EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

El hoy y el mañana en la profecía

“Ninguna profecía en la Escritura jamás provino del propio entendimiento del profeta, o de la iniciativa humana. No, esos profetas fueron incentivados por el Espíritu Santo y hablaron de parte de Dios.”
— 2 Pedro 1:20,21, Nueva Traducción Viviente

Uno de los principales empresarios estadounidenses dijo una vez: “Desgraciadamente, no existe la certeza futura”. Si se relaciona con el futuro del comercio, la economía, la política, y el tejido social de nuestra sociedad, esa afirmación es muy cierta. Si hablamos en general, cada aspecto del mundo actual en el que vivimos parece ser incierto. Sin embargo, para el estudiante sincero de la Biblia esto no es cierto, porque la Palabra de Dios nos da seguridad definitiva sobre lo que nos depara el futuro a nosotros, a nuestros hijos y a toda la humanidad.

Dios envió a sus fieles siervos para decirnos qué podíamos esperar respecto del futuro de la raza humana, y sus predicciones fueron inspiradas por él. En 2 Pedro 1:19, el apóstol hace la siguiente afirmación: “También tenemos una palabra profética más segura, a la que hacen bien en prestar atención, como a una luz que brilla en un lugar oscuro, hasta que amanezca al día y surja el lucero en vuestros corazones”. A continuación, en nuestro texto inicial, nos confirma el hecho de que la profecía no procede del propio profeta, sino que viene directamente de Dios, a través del poder del Espíritu Santo.

La Escritura antes mencionada afirma que la profecía es como una luz que brilla en un lugar oscuro, y qué cierto es eso. La oscuridad, la confusión y la perplejidad cubren hoy la tierra. Muchas personas, quizá la mayoría, no saben ni creen que el gran Dios del universo tiene un plan para su creación, y para el futuro de la raza humana. Sin embargo, así como una linterna ayuda a mostrar el camino en la oscuridad, la profecía, y sus muchas promesas relacionadas son como una luz que brilla en un lugar oscuro.

HISTORIA POR ADELANTADO

La profecía es la historia escrita de antemano y sólo Dios puede hacerlo, pero cuando lo hace, es seguro. De esta forma, el apóstol Pablo dice que tenemos algo de lo que podemos depender, una Palabra profética segura a la que hacemos bien en “prestar atención”. Muy pocos hacen esto en la actualidad. Muchos han rechazado la Biblia. Algunos dicen que Dios está muerto, o que no existe. Algunos pretenden ser sabios por sí mismos, y con frecuencia esto se convierte en una trampa para ellos, cuando tal sabiduría no logra los resultados deseados. Al ser de esta forma, la sabiduría en este mundo por lo general se convierte en ceguera, y por ello la humanidad se encuentra en la perplejidad y el temor de lo que el futuro les depara a ellos y a sus hijos.

Muchos han creído que podían traer la Edad de Oro de la paz en la tierra y la buena voluntad hacia los hombres sin que hubiera nacido “en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor”. (Lucas 2:11) Creemos que tener esa visión conduce con seguridad a una triste decepción. La Biblia dice que “la sabiduría de los sabios perecerá, y la comprensión de sus hombres prudentes se ocultará”. (Isa. 29:14) Piense en los esfuerzos que han hecho las personas sinceras y conscientes para lograr una sociedad ideal y pregúntese si la sabiduría de sus “sabios” ha perecido o no, y si el conocimiento de sus “prudentes” ha quedado oculto.

PROFECÍAS CUMPLIDAS

Primero, miremos algunas profecías de la Biblia que ya se han cumplido, y juzgar a partir de ellas si sus dichos sobre el futuro son precisos y fiables. Si se piensa en el Jardín del Edén, recordemos que, tras su traición a nuestros primeros padres, Satanás fue interpelado por Dios, quien le dijo: “pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón. (Gen. 3:15) Esta es la primera profecía registrada en la Biblia, y tiene que ver con la esperanza de una “semilla”, es decir, un Redentor o Salvador que ayudaría a la humanidad caída. Aunque en lenguaje velado, era una profecía de la venida de Jesucristo.

Recordemos que más tarde, aunque cientos de años antes de que naciera Jesús, los profetas de Dios dijeron que nacería de una mujer. Isaías 7:14 afirma: “el Señor mismo les dará una señal: he aquí que una virgen concebirá y dará a luz a un niño, y lo llamará Emmanuel”. Esa profecía se cumplió. Jesús, la semilla de la mujer, llegó para cumplir esa profecía.

No se detuvo ahí. En Miqueas 5:2 leemos otra profecía: “Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti saldrá él que ha de ser gobernador en Israel, cuyas salidas son desde siempre y desde la eternidad”. Belén iba a ser el lugar de nacimiento de esta semilla que nacería de una virgen. Cientos de años antes de que Jesús naciera, los profetas de Dios ya habían hablado sobre estos detalles. ¿Pensamos que María, la madre virgen, u otros individuos podrían haber dado forma a la realización y las circunstancias del nacimiento de Jesús sin el cumplimiento divino de estas profecías? Ciertamente no.

Existen muchos más sucesos en la vida de Jesús que fueron profetizados. La muerte que debería tener fue una, la bebida que se le dio mientras estaba en la cruz fue otra. También se predijo el sepulcro del hombre rico en el que se lo sepultó. (Isa. 53:3,4,9; Sl. 69:21) ¿Podría el hombre haberle dado forma al resultado de estas profecías? Se predijo el tiempo en el que Jesús iba a estar en la tumba, se profetizó su resurrección de entre los muertos y el envío del Espíritu Santo en Pentecostés. Todas estas cosas se predijeron y se cumplieron, y todas ellas estaban más allá de la connivencia humana. Jonás 1:17; Mateo 12:40; Isa. 53:10,-12; Sl. 16:10; Joel. 2:28; 29

Creemos que, el hecho de que todas estas profecías se cumplieran en la vida de un hombre perfecto es razón suficiente para aceptar que Jesús fue la semilla de la mujer, el Hijo de Dios. Por lo tanto, se entregó como rescate, un precio correspondiente por el hombre perfecto Adán, y la raza humana en sus entrañas. (1 Tim. 2:5,6) De esta forma vemos que la segura palabra profética de Dios ha demostrado ser precisa una y otra vez en el pasado.

PROFECÍAS DEL PRESENTE

Ahora observemos algunas profecías que pertenecen a nuestro presente. Una de ellas es el regreso de las personas judías a la tierra de Palestina. Solo este hecho es prueba suficiente de que la profecía se está cumpliendo en el presente. Jeremías 16:14,15 reza: “no se dirá más, vive el SEÑOR que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto; sino vive el SEÑOR que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras a las que los había expulsado, y los haré volver a las tierras que les di a sus padres”.

Vimos esa profecía cumplida en nuestros días. En el siguiente versículo de la profecía de Jeremías, Dios dice que enviaría “pescadores” para pescarlos y “cazadores” para cazarlos y llevarlos de regreso a su tierra. Los pescadores lanzan un anzuelo y esperan a que el pez se acerque al cebo. Los cazadores persiguen a su presa para sacarla de su escondite. La “pesca” del movimiento sionista y la “caza” asociadas al Holocausto fueron acontecimientos históricos de la primera mitad del siglo pasado que empujaron a muchos judíos a regresar a su patria. El punto culminante de esto es el restablecimiento de Israel como una nación independiente en 1948, luego de más de 25 siglos de servidumbre bajo imperios y gobiernos gentiles. Es emocionante y fortalece la fe saber que estos hechos del siglo pasado sobre Israel fueron predichos por la “palabra segura de la profecía” hace tanto tiempo.

Podemos encontrar otra profecía respecto a nuestro presente en Daniel 12:1-4. Habla del tiempo en que “Miguel” se “levantaría, el gran príncipe que está de parte de los hijos de su pueblo”: y habría “un tiempo de angustia, como nunca lo hubo desde que hubo una nación”, y que “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán”. Además, “muchos correrán de un lado al otro, y el conocimiento se incrementará”.

AUMENTO DEL CONOCIMIENTO

Nuestro presente seguramente se ajusta a las palabras “el conocimiento se incrementará”, más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. En todos los años previos a 1900, se suele sostener que el conocimiento acumulado se duplicaba aproximadamente cada siglo. Luego, algo cambió de forma drástica. En 1950, el conocimiento se duplicaba cada 25 años aproximadamente, y a principios del siglo XXI se estimó que se duplica cada año. A pesar de que es difícil, aunque no imposible, demostrarlo con certeza, algunos expertos han sugerido que ahora, después de 20 años, el conocimiento se duplica cada 12 horas, un mínimo casi incomprensible para la mente humana finita. Sin importar la certeza total de estos números, es claro que desde el principio del siglo pasado, el conocimiento acumulado ha aumentado a un ritmo sin precedentes, sin que se vea el final. De hecho, cómo podemos ver que este aspecto de las palabras proféticas de Daniel se han cumplido en nuestra propia vida.

El conocimiento del Mundo de Dios es parte del aumento del conocimiento en el tiempo en el que vivimos. En siglos pasados, los credos, de autoría humana, eran lo que las personas más conocían y adoraban. El alfabetismo estaba muy extendido y las Biblias eran escasas, y pocos tenían acceso a la Palabra de Dios escrita. No obstante, en la actualidad la Biblia se encuentra disponible en todo el mundo y en casi todos los idiomas. Muchos de aquellos que han buscado y estudiado diligentemente sus páginas han logrado entender que nuestro Padre Celestial no es un Dios de tormento y venganza, sino de sabiduría, justicia, poder y su atributo supremo: el amor. (I Juan 4:7-10) El gran amor de Dios se muestra en la promesa repetida a menudo en las Escrituras, de que es su plan bendecir a todas las naciones y familias en la tierra. Gen.12:3; 22:18; 26:4; 28:14; Hechos 3:25; Gá. 3:8.

Correr “de un lado al otro” como Daniel también profetizó, ha sido una consecuencia natural del aumento del conocimiento. Citamos solo una fuente para ilustrar este punto. En un estudio hecho hace menos de dos años, la Organización Mundial de Turismo de las Naciones Unidas estimó que en 1950 solo llegaron 25 millones de turistas a nivel internacional. En 2018, sesenta y ocho años después, esta cifra había aumentado a 1400 millones de llegadas internacionales por año, es decir, se había multiplicado por 56. Una vez más, debemos concluir que las palabras de Daniel respecto a la humanidad que corre de un lado al otro se han hecho realidad. Creemos que todo eso ha sido por obra del plan de Dios, no por mera colaboración humana.

TIEMPOS DE PROBLEMAS

Daniel también predijo un gran “tiempo de problemas” que vendría sobre el mundo durante el mismo período en el que el conocimiento se incrementaría enormemente y la gente “correría de un lado al otro”. A lo largo de la historia siempre ha habido problemas de diversa índole en el mundo. Sin embargo, cuando pensamos en la historia del mundo desde 1914 hasta el presente, vemos dos características distintas del problema que nunca antes habían existido. En primer lugar, los problemas se han vuelto mundiales en muchos casos, y no se limitan a pequeñas zonas de la tierra. En segundo lugar, ahora el hombre tiene la habilidad de destruir toda la población de la tierra, una condición que no era posible hace menos de un siglo.

Jesús citó parte de la profecía de Daniel cuando dijo: “porque entonces habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora”. Luego añadió: “no, ni nunca lo será”. (Mateo 24:21) Cuando este problema termine, y cuando se establezca su justo reino, las palabras de Jesús se cumplirán exacta y plenamente. En efecto, este será el último gran tiempo de problemas que el mundo conocerá. ¡Le agradecemos a Dios por eso! Aún seguimos en este tiempo de problemas, y sin duda parecerá que se agrava durante un tiempo. Sin embargo, cuando termine, comenzará un nuevo orden de sociedad “en la tierra”, por el que millones de personas han rezado durante los últimos 2000 años: “Venga a nosotros tu reino, Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo” (Mateo 06:10).

UN MAÑANA GLORIOSO PROFETIZADO

La profecía de Daniel también contiene un lenguaje que se refiere a hechos que todavía están en el futuro. Él afirma: “y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán”. (Dan. 12:2) Así como Dios, a través de Daniel, profetizó el aumento del conocimiento, el correr de un lado al otro y el tiempo de problemas. También profetizó que los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, es decir, que se producirá la resurrección de los muertos. ¿Nuestra fe es lo suficientemente fuerte pare creerlo?

Si no estamos seguros, veamos otras profecías que predicen este glorioso tiempo futuro. La primera de ellas es de carácter general. Se encuentra en el Salmo 30:5: “El llanto puede durar una noche, pero la alegría viene por la mañana”. Aquí se nos asegura la mañana de un nuevo día. Eso es lo que significa esta profecía. Dice que después de esta “noche” simbólica de problemas y “llanto”, habrá un nuevo día marcado por la alegría de la bendición divina.

El profeta Isaías habló de manera similar y dijo: “Vigilante, ¿qué hay de la noche? El vigilante dijo: llega la mañana y también la noche”. (Isa. 21:11,12) Todavía estamos en la noche de los problemas y, según esta profecía, todavía no ha terminado. Sin embargo, con la misma seguridad, según esta profecía “viene el mañana” y comenzará un nuevo día. La mañana vendrá cuando el “Sol de la justicia” se levantará con “la curación de sus alas”, palabras de otra profecía. (Mal. 4:2) De igual forma, el Apóstol Pablo vio este tiempo cuando dijo: “La noche está lejos de pasar, y el día se ha acercado”. (Rom. 13:12 Rotherham Emphasized Bible) Por lo tanto, ¡regocijémonos sabiendo que pronto amanecerá un nuevo y glorioso día!

LOS OJOS CIEGOS SE ABREN

Se acera el momento cuando “los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos serán destapados. Entonces el cojo saltará como un ciervo y la lengua del mudo cantará”. (Isa. 35:5,6) Estas son las palabras de Dios, a través de su fiel profeta, y no un mero deseo de Isaías.

Otras profecías hablan de este momento como el de la desaparición de las guerras. “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más de la guerra”. “Hace cesar las guerras hasta el fin de la tierra”. (Isa. 2:4; Sl. 46:9) Eso no es todo. “Así dice el SEÑOR: pondré mi ley en su interior y la escribiré en su corazón; y seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jer. 31:33).

Durante la presente Era Evangélica, el Señor ha estado sacando del mundo su iglesia, “un pequeño rebaño” o “un pueblo para su nombre”. (Lucas 12:32; Hechos 15:14) Luego, después de que ese pequeño rebaño sea elegido y glorificado, este presente era llegará a su fin, y el nuevo día por el que tantos han orado, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, como en el cielo”, se hará realidad. (Mateo 6:10) Todas estas profecías, y muchas más, que se refieren a las condiciones de vida y a la paz en la tierra, entonces se cumplirán.

“Construirán casas y las habitarán”, y cada uno se sentará “bajo su vid y bajo su higuera, y les hará temer”. (Isa. 65:21; Mi. 4:4) Estas palabras no suenan a cielo, ¿verdad? Hablan de un reino terrenal: “hágase tu voluntad en la tierra”. Cuando tomamos estas Escrituras y las situamos en su contexto temporal adecuado, podemos entender el desarrollo del gran plan de Dios para las eras. La iglesia, el pequeño rebaño, recibe la recompensa espiritual o celestial. Entonces, todo el resto de la humanidad tendrá la oportunidad de ser bendecido con vida en la tierra.

LAS DOS FASES DEL REINO

De esta forma, las Escrituras atestiguan que el reino venidero de Dios consta de dos partes: una fase celestial y otra terrenal. Sabemos que las condiciones actuales de la tierra no están en armonía con las normas de las justicia de Dios, pero la Biblia dice que llegará el día en el que sí lo estén. Todos los dispuestos y obedientes reconocerán el poder de Dios en los problemas de la tierra. En ese día, la Biblia promete que, la humanidad volverá “con cánticos y eterna alegría sobre sus cabezas: obtendrán gozo y alegría, y las penas y los suspiros huirán”. (Isa. 35:10).

Las profecías relativas a Jesús durante su primer advenimiento se cumplieron exacta y definitivamente. Las profecías de nuestros días también se están cumpliendo. La Biblia dice que “todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán”. Aquellos que responden al llamado celestial durante la presente Era Evangélica y, son fieles hasta la muerte son descritos como aquellos “que han hecho el bien”. Estos reciben la naturaleza celestial, “la resurrección de la vida”. (Juan 5:28,29) El resto de la humanidad, aquellos que no escucharon ni respondieron al llamado celestial, o que vivieron antes de la Era Evangélica, son descritos como “los que han hecho el mal” y “recibirán la resurrección del juicio”. (Vv. 29 Versión Revisada) Serán resucitados a la vida en la tierra, después de que la resurrección celestial se haya completado, y a todos se les dará la oportunidad de “aprender sobre la justicia” (Isa. 26:9).

Entonces comenzará el cumplimiento de la profecía del Apocalipsis 21:3-5 en la que Juan dijo: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí que el tabernáculo de Dios está con los hombres, y el habitará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Y Dios sacará las lágrimas de sus ojos y ya no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí que yo hago todas las cosas nuevas. Y me dijo: Escribe, porque estas palabras son verdaderas y leales”.

Antes de que termine ese nuevo día, la voluntad de Dios se hará tan plenamente en la tierra como en el cielo. Por lo tanto, miremos al futuro con seguridad. Démonos cuenta que nuestro Dios es merecedor de nuestra adoración debido a que ha cumplido con las promesas que le hizo a Abrahán cuando dijo que bendeciría a todas las familias de la tierra.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba