ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Caín y Abel

Versículo Clave: “Y habló Caín a su hermano Abel: y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató.”
—Génesis 4:8

Escrituras Seleccionadas:
Génesis 4:1-15

LA PRIMERA tragedia sobre la Tierra fue resultado de la desobediencia a Jehová cuando nuestros primeros padres comieron el fruto prohibido. (Gén. 2:16,17; 3:6) Los detalles del castigo de Eva por su participación en la desobediencia del mandamiento de Dios se describen en Génesis 3:16. Él le dijo a ella “Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos; y á tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.” La sentencia consistió de tres partes, dos le pertenecieron a ella como madre y una como esposa. El dolor relacionado con el nacimiento de los hijos se ha extendido, particularmente, a través de todas las generaciones a los dolores y ansiedades de las madres respecto a su descendencia.

En su perfección, Eva seguramente esperaba que llegara el momento de ver en sus propios hijos una manifestación de amor hacia Dios como ella había experimentado en su propio corazón. Sin embargo, antes de que naciera su primer hijo, fue aislada del favor de su Creador y de los frutos de la vida. Ella, junto con Adán, comenzó a trabajar con el sudor de su cara luchando contra las espinas y los cardos de la tierra. Su embarazo de Caín fue probablemente uno de gran angustia mental, ya que recordó su lugar en el Edén y quizá lo codició. Sin duda, esto podría haber marcado a su hijo no nacido con tendencias al descontento y egoísmo.

La segunda tragedia de la Tierra se encuentra en el incidente descrito en el Versículo Clave de hoy. Nuestra lección nos dice que: “Y fue Abel pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.” (Gén. Con el tiempo, ambos trajeron ofrendas de su generosidad como un sacrificio a Dios. Los versículos 4 y 5 dicen “Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; Mas no miró propicio a Caín y a la ofrenda suya.” El apóstol Pablo dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín.” (Heb. 11:4) Esto sugiere que Abel primero buscó la mente del Señor respecto a qué y cómo ofrecer un sacrificio. Esta es una lección para aquellos que serían seguidores de Cristo. Jesús enseñó este mismo principio cuando dijo: “más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia.”—Mt. 6:33

Caín debería haberse alegrado con Abel y llevado una ofrenda similar, por la cual habría obtenido aceptación divina. Si hubiera intentado saber por qué solo la ofrenda de Abel era aceptable, podría haber aprendido que la muerte de un animal tenía un gran significado simbólico en las disposiciones y planes de Dios. Rechazar esta línea de acción condujo un espíritu de egoísmo, celos y rabia en Caín. Dios inmediatamente le advirtió sobre esto. “¿Por qué estás enojado y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo.”—Gén. 4:6,7, La Biblia de las Américas

¡Cuánto necesitamos aprender esta lección! A través de la caída todos tenemos sentimientos más bajos que luchan contra los más nobles. Como un león en busca de su presa, ellos buscarán devorarnos. (1 Pe. 5:8) Se necesita la ayuda divina para superar estas propensiones caídas. Caín tenía acceso directo a dicha ayuda, pero decidió ignorarla. El apóstol Juan nos enseña, diciendo: “Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.”1 Juan 2:1,2, LBLA



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