El Cuidado del Pastor

"Jehová es mi pastor; nada me faltará" Salmo 23:1

Los israelitas eran el pueblo típico de Dios y ellos reconocían a Jehová como su pastor. Ellos eran el pueblo del pacto y mediaban con él por medio de Moisés. Por lo que David podía decir, "Jehová es mi pastor". Dios fue el pastor y el proveedor de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Las pasturas verdes y el agua del Edén les pertenecían.

Pero a causa de su desobediencia se perdieron de la protección de Dios, cuyo resultado fue que el resto de la raza humana haya sido catalogada como la "oveja negra". Pero esta oveja no está perdida para siempre, pues Dios envió a su Hijo como el Pastor del Bien para encontrar y salvar a la raza humana. Jesús dijo, "Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, a buscar la que se había descarriado?" Mateo 18:11,12.

"No temáis, manada pequeña"

Pero la referencia a la oveja del Salmo 23:1 no es a la oveja descarriada sino a aquellas ovejas que están bajo el cuidado del pastor. A éstas Jesús les dijo, "No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino" Lucas 12:32.

Esas pueden verdaderamente decir, "Jehová es mi pastor". Para muchas hay "...como hay muchos dioses y muchos señores… Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él "I Cor. 8:5,6. El Padre Celestial es entonces nuestro Gran Pastor y Jesús dijo, "...nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre" Juan 10:29.

Podemos enfatizar que el Señor es nuestro Pastor, no esperar que lo sea o pensar que lo sea.

Por lo tanto el Señor es mi Pastor. Esto no es una mera generalización, sino algo muy personal. ¡Qué alegría que cada uno de nostros pueda decir mi Dios, mi Pastor, mi Padre!

¿Qué es un Pastor? El Rey David había sido pastor antes de ser nombrado Rey. Nadie sabía mejor el trabajo de un pastor que él mismo. Pastor es el que provee de comida a las ovejas, llevándolas a pasturas frescas. El Pastor debe de mantener a las ovejas juntas, darles agua, curarlas si es necesario y defender la manada. David mató un león y un oso en defensa de las ovejas que tenía a su cargo. Por ello decimos que Dios es nuestro proveedor, nuestro guía, nuestro defensor.

"Jehová es mi pastor"

Como miembros de la raza de Adán, todos estamos perdidos en el pecado. "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas" Isaías 53:6. Pues es que "...de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3:16.

Jesús, el Hijo de nuestro Gran Pastor es nuestro Pastor del Bien, "el buen pastor su vida da por las ovejas" Juan 10:11.

"Yo no querré"

"Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" escribió Pablo (Fil. 4:19). Otra promesa: "No quitará el bien a los que en integridad andan" Salmo 84:11. Podemos testificar por las palabras de Josué "...reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no se ha perdido una palabra de todas la buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros: todas os han venido, no se ha perdido de ellas ni una" Josué 23:14. Verdaderamente, no he de querer ni su providencia, ni su gracia y fuerza, ni su bondad espiritual.

"En las pasturas delicadas"

Nosotros estamos hechos para "yacer" en las "pasturas delicadas" (Salmo 23:2) que provee el Pastor. Todos podremos exclamar: "¡Qué delicadas que son mis pasturas" no vivimos sólo "de pan..., sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" Mateo 4:4

Yacemos en las promesas de Dios, y descansamos en la paz de Dios que posee el entendimiento humano. Cuando nos reunimos en plegarias y testimonios y en nuestro estudio de la Palabra de Dios, estamos viviendo en las "pasturas delicadas" que él provee. No nos alimentamos más en la tradición humana, o en mal concebidos credos, sino en las gloriosas verdades de la Palabra de Dios.

"Junto a aguas de reposo"

Nuestro Pastor no nos guía a las aguas tumultuosas que caen de las montañas, sino "Junto a aguas de reposo" (Salmo 23:2) y seguras donde podremos beber sin peligros. Estas aguas son aguas vivas de verdad, la verdad dispensatoria, la verdad de la cosecha, la verdad del presente. Estas verdades armoniosas satisfacen nuestros cuerpos y nuestros corazones. Esta agua es en nosotros como "una fuente de agua que salte para vida eterna" Juan 4:14.

Y como nos reafirman estas palabras, "Él me guía" (Himno 87, Himnos de El Alba). Este pensamiento es repetido a lo largo de toda la Biblia. Por ejemplo: "Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios" Salmo 25:9,10.

Nuestro Gran Pastor, nos ha prometido guiarnos a través de Cristo. En Jesús tenemos un ejemplo de cómo caminar, y por dónde, pues estamos siguiendo sus pasos. El Maestro llama a sus ovejas por sus nombres. EL Señor sabe que son de él, "y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz" (Juan 10:4) ¡Benditos sean aquellos para los cuales las verdades del Maestro están dirigidas!

"Él restituyó mi alma"

A lo largo de la Biblia, "alma" significa el ser, la vida, uno mismo. En el país del este con el que David estaba familiarizado, habían lugares peligrosos para las ovejas, por todos lados. El pastor debía andar vigilante. En el campo habían también pasturas privadas y viñedos. Si una oveja se iba para uno de estos lugares y la encontraban allí, la oveja pasaba a pertenecerle al dueño del lugar.

Nuestras almas, nuestras vidas, estaban perdidas por la desobediencia de Adán, pero fueron restituídas a través de la fe en Cristo. La Biblia habla de esto como si fuera nuestra justificación. Romanos 8:1 lee: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús"

Esta reafirmación de la restitución del alma (Salmo 23:3) también puede aplicar en los tiempos en que en nuestra caminata Cristiana nos cansamos espiritualmente o, a través de la negligencia, nos permitimos descarriarnos de los pasos de nuestro Pastor, poniéndonos a nosotros mismos en peligro como Nuevas Criaturas. ¡Cuán a menudo necesitamos ser restituídos al brillo total del sol de nuestro Gran Padre!

"Por sendas de justicia"

En la tierra donde David servía como pastor habían muchos caminos por los cuales las ovejas podían ser guiadas. Uno podría guiar al desierto, otro a un precipicio, y otro hacia un lugar donde las ovejas no podrían encontrar su camino de regreso. Pero el fiel pastor siempre las guió por el buen camino, "por sendas de justicia" Salmo 23:3.

Qué importante es para nosotros el seguir a nuestro Pastor. Cuánto carecemos de la virtud de elegir los caminos por nosotros mismos. "Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte" Prov. 14:12.

Nuestro Pastor nos guía por las "aguas tranquilas", por "pasturas delicadas" y "por sendas de justicia". No nos guía ni hacia la ambición terrenal ni hacia la carne. Si seguimos su guía, estamos siguiendo el "camino angosto". Jesús dice: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" Mateo 7:13,14. Otra vez, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" Lucas 9:23.

En tu nombre

El nombre del Pastor que cuida de las ovejas siempre está en juego. Un buen pastor ama a toda su manada y se interesa por cada una de sus ovejas. Pero su éxito no le brinda honor a la oveja, sino a su propio nombre. Jesús debe de haber tenido esto en la mente cuando en sus plegarias a su Padre le dijo:

"Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese" Juan 17:11,12.

La sombra de la muerte

Estos caminos certeros por los que el Pastor guía a sus ovejas, no son siempre placenteros. A veces se encuentran con situaciones mortalmente peligrosas. David describe estas situaciones como "el valle de la sombra de la muerte" (Salmo 23:4). ¿No habrá sido en ese valle (literalmente hablando) en dónde David salvó a un cordero de las garras de un león o de un oso?

Toda la humanidad está caminando por el "valle...de la muerte". El mundo ha estado en este oscuro valle por más de seis mil años, descarriado, perdido y muriéndose. Nosotros estamos en el mismo valle, pero estamos siendo guiados por su peligros por nuestro Pastor. Nuestra vida está en Cristo en Dios.

"Tú estarás conmigo"

En los lugares en que David sirvió como pastor, las ovejas estaban en constante peligro de ser comidas por animales salvajes. Cuando las ovejas son atacadas, la tendencia es a que se dispersen y corran, haciendo casi imposible para el pastor el capturar al enemigo, que normalmente se encuentra entre ellas.

El pastor sabe que hacer en esos momentos. Se sube a una roca donde pueda ser visto y oido, entonces levanta su voz y entona un largo llamado, algo parecido al aullido de los perros. Al oir esto, las ovejas recuerdan al pastor y se dirigen hacia su voz. Las pobres criaturas que estaban asustadas y desprotegidas, se juntan con toda su fuerza en una masa sólida.

La presión es irresistible y el lobo pierde. Por lo general es estrujado hasta que queda moribundo. Esto sucede pues el pastor está con las ovejas y les hace su llamado. No nos sorprende pues, que David aplique esta lección al cuidado que Dios dedica a su gente. David escribió: "No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo" (Salmo 23:4). ¿No es ésta razón suficiente?

La fe debería de darle al hijo de Dios la continua sensación de su presencia. El Gran Pastor nos ha dado su palabra de que estará con nosotros: "Mi rostro irá contigo, y te haré descansar" Éxodo 33:14.

A ésto el Buen Pastor agregó: "yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" Mateo 28:20. Si bien todavía estamos en el valle de la sombra de la muerte, no debemos temer al mal, pues bajo la guía de nuestro Pastor, pasaremos por el mal, intactos.

¿Por pasturas delicadas?
   No siempre.
A veces él, el que sabe lo mejor para nosotros,
   Con bondad
Me guía cansado por caminos por donde
   La sombra está.
Por ello, si estoy en la punta de una colina
   Y vivo allí justamente,
O en el valle sin sol, donde
   La sombra yace,
¿Qué importa? ¡Él está allí!
   ¡Mi Señor, Mi Pastor!

Porque nuestro Pastor está con nosotros, podemos escuchar su voz. La voz del Buen Pastor es una mezcla de muchos sonidos y no tiene comparación. Su voz suena con el punto común del amor, la justicia y suena con una entonación de sabiduría y poder.

A veces dos o más pastores pueden venir a visitar. Mientras hacen ésto, los corderos y las ovejas se juntan entre ellos de manera que son inseparables. Pero cuando llega el momento en que los pastores toman su camino, cada uno hará sonar su llamado y las ovejas irán al reencuentro de su respectivo pastor.

Varias voces nos están llamando hoy. Está la voz del mundo, el orgullo de la vida, la voz de la carne, uno mismo y la voz de Satán en todos sus disfraces. También nos están llamando las voces de la ambición, la fama, el egoismo, el placer, a veces la voz de los amigos y la familia. Éstas pueden atraernos a ellas y alejar al pueblo del Señor de las huellas del Buen Pastor. No escondamos las voces ni las sigamos.

El Buen Pastor dispondrá nuestro valor de acuerdo a si esas voces tienen o no una razón válida para reclamarnos. Le oímos decir al respecto: "Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" Mateo 22:21.

Oigamos a la pequeña voz de la conciencia instruída en las Palabras de Dios: "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" Isaías 30:21

"Tu vara y tu cayado me infundirán aliento"

David escribió: "Tu vara y tu cayado me infundirán aliento" Salmo 23:4. La vara y el cayado eran utilizados por el pastor para cuidar a sus ovejas. La doble expresión "vara" y "cayado" reflejan la protección total tanto de día como de noche. El pastor lleva un cayado para guiar a las ovejas y una vara para defenderlas.

La protección y corrección de Dios debe ser para nosotros una fuente de confort. El Antiguo y Nuevo Testamento son una fuente de confort y defensa. A través del confort de las Escrituras, nosotros tenemos esperanza.

¡Qué reconfortante son las expresiones del amor Divino! "Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo cogerá los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente las paridas" Isaías 40:11. Verdaderamente sabemos que "todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados" Romanos 8:28.

"Aderezarás una mesa"

La "mesa" prometida (Salmo 23:5) se dice que debe ser preparada "en presencia de mis angustiadores". Aquí algunos cambiarían la escena de campo por una de un banquete, pero esto es inecesario. Cualquiera sea nuestro pensamiento, no deja de ser maravilloso.

La palabra mesa aquí simboliza donde se pueda desplegar comida. Como por ejemplo en un picnic. De todas maneras la mesa es como del estilo de los picnics todavía vistos en los países árabes del este. Una gran pieza de tela abierta en el suelo o césped. ¿No es ésto exactamente como "mesa" que el pastor prepara para sus ovejas?

Además de encontrar agua, el pastor debe de buscar unas pasturas seguras para que las ovejas coman. Él depliega esta mesa en ese punto de tierra cubierta por césped. La habilidad del pastor y su heroico trabajo es valorado en esta tarea, pues habitualmente la debe realizar en presencia de los enemigos de las ovejas. Estos enemigos pueden ser plantas venenosas o guaridas de serpientes. Además que en las cavernas de la ladera de las colinas pueden haber lobos, hienas y panteras. Para cerrar estas guaridas con palos o matar a algun animal salvaje con cuchillos, se necesita mucho coraje y habilidad. Quizás David usó su honda para su ventaja.

Nuestro Buen Pastor prepara la mesa para nosotros más allá de los enemigos que puedan estar rodeándonos. A Satán y sus cómplices les gustaría tomar, si pudieran, de nosotros esta "carne en la temporada adecuada". También les gustaría destruir las ovejas del Señor, pero su divina presencia está con ellas. Su sabiduría, su poder y su amor es su protección, por lo que ellas continúan comiendo a la mesa.

Nosotros estamos disfrutando una fiesta de riqueza espiritual. Por eso podemos decir: "Bajo la sombra del deseado me senté, Y su fruto fué dulce en mi paladar. Llevóme á la cámara del vino, Y su bandera sobre mí fué amor" Cantares 2:3,4.

Nuestro Maestro, en su retorno, nos ha servido: "Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá" Lucas 12:37. Hemos sido alimentados como Mateo sugiere en 24:45: "¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su familia para que les dé alimento á tiempo?". Verdaderamente el Señor ha preparado la mesa y la ha deplegado con espiritualidad.

El ungido y la copa

En la expresión "Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando" Salmos 23:5, comienza la hermosa escena del final del día. El Salmo ha cantado sobre los acontecimientos de todo el día, referidos a las necesidades de las ovejas y el hermoso cuidado que les ha dado su pastor. Ahora cierra con la última escena del día.

El pastor se para en la puerta del redil y el varillado de las ovejas comienza. Él tuerce su cuerpo para dejarlas pasar pues él es "la puerta" (Juan 10:7), como Cristo dijo de si mismo. Con el cayado las va parando hasta que las ve una a una entrando al redil.

El pastor lleva consigo un cuerno lleno de aciete de oliva, y también una provisión de brea de cedro. Con la brea se unta una rodilla que se había lastimado en una roca, o el costado que se había arañado con espinas. Mientras mira cuidadosamente a las ovejas, se da cuenta que algunas están realmente agotadas. Él lava las cabezas y las caras de éstas con el refrescante aceite de oliva.

¿No estamos asociados nosotros con Uno que fue untado con él "óleo (aceite) de alegría más que á tus compañeros"? Hebreos 1:9. ¿No hemos recibido su unción? Juan escribió: "...la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros..." I Juan 2:27.

"Mi copa está rebosando"

Para esta escena del final del día, el pastor ha provisto agua refrescante y fresca. Él toma una copa con dos asas, la introduce en su provisión, y se la da a las ovejas agotadas. No hay nada en el Salmo más bonito que ésto.

Nuestra "copa" de las experiencias es una de alegrías en el Señor. Aún en nuestra comunión con las aflicciones de Cristo podemos encontrar alegría pues son una provisión de la bondad de Dios. "Ciertamente," David continúa, "...el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: Y en la casa de Jehová moraré por largos días" Salmo 23:6. El hecho de que la traducción de Rotherham utilice la palabra "seguir" indica que la bondad y la misericordia del Señor están muy cerca nuestro, siguiendo nuestros pasos, sin perdernos nunca de vista. En todas las experiencias representadas a lo largo del Salmo, la bondad y misericordia de Dios se pone de manifiesto. El último toque es el de la copa rebosante de agua, cuando las ovejas agotadas entraron al redil para pasar la noche.

La casa del Señor

El redil al cual entran al final del día puede representar nuestro hogar eterno, al que entramos después de nuestro "angosto" camino (Mateo 7:14). ¡Qué premio será vivir en la casa del Señor! Es la casa que Jesús, nuestro Buen Pastor, prometió cuando le dijo a los discípulos: "...voy, pues, á preparar lugar para vosotros" Juan 14:2. En esta casa moraremos por siempre.


El siguiente artículo viene del número anterior

Vida y Doctrina Cristiana
El Plan de Dios en el libro del Génesis-Parte 36

El Entierro de Jacob y la Muerte de Juan

(Capítulo cincuenta)

Fue su fe en las promesas de Dios lo que lo hizo arreglar que su cuerpo fuera embalsamado y llevado a Canaán. Pidiéndoles que dieran su palabra en juramento , José les dijo a sus hermanos que hicieran que se cumpliera su deseo con respeto. Él les dijo: “Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos”. El hecho que José quisiera que sus huesos permanecieran en Egipto hasta el Éxodo, puede haber sido porque él no deseaba imponerles a sus hermanos una carga inecesaria, como hubiera sido el caso si les hubiese pedido que hicieran un viaje especial a Canaán para su funeral como lo habían hecho con su padre. O posiblemente se dio cuenta que su gente no disfrutaría de la misma libertad de ir y venir como cuando él sirvió de regulador suplente cuando vivía.

Llegamos al final del primer libro de la Biblia que nos muestra la obra del Plan Divino para la salvación de la humanidad. También llegamos al final de la Era Patriarcal, la primer era del presente mundo malvado. La Época de los Judíos empieza con el libro del Éxodo.

Mientras que históricamente el Libro del Génesis cubre el primer mundo y la Era Patriarcal, proféticamente abarca todas las épocas, incluyendo la del Milenio cuando, de acuerdo a lo prometido por Abraham, todas las familias de la tierra serán bendecidas. El desarrollo de la “semilla” de la promesa ha sido el trabajo de la presente Época del Evangelio. Las promesas de este libro aplican a la transportación de la semilla natural de Abraham de Egipto y a la plantación de la misma en la Tierra Prometida. Estas promesas serán cumplidas durante la Época de los Judíos.

En este maravilloso libro, se nos habla de la creación del hombre y del propósito Divino concerniente a él, el de multiplicarse y llenar la tierra y someterla. Nos habla de la entrada del pecado y de sus trágicos resultados, de la pérdida de la vida del hombre y de su hogar terrenal. Nos asegura, sin embargo, del continuo amor de Dios y de que se hará una provisión para la redención y el rescate de la raza humana por el resultado de su propia transgresión.

Esta provisión es la semilla, a la que primero se refirió como la “semilla de la mujer” y luego como la semilla de Abraham. Con la ayuda del Nuevo Testamento, aprendemos que esta semilla es Jesucristo, el Redentor y Salvador del mundo. También aprendemos que sus fieles seguidores en esta Época del Evangelio, la iglesia, como miembros del cuerpo físico , son parte de esa semilla “y herederos de acuerdo con su promesa”.

Por lo tanto el abrir el libro de la Biblia nos introducimos a las ideas principales del plan de Dios. Es maravillosa la armonía de toda la Biblia mientras trazamos la reiteración de estas ideas a través de sus páginas.


La Palabra de Dios

"Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié". Isaías 55:10,11.

La palabra de Dios nos revela el plan para reconciliar a la raza decayente que ha sido maldecida por el pecado. En nuestro texto se nos da la seguridad bendita que este propósito Divino no fallará, de que Dios hará que las cosas dichas en su Palabra sean cumplidas. Esta es una de las lecciones más importantes que aprendemos cuando recién nos acercamos a la verdad y la conocemos mejor.

¡Qué bendición es tener esa seguridad! Nos da una firme base para la fe, ayudándonos a regocijarnos en la esperanza puesta ante nosotros en el Evangelio. ¡Bendita sea esta seguridad!

Nuestro texto no sólo nos asegura que graciosamente Dios tiene la voluntad abundante para lograr su propósitos amados que ha revelado a través de su Palabra, sino que también su Palabra en si misma tiene la habilidad de hacer. Ésto también será efectivamente logrado manteniendo el propósito divino. El Apóstol Pablo nos asegura que la Palabra de Dios es rápida y poderosa, más filosa que "...toda espada de dos filos" Hebreos 4:12.

No sólo la Palabra de Dios revela su plan, sino que también Él la usa para lograr gran parte del plan. Esto es especialmente cierto con el trabajo realizado por su voluntad en los corazones y las vidas de las personas consagradas. En esta conexión también nos damos cuenta lo bendecidos que estaremos si nos dejamos influenciar sin reservas por la Palabra Divina. Y si así lo hacemos, es seguro que seremos santificados por ella y nos hará "...aptos para participar de la suerte de los santos en luz" Col. 1:12.

La lámpara está a nuestros pies

El salmista escribió que la Palabra de Dios era como una lámpara a sus pies y una luz en su camino. (Salmo 119:105). Y otra vez lo expresa en el Salmo 119:130 que dice: "El principio de tus palabras alumbra". ¡Cuánto necesitamos de esta luz en nosotros! La "iluminación del conocimiento de la gloria de Dios" (II Cor.4:6). Él ha brillado en nuestros corazones por medio del Evangelio, y mientras estamos en un mundo oscuro, ahora podemos ver nuestro camino.

La luz es un símbolo de conocimiento y entendimiento y ¡qué maravilloso es el entendimiento que nuestro Señor nos ha dado a través de su Palabra! Ahora nosotros conocemos el Plan Divino para nosotros y para el mundo. En nuestra caminata diaria por el camino angosto, nuestros pasos están siendo guiados por la Palabra. Podemos zambullirnos en su directiva para que nos guíe hacia arriba, si es que somos humildes y sinceros cuando la aplicamos. Santiago escribió: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere..." (Santiago 1:5). Es a través de su Palabra que Dios nos responde a nuestras plegarias en busca de sabiduría. Si buscamos diligentemente por esa sabiduría, nuestro camino se convertirá "...como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto" Proverbios 4:18.

Nos alimentamos de la Palabra

La Palabra de Dios es también relacionada con comida, pues nos nutre como "Nuevas Criaturas" en Jesucristo. (II Cor. 5:17; Gál. 6:15). Mientras nos alimentamos de la Palabra, crecemos fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza. A través de esta nutrición espiritual, crecemos a la estatura de hombres en Jesucristo. Citando de Moisés, Jesús dijo al Adversario: "No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios" Mateo 4:4.

Jesús se refirió a la Palabra de Dios como "comida" en una de sus promesas relacionadas con el fin de la época y al tiempo de su Segunda Presencia. Él les dijo a sus discípulos que cuando volviera se ceñiría y les serviría la fe con "alimento a tiempo" (Lucas 12:37; Mateo 24:45). ¡Cuán rica ha sido la fiesta de la verdad que hemos disfrutado a través del cumplimiento de esta promesa! Es todo la "palabra de Dios", la Palabra que ha salido de su boca.

Aguas Refrescantes

La Palabra de Dios es también como agua. Es refrescante, vigorizante, da vida. ¡Qué seca y desierta parecería nuestra vida si no tuviéramos la refrescante agua de la verdad! Nos regocijamos en la seguridad que nos dio el Maestro de que el "pan" y "agua" espiritual serán distribuídos a aquellos "que tienen hambre y sed de justicia" Mateo 5:6. Jesús prometió que esa hambre será "harta". Esto ha sido confirmado como verdadero. ¡Qué satisfactorio y refrescante ha sido la Palabra de la presente verdad!

La Palabra de Dios es también ligada al agua por el efecto de limpieza que tiene en nuestras vidas "limpiándolas en el lavabo del agua por la palabra" Efe. 5:26. Esta función de la Palabra de Dios fue anunaciada por el agua en el lavabo que se encontraba en la corte del típico Tabernáculo. (Éxodo 30:18). Allí los sacerdotes se lavaron y para nosotros, el antitípico sacerdocio, la Palabra lava, es un lugar para limpiarse de la suciedad de la carne.

Una armadura de protección

David escribió "Escudo y adarga es su verdad" (Salmo 91:4). Así como los cristianos eran "fiel(es) soldado(s) de Jesucristo" (II Tim. 2:3). Estamos luchando la "buena lucha de la fe" (I Tim. 6:12).

Los soldados tienen enemigos que luchan en contra de ellos y nuestros enemigos son el mundo, la carne y el Demonio. La Palabra de Dios es como una armadura de protección impenetrable en contra de estos demonios. Satanás y los poderes aliados a él son muy poderosos y Pablo nos dice que para hacerles frente vamos a necesitar ponernos "...toda la armadura de Dios" Efesios 6:11.

Pablo identifica cada parte de la armadura y sugiere la manera que nos sirve de protección contra "todos los dardos de fuego del maligno" Efesios 6:13-18. Existe también un yelmo de salvación. Éste representa nuestro conocimiento de la verdad. Es esencial que conozcamos la Palabra de Dios para poder hacerle frente al Adversario. Cuando Satán atacó a Jesús mientras salía del desierto, su conocimiento de la Palabra fue su protección. En contra de cada dardo de la tentación, la defensa del Maestro fue "Está escrito" (Mateo 4:4-10). Por ello no precisa que esté con nosotros si somos buenos soldados de Jesucristo.

Otra parte de la armadura es la "cota de justicia" (Efe. 6:4). La cota que llevaba una antigua armadura estaba diseñada para proteger el corazón y otros órganos vitales. La Palabra dice: "Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida" Prov. 4:23.

Sabemos que nuestro Señor no nos juzga por la poca voluntad de nuestra decayente carne, pero al Adversario le gusta desanimarnos en este campo. Él nos va a intentar hacer creer que no vale la pena intentar complacer al Señor pues siempre estaremos cortos ante los estándares Divinos de justicia. Pero para ésto la Palabra también nos ofrece protección, pues nos asegura de la provisión de justificación a través de Cristo que hace Nuestro Padre. La justificación es el ser justos está en él, no en nosotros mismos.

Entonces, cuando el Adversario nos tire con fieros dardos de desánimo, fallarán en lastimarnos, pues recordaremos la protección de la Palabra que declara: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" Rom. 8:33,34.

Pablo menciona el "escudo de la fe" como parte de la armadura cristiana diseñada para parar a los fieros dardos de Satanás. Es la fe que... "ha sido una vez dada a los santos" (Efe. 6:16; Judas 3). Tener un mero conocimiento de esta fe, no es suficiente. Debemos confiar plenamente. Este simbolismo del "escudo de la fe" también incluye nuestras creencias en las promesas de Dios. Es necesario tener total confianza en la justicia del Plan Divino, incluyendo la forma en que las providencias de Dios operan en nuestras vidas, formando una cota de fuerza contra cualquier esfuerzo que Satán haga para destruirnos a nosotros, las "Nuevas Criaturas".

Un arma ofensiva

Luego es "la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios" (Efe. 6:17). Esta es la parte ofensiva de nuestra armadura, con la que damos batalla a nuestros enemigos. Pero no es una espada carnal. Ninguna de nuestras armas de guerra, Pablo dice, son "carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios" II Cor. 10:4,5.

Los fieros dados de Satanás son sugerencias contrarias a la voluntad de Dios por el cuerpo de los miembros de Cristo. Estas sugerencias son por lo general plausibles y siempre son más placenteras para la carne que la ya expresada voluntad de Dios. Si aceptamos las malas sugerencias y nos dejamos gobernar por ellas, nos dañarán como las "Nuevas Criaturas" que somos. Si blandimos la espada del espíritu, para repelerlas y destruirlas, saldremos victoriosos de cualquier trampa del Adversario.

Nuestro paso por el camino angosto también está protegido por la Palabra. Pablo dice que nuestros pies están "calzados ... con el apresto del evangelio de paz" Efe. 6:15. El camino del cristiano es frecuentemente dificultoso. El Adversario coloca piedras en nuestro camino por culpa de las cuales podremos caernos. La Palabra habla del "lazo del cazador" Salmos 91:3.

Como la protección de nuestros pies es referida como el Evangelio de la paz, esto indica que uno de los métodos de ataque de Satanás es atraernos a la lucha de la carne y la controversia con aquellos que se oponen a la verdad. Este curso de los acontecimientos es más tentador para la carne, pero es una trampa, una piedra para que nosotros, las Nuevas Criaturas tropecemos. La Palabra dice: "Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios" Mateo 5:9.

Nosotros debemos tener nuestros "lomos de verdad" (Efe. 6:14). El uso del ceñidor en tiempos antiguos, lo sugiere como símbolo de servicio. Las cualidades protectoras de la verdad dependen de la manera generosa de como lo ceñimos. Debemos ser siervos fieles de la verdad por nosotros mismos, pero debemos usarla fielmente por el bien de otros, si no "toda la armadura de Dios" no quedará segura atada a nosotros y más tarde o más temprano caeremos ante nuestros enemigos.

El canal de la Palabra de Dios

Cuando el Señor nos asegura que la Palabra que "sale de su boca" no retornará vacía, es importante recordar que él nos usa, como sus sirvientes que somos, como canales de su verdad, de su Palabra. Dios no grita su Palabra desde su trono en el cielo, sino que la pone en el corazón y la mente de su gente a través de instrumentos humanos. Él inspiró a los profetas de tiempos pasados para grabar su plan en el Antiguo Testamento. Él guía a Jesús en sus enseñanzas. Su Espíritu Santo milagrosamente iluminó las mentes de los apóstoles para que sus sermones y escrituras sirvieran para elaborar más allá la Palabra que sale de su boca.

Pablo explica que además de los canales de la Palabra milagrosamente inspirados, el Señor ha provisto pastores, maestros y evangelistas. En un sentido más amplio, cada niño de Dios consagrado es un canal de su verdad, pues el "Espíritu de Señor Dios" está con ellos, aprontándolos para este servicio. El gran plan de Dios, que es esquematizado en su Palabra, es la reconciliación de la raza humana maldecida por el pecado. El plan está centrado en Jesucristo, el Salvador y Redentor. Pablo escribió: "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí" y después agregó que en el proyecto nosotros éramos "embajadores en nombre de Cristo". Para servir de esta manera, el Señor nos ha dado la "palabra de la reconciliación" II Cor. 5:19,20.

No podemos quedarnos con la verdad para nosotros mismos y esperar recibir todos los ricos beneficios que contiene. Nos alimentamos de la verdad al mismo tiempo que servimos a otros. Somos refrescados por ella mientras buscamos las aguas de otros. El poder limpiador de la verdad en nuestras propias vidas es más efectivo cuando nos exhortamos los unos a los otros a amar y a hacer buenas obras. La defensa de la verdad contra los ataques de varios enemigos de la Nueva Criatura se fortalece cuando estamos todos juntos luchando por la fe alguna vez dada a los santos.

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