ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

La petición de Ana

Versículo Clave: “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.”
—1 Samuel 1:17

Escrituras Seleccionadas:
1 Samuel 1:9-20

ANTERIOR A LA época en que Israel tenía reyes, había un hombre llamado Elcana que tenía dos esposas, Penina y Ana. Penina tuvo hijos, mientras que Ana no. Cada año, Elcana llevaba a su familia a Silo para adorar y ofrecer sacrificios al Señor, dando una porción del sacrificio a cada miembro de su familia. Sin embargo, dio una doble porción a Ana debido a su gran amor por ella. Penina, por contra, se burlaba de Ana porque no tenía hijos, y esta crueldad continuaba año tras año, haciendo que Ana llorara y no comiera. Finalmente, un año, Ana oró en silencio a Dios e hizo voto: “Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” —1 Sam. 1:1-11

Dios escuchó la oración de Ana y al año siguiente tuvo un hijo, y lo llamó Samuel. (vv. 19,20) El voto que había hecho a Dios, que no permitiría que una navaja pasara sobre la cabeza de su hijo, era el voto nazareo. Este fue “un voto especial, un voto de separación al Señor.” Como parte de este voto, además de no cortar el cabello, no se debía beber vino, ni se comía nada de la viña, así como no tener contacto con ningún cadáver, incluidos los miembros de la familia inmediata. —Núm. 6:1-21

Durante todo el tiempo que una persona cumplía el voto nazareo era “consagrada al Señor”. (v. 8) Muy pocos israelitas tomaron el voto nazareo durante toda su vida. La Biblia sólo registra tres casos: Sansón, Samuel y Juan el Bautista. (Jueces 13:5; 1 Sam. 1:11; Lucas 1:15) De manera similar, a los consagrados al Señor durante la presente Edad Evangélica se les amonesta “ser fieles hasta la muerte.” —2:10

Ana significa “favor” o “gracia”. A los seguidores del Señor se les dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Ef. 2:8,9) Ana llevó una vida de oración: rezaba cuando estaba preocupada y cuando estaba agradecida, como al presentar a su hijo Samuel a Eli, el sumo sacerdote. —1 Sam. 2:1-10

La exhortación de Pablo es: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4:6,7) Debemos depositar plenamente nuestra esperanza y confianza en Dios, tener el espíritu de alegría y rezar continuamente, pidiendo vivir en armonía con sus promesas. Así tendremos la paz de Dios y podremos “dar gracias en todo”, sea lo que sea que sus providencias lo permitan. —1 Tes. 5:16-18

Ana hizo un gran sacrificio a Dios. Dedicó a su hijo Samuel a vivir el voto nazareo de completa dedicación al Señor todos los días de su vida. Hoy, los seguidores consagrados de Cristo también han hecho un voto de por vida de dedicación completa a Dios, incluida la separación de las “cosas muertas” de este presente siglo malo. Estos, en cambio, “se visten de Cristo”, desarrollando los frutos y las gracias del Espíritu Santo. —Gál. 3:27; Ef. 4:24; Col. 3:10-17



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