ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

La oración de David

Versículo Clave: “Jehová, no hay semejante a ti, ni hay Dios sino tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos.”
—1 Crónicas 17:20

Escrituras Seleccionadas:
1 Crónicas 17:16-27

HEMOS VISTO en las lecciones anteriores el carácter divino de David. En el pasaje de la escritura seleccionada de hoy escuchamos a David testificar que nada de lo que él había logrado fue obra suya, sino sólo de Dios. Habla con gusto de que las bendiciones prometidas a Israel son mucho mayores que las hechas a él personalmente: “Jehová Dios, ¿quién soy yo y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios.” —1 Cron.17:16,17

Sin embargo, este hombre según el corazón de Dios se había dado cuenta de que las promesas hechas a Israel estaban condicionadas a la obediencia. Con sus muchas rebeliones contra Dios en el pasado tal vez parecería probable que los sucesores de David al trono finalmente se apartaran por completo del Dios que los había liberado de la esclavitud egipcia. De hecho, poco más de quinientos años después, el rey Sedequías fue el último rey de Israel, Jerusalén fue asediada y derrocada por Nabucodonosor y el pueblo, llevado cautivo a Babilonia.

Entendemos que las futuras generaciones de gobierno prometidas a David tendrían su máximo cumplimiento en el reinado mucho mayor de Cristo, la simiente de David, en su reino mesiánico. Parte del mensaje del ángel a María mencionado en nuestra lección anterior estaba relacionado con este gran reino. Hablando de Jesús, el ángel dijo: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” —Lucas 1:32,33

Al reino del Mesías se le llama “trono de David” por una buena razón. El nombre David significa “amado”. David se sentó en el trono del reino de Dios por un tiempo limitado, al igual que sus descendientes. El mayor David, Cristo Jesús, se sentará en el trono del reino de Dios para establecerlo para siempre. “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro… Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” —Isa. 9:6,7

Jesús se convertirá en el gobernante reconocido no sólo de Israel, como reinado de David, sino de todas las naciones y familias de la tierra. El aumento de su gobierno superará con creces el de David y no será perturbado por rebeliones o conflictos de ningún tipo. Establecerá la paz eterna y su justo gobierno no tendrá fin. Cuando el reinado del Mesías haya logrado por completo todo esto, entregará el reino al Padre Celestial, para que “Dios sea todo en todos.” —1 Cor. 15:24-28

David se dio cuenta de las providencias dominantes de Dios en la historia de Israel. ¿Cuánto más grande será su gozo cuando, después de su resurrección, vea plenamente que las promesas de Dios para Israel se extenderán a todas las demás naciones y familias de la tierra? Con una alegría aún mayor, David repetirá su alabanza a Dios con las palabras: “¡Todas las grandes cosas que ya has hecho por mí no son nada en comparación con lo que prometiste hacer en el futuro!”



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba