ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

El amor al servicio

Versículo Clave: “Les he dado mi ejemplo para que se porten como yo me he portado con ustedes.”
—Juan 13:15 Versión Autorizada del Rey Jacobo en inglés [“New King James Version” o NKJV]

Escrituras Seleccionadas:
Juan 13:1-15, 34, 35

Jesús nos exhorta en el versículo clave de hoy a imitar su ejemplo de servicio. Esta lección llegó en el momento más crucial de su ministerio terrenal. Nuestro Señor se estaba preparando para la fiesta de la Pascua. Él y sus discípulos se habían reunido en el aposento alto. “Entonces, les dijo: He deseado fervientemente comer con ustedes esta Pascua antes de sufrir”. (Lucas 22:15, NKJV). Esta iba a ser su última Pascua juntos. Uno de los suyos lo traicionaría esa misma noche, y él sería crucificado. Los discípulos se verían privados de su liderazgo diario, y el Espíritu Santo ahora sería su guía y consuelo. (Juan 14:16, 26). Este fue, ciertamente, un momento significativo, no solo en la historia de la Iglesia, sino también para toda la familia humana. Ahora debía darse la expiación entre Dios y el hombre, y esto, eventualmente, traería a la humanidad de regreso de la tumba, con la oportunidad de entrar en armonía con su Creador.

Sabiendo que esta sería, probablemente, la última oportunidad de dar una importantísima lección a sus discípulos, Jesús “se levantó de la cena y se quitó las vestiduras; tomó una toalla y se la ató a la cintura. Después de eso, echó agua en una palangana y comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secarlos con la toalla que tenía atada en la cintura”. (Juan 13:1-5, NKJV). El Maestro les estaba enseñando con su propio ejemplo que el servicio, incluso tan servil como lavarles los pies a otros, era esencial para el discipulado.

Cuando Jesús se acercó a Pedro, Pedro le dijo: “Señor, ¿tú me lavarás los pies?”. Jesús respondió: “No entenderás lo que estoy haciendo ahora, pero lo entenderás luego”. Pedro respondió, desconcertado: “¡No me lavarás los pies jamás!”. Jesús respondió de nuevo: “Si no te los lavo, no podrás ser uno de los míos”. Jesús no se burló de Pedro, pero, con amor y ternura, le expuso con calma los hechos del caso. La amorosa respuesta del Maestro facilitó la inmediata y cordial respuesta de Pedro, para que le lavara “también las manos y la cabeza”. (vv. 6-9, NKJV). Si Jesús lo hubiera criticado duramente, es probable que el resultado no hubiera sido tan bueno. Oramos para que todos nosotros, como pueblo de Dios, podamos ejercer ese mismo espíritu razonable y amable de Jesús con todos los que puedan desafiarnos.

Jesús les había dicho anteriormente a sus discípulos: “Ustedes saben que los que son considerados gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales tienen autoridad sobre ellos. Sin embargo, no será así entre ustedes; el que quiera hacerse grande entre ustedes, será su servidor. Y el que desee ser el primero será esclavo de todos. Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate de muchos”. (Marcos 10:42-45, NKJV). El epítome del liderazgo en la Iglesia no se manifiesta por el dominio, sino a través del servicio. Muchas de las dificultades de la Primera Iglesia surgieron de quienes erraron en esta línea.

Cada uno de nosotros tiene algo que ofrecer a nuestros hermanos en Cristo, y debemos buscar oportunidades para servirles para su edificación, ánimo, consuelo y confort. El Espíritu Santo nos ha sido dado con ese propósito. “Cada uno debe poner al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. … Si alguno habla, que lo haga conforme a las palabras de Dios, para que Dios sea glorificado en todas las cosas por medio de Jesucristo”. (II Pe. 4:10,11, NKJV). Al desear agradar a Dios y bendecir la hermandad, podemos tener un amor al servicio de los demás.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba