EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

La Comisión del Cristiano en 2022

“No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado. Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los domésticos de la fe.”
—Gálatas 6:9,10

CUANDO JESÚS resucitado apareció ante sus discípulos la última vez antes de su ascensión y les indicó cuál sería su trabajo como sus discípulos. Él dijo: “Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalem, en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra”. (Hechos 1:8) Años después, cuando el apóstol Juan recibió esa maravillosa visión sobre el futuro, vio a aquellos que se habían dedicado por completo a “por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios… y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”—Ap. 20:4

La comisión dada por Jesús a sus discípulos casi hace dos mil años y la cual Juan vio en su visión como si hubiera sido seguida por todos aquellos quienes al final reinarían con Cristo en su reino, sigue rigiendo actualmente. Al comenzar el año 2022, existen muchas actividades, causas y posibles distracciones que podrían atraernos como cristianos hacia otras áreas de actividad. Sin embargo, nuestra comisión no ha cambiado respecto a aquella que nuestro Señor les dio a sus discípulos, porque de hecho, también somos sus discípulos y debemos ser seguidores de su ejemplo en pensamiento, palabra y acción. Uno de los ejemplos más grandes de Jesús para nosotros fue en la línea de proporcionar bienestar, amor, simpatía y estímulo a todos aquellos con los que se contactó y hacerlo dando testimonio de las numerosas verdades y promesas contenidas en la Palabra de Dios.

La labor de dar testimonio de la Verdad de la Palabra de Dios se hace en virtud del poder y a través de la autoridad del Espíritu Santo. Jesús mismo recibió este poder y autoridad en el momento de su bautismo cuando el Espíritu Santo vino sobre él. Más tarde, durante una sinagoga en Nazaret, Jesús citó a Isaías 61:1-3 para demostrar que su autoridad y labor habían sido conocidas y predichas por su Padre Celestial. (Lucas 4:16-21) El versículo 1 de la profecía de Isaías reza: “El Espíritu del Señor Jehová es sobre mí, porque me ungió Jehová; hame enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, á vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel”.

A lo largo de los tres años y medio de su ministerio, Jesús fue fiel en el cumplimiento de esta comisión del Espíritu Santo. Lucas 8:1 establece respecto a Jesús que “él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él”. Jesús no solo predicó el evangelio de boca en boca, sino que también ilustró las bendiciones que llegarían al pueblo a través de las agencias de su reino mediante los numerosos milagros que realizó.

Jesús envió a sus apóstoles a realizar una labor parecida a la de él. Luego envió a otros setenta. Todos estos, bajo el liderazgo de Jesús y siguiendo su empleo, fueron de un lugar a otro a través de la tierra de Israel para dar testimonio del “evangelio del reino”. (Mat. 10:5-8; 24:14; Lucas 10:1-9) Los apóstoles y los otros setenta fueron facultados para realizar milagros para fundamentar el mensaje que proclamaban.

NO ES UN EVANGELIO SOCIAL

Si bien en el trascurso de su ministerio estos primeros testigos concedieron muchas bendiciones temporales de curación a aquellos a quienes proclamaron el evangelio del reino, esto fue simplemente un subproducto de su campaña. Los milagros se diseñaron simplemente para hacer más eficaz su testimonio de que el reino de los cielos estaba cerca. Es importante tener esto en cuenta, porque hoy en día, en todo el mundo que profesa ser cristiano, la predicación del evangelio del reino casi ha cesado, y el evangelio social se proclamó en su lugar, el cual busca librar a la humanidad de diversos males sociales únicamente con el esfuerzo humano, junto con las buenas obras en nombre de los pobres y necesitados.

Debemos apreciar y elogiar a los que tratan de hacerle bien a sus semejantes en términos importantes. Probablemente en ningún momento ha habido una mayor necesidad de asistencia en todo el mundo. Sin embargo, como los seguidores del Maestro nuestras obligaciones como cristianos se exponen en sus mandatos y en su ejemplo. Aquellos que conocen el plan de Dios para la salvación del hombre tienen la ventaja de saber que a su debido tiempo se tomarán abundantes disposiciones para todos los pobres y necesitados del mundo, así como para los enfermos y moribundos sobre los que ahora podríamos hacer muy poco en cualquier caso.

Jesús les dijo a aquellos a los que llamó de su negocio de pesca, “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”. (Mat. 4:19) Él no les dijo que, al seguirlo, su principal labor sería alimentar y vestir a los necesitados. Cuando los envió al ministerio, él les dijo: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios: de gracia recibisteis, dad de gracia. No aprestéis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas, Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento”.—Mat. 10:7-10

De estas instrucciones detalladas se desprende que los apóstoles fueron enviados para predicar y, junto con su prédica, para curar a los enfermos y realizar otros milagros. Ellos no recibieron los medios para asistir a los pobres. De hecho, con frecuencia tuvieron que depender de la generosidad de aquellos a los que servían para sus propias necesidades materiales. Más tarde, cuando la oposición a Jesús y sus compañeros de labor había crecido hasta el punto de que los gobernantes religiosos estaban listos para crucificarlo, él les instruyó a sus apóstoles que debían tomar cualquier medio material que tuvieran con ellos, porque quizá, a partir de ese entonces, no podrían esperar mucha ayuda de parte de sus compañeros israelitas.—versículos 21-36

Jesús condujo su ministerio en forma similar a la manera en que él mismo señaló a sus representantes. Sus milagros fueron más destacados, pues en varias ocasiones despertó a los muertos del sueño de la muerte. Luego del Pentecostés Pablo también hizo esto. (Hechos 9:36-42) Otro de los milagros destacados de Jesús fue la alimentación de la multitud. (Marcos 6:34-44) No hay evidencia para demostrar que estas cinco mil personas eran especialmente pobres. Era simplemente que habían estado escuchado la prédica de Jesús en un “lugar desierto” lejos de sus casas, que consideró un acto de cortesía y hospitalidad proporcionarles algo para comer. Sus discípulos aconsejaron que fueran enviados a las aldeas para comprar su propia comida, lo que indica que tenían los fondos necesarios para hacerlo si Jesús lo hubiese permitido.

Este milagro, incluso como todos los otros realizados por Jesús y sus representantes elegidos, fue diseñado para impresionar el mensaje del reino que predicaban. Más tarde, Jesús amonestó a sus oyentes, “Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que á vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque a éste señaló el Padre, que es Dios”. (Juan 6:27) Cuando el pueblo le pidió una señal a Jesús, él les remitió al maná que Dios proporcionó a los israelitas en el desierto y les recordó que todos esos israelitas murieron. Luego explicó que él era el “verdadero pan” que, al ser aceptado a través de la fe, daría la vida eterna.—versículos 30-35,47-51

ALIMENTAR A LOS POBRES

En una ocasión, un hombre joven se acercó a Jesús y le preguntó qué podía hacer para obtener la vida eterna. Él era un judío, y Jesús le recordó la Ley, la cual prometía vida eterna a quien pudiera y quisiera cumplirla. Cuando el hombre le dijo que había cumplido los mandamientos, Jesús le dijo que debería vender todo lo que tenía y darles las ganancias a los pobres, luego tomar su cruz y seguirlo. (Mat. 19:16-21; Marcos 10:17-21) Jesús no le pidió a este joven hombre que le diera su riqueza a él para poder alimentar a los pobres. Lo que le pidió fue que el hombre se despojara de sus riquezas, las repartiera a los pobres y luego se convirtiera en su seguidor. El simple acto de dar su riqueza para alimentar a los pobres no habría sido seguir a Cristo, sino un paso necesario para convertirse en un seguidor. El punto es que el propósito del ministerio de Jesús no era alimentar a los pobres con comida material.

De ningún modo condenamos al mundo que se dice cristiano por dedicar mucho esfuerzo hacia el trabajo social y de elevación entre los pobres y necesitados. Simplemente estamos enfatizando que este no era el foco del trabajo que Jesús realizó ni sus seguidores debían concentrar sus esfuerzos de esa forma. Jesús fue comisionado por el Espíritu Santo para proclamar buenas noticias; y, como sus seguidores, nuestra gran comisión también es predicar el evangelio del reino.

LUEGO DE PENTECOSTÉS

Luego de Pentecostés, mediante la autoridad de Jesús, y a través de la iluminación del Espíritu Santo, los apóstoles y otros discípulos continuaron el ministerio de la Verdad, el glorioso evangelio del reino. Los apóstoles fueron capaces de realizar milagros, como lo hizo Jesús, si bien este aspecto de su ministerio no parece ser tan prominente como lo fue en el caso de Jesús. Cuando los apóstoles murieron, los milagros cesaron por completo. La simple proclamación del mensaje evangelio dependía entonces de dar el testimonio.

Al principio, este esfuerzo fue limitado casi en su totalidad a lo que podía lograrse mediante presentaciones orales individuales del mensaje a audiencias de diferentes tamaños. Las copias de las propias Escrituras eran muy escasas y costosas. Durante los Años Oscuros, la posesión de las Santas Escrituras fue prohibida por el sistema iglesia-estado en vigencia en ese momento y la traducción de la Biblia en un idioma comúnmente utilizado era un delito penado con la muerte. Finalmente, tras la llegada de la imprenta en el siglo XV, los testigos del Señor contaron con este medio adicional de distribuir el mensaje. Llegando a nuestro día, nos alegramos de la disponibilidad de la radio, la televisión, el Internet y muchas otras formas de medios electrónicos como medio adicional de la transmisión del evangelio. No obstante, en ningún momento se produjeron cambios en la comisión.

De vez en cuando hubo algunas personas del Señor que llegaron a la conclusión de que todos los esfuerzos para proclamar el evangelio del reino son en vano porque, creen, hay resultados muy escasos. No obstante, en ninguna parte de la Biblia se nos indica dejar de proclamar el evangelio por el hecho de que los resultados son escasos o nulos. La voluntad de Dios respecto a este asunto no está determinada por los resultados de nuestros esfuerzos. Muy por el contrario, se nos instruye continuar entregando nuestras vidas en este servicio, tanto si las personas a las que damos testimonio nos escuchan como si se abstienen de hacerlo.

Salomón escribió: “El que al viento mira, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o como se crían los huesos en el vientre de la mujer preñada, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. Por la mañana siembra tu simiente, y a la tarde no dejes reposar tu mano: porque tú no sabes cuál es lo mejor, si esto o lo otro, o si ambas a dos cosas son buenas.”—Eccles. 11:4-6

SIEMBRA DE SEMILLAS

En la parábola del sembrador de Jesús, él nos enseñó qué esperar de nuestros esfuerzos por proclamar la Palabra de Dios al pueblo. (Mat. 13:18-23) De acuerdo con la parábola, cuando se siembran las semillas de la Verdad, algunas caen en lo que se ilustra como “junto al camino”, algunas caen en “pedregales” y otros granos de trigo caen entre “espinas”. Parece que, solo una pequeña porción, cae sobre la “buena tierra” de corazones sinceros y honestos. Es en esta clase, creemos, que finalmente demuestran ser dignos de ser herederos conjuntos con Jesús en su reino.

Jesús dijo: “No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino”. (Lucas 12:32) De hecho es solo una pequeña manada la que, durante la era actual, responde plena y completamente al mensaje del evangelio. Debe haber parecido muchas veces al pueblo del Señor que obtenían resultados muy pequeños de sus abnegados esfuerzos.

Sin embargo, los resultados no son nuestra responsabilidad. Debemos plantar las semillas de la Verdad y regarlas, pero es el Señor quien da el crecimiento. (1 Cor. 3:6,7, Biblia Enfatizada de Rotherham) Muchas veces los nuevos interesados son alcanzados por el mensaje. Solo uno aquí y otro allá pueden hacerlo suyo por completo en la actualidad. Para la gran mayoría, la germinación de la “semilla” de la Verdad que fue plantada por nuestros esfuerzos tendrá lugar en el glorioso reino mesiánico. De hecho, es para el futuro que Jesús les enseñó a sus discípulos a rezar.—Mt. 6:10

AL SERVICIO DE LA HERMANDAD

El testimonio de la Verdad no termina con una proclamación pública del mensaje, aunque sea importante como baluarte de la comisión cristiana en esta línea. Nuestro amor por el Señor debe alcanzar especialmente a nuestros hermanos en Cristo. Jesús nos encomendó que debemos amarnos entre nosotros como él nos amó. (Juan 13:34) El apóstol Juan escribió que debemos dar la vida por los hermanos. (1 Juan 3:16) La gran necesidad de todos nuestros hermanos es la ayuda espiritual y estímulo y debemos estar en alerta en todo momento para prestar esta ayuda necesaria.

Como clase, el pueblo consagrado de Dios son la futura “virgen” de Cristo y debe ser enérgica al prepararse para la unión con su Señor. (2 Cor. 11:2; Ap. 19:7; 21:2,9) Por uno u otro medio, los miembros de esa clase primero fueron alcanzados a través del trabajo del testimonio de los consagrados. Luego, juntos, se ayudan mutuamente en el desarrollo del carácter cristiano, al revestirse de los frutos y gracias del espíritu y al ser fortalecidos más y más en nuestra santísima fe. Todo esto entra en el ámbito de nuestra comisión.

Asimismo, no podemos darles la espalda a las necesidades de nuestros hermanos en Cristo, incluidos aquellos de carácter temporal. Cuando hubo una hambruna en el área de Jerusalén y los hermanos allí tenían una necesidad imperiosa, Pablo recaudó fondos de entre los hermanos de muchas iglesias para ayudar a suplir sus necesidades. Creemos que el pueblo del Señor en todas las épocas han sido igualmente conscientes de sus privilegios en este sentido. ¡Qué felicidad es prestar la ayuda que podamos a todos ellos! Esta es una de las formas del Señor de darnos la oportunidad de demostrar nuestro amor por él.

En este sentido, pensamos sobre las oportunidades que se presentaron hace unos setenta y cinco años al término de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de nuestros hermanos en Cristo en países europeos tuvieron la necesidad imperiosa de comida y vestimenta y sin duda fue una experiencia reconfortante observar la medida en la que los hermanos de muchas partes del mundo acudieron en su ayuda. Este es el privilegio que, como pueblo consagrado del Señor, todos tenemos de ayudar a cuidar a los nuestros. Si nuestro amor no incluye este tipo de servicio por nuestros hermanos, es de naturaleza superficial en realidad.

ALTRUÍSMO

El motivo de todo lo que hacen los cristianos como seguidores del Maestro debe ser el amor. No debe haber ningún deseo de complacerse a uno mismo, ni ser honrado por los hombres en cualquier trabajo o servicio prestado. El rumbo del egoísmo es descrito por el apóstol Pablo como sembrar para la carne, y el rumbo del amor desinteresado como sembrar para el Espíritu.

Nuestro texto de apertura es el punto culminante de la lección de Pablo sobre estos puntos. Citamos: “No os engañéis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado. Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los domésticos de la fe.—Gál. 6:7-10

Dios está preparando a los verdaderos cristianos para ser instrumentos de bendición a todas las familias de la Tierra. Él quiere que los seguidores de los pasos de Cristo mantengan su corazón comprensivo hacia toda la humanidad y se alegren en la perspectiva de tener pronto privilegio de asistir a su bendición. Ciertamente, ¡qué grandes son las necesidades de la pobre creación que gime! Están enfermos y muriendo. Están llenos de miedo y perplejidad. Se encuentran sin dirección de sus líderes y estadistas y se preguntan cuánto tiempo más pueden continuar dichas condiciones sin consecuencias catastróficas.

Dios conoce todas estas condiciones y podría remediarlas rápidamente si fuese su voluntad hacerlo. Sin embargo, tiene un tiempo previsto en su plan para este trabajo. Ahora está preparando una clase especial convocada para este gran proyecto. El Padre Celestial quiere a aquellos que esperan ser parte de ese grupo en la fase celestial de su reino venidero para desarrollar amor, simpatía y comprensión hacia las masas de la humanidad, así como amó al mundo entero al dar a su Hijo para que fuera su Redentor y Salvador.—Juan 3:16,17

Una de las mayores lacras del sufrido mundo es la falta de comprensión del verdadero y amoroso Dios. La mayoría del pueblo no tiene verdadera fe en Dios y, por lo tanto, lucha poderosamente para tener alguna esperanza real para el futuro. Los cristianos totalmente consagrados, a través de la influencia iluminadora del Espíritu Santo de Dios, conocen sus disposiciones divinas para la bendición final del hombre y se encuentran en condiciones de decir una palabra de consuelo a los necesitados. Así, en una pequeña forma podemos vendar los corazones rotos con buenas noticias de su reino. ¿Qué mejor manera de “hacer el bien a todos los hombres” que compartir con ellos el glorioso “evangelio del reino”?

Esto no significa que si los casos especialmente necesitados en otros sentidos, particularmente entre nuestros vecinos o allegados, llaman nuestra atención, deberíamos hacer oídos sordos. Debemos ser útiles en todo lo que podamos, pero nuestra comisión especial es proclamar las buenas noticias a todos los que quieran oírlas, dejando los resultados en las manos del Señor, porque no sabemos cómo ni cuándo puede aumentar nuestros esfuerzos.

Como Pablo declara, en nuestra labor de sembrar para el Espíritu, debemos hacer el bien “hagamos bien a todos, y mayormente a los domésticos de la fe”. Estos, nuestros hermanos en Cristo, deben ser nuestro cuidado especial, tanto en lo espiritual como en lo material, cuando sea necesario. El apóstol dice que no debemos ser además “no nos cansemos, pues, de hacer bien”. No habría mucho peligro de cansarse si pudiéramos ver resultados sobresalientes de nuestros esfuerzos. Es porque con frecuencia no vemos resultados tangibles que podemos llegar a cansarnos. Cuando esto sucede, incluso podemos cuestionar si estamos haciendo o no lo correcto.

Pablo nos recuerda que “segaremos, si no hubiéremos desmayado”. Aquí él no habla principalmente de los resultados visibles actuales de nuestros esfuerzos, sino “segar vida eterna” en el reino. (Gál. 6:8) El Señor no quiere que dependamos de los resultados actuales para tener valor y fuerza para continuar en el estrecho camino del sacrificio y el servicio, aunque todos nos sentimos muy animados cuando nos permite ver los pequeños resultados de nuestras labores. Él quiere que “por fe andemos” y nos alegremos de la esperanza que tenemos de cosechar “gloria y honra e inmortalidad” más allá del velo y de participar con Jesús en hacer que el conocimiento del Señor llene la tierra “como cubren la mar las aguas.”—2 Cor. 5:7; Ro. 2:7; Isa. 11:9; Hab. 2:14

¡Qué gloriosa perspectiva se presenta ante nosotros! Que nos dé fuerza al entrar al año 2022 para continuar fieles a nuestra comisión de llevar las buenas noticias a todos, ya que tenemos y podemos hacer oportunidades. Tengamos siempre presente que aquellos que vivirán y reinarán con Cristo son aquellos cuyas vidas están totalmente dedicadas al “el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios.”—Ap. 20:4



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba