ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección tres

Dedicación a la casa del Señor

Versículo Clave: “Y los hijos de Israel, los sacerdotes y los Levitas, y los demás que habían venido de la trasportación, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo”.
—Esdras 6:16

Escrituras Seleccionadas:
Esdras 06:16-22

HABÍAN PASADO CASI veinte años desde que Ciro, Rey de Persia, había emitido la proclamación de que los judíos regresaran a su patria y reconstruyeran su templo, el cual había sido destruido por el ejército babilónico. El trabajo de reconstrucción ya estaba hecho y el templo estaba finalizado. Si no fuera por la ayuda de Dios al proporcionar el liderazgo del sacerdote Josué y de Zorobabel, el jefe de la tribu de Judá, así como el estímulo de los profetas Hageo y Zacarías, lo más probable es que la obra no se hubiera completado.—Esdras 6:14

De forma similar, cualquier servicio que podemos prestar para el Señor, no bastamos para completar la tarea. Nosotros, al igual que hizo Israel, debemos ver a nuestros líderes espirituales, Jesús y sus apóstoles, a fin de recibir aliento y fuerza para cumplir el trabajo que el Padre Celestial quiere que hagamos. “No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios”.—2 Cor. 3:5

De la misma forma, en las experiencias cotidianas de la vida, debemos confiar en la ayuda de Dios a través de la oración y la súplica para él. “Lleguémonos pues confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Heb. 4:16) Pablo se dio cuenta de esto en su propia vida. Al hablar sobre la debilidad de su vista, el Señor le recordó: “ Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”.—2 Cor. 12:7-9

Nuestro Versículo Clave indica que todos los judíos que habían regresado del cautiverio se reunieron para dedicarse a la reconstrucción del templo. Fue un acontecimiento de gran alegría, agradecimiento y reflexión sobre lo que habían podido realizar con la ayuda del Señor. Como la providencia divina quiere, la finalización y la dedicación del templo coincidió con el primer mes del año religioso de los judíos. Así, se afirma que “Y los de la transmigración hicieron la pascua a los catorce del mes primero. …Y celebraron la solemnidad de los panes ázimos siete días con regocijo, por cuanto Jehová los había alegrado, y convertido el corazón del rey de Asiria [Persia] a ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel.—Esdras 6:19,22

Los hijos de Israel dedicaron el templo con alegría. Como parte de la ceremonia, ofrecieron “y machos de cabrío en expiación por todo Israel, doce, conforme al número de las tribus de Israel”, lo que indicaba que las doce tribus eran representadas entre los cautivos retornados.—versículos 16,17

El actual pueblo de Dios, los seguidores de Cristo, también se regocijarán al dedicar sus vidas al Padre Celestial. Se habla de la iglesia como la morada de Dios, su templo. “¿No sabéis que sois templo de Dios?” (1 Cor. 3:16) Estando en esta condición simbólica de “templo”, debemos festejar continuamente al Señor, participando de su verdad, su ejemplo, sus palabras y su carácter. Israel celebró un festejo de siete días; siete significa plenitud o perfección. Nuestro banquete con el Señor es cada día, con nuestra vida entera representada como el banquete completo de siete días sobre el pan “sin levadura” de la Verdad.—1 Cor. 5:8



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba