ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección uno
El amor firme de Dios
Versículo Clave: “Sabed que Él, el SEÑOR, es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado.” Escrituras Seleccionadas: |
EL SALMO 100 ES UNA advertencia para agradecer y alabar a nuestro amado Padre Celestial. Comienza con las palabras, de la traducción de LBLA, “Aclamad con júbilo a DIOS”, una expresión encontrada en todo el Libro de Salmos. (Sl. 66:1; 81:1; 95:1,2; 98:4,6) Dicha alabanza con júbilo es deseada de parte de “toda la tierra”. Aquí, la palabra “tierra” es un símbolo que representa a toda la humanidad.—Sl. 22:27
En el versículo 2 de nuestra lección, el salmista nos enseña a acompañar nuestras alabanzas con nuestras acciones. Él escribe: “servid al SEÑOR con alegría”. De forma similar, el profeta Jeremías escribió: “Cuando se presentaban Tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón”. (Jer. 15:16, LBLA) Como en el caso de Jeremías, la palabra de Dios debería darnos nuestra mayor alegría y deberíamos alimentarnos de sus palabras. Además, nuestra obediencia al seguir las instrucciones y principios del Señor, junto con todo servicio que podamos prestarle a él y a su pueblo, debe hacerse de forma voluntaria y con alegría.
En el versículo 3 se nos indica que reconozcamos y tengamos completa garantía de que nuestro Padre Celestial es el único verdadero Dios. El salmista escribe: “Sabed que Él, el SEÑOR, es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”. (LBLA) Asimismo, Pablo les dijo a aquellos en Atenas: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay…puesto que es Señor del cielo y de la tierra” y él “no mora en templos hechos por manos de hombres; ni es servido por manos humanas como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas”. (Hechos 17:22-25, LBLA) Cuánta humildad esto debería darnos ante nuestro Padre Celestial, darnos cuenta que él no necesita nada de nosotros, ni somos indispensables para que él elabore sus planes y propósitos.
En el resto der versículo 3 el salmista expresa el amor firme de Dios por aquellos que se esfuerzan por servirle y seguir sus principios. Él escribe “pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado”. (LBLA) Al igual que un pastor vigila, protege, conduce, guía y cuida amorosamente de su rebaño, así lo hace nuestro Padre Celestial de la misma forma para todos aquellos que se esfuerzan por seguirlo.
El versículo 4 nos indica “Entrad por sus puertas con reconocimiento, Por sus atrios con alabanza”. Todos aquellos quienes continuamente muestran agradecimiento al Señor por todos sus misericordias y bendiciones son llevados a no tener en cuenta sus vidas como algo precioso, sino que están alegremente dispuestos a poner sus vidas a su servicio divino.—Hechos 20:22-24; Fil. 3:7,8
Sus corazones están llenos de alabanza, habiendo hecho una plena consagración de sí mismos. De esta forma, la luz celestial y la comida que se les suministra de la Palabra de Dios les permite regocijarse, incluso en sus tribulaciones. (2 Cor. 1:3-6; 7:4) Sin la fuerza e iluminación de la Palabra de Dios, dichas tribulaciones los desalentarían. Sin embargo, dado que han entablado una relación especial con el Padre Celestial y claman “preciosas promesas” que ha dado, están alegres con su camino cristiano. (Rom. 8:17; 2 Pe. 1:4) Cuando su peregrinaje de su vida presente haya terminado, y si son fieles hasta la muerte, recibirán una resurrección celestial y la plenitud de la alegría y entrarán “en el gozo” del Señor en un sentido pleno y completo.—Mat. 25:21,23; Ap. 2:10