ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Amad a vuestros enemigos

Versículo Clave: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”
—Mateo 5:43, 44

Escrituras Seleccionadas:
Mateo 5:38-48

EN LA LECCIÓN de hoy el Señor describe la transición del Pacto de la Ley a un estándar más alto para el pueblo elegido de Dios. De hecho, Jesús cumplió con los requisitos de la Ley para todos los judíos que fueron condenados en virtud de sus ordenanzas. “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.” (Col. 2:14) Apareció ahora una ley superior donde el amor por los demás sería más importante que la letra de la Ley.

También escuchamos al Maestro decir a sus discípulos que el amor por sus amigos y hermanos deben ofrecerlo incluso a sus enemigos. Sólo podemos imaginar los pensamientos confusos de su audiencia judía. Dios les había dicho: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra.” (Amós 3:2) Las naciones circundantes los habían perseguido durante toda su existencia y muchos intentaban destruirlos. Ahora, dice Jesús, debían amar a sus enemigos.

Por el contrario, Israel estaba acostumbrado a protegerse de los enemigos circundantes para no ser destruidos. Cuando Jesús dijo, como se registra en Mateo 5:38, “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente” los discípulos sintieron sin duda alguna que iba a confirmar su relación favorecida con Dios; sin embargo, probablemente se quedarían perplejos al continuar en el versículo 39: “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” Éste no era el curso de acción que habían conocido o vivido.

Jesús sabía que estos discípulos judíos aún no entendían este mandamiento. Vemos en retrospectiva que les estaba instruyendo sobre el carácter que llevaría al verdadero cristiano al reino. Esta comprensión sólo vendría tras haber cumplido la Ley a través de su muerte en la cruz, después de lo cual el poder de engendramiento del Espíritu Santo vendría sobre aquellos a quienes el Padre atraería hacia él. Sin embargo, era imperativo que Jesús instruyera a sus discípulos mientras estaba presente con ellos en relación con el tipo de amor que se les exigiría. Superaría el amor que debería haberles hecho apreciar y mantener la Ley del Pacto y excedería también al amor fraternal y al prójimo porque “si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?” —v. 46

Jesús terminó su lección diciendo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” (v. 48) Esta instrucción debe haber sido desconcertante para la audiencia del Maestro. Los apóstoles aclararían más adelante cómo Dios se ha puesto como el ejemplo que debemos emular. Debemos amar a todos sin excepción. “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5:8) “Dios es amor.” (1 Juan 4:8) Así como el perfecto estándar de amor de Dios incluye a todos los pecadores o enemigos, también nosotros debemos desarrollar esa cualidad de corazón como hijos suyos. No podemos hacerlo perfectamente, pero Dios compensa nuestras deficiencias en este aspecto al vestirnos con las “vestiduras de salvación” que se brindan a través del mérito redentor del sacrificio de rescate de su Hijo. (Isa. 61:10) Por lo tanto, debemos alegrarnos de amar a nuestros enemigos, como lo hizo Jesús, sabiendo que Dios “de tal manera amó” a todo el mundo. —Juan 3:16



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