ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

Canción de acción de gracias de David

Versículo Clave: “Alabad a Jehová, invocad su nombre. Dad a conocer en los pueblos sus obras.”
—1 Crónicas 16:8

Escrituras Seleccionadas:
1 Crónicas 16:1-36

LA DETERMINACIÓN de David de traer el arca del pacto de regreso a Jerusalén tenía la intención de motivar a Israel a una relación más estrecha con Dios. Su historia de búsqueda de otros dioses y de ignorar las instrucciones del Señor, habían causado en David una gran angustia en nombre de la nación. Él tenía ahora la esperanza de que la presencia del arca haría que Israel se arrepintiera de sus pecados anteriores y alabara a Dios una vez más.

Después de colocar el arca en la tienda que había preparado para ella y de ofrecer holocaustos y ofrendas de paz a Dios, David bendijo al pueblo “en el nombre de Jehová” y le dio a cada uno una porción de pan, carne y vino. Con sus mentes así dirigidas hacia Dios, David nombró levitas para ministrar ante el arca y músicos y cantantes para alabar a través de la canción (1 Crón. 16:1-7). Nuestro versículo clave es el inicio de este hermoso salmo de alabanza y que llama a Israel a dar gracias por las muchas obras que Dios ha realizado por ellos. En su totalidad, este cántico habla de las maravillosas obras de Dios entre las naciones en nombre de Israel. —vv. 8-36

Algunos podrían sugerir que Dios ha desechado por siempre a Israel a causa de sus iniquidades. Sin embargo, dirijamos la atención a este salmo, que consuela a Israel y repite el cuidado eterno del Señor por ellos. Lo cual se resume en los sentimientos de los versículos finales: “Aclamad a Jehová, porque él es bueno; porque su misericordia es eterna. Y decid: Sálvanos, oh Dios, salvación nuestra; recógenos, y líbranos de las naciones, para que confesemos tu santo nombre, y nos gloriemos en tus alabanzas. Bendito sea Jehová Dios de Israel, de eternidad a eternidad.” —vv. 34-36

Muchas de las experiencias de Israel fueron para amonestación del cristiano y vemos en este relato de la canción de David lecciones para aquellos llamados a ser el pueblo de Dios durante la edad actual (1 Cor. 10:11). Israel fue llamado el pueblo elegido de Dios con frecuencia en el Antiguo Testamento (Éxodo 19:5,6; Sal. 147:19,20; Amós 3:2). Un versículo especialmente hermoso a este respecto se encuentra en estas palabras: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.” —Deut. 7:6

Compare esas palabras con la declaración del apóstol Pedro a los seguidores de Cristo: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:9,10). En muchos aspectos las palabras de Pedro reflejan el salmo de David incluido en la lección de hoy. El apóstol Pablo, de hecho, declara que el Pacto de la Ley de Israel tenía por objetivo conducirlos a Cristo, simiente de Abrahán (Gal 3:15-24). Entonces, la invitación a estar “en Cristo” y a formar parte de la clase simiente, se abrieron a judíos y gentiles por igual. —vv. 25-29

Determinemos, como David, animarnos unos a otros, como hermanos israelitas espirituales, a alabar a nuestro amoroso Padre Celestial y a su Hijo, Cristo Jesús. Y demos también gracias continuamente por las maravillas de nuestro Dios: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús.” —1 Tes. 5:18



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