derramada por ustedes. El cuerpo roto, la sangre derramada no son más que dos caras de la misma moneda de una vida sacrificada para los discípulos y para toda la humanidad.

Por ello, cada año, en el aniversario de la muerte del Maestro, (este año el día 6 de abril) nos juntaremos en pequeños grupos en todo el mundo para formar parte del pan sin levadura y del fruto de la viña en memoria de la muerte de Jesús, como Príncipe entre la humanidad. Sin estar condenado a la muerte él sacrificó su vida humilde y orgullosamente abandonando todo para que otros vivieran. Sí, él no se sintió una víctima del pecado sino victorioso sobre él y por encima de la condena de la muerte que resulta de él.

Y fue por nosotros y por la humanidad que él murió, no por él mismo. Por nosotros fue que su cuerpo se rompió y su sangre fue derramada. Y ésto ¿ qué nos deja a nosotros? Si tenemos fe para creerlo y orden en nuestras vidas en armonía con nuestras creencias, ésto afecta nuestra justificación para vivir y nos da paz con Dios. También nos provee el acceso al alto favor de Dios de tener esperanza que algún día formaremos parte de su gloria. - Rom. 5:1,2

SOCIOS EN EL SACRIFICIO

Algunos se pueden preguntar qué bases tenemos para tener la esperanza de formar parte de la gloria de Dios. A ésto las escrituras responden: “Si sufrimos y morimos con él”. Si morimos como él murió y caemos como él cayó victorioso en su sacrificio de amor por otros, juntos con Jesús nos podremos convertir en poderosos en el reino. Por ello, cuando el Apóstol Pablo escribe de nuestro privilegio en conmemorar la muerte de Jesús, tomando parte del simbólico pan y vino, él nos hace recordar el significado de esta ceremonia. El pan y la “copa”, nos explica, es nuestra comunión (sociedad griega) en el sufrimiento y muerte de Jesús.

Así es que, al sentamos en nuestras mentes con Jesús y sus discípulos, en aquel piso de arriba para escuchar y observar, nos damos cuenta de dos verdades. Primero vemos a Jesús humilde, perdonando, entendiendo y preocupado por el buen estado de los discípulos, pero por añadidura resuelto en su determinación de morir como sacrificio, y de caer como príncipe, no como derrotado sino como victorioso.

Así como este glorioso ejemplo de fidelidad se nos imprime en nuestras consciencias, nos damos cuenta también que Jesús estaba preparando a sus dicípulos para lo que luego les sería revelado por el Espíritu Santo. Ésto es ellos también tendrían el privilegio de morir como lo habían visto morir a él. Cuando lo escuchamos decir del pan: “Tomen, coman, este es mi cuerpo” y del vino que significa su sangre derramada, “Bébanselo todo”, sabemos que no se está refiriendo a su propia muerte sino también a nuestro privilegio de morir con y como él. - Mateo 26:26,27

GETSEMANÍ Y LA CRUZ

Habiendo terminado el servicio en el piso de arriba, con todas esas preciosas lecciones, cantaron un himno y se fueron. (Mateo 26:30; Marcos 14:26). A la noche salió esa pequeña banda de hombres, doce en total. Como el profeta había predicho, eran todos “dioses”. Uno de ellos era un príncipe, honestamente el Uno a quien pertenecían los dominios de la tierra. Pero él iba a Getsmaní y a la cruz a morir, a caer como una víctima de los pecados de otros, pero triunfante sobre el egoísmo, pues lo estaba haciendo voluntariamente.

Fueron al arroyuelo de Kidrón. Jesús les dijo que a todos los ofenderían por su culpa, pero sin entender lo que ésto significaba, los discípulos afirmaron no tener ninguna intención de que su lealtad hacia el Maestro se fuera a quebrantar. Pedro estaba especialmente locuaz en su determinación de estar al lado de Jesús y morir por él si así fuera necesario. Realmente así lo sentía. Pues rato después de ésta afirmación iría, a fuerza de espada, en contra de una banda de hombres para rescatar de sus garras a su Maestro.

Fueron al jardín, había entrado la noche ya y los discípulos estaban inquietos. Aún Pedro, Santiago y José, cuyo cariño parecía brillar con más tibieza que el de los otros, encontraron difícil “mirar” con su Señor. Entonces, solo con su Dios, su Padre Celestial, este príncipe ganó la batalla final. “No se haga mi voluntad, sino la tuya.” él rezó y así estaba listo, totalmente listo para morir por los pecados de todo el mundo, para caer en su muerte como un príncipe, debería hacerse una explación por el fracaso del príncipe Adán. - Lucas 22:42

Al mirar las escenas que culminaron en la cruz, nos damos cuenta que cada acción y cada palabra del Maestro, enfatiza la idea de que no le quitaban la vida contra su voluntad, sino que él estaba presentando su cuerpo voluntariamente como un sacrificio. El sacrificio de que la sangre necesaria para la expliación esté disponible para la propiciación, primero por los pecados de la iglesia y luego por los de toda la humanidad. - I Juan 2:2.

Baja la espada, le dijo a Pedro que lo estaba defendiendo. Él sabía que lo estaban buscando los líderes religiosos del momento para matarlo bajo el cargo de blasfemia por reclamar que él era hijo de Dios. Jesús no ofreció explicación alguna cuando el alto sacerdote le preguntó si era verdad lo que él reclamaba. Su única respuesta fue: “Tú lo has dicho”. Cuando ésto le fue agregado como cargo en su contra a la traición al César, Jesús también afirmó que de lo que estaba siendo acusado era lo correcto. “¿Luego, eres tú rey?” preguntó Pilatos y el Maestro respondió: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo” Juan 18:37. No se defendió, no ocultó la razón de su acusación, no se quedó callado. Éste es nuestro Jesús, nuestro Ejemplo, el Uno al que seguimos, el que murió de la manera que nosotros profesamos que queremos morir.

“Y SENTADOS LE GUARDABAN ALLÍ”

Con muy poca ceremonia, Jesús fue entregado a sus acusadores. Fue coronado con espinas, a modo de mofa. Lo escupieron y se burlaron de él. Lo colgaron de la cruz y sobre su cabeza escribieron que el era el designado Dios de los Judíos. Él era su Rey, pero ellos no lo creían y lo mataron por no creerlo. El relato dice: “Y sentados le guardaban allí.” Mateo 27:36. ¡Ah! ¡Qué vista! Y que lección para nosotros los que queremos aprender de lo que él hizo, quizás lo haremos nosotros, como él murió, ¡quizás moriremos así nosotros!

Mientras “lo guardaban allí” el público enojado gritó: “si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.” Mateo 27:40. Ni por un instante Jesús mostró interés de mostrarles a esos tontos de Satán que estaban equivocados, que él sí era en realidad el hijo de Dios. Él les dejó que lo contradijeran.

Otra vez gritaron: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar” Marcos 15:31. Él se podría haber salvado a sí mismo, pero prefirió salvarlos a ellos. Existía un motivo muy superior que lo guiaba, una inspiración más noble, el hacer la voluntad de su Padre. El Padre de Jesús quería que él muriera para ser el antitípico cordero de las Pascuas, el Cordero de Dios para salvar de pecados al mundo. (Juan 1:29). Porque ésto es lo que quería el Padre y lo que también quería Jesús, por ello no intentó salvarse a sí mismo bajando de la cruz.

¡Así Jesús murió! Por un breve momento, justo antes de que la muerte terminase con su agonía, él sintió la retirada de la sonrisa de su Padre. Ésto era necesario, pues él estaba tomando el lugar de los pecadores. Y entonces dijo: “Está terminado”, y puso su vida en aquel que es la fuente de toda vida. (Juan 19:30). ¡Él había muerto! Murió como un hombre, no como uno imperfecto o pecador condenado a muerte sino como un hombre perfecto que dio su vida en sacrificio. Cayó como un Príncipe. Jesús tenía el derecho de ser el gobernante del dominio terrestre, pero él no ejercitó ese derecho.

Y ahora nos alejamos de esa escena final de sufrimiento y muerte y de su agonía. Él no sólo murió por nosotros sino que también nos mostró como morir con él. Así como nos alejamos ponderamos con más fuerza las proféticas palabras de nuestro texto “Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis.” Al meditar y darnos cuenta que estamos entre aquellos que se comprometieron a morir como el hombre Jesucristo y caer en sacrificio como hizo nuestro Príncipe y Salvador, nuestros corazones se tornan hacia Dios en reafirmación, para hacer su voluntad mientras decimos: “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” Apoc. 2:10.


Viene del número anterior, página 31.

Tiempo de Pruebas

Habiendo recibido al Espíritu Santo, ahora Jesús podía ver claramente en los arreglos divinos y los propósitos destinados a él, de una manera imposible de lograr antes de su consagración.

La iluminación de la mente de nuestro Señor lleva sus pensamientos al profético salmo 40:7,8 que lee: “Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradadoY tu ley está en medio de mi corazón”. Luego de ésto él fue impulsado a irse al desierto para pensar y rezar y para estudiar el curso de su vida señalado por la Ley y por los profetas.

Por cuarenta días y noches, su intensa seriedad lo hizo estar inconsciente de lo que sucedía con el resto de las cosas. Aparentemente, hasta que los cuarenta días llegaron a su fin, ni comió ni durmió “Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre” Mateo 4:2. Fue entonces que Satanás apareció, tentando a Jesús en el momento en que estaba más débil debido al ayuno. El Adversario no se le acercó a nuestro Señor con mentiras, sino con tentaciones sutiles. Como el astuto enemigo que es, Satanás le brindó a Jesús un consejo amigable a la mente del Redentor quien, sólo en apariencia, lo reconocería como un amigo preocupado por ayudar.

Lo primero que Satanás le sugirió a Jesús fue que al haber estado ayunando se estaba haciendo daño a sí mismo y dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” El Maestro no repudió a su oponente sino que cándidamente respondió “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” Mateo 4:3,4 - Deut. 8:3. Continuando, Jesús le dijo que no usaría el poder divino que él posee para su propio confort o beneficio.

El Adversario, habiendo fallado en el primer intento, le presentó otra sutil tentación a nuestro Señor: “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” vs. 5,6.

Probablemente nuestro Señor no fue llevado al Pináculo del templo, sino que Satanás le dio a Jesús una sugerencia mental para que Jesús demostrara su poder divino ante le público, pero Jesús le retrucó cuando le dijo: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios”.

El Diablo intentó un tercer asalto. Creemos que también fue una sugerencia a nivel mental como la anterior tentación. Llevó a Jesús a una montaña muy alta, mostrándole todos los reinos del mundo y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” vs. 8,9. Otra vez nuestro Señor protestó con el último desacuerdo diciendo: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” vs. 10.

El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”. Vs. 11.


Cumpliendo con la Misión de Cada Uno

Verso clave:Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” Lucas 23:46 Nueva Versión Internacional.

Escrituras seleccionadas: Lucas 23:33-49

A Jesús, quien en su experiencia pre humana fue el Logos (Palabra de Dios), se le adjudica la respuesta a una pregunta formulada por Dios concerniente a la misión de apagar la rebelión del pecado en la tierra. El Profeta Isaías dice: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.” Isa. 6:8. Por ello fue que “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Juan 1:14. Cuando cumplió los treinta años de edad, él fue al Jordán en cumplimiento de los salmos 40:7,8 de hacer la voluntad de Dios y cumplir la misión que le fue encomendada y por la que fue enviado.

Después de tres años y medio de predicar su ministerio a la gente, hablándoles sobre el maravilloso reino de Dios, sus enemigos decidieron que era muy riesgoso dejar que Jesús siguiera ganándose la simpatía de la gente. Conspiraron para sentenciarlo a muerte y lo apresaron en el jardín de Getsemaní donde había ido a rezar después de haber formado parte de las Pascuas. Lo llevaron a la residencia de Anás, el anterior alto sacerdote y suegro del actual alto sacerdote Caifás. Cuando el Sanedrín se había juntado en la casa de Caifás, llevaron a Jesús para allá para enjuiciarlo. El juicio fue un fraude y Jesús fue condenado a morir.

Israel era una nación cautiva y por ello no podía condenar a muerte a nadie bajo sus leyes. Sus acusadores tuvieron que llevarlo ante Pilatos, el gobernador romano, quien lo interrogó. Cuando Pilatos no pudo encontrar faltas en Jesús y quiso castigarlo y liberarlo, encontró una severa oposición en los altos sacerdotes y los escribas. Lo envió entonces a Herodes quien también lo interrogó, deseando ver un milagro, pero Jesús no dijo palabra. Jesús fue enviado a Pilatos otra vez quien hizo todo lo posible por liberarlo, pero fue forzado bajo amenaza de ser acusado de traición al César, a crucificarlo. Entonces condujeron a Jesús junto con dos criminales para ser crucificados.

Nadie sabía que Nuestro Señor había llegado a la tierra como un hombre perfecto para dar su vida en recompensa por la perfecta vida de Adán que había sido perdida por la desobediencia de las leyes de Dios. El Apóstol Pablo diría luego: “el cual se dio a sí mismo en rescate por todos,” I Tim. 2:6. Como nuestro verso clave dice, expiró en la cruz. Su misión fue cumplida. Ahora, la oportunidad de la vida eterna estaba garantida para toda la progenie de Adán.

Es interesante notar como Dios utilizó fuerzas naturales y otros eventos para expresarse sobre los acontecimiento que rodearon la muerte de su adorado Hijo. Una gran oscuridad cubrió l atierra y el velo del Templo fue rasgado en dos. (Lucas 23:44,45) Aunque a Jesús lo condenaron a muerte como un malechor, en el momento que murió, un hombre rico llamado José de Arimatea le pidió el cuerpo a Pilatos y lo proveyó de una tumba para su entierro, cumpliendo la profecía de Isaías 53:9. Un centurión que estaba haciendo guardia, al ver la oscuridad y la tormenta al morir Jesús, glorificó a Dios y dijo: “Verdaderamente éste hombre era justo” Lucas 23:47. Solo un hombre justo puede lograr esta misión tan importante como necesaria y Jesús era un hombre justo.


Nuestro Sabio Señor

Verso clave:El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego” Apocalipsis 2:18

Esta escritura nos habla de un entendimiento y un conocimiento infinito de nuestro Señor, la gran cabeza de la iglesia, el supervisor y cuidador de todos sus menesteres. Nuestro Señor se anuncia a sí mismo de esta manera en la iglesia de Tiatira. Esta iglesia perteneció al más oscuro período de la historia de la humanidad, el Oscurantismo. En esta época, el interés de las personas en Dios parecía estar en su más bajo nivel.

CONFORT PARA LOS MÁRTIRES

Que reconfortante saber que para los mártires que sufrieron cuando el mal estaba en el trono y el bien en el andamio, su Señor y Maestro entendía perfectamente su situación. Él estaba contento de probar la fidelidad de sus santos en el fuego de la aflicción, así siempre estaban obligados a gritar: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” Apoc. 6:10. Ellos sabían que tomarían rápida venganza contra los fiscales a su debido tiempo, aunque tuvieran que aguantar a estos fiscales por mucho tiempo, o usando la expresión de Pablo: “soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción” Rom.9:12

¿Qué lección más importante puede haber para nosotros hoy, que la de saber que estamos lidiando con el mismo Maestro sabio, gracioso y cariñoso ante el cual todo está al desnudo y abierto? (Heb. 4:13) Y ¿quien dicierne los pensamientos de nuestros corazones y aún hasta los motivos detrás de los mismos? Es muy importante recordar ésto en nuestra conversación y caminatas diarias, en cada plan que tenemos y en cada proyecto que emprendamos. ¡Cuán importante es también recordar ésto cuando estamos lidiando con nuestros hermanos y en todos los temas de la iglesia!

AUTOJUSTIFICACIÓN

Todos nosotros tendemos a justificarnos de todas las cosas que hacemos o decimos. Por ello citamos escrituras que parecen estar de acuerdo con nuestra visión de las cosas o con el camino que pensamos tomar. Sin tomar en cuenta si la aplicación que le queremos dar a la escritura está bien o mal, preguntémonos a nosotros mismos cuales son los motivos de nuestra conducta o si el camino que decidimos tomar es el correcto. ¿Están éstos influenciados por el Espíritu de Cristo y el amor por nuestros hermanos y nuestros compañeros? o ¿por nuestras propias inclinaciones que pueden engañarnos y hacernos creer que el camino a tomar es el correcto?

Es muy fácil que nos lleven por el camino equivocado si tenemos un ídolo en nuestros corazone. Nuestro Maestro nunca puede ser llevado a equivocarse por nuestras acciones o palabras, pues sus ojos son como una llama de fuego. Él lo ve todo y puede penetrar todo subterfugio, dicerniendo los pensamientos y las intenciones de nuestros corazones. Por lo tanto lo más importante que debemos recordar es que nosotros podemos engañarnos a nosotros mismos o a nuestros hermanos, usando las escrituras para justificar nuestro curso de acción o fallando en aplicar la Palabra de Dios al tema en el que necesitamos más guía, pero no podemos engañar al Señor.

Para el confort de los honestos y fieles hijos de Dios, el Apóstol Juan dice: “pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.” I Juan 3:20. También él puede encontrar una excusa por o cuando nosotros no podemos encontrarla. (I Cor. 4:3) Entonces, no dejemos que se nos vaya la confianza de que él sabe. Aquel que busque en su corazón, sabrá ver la mente del espíritu. Y como un padre tiene un consejo tierno para su hijo, así el Señor tiene uno para aquellos que le temen.


¡Tú Eres un Testigo!

Verso clave:que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.” Lucas 24:47,48

Escritura seleccionada: Lucas 24:33-49

Cuando la misión que Jesús vino a realizar a este mundo se cumplió con su muerte, no fue posible seguir teniéndolo muerto por lo que Dios lo elevó de los muertos en el tercer día. Jesús se les apareció a sus discípulos en varias ocaciones, empezando en ese día y en los cuarenta días posteriores hasta que lo dejaran ir hacia el cielo. Fue necesario tener testigos de su resurrección. Pablo escribiría después: “que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.” I Corintios 15:5-8

Las mujeres que fueron a ungir su cuerpo después del sábado, también fueron testigos de su resurrección, como lo fueron otros fieles discípulos. Dos de ellos dejaron Jerusalén para ir a Emaús, alrededor de siete millas y media de Jerusalén. Sabían del reporte traído por las mujeres que habían ido al sepulcro y a las que los ángeles les dijeron que Jesús estaba vivo. Esto fue confirmado por otros que habían ido al sepulcro, pero el cuerpo no estaba allí. Aún estas noticias no eran suficientes para hacerlos sentir contentos, encambio estaban aturdidos y tristes mientras marchaban. Un día se les unió nuestro resucitado Señor quien se les apareció como un extraño y les preguntó cual era el tema de conversación que los ponía tan tristes. Ellos procedieron a contarle la crusifixión de Jesús quien fue: “varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo” (vs. 19). Ellos creían que él era el Mesías, pero su muerte los dejó aturdidos. Entonces Jesús dijo: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?” vs. 25,26. Él les dio el testimonio, empezando por Moisés y los profetas y les explicó lo que había pasado y por qué. Llegaron a la aldea y él parecía que iba más lejos pero le pidieron que se quedara con ellos. Cuando se sentaron a la mesa y él bendijo el pan y se los dio de comer, ellos reconocieron la manera familiar de Jesús y sus ojos se abrieron, pero él se desvaneció de pronto. El testimonio que Jesús les dio, les ardía en el pecho y en sus corazones.

Los dos no podían quedarse en Emaús y se apuraron a volver a Jerusalén esa misma noche. Al llegar encontraron a los once apóstoles y otros discípulos todavía aturdidos por los acontecimientos del día. Cuando les contaron de su experiencia, Jesús apareció en una niebla y se asustaron. Él les dejó que lo tocaran y comió con ellos. Luego les dijo todo lo que se había cumplido de lo escrito por Moisés, los salmistas y los profetas. Un nuevo trabajo estaba por comenzar. Santiago más tarde lo describe como que Dios toma “pueblo para su nombre.” (Hechos 15:14). Israel todavía tenía favor exclusivo de Dios y de su nación se encontrarían aquellos que estuvieran dispuestos a seguir a Jesús. Serían utilizados para dar el testimonio a otros, pero primero debían recibir al Espíritu Santo para entender el plan de Dios completamente. Ésto sucederá en el día de Pentecostal en Jerusalén.


Reclamando lo Perdido

Verso clave:Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Lucas 19:10

Escrituras seleccionadas: Lucas 18:31-34; 19:1-10

El ministerio de Jesús atrajo a todo tipo de israelitas, desde padres con niños pequeños hasta pecadores, desde pobres y discapacitados a ricos. Las escrituras de Lucas 18:15-37 hablan de padres trayendo niños a Jesús y de los discípulos reprendiéndolos por ésto. Jesús les pidió a los niños que se acercasen y los usó de ejemplo del carácter humilde necesario para todos aquellos que vayan a entrar al reino de Dios.

Un joven gobernante rico se acercó a Jesús para preguntarle como hacía para ganarse la visa eterna. Jesús le hizo poner su atención en los comandos de las leyes de Dios. Cuando él dijo que estaba tratando de seguirlas, Jesús le dijo que le hacía falta algo: “vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” (vs. 22). Él no pudo hacerlo, por lo que Jesús le comentó que les iba a ser difícil a los ricos entrar al reino de los cielos. Pedro habló diciendo: “He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido.” vs. 28. La respuesta de Nuestro Señor fue que por haberlo hecho recibirían mayores recompensas.

Lo que nadie sabía, incluyendo los apóstoles, es que para que cualquier descendiente de la familia de Adán recibiera la vida eterna, Jesús tendría que morir como recompensa por el padre Adán. Él trató de hacerles entender ésto a los apóstoles y llevándolos a un costado les dijo “He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará..” vs. 31-33. Ésto fue un breve resumen de los eventos que estaban por venir. No entendieron nada de lo dicho, ni siquiera los eventos que se sucedería en los días siguientes tendrían mucho sentido para ellos.

Pasaron a un hombre ciego que le gritó a Jesús que le tuviera piedad como hijo de David. Aunque amonestado por otros, el hombre ciego fue persistente y Jesús le recompensó por su fe con el milagro de la visión. El hombre ciego estaba de lo más feliz y glorificó a Dios. Mientras seguía su viaje, Jesús llegó a Jericó. Había un rico tabernero que quería ver a Jesús, pero como era bajo de estatura y la multitud le impedía ver, se trepó a un árbol que estaba en el camino que Jesús había tomado. Jesús lo vio y le dijo que bajara pues él sería el anfitrión por esa noche. La gente empezó a murmurar.

Zaqueo, que estaba muy felíz, le dijo en su casa a Jesús que quería dar la mitad de sus riquezas a los pobres y que si había recolectado impuestos deshonrosos, los devolvería. A lo que Jesús respondió: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Lucas 19:9-10.

Jesús estaba contento de ir a Jerusalén y dar su vida por la salvación de aquellos como Zaqueo, quienes estaban considerados como traidores a Israel y los peores de los pecadores por su profesión. Todos los pobres y rechazados del mundo recibirán los beneficios de la recompensa del sacrificio de Jesús en el futuro reino, pues él vino a la tierra a salvar a los perdidos.


Servicio: el camino a la grandeza

Verso clave:mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve.” Lucas 22:26

Escritura seleccionada: Lucas 22:14-30

El año era el 33 A.D y el tiempo había llegado para matar y comer el Cordero de las Pascuas. Jesús dejó instrucciones minuciosas a sus discípulos para que encontraran el lugar para prepararlo y comerlo. Mientras tanto, con las Pascuas cerca, los escribas y altos sacerdotes estaban tramando planes para establecer como iban a matar a Jesús. Satán entró en el corazón de Judas el Iscariote y éste conspiró para traicionar a Jesús cuando no hubiese una multitud siguiéndolo que pudiera interferir.

Los discípulos siguieron las instrucciones de Jesús y todo estaba preparado como él lo había pedido. Encontraron la casa y el anfitrión en donde iban a pasar las Pascuas y lo dejaron todo listo. Cuando la hora llegó, en el atardecer del catorce de Nisan, Jesús se sentó con los doce apóstoles. Jesús les expresó el gran deseo de comer con ellos en estas Pascuas. Ya las habían compartido tres veces anteriormente. Como fieles hombres de Israel, siempre recordaban el rol que jugó el cordero de las Pascuas en su liberación de Egipto. No tenían ni idea que Jesús estaba a punto de cumplir su misión como el antitípico cordero de las Pascuas. Él, su propio Maestro estaba dando su vida por ellos y por toda la humanidad.

Esa noche, mientras comían, Jesús inició una nueva ceremonia: el trozado del pan sin levadura que representa su cuerpo roto y les hizo beber el fruto de la viña respresentando su sangre derramada por ellos. Les pidió que hicieran ésto para recordarlo. A pesar de estar hablando, Jesús sabía que Judas lo había traicionado y por ello dijo: “Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.” Lucas 22:21. Mientras se preguntaban entre ellos quien podría ser el que hiciera ésto, la disputa los llevó a una discusión para ver quien era el mejor de todos. Uno puede pensar que la ocasión tan sombría no daba para tal tipo de disputas, pero aparentemente los apóstoles no comprendían todavía que Jesús iba a morir esa noche. En sus ojos él siempre seguiría con ellos siendo el Maestro.

Fue necesario que Jesús les diera consejos importantes. Los modelos a seguir eran los reyes de los gentiles, que eran señores sobre las personas. Ésto no era para ellos. Ellos deberían aprender como servir a otros, pues su grandeza yace en su éxito como sirvientes. Jesús, en una ocasión previa, les había dicho: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20:28. Aprenderían que Jesús quería decir lo mismo para ellos. Deberían seguuir el ministerio de servicio de Dios, el Padre. También deberían seguir el ejemplo de Jesús y saber que éste era uno de ellos, “como el que sirve” Lucas 22:27. Después de la muerte de Jesús y del recibimiento del Espíritu Santo, ellos se acordarían de su ejemplo y verían cuan verdadero es eso de “antes del honor está la humildad” Prov. 15:33.


Tiempo de Regicijarnos

Verso clave:Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvaráa su pueblo de sus pecados.” Mateo 1:21

Escrituras seleccionadas: 1:1-6,18-25

Mateo 1:17 resume la genealogía de Jesús de esta manera: “todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce”.

El verso 16 dice: “Jacob engendróa José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo”. Si leemos este texto rápidamente, uno puede creer que José era el padre de Jesús. Sin embargo, este texto no dice que José era el padre de Nuestro Señor.

La tradición de aquellos días era la de un largo período de esponsales, fue en ese período que María fue fecundada por el Espíritu Santo de Dios y así, ella se convirtió en la madre de Jesús. El Apóstol Juan certifica que Dios es el padre de Jesús cuando dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14.

Por una lección anterior sabemos que existió una persona que precedió a Jesús, quien anunció su presencia. El Profeta Isaías también predijo el advenimiento del que sería “voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová;” Isa. 40:3

Juan el Bautista fue identificado como el que cumplió con la profecía. Sin embargo no se relaciona con el nacimiento de Jesús, sino que apunta al trabajo de Juan de presentar al Señor al comienzo de su ministerio, treinta años después.

Lucas recoge el anuncio hecho por el ángel a los pastores del nacimiento de Jesús. “... el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:10-14.

Mateo recoge algunos de los detalles de como Jesús fue hecho carne. (Mateo 1:18-25). Allí aprendemos de la concepción milagrosa de su madre María, quien dio a luz en Belén. Había sido proféticamente afirmado que el nombre del Dios ungido sería Emanuel, que significa “Dios con nosotros”, (Mateo 1:23. Isa. 7:14) éste es sin duda uno de los títulos de Jesús, pues el fue y seguirá siendo el representante de Dios entre la humanidad.

El nombre Jesús significa salvador. Es la forma Griega de Josué. Qué apropiado que es este nombre y que causa de regocijo cuando nos damos cuenta que Jesús vino a ser el salvador de la humanidad, salvándola de todo pecado y de la condena a muerte.

El más grandioso regocijo será cuando Jesús, como el espíritu divino, establezca su reino en la tierra. Cristo y Mesías significan “ungido” y Jesús fue ungido para esta tarea por el Espíritu Santo. Como criatura no pudo cumplir muchas de las promesas atribuídas al Mesías esperado. Ahora ha llegado el momento de regocijarnos.


Tiempo de Adoración

Verso clave:¿Dónde estáel rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Mateo 2:2

Escritura seleccionada: Mateo 2:1-12

Esta lección trata de los sabios hombres del este (se piensa que fueron persas) que vieron una estrella grandiosa y entendieron que un gran Rey había nacido. La estrella los guió hasta Judea y naturalmente fueron al palacio del Rey Herodes. Allí les preguntaron sobre la estrella de la siguiente manera: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él” Mateo 2:2,3. Y no era para menos, el prospecto de un rey que fuera su rival, no era de su agrado. Herodes llamó inmediatamente al jefe de los sacerdotes y los escribas quienes estaban familiarizados con la Ley y los Profetas. Les preguntó cual era la ciudad en la que se había predicho el nacimiento de Jesús. Le anunciaron a Herodes que la ciudad era Belén, localizada a seis millas al sur de Jerusalén. Esa ciudad, dijeron, sería el honorable lugar de nacimiento del Salvador.

Leemos: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” Miaqueas 5:2. Por lo tanto Herodes envió a los hombres sabios a Belén diciendo: “Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.” Mateo 2:8.

El Rey fingió el interés por saber donde estaba pues él quería matarlo para desequilibrar el plan Divino. Más tarde, cuando los hombres sabios no retornaron, Herodes se dio cuenta que éstos se percataron de su plan. Entonces, para proteger su trono de un Profeta que algún día lo destronaría, mandó a matar a los niños menores de dos años de Belén.

Mientras tanto, mientras los hombres sabios vieron lo que Herodes pretendía se “fueron; y he aquíla estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 2:9-11.

Los hombres sabios buscaron al bebé Jesús para adorar al nuevo Rey y para otorgarle regalos, simbolizando los que a partir de ese momento le traerían. El incienso símbolo de su devoción y como regalos, sus talentos y poderes. El Apóstol Pablo describe el gran honor y eterna plegaria que será el envestirse por este rey recién nacido cuando su reino se establezca en la tierra.

Él dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” Fil. 2:9-11.