EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA |
Dios será servido de común consentimiento
“En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento.” — Sofonías 3:9 —
CON LA CAÍDA de nuestros primeros padres en el Edén, el hombre pronto tuvo miedo de su amoroso Creador. Este espíritu de miedo, fomentado por Satanás, el Diablo, ha sido un terreno fértil en el que ha sembrado semillas de confusión con respecto al culto religioso, las normas morales y sociales y las ideologías entre naciones y gobiernos. A través de las edades estas semillas han germinado y madurado en miríadas de falsas y distorsionadas creencias. Hoy, a pesar de la iluminación del mundo en muchos sentidos, la gente está más confundida y dividida que nunca en sus conceptos de escrúpulos religiosos, políticos y sociales.
Sin embargo, Dios es plenamente consciente de la condición pasada y presente del hombre y tiene un plan para unificar la comprensión de la humanidad de los principios divinos en todos los sentidos. La palabra traducida “pureza” en nuestro texto inicial significa, de acuerdo con las Definiciones Hebreas de Strong, “esclarecer” o “brillar”. De hecho, es el plan de Dios iluminar al mundo entero en cuanto a sus estándares de justicia, mientras que al mismo tiempo elimina los conceptos falsos y confusos que han afectado a la humanidad con la división durante miles de años. Sólo semejante plan puede lograr el resultado deseado por el Creador de tener a la totalidad de la raza humana sirviéndole de “común consentimiento”.
LA “VERDADERA LUZ”
El Hijo Unigénito de Dios, Jesús, es la “luz verdadera”, la “luz del mundo”, que eventualmente ilumina a cada individuo que haya vivido sobre la tierra (Juan 1:9; 8:12). Durante su ministerio terrenal, Jesús comisionó también a sus seguidores para ser luces en este presente mundo de oscuridad (Mat. 5:14). El propósito divino de estos portadores de luz no ha sido convertir a todo el mundo a Cristo durante la época actual, sino servir como testigos y ayudar en el propósito actual de Dios de sacar del mundo un “pueblo para su nombre”. —Hechos 15:14-17
A medida que este trabajo ha progresado durante los últimos dos mil años, Satanás ha continuado fomentando y promoviendo falsas religiones, teorías y prácticas entre la gente. Cuando algunos de ellos parecen anticuados, provoca y levanta nuevas versiones de la oscuridad siguiendo el ritmo de los cambios sociales. Como resultado, muchos han sido apartados de los caminos de Dios y, al igual que los israelitas de la antigüedad, han puesto en su medio varios puntos de vista, estándares y prácticas que no están en armonía con la justicia. Hoy en día, las personas en todo el mundo, independientemente de la profesión religiosa, se dividen en muchos grupos y no hay “consentimiento” sobre lo que está bien o mal, lo moral o lo inmoral, la verdad o la mentira.
Hacia el final de su ministerio terrenal Jesús planteó la cuestión de si “hallaría fe en la tierra” a su regreso (Lucas 18:8). Notamos que no cuestionó si habría fervor religioso o espíritu de devoción religiosa. La “fe” a la que se refería era la perteneciente al verdadero Evangelio, “predicado antes… a Abraham”. Fueron las buenas nuevas por las que Dios, a su debido tiempo y forma, a través de la simiente prometida de Abrahán, bendeciría a todas las familias de la tierra. —Gal. 3:8; Gén. 22:18; Hech. 3:25
EL “DIOS NO CONOCIDO”
Una visión general de las convicciones y prácticas religiosas, políticas y sociales a lo largo de los siglos, junto a las condiciones tal como las vemos en el mundo hoy día, nos ayuda a comprender los sentimientos de Pablo cuando estaba en el Areópago hablando con los filósofos atenienses: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.” —Hech. 17:22,23
Podríamos suponer que elogiaría a los atenienses por su manera abierta en confesar su creencia en un dios a quien no conocían. También es interesante que pensaran en poderes superiores que, de acuerdo con su adoración politeísta, aparentemente estaban allí para guiarlos en cada asunto de la vida. Sin embargo, no servían a una sola deidad con “común consentimiento”. Un Dios así era, en efecto, “no conocido” para ellos.
Entre los ídolos de piedra, de metal y de madera en todo el mundo actual puede no haber ninguno adscrito al “dios no conocido” como sucedió en la antigua Atenas. Sin embargo, podemos estar seguros al afirmar que en el corazón de millones de personas hay una imagen de un dios en el que la gente quisiera creer que es amoroso y amable. Tal visión es la de un poder supremo capaz y dispuesto a apoderarse de este mundo confuso y sacar orden del caos, paz de la guerra, entendimiento y cooperación del amargo conflicto de las palabras y de ideologías.
Es este dios no conocido en el que la gente está pensando cuando plantean la pregunta con más frecuencia repetida: “¿Dónde está Dios en el problemático mundo de hoy?” Muy pocos ofrecen alguna explicación, y muchos a menudo dan palabras superficiales, como “Dios está castigando al mundo” o “Esto es lo que la humanidad merece”. Sin embargo, existe ese Dios que, a lo largo de los siglos, ha sido no conocido para la gente y que ha prometido, como se registra en nuestro texto de apertura, que el tiempo se acerca en que devolverá a los pueblos “pureza de labios”, lo que les permitirá a todos servirle “de común consentimiento”.
La identificación del tiempo contenida en esta maravillosa promesa es inmediatamente después de que la “tierra” simbólica haya sido “devorada por el fuego” del celo de Dios, como se profetizó en el versículo anterior: “Esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.” —Sof. 3:8
LA VISIÓN
Se ha alentado a las personas que reverencian a Dios a lo largo de los siglos a esperar en el Señor. Del mismo modo, en cada generación ha habido quienes se han preguntado por qué Dios continúa permitiendo el mal. A Habacuc, el Señor le dijo: “La visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin y no mentirá: aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, tardará” (Hab. 2:3). Pablo cita esta profecía y la aplica a la segunda venida de Cristo. —Heb. 10:37
Por lo tanto, no hay duda del momento de la aplicación de las palabras de Dios a Habacuc. Es en el momento posterior al regreso de Jesús, durante su presencia invisible en el desarrollo de los asuntos de la tierra. El cumplimiento de muchos signos proféticos indica que actualmente estamos viviendo en ese período. La visión ahora “habla” dando a los estudiantes sinceros de la Biblia un entendimiento de los tiempos en los que están viviendo. Entre otras cosas, el significado del gran “tiempo de angustia” que ahora hay sobre el mundo es la garantía de que el tiempo de espera está por terminar (Dan. 12:1; Mateo 24:21). Se acerca el momento en que el Señor sofocará la iniquidad y exaltará la justicia en la tierra.
La visión ha hablado también en que ahora vemos que las naciones están siendo reunidas, que el fuego simbólico del celo de Dios está sobre ellas y que cuando este aspecto de la intervención divina haya cumplido su propósito, la pureza de labios volverá a la gente. Entonces les será revelado el Dios previamente “no conocido” y con el corazón regocijado lo servirán unidos con un consentimiento, llenando sus canciones de alabanza la tierra de su gloria.
Pablo explicó a los atenienses algunas de las características del Dios no conocido, que “hizo el mundo y todas las cosas que en él hay” y que habita “no en templos hechos con las manos humanas”. Era una forma educada de decirles que el Dios no conocido no necesitaba de templos como los que tenían en Atenas para muchos de sus otros dioses (Hech. 17:24). Hoy podemos agregar que tampoco habita en palacios reales, salas de presidentes y primer ministros, o mansiones de dictadores y gobernantes fanáticos.
Pablo continuó explicando que el Dios no conocido “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra, y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos” (vv. 26-28). Y ya que somos hijos de Dios, su creación, “no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres” (v. 29) ¡Qué maravilloso contraste de Pablo entre el único Dios verdadero y todos los demás dioses!
EL DÍA DE JUICIO
Pablo dice acerca de la falta general de conocimiento de la humanidad acerca del “Dios no conocido”, que “habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30,31). El mandato de arrepentimiento ha salido a través del mensaje evangélico y, aunque se ha proclamado en toda la tierra, el número que hasta ahora ha escuchado el mensaje de manera comprensible ha sido muy pequeño; por tanto, para la mayoría de la humanidad, Dios sigue pasando por alto su ignorancia mientras continúa preparándose para su futura bendición.
Esa bendición les será traída a través de la iluminación. Observe cómo Pablo contrasta los “tiempos de esta ignorancia” con el hecho de que Dios ha designado un futuro “día” de juicio. El apóstol Pedro aclara que este día de juicio no será de veinticuatro horas de duración, sino más bien un período de mil años (2 Pedro 3:7,8). Los apóstoles sabían que esto estaba en armonía con el plan de Dios pues el profeta Isaías había escrito: “Luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isa. 26:9) y del mismo modo el salmista: “Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su verdad” (Sal. 96:13). En la escena del día del juicio que se nos muestra en Apocalipsis, los “libros se abren”, un símbolo de conocimiento y comprensión revelados. —Apoc. 20:12
A la declaración anterior de Isaías de que las personas aprenden justicia cuando los “juicios de Dios estén en la tierra”, le sigue la referencia del profeta a otros “señores fuera de ti” que “se han enseñoreado de nosotros”. Estos, afirma Isaías, “muertos son, no vivirán”, e incluso que el recuerdo de estos antiguos dioses perecerá (Isa. 26:13,14). Esto será posible a través de la iluminación del día del juicio así como por el hecho de que Satanás no será capaz de engañar a la humanidad por más tiempo porque será atado (Apoc. 20:2). De esta manera todas las personas podrán aprender, adorar y servir al único “Dios vivo y verdadero” con un común consentimiento. —1 Tes. 1:9
Pablo explica que esta obra futura de iluminación y juicio estará en manos de Jesús y que Dios ha dado la seguridad de esto a todos los hombres en que lo levantó de entre los muertos. El profeta Isaías nos presenta un esbozo de las calificaciones de este futuro juez de la humanidad pues a Jesús le identifica proféticamente como “vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.” —Isa. 11:1
Con respecto a esta vara, Isaías escribe además: “Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor [Strong: “reverencia”] de Jehová. Y le hará entender diligente en el temor [reverencia] de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío (a aquellos que se oponen voluntariamente al nuevo rey y juez de la tierra). Y será la justicia cinto de sus lomos y la fidelidad, ceñidor de su cintura.” —vv. 2-5
Isaías describe simbólicamente el resultado de este gobierno y juicio justos de Cristo: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntas, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” —vv. 6-9
UN LENGUAJE PURO
La tierra se llenará entonces del “conocimiento de Jehová” porque habrá provisto a la gente de un “lenguaje puro” que “barrerá el refugio de la mentira”, tergiversaciones y distorsiones que han confundido las mentes de la raza caída y moribunda (Isa. 28:17). Entonces se iluminarán con respecto al único Dios verdadero y aprenderán a servirlo con “común consentimiento”, es decir, de manera unificada. No se verán obligados a hacerlo, pero habrán aprendido a amar a su Creador porque se les habrá enseñado sobre los atributos de sabiduría, justicia, amor y poder de su carácter. Aprenderán cómo se manifestó su amor y cómo se satisfizo su justicia a través de su amado Hijo que “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Tim. 2:6). Verán su poder manifestado en la resurrección. Por último, llegarán a entender su sabiduría en la permisión del mal y en su plan de amor para la recuperación de la raza caída.
En palabras a Timoteo, Pablo explica que es el deseo de Dios que todos sean salvos y “vengan al conocimiento de la verdad”. Este conocimiento, centrado en el “rescate por todos” va a ser “testimonio a su debido tiempo” a todas las personas (vv. 4,6). El “debido tiempo” es la hora señalada durante el cual el mundo ha de ser juzgado por el justo juez, Jesucristo. En cuanto a ese día el profeta Miqueas escribió: “De Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Miq. 4:2). “Sión” se utiliza aquí como símbolo de la fase celeste del reino de Cristo. Con Cristo sobre el monte Sión estará el “rebaño pequeño” que lo ha seguido fielmente, incluso a la muerte. —Luc. 12:32; Apoc. 14:1, 4; 2:10
Jerusalén, como se usa en la profecía de Miqueas, simboliza la fase terrenal del reino. Dios designará a los “príncipes de toda la tierra” como representantes terrenales para llevar a cabo las instrucciones de Cristo (Sal. 45:16). De éstos saldrá la “palabra de Jehová”—las palabras de instrucción, “el lenguaje puro” que iluminará a toda la humanidad y, por tanto, proporcionará una oportunidad completa para que todos se vuelvan al Padre Celestial.
De este tiempo estamos seguros de que “no habrá más muerte” (Apoc. 21:4) La gente, resucitada de entre los muertos, aprenderá la verdad fundamental que Pablo declaró hace tanto tiempo: “La paga del pecado es la muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). La humanidad se regocijará de aprender que al aceptar la provisión de vida hecha para ellos a través de la obra redentora de Cristo y al obedecer las leyes de su reino pueden vivir para siempre. Alcanzarán la vida eterna una vez que hayan aprovechado al máximo la oportunidad de participar del simbólico “árbol de la vida” y del “agua de la vida” que en el reino de Cristo fluirá desde el “trono de Dios y del cordero.” —Apoc. 22:1-3,14,17
De hecho, habrá un gobierno mundial basado en las leyes justas y los atributos amorosos del único Dios verdadero. No sólo se aprenderán las leyes de Dios, sino que se escribirán en los corazones de las personas, nos asegura la Biblia. Nadie tendrá que decirle a su prójimo: “Conoce a Jehová”, porque todos lo conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande (Jer. 31:33,34). Por lo tanto, vendrá el alegre cumplimiento de nuestro texto de apertura, que todos “invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento.”