ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

El Arca traída a Jerusalén

Versículo Clave: “Metieron pues el arca de JEHOVÁ, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado. Y sacrificó David holocaustos y ofrendas delante de JEHOVÁ.”
—II Samuel 6:17, Nueva Versión del Rey Jacobo

Escrituras Seleccionadas:
II Samuel 6:1-19

Nuestro versículo clave celebra la colocación exitosa del Rey David del Arca de la Alianza dentro de los confines de Jerusalén. Su perseguidor, el Rey Saúl, había perecido en la batalla contra los filisteos al caer sobre su propia espada. La noticia de su muerte no complació a David, sino que lo afligió profundamente. Sin embargo, David ahora era el singular elegido del Señor. Como tal, la gente de la tribu de Judá lo ungieron para que fuera su rey, y estableció su gobierno en Hebrón. Al poco tiempo, el favor del Señor a David fue además testificado por el resto de las tribus de Israel que lo proclamaron para ser su rey.

David era un líder de gran integridad y un hombre según el corazón de Dios. (I S. 13:14) Condujo a Israel en sus victorias militares, y fue bendecido por Jehová en su canastillo y sus sobras. Dios le dio la victoria en la batalla incluso sobre los jebuseos en su supuesta fortaleza inexpugnable en el monte Sion—Jerusalén, la ciudad de David. —II S. 5:5-10

La gloria suprema de los logros de David ahora sería llevar el Arca de la Alianza a la ciudad de Jerusalén. Se hicieron grandes preparativos. Treinta mil hombres aliados a David marcharían en la gran procesión. Un nuevo carro, tirado por bueyes, se construyó para transportar el Arca a su nuevo hogar. Multitudes de músicos con toda clase de instrumentos como liras, arpas, panderetas, castañuelas y platillos acompañaron el espectáculo. Con seguridad fue un momento emocionante para el nuevo rey, pero rápidamente fue interrumpido. Los bueyes se tropezaron y el Arca se tambaleó. Uza se extendió para estabilizarla y Dios, en su ira, lo mató. La alegre celebración finalizó abruptamente y David se enfadó con el Señor, quizá avergonzado porque ese momento de gloria fue apagado por Dios. —II S. 6:1-9

Rápidamente, se trasladó el Arca a la casa de Obed-edom. Los planes inmediatos de David se habían desbaratado, pero Dios no había terminado con él. Al Señor no le disgustó que David deseara llevar el Arca a Jerusalén, pero le disgustó la forma en la que se hizo. Se hizo evidente para David que el Arca no debía ser trasladada por bestias de carga, sino por hombres autorizados por Dios para hacerlo, y no con un carro, sino sobre sus propios hombros. Las maravillosas bendiciones derramadas en la casa de Obed-edom atestiguaron que ya era el momento de subir el Arca. No nos mencionaron cuáles fueron las bendiciones, solo que eran tan evidentes que no pudieron ser ignoradas. Durante los tres meses que el Arca permaneció allí, la familia de Obed-edom y su hogar recibieron manifestaciones del gran favor de Dios. —Versículos 10-12

Aquellos tres meses contrastan con los más de setenta años durante los que el Arca se alojó en la casa de Abinadab. No hay registro de que Abinadab y su casa fuesen bendecidos por la presencia del Arca. La lección para nosotros es que puede que poseamos la verdad y el espíritu de Dios, pero si no lo entronizamos en nuestros corazones, asumiendo el peso y el privilegio de servirle, es posible que obstaculicemos sus bendiciones para nosotros. Pongamos la presencia de Dios firmemente en el medio de nuestros corazones.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba