ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

Fe en acción

Versículo Clave: “Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.”
—1 Reyes 17:16

Escrituras Seleccionadas:
1 Reyes 17:8-16

LOS eventos registrados en 1 Reyes capítulo 17 se relacionan con el ministerio del profeta Elías. Había sido elegido por Dios para informar a Acab, rey de Israel, que no habría lluvia ni rocío sobre la tierra durante varios años (v. 1), lo cual se debió al reinado malvado de Acab sobre el reino de las diez tribus de Israel (1 Reyes 16:29-33). Los reinados malvados de los reyes de Israel, de los cuales Acab era descendiente, habían continuado hasta este momento, y el registro declara que “Acab… hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él.”

Después de anunciar Elías que la sequía vendría a la tierra, Dios le ordenó que se volviera hacia el este y que “se escondiera en el arroyo Querit, que está frente al Jordán”. Dios también le dijo al profeta que le enviaría cuervos para alimentarlo. Elías, deseando ser fiel a la palabra de Dios, hizo lo que el Señor le indicó (1 Reyes 17:2-5). Dios llevó a cabo su promesa de proporcionar la supervivencia de Elías con comida traída por los cuervos y asegurándose de que el arroyo de Querit no se secara. —v. 6

Después de un período de tiempo el arroyo se secó. Entonces el Señor le dijo a Elías que fuera a Sarepta, pues había dado instrucciones a una viuda que vivía allí para que lo sostuviera (vv. 7-9). Al llegar a su destino, Elías le pidió a la mujer agua para beber y pan para comer. Esta fue una prueba severa de la fe y de generosidad de la viuda, y parecería ser una solicitud audaz para Elías, especialmente teniendo en cuenta que la sequía también había llegado hasta allí. —vv. 10,11

La respuesta inicial de la viuda mostró claramente su angustia. “Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.” (v. 12). Ahora se le había pedido a la pobre viuda que le regalara lo que presumía sería la última comida para ella y su hijo.

Aunque era gentil, la viuda aparentemente respetaba a Dios, porque cuando Elías le hizo la promesa del Señor de que tendría suficiente comida para su hogar hasta que terminara la sequía, ella creyó y aceptó la petición de pan del profeta. Su fe fue recompensada. El registro dice que “comió él, y ella, y su casa, muchos días” hasta que terminó la sequía (vv. 13-15). Como se señaló en nuestro versículo clave, la pequeña cantidad de comida que tenía no “escaseó” ni tampoco se le agotó su pequeña cantidad de aceite. Todo esto fue “conforme a la palabra de Jehová”.

La solicitud de Elías de que primero le preparara pan a él antes de que la viuda se proporcionara comida a ella y a su hijo no fue por avaricia o egoísmo por su parte. Era, más bien, parte de la lección de fe que el Señor deseaba demostrar. Así como la fe de la viuda fue probada, el Señor también prueba nuestra fe (Santiago 1:2-4). Nuestras provisiones a veces parecen agotarse, pero Dios lo sabe y anulará nuestro bienestar espiritual y temporal si confiamos en él. Especialmente a lo largo de las líneas espirituales, estemos siempre agradecidos de que nuestro Padre Celestial nos brinde el pan de vida y el aceite del Espíritu Santo para sostenernos cada día. —Juan 6:35; Efe. 1:12-14



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