ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Pedid, buscad y llamad

Versículo Clave: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis, llamad, y se os abrirá.”
—Lucas 11:9

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 11:5-13

EN EL RELATO del evangelio escrito por Lucas, siguiendo las instrucciones de Jesús sobre cómo orar, se registra una lección adicional sobre la oración. Jesús dio una ilustración de cierto hombre que, al principio, se negó a aceptar una solicitud de un amigo. Sin embargo, debido a la persistencia de su amigo en las peticiones, el hombre finalmente accedió a la solicitud de su amigo. —Lucas 11:5-8

Dentro de este contexto se registran las palabras de nuestro versículo clave. Entonces Jesús continuó, diciendo de manera muy positiva: “Todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (v. 10). Una lección importante es que nuestro Padre Celestial está complacido con oraciones genuinas y persistentes.

“Pedid, y se os dará.” Pedir significa desear o anhelar. Si pedimos o deseamos algo de Dios, “conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Sin embargo, también debemos “pedir con fe, no vacilando en nada” (Santiago 1:5,6). Pidiendo, en consecuencia, siempre recibiremos una respuesta correspondiente a la voluntad de Dios. Su respuesta a nuestras oraciones puede ser sí, no o puede ser su voluntad que esperemos en él para aprender una importante lección espiritual.

A continuación, Jesús declaró: “buscad, y hallaréis”. Como nuevas criaturas en Cristo, debemos “buscar las cosas de arriba” (Col. 3:1-3). En otras ocasiones Jesús dijo: “No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” y “yo no busco mi gloria” (Juan 5:30; 8:50). Si somos seguidores obedientes del Maestro, haremos lo mismo. En la carta del profeta Jeremías enviada a los israelitas que habían sido llevados cautivos a Babilonia se registraron las palabras que Dios le ordenó que escribiera sobre cómo buscar al Señor: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:13). Una de las principales formas de “buscar” y “hallar” al Señor es a través de la oración. Sin embargo, la oración aceptable a nuestro Padre Celestial requiere tener una actitud de corazón adecuada y requiere darle todo nuestro corazón.

Luego, Jesús declaró que en la oración debemos “llamar”, o pedir persistentemente, y “se nos abrirá”. Una lección similar con respecto a la persistencia se encuentra en un sentido literal de los eventos que ocurrieron después de la liberación milagrosa de Pedro de la prisión (Hechos 12:6-17). Pedro fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos, y “llamó a la puerta”. Una muchacha llamada Rode escuchó su voz y corrió a decirles a los demás de la casa que era Pedro, pero al principio no le creyeron. Sin embargo, puesto que “Pedro persistía en llamar”, abrieron la puerta y lo vieron. De manera similar, si somos persistentes en la oración, se nos promete que el Padre Celestial abrirá “las ventanas de los cielos” y nos derramará muchas bendiciones espirituales. —Mal. 3:10

Jesús concluyó esta lección sobre la oración haciendo una comparación con los padres terrenales imperfectos y su deseo de dar cosas buenas a sus hijos: “¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:11-13). Aquí Jesús indica que Dios se alegra de darnos su Espíritu Santo si lo buscamos persistentemente con todo nuestro corazón en oración y hacemos esfuerzos sinceros por estudiar y aplicar la Palabra de Dios en nuestra vida diaria.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba