ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección tres

Alabanza por la liberación

Versículo Clave: “Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR, y Él los libró de sus aflicciones.”
—Salmo 107:6, La Biblia de las Américas

Escrituras Seleccionadas:
Salmo 107:1-9

EL SALMO 107 comienza con la frase “Dad gracias al SEÑOR, porque Él es bueno” (LBLA) Cuánto deberíamos agradecerle a nuestro Padre Celestial, especialmente porque “para siempre es Su misericordia”. Dios demostró su amor por la humanidad dándole su unigénito Hijo “Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos”—Juan 3:16,17; 1 Tim. 2:5,6

Como resultado del sacrificio de rescate de Jesús toda la humanidad fue “redimida de la mano del adversario”. (Sl. 107:2, LBLA) No obstante, el restablecimiento de la humanidad en armonía con Dios aún no ocurrió, porque durante la Era Evangélica actual se ha extendido un llamamiento o invitación celestial durante casi dos mil años por toda la tierra, a todos aquellos que estén dispuestos a dedicar plenamente su vida para obedecer y servir a nuestro Padre Celestial.—Rom. 12:1

Aquellos que responden a este llamamiento han “vagado por el desierto” de este “de este presente siglo malo”. No están satisfechos con su vida actual, pero en su lugar se sienten como “extranjeros y peregrinos” deseando que se “abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma”. (Sl. 107:4; Gál. 1:4; 1 Pe. 2:11) Ellos son aquellos que tienen “hambre y sed de justicia”—Mat. 5:6

Si bien muchos escuchan sobre el llamamiento celestial, pocos escogieron aceptar esta invitación para hacer un pacto mediante el sacrificio. (Mat. 22:14) Esta invitación celestial ha sido respondida por uno de aquí y por otro de allá. Están reunidos “del oriente y del occidente, del norte y del sur” (Sl. 107:3) Aún menos, solo un “rebaño pequeño” resulta ser “fiel” hasta la muerte.—Lucas 12:32; Ap. 2:10; 17:14

Aquellos que aceptan el llamamiento celestial desean vivir cerca de nuestro Padre Celestial para saber más sobre él y para servirlo y a su pueblo de cualquier manera que él permita. Ellos no están satisfechos con las condiciones actuales. En su lugar, su sentimiento en la vida actual es el de que su “ciudadanía está en los cielos” y que ellos “no tienen una ciudad permanente” aquí sobre la tierra pero “buscan la que está por venir”.—Fil. 3:20; Heb. 13:12-14, LBLA

La “ciudad permanente” que buscan es la fase celestial del reino de Dios, la “nueva Jerusalén” que es prometida “Al que venciere”. (Ap. 3:12) Esta “ciudad santa, la nueva Jerusalén” es descrita como “que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo” que es Jesucristo. (Ap. 21:2,9; 2 Cor. 11:2) La nueva Jerusalén será toda la clase de Cristo en la gloria, Jesús es “cabeza” junto con los miembros de su “cuerpo”. (Efe. 5:23,24) Esta fase celestial del reino no será visible para el resto de la humanidad, que será restaurada a la perfecta vida humana en la fase terrenal del reino, según su obediencia a las leyes divinas entonces vigentes.

En la actualidad, aquellos que aceptan el llamamiento celestial son conducidos por el Señor por un “camino recto”, una senda “angosta”, la cual se indica mediante las instrucciones y preceptos dados en la palabra de Dios. (Sl. 107:7, LBLA; Mat. 7:14) Ellos no solo se deleitan al escudriñar la palabra de Dios para encontrar sus las indicaciones de este “camino recto” pero, luego de encontrarlas las “comen”, es decir, se esfuerzan por aplicar personalmente los principios y las normas de Dios. (Jer. 15:16; Sant. 1:22) El Señor indica en el camino correcto, el mejor camino, por lo que debemos tener en cuenta sus indicaciones y ser rápidos en seguirlas.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba