ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

El perdón basado en la fe

Versículo Clave: “Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama… Y [Jesús] dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; ve en paz.”
—Lucas 7:47,50

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 7:36-50

Jesús pronunció las palabras de nuestros versículos clave después de la parábola del acreedor y dos deudores, que dio mientras estaba en casa de un fariseo llamado Simón, que había estado escuchando la predicación de Jesús y le invitó a comer. —Lucas 7:36

Mientras Jesús y Simón comían, una mujer de la ciudad, conocida por ser pecadora, llegó a la casa, evidentemente consciente de que Jesús estaba allí, y llevando una caja de alabastro de ungüento fino. El relato continúa afirmando que “estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos, y besaba sus pies, y los ungió con el perfume.”—vv. 37,38

Cuando Simón el fariseo fue testigo de lo que había sucedido, razonó dentro para sí que si Jesús fuera realmente un profeta habría sabido que la mujer era una pecadora y no debería haber permitido que lo tocara. Jesús, percibiendo sus pensamientos, vio la oportunidad de brindar una lección y dijo a Simón: “Una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.” —vv. 39,40

Entonces Jesús dijo esta parábola a Simón: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” (vv. 41,42). El fariseo respondió que suponía que el que tenía la mayor deuda amaría más al acreedor. Jesús confirmó que había razonado correctamente.

Sin embargo, la lección que Jesús deseaba impartir aún no estaba completa. Le señaló a Simón que, aunque había sido hospitalario al invitarlo a su casa a comer, no le había proporcionado agua para los pies ni aceite para la cabeza, ni le había mostrado ningún afecto fraternal especial. Esa mujer, por otro lado, le había lavado los pies con lágrimas y los había ungido con ungüento e, incluso, en un amoroso acto de humildad le había besado los pies. —vv. 44-46

Jesús pasó a mostrar cómo la parábola describía las posiciones relativas a Simón y a la mujer. Por sus obras, Jesús dijo que “ella amó mucho” mientras que Simón sólo había amado “poco”. Señaló sus obras porque sólo a través de ellas Simón podría ver la prueba de su fe. En nuestros versículos claves, Jesús declaró que el mayor amor de la mujer se desarrolló al darse cuenta de su condición pecaminosa y un sincero deseo de ser liberada de ella. Y le dijo: “Tus pecados te son perdonados… Tu fe te ha salvado; ve en paz” (vv. 47-50). En realidad, por supuesto, fue la fe de la mujer, no sus obras, lo que la llevó a su perdón. —Ef. 2:8,9

Aquellos del pueblo de Dios que lo están sirviendo fielmente se encontrarán llenos de un amor genuino por su “Cabeza”, Cristo Jesús, y todos los miembros del “cuerpo” (1 Cor. 12:12-14; Ef. 4:15,16). La base de su amor, como en el caso de la mujer, se encontrará en una gran apreciación de sus propias imperfecciones y de la misericordia y gracia de Dios hacia ellas en el perdón de sus pecados. Estas condiciones seguramente se manifestarán, como la mujer, mediante un servicio humilde a los pies del Maestro, “olor fragante… agradable a Dios.” —Fil 4:18



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