ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección tres

La simiente prometida

Versículo Clave: “Y, si son de Cristo, también son descendientes de Abrahán y herederos según la promesa”.
—Gál. 3:29

Escrituras Seleccionadas:
Gálatas 3:15-29

SIEMPRE QUE DIOS llama a alguien a su servicio, tiene un propósito u objeto específico en mente, como lo tuvo con Abraham. Se ordenó al patriarca fiel que abandone su país natal para una vida de separación de su influencia pagana. También tuvo una gran influencia sobre sus hijos y más tarde sobre la nación de Israel, por una promesa que recibió, la cual indicaba que, al responder obedientemente a este llamado, todas las familias de la tierra serían bendecidas. (Gén. 12:3).

Como descendientes naturales de Abraham, Israel recibió la primera oportunidad de cualificar como el medio de Dios para la bendición de la familia humana. La obediencia al Pacto habría preparado a la nación para aceptar a Cristo cuando vino y, a través de la fe, unirse a él para convertirse en la simiente de la promesa. Dios les dijo: Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. (Éx. 19:5,6)

Pablo, bajo la iluminación del Espíritu Santo, nos proporciona mucha comprensión sobre cómo esta bendición mencionada anteriormente se hará realidad. Se refiere al hecho de que, como resultado de la obediencia perfecta de Jesús a lo largo de su ministerio terrenal, el Pacto se cumplió. (Rom. 10:4; Col. 2:14).

Asimismo, Pablo nos recuerda que la Ley proporcionada en el monte Sinaí a través de Moisés se añadió más de cuatrocientos años después de la promesa de Dios a Abraham. La Ley fue proporcionada para ilustrar que el pecado tenía un efecto degradante sobre la familia humana, así como para demostrar a los israelitas y todos los demás la imposibilidad de que cualquier ser humano imperfecto cumpla con los requisitos divinos para obtener la vida en la tierra. No obstante, a través de todo este período, el Pacto de Abraham continúa vigente, y las bendiciones las bendiciones que se acumularán se realizarán durante el reino de la justicia de Dios, cuando Satanás sea atado y no pueda engañar a la humanidad. (Gál. 3:16-19; Ap. 20:2,3)

“De manera que la ley nuestro ayo fue para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo. Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos. No hay judío, ni griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. (Gál. 3:24-28)

Nuestro Versículo Clave afirma que todos los creyentes consagrados a lo largo de esta Era Evangélica que cumplen con las condiciones del discipulado, por el bautismo en la muerte de Cristo y la fidelidad en el cumplimiento de su pacto de sacrificio, serán parte de esta simiente espiritual que bendecirá a toda la humanidad en el reino venidero de Dios.

Qué privilegio tenemos de entender el maravilloso plan de Dios para la restauración de la humanidad de los efectos devastadores del pecado en esta era maligna actual. Si somos leales, también tendremos el glorioso privilegio de estar en presencia de Jesús, el “Rey de reyes”, a lo largo de la eternidad. (Ap. 17:14).



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