ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

El servicio de Lidia

Versículo Clave: “Una mujer llamada Lidia procedía de Tiatira y se dedicaba al negocio de la púrpura; era, además, una mujer que rendía culto al verdadero Dios. Mientras se hallaba escuchando, el Señor tocó su corazón para que aceptara las explicaciones de Pablo. Se bautizó, pues, con toda su familia, y nos hizo esta invitación: ‘Si ustedes consideran sincera mi fe en el Señor, les ruego que vengan a alojarse en mi casa’. Su insistencia nos obligó a aceptar.”
—Hechos 16:14,15

Escrituras Seleccionadas:
Hechos 16:11-15,40;
1 Corintios 1:26-30

La asombrosa transformación del apóstol Pablo después de su conversión en el camino a Damasco atestigua su valentía y celo en la proclamación del Evangelio de Cristo. También fue evidente su persecución paciente, su profunda comprensión de los planes de Dios para todos, su preocupación por el crecimiento espiritual de los hermanos y su determinación inquebrantable de ser fiel a la causa del Maestro. Es por estas y otras razones por las que podía, con todo derecho, pero con humildad, elogiarse al exhortar: “Sigan mi ejemplo como yo sigo el de Cristo”. (I Cor. 11:1).

Siempre atento a las indicaciones de la voluntad de Dios para su vida, Pablo deseaba responder con prontitud. Recordamos una ocasión notable con esta cita: “Aquella noche tuvo Pablo una visión: de pie, ante él, había un macedonio que le suplicaba: ‘¡Ven a Macedonia y ayúdanos!’. Ni bien tuvo esta visión, hicimos los preparativos para marchar a Macedonia, pues estábamos convencidos de que Dios nos llamaba para anunciar allí la buena nueva”. (Hechos 16:9,10).

Después de llegar a Filipos, una de las principales ciudades de Macedonia, con Silas y otros hermanos, Pablo conoció a Lidia, una vendedora de tinte púrpura y, evidentemente, una prosélita de la fe judía. Ella, junto con otras mujeres devotas, se había reunido para rezar a la orilla del río el día de reposo. (Vv. 12,13). Como se indica en nuestros versículos clave, el corazón de Lidia se abrió al mensaje de Pablo acerca de Cristo. Ella y su familia recibieron el bautismo en agua e invitaron al apóstol y a sus compañeros a alojarse en su casa.

Posteriormente, Pablo dio su testimonio a otros en Filipos, a pesar de enfrentarse a una feroz oposición de aquellos que se oponían a su ministerio, lo que resultó en que fuera encarcelado y golpeado junto con Silas. Sin embargo, a la medianoche, se regocijaron con oraciones y alabanzas al Padre Celestial, tras lo cual ocurrió un gran terremoto, y tanto ellos como los demás prisioneros fueron liberados de sus ataduras. El guardián de la prisión, al despertar, asumió que todos habían huido y estaba dispuesto a suicidarse. Sin embargo, Pablo lo llamó para asegurarle que no debería hacerse daño porque ninguno de ellos había escapado. Al final, después de atender las necesidades de Pablo y Silas, el carcelero y su familia fueron bautizados. (Vv. 16-34).

Después de esto, Pablo y Silas regresaron a la casa de Lidia para saludar a los hermanos antes de continuar su viaje misionero. Su visita a Filipos fue, sin duda, una gran fuente de aliento para estos devotos siervos de Dios, ya que tanto Lidia como el guardia de la prisión, así como sus familias, habían aceptado plenamente a Cristo y habían comenzado su viaje por el camino estrecho. (Vv. 40).

Aunque Lidia originalmente era una gentil que se convirtió a la fe judía y, finalmente, se convirtió en una cristiana devota, su experiencia confirma que Dios "no tiene favoritismos", sino que aceptará como posibles miembros de la “esposa” de Cristo a todos aquellos que lo reverencien. (Hechos 10:34,35).



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba