ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Ha resucitado

Versículo Clave: “Entonces Jesús les dijo: No temáis: id, dad las buenas nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.”
—Mateo 28:10

Escrituras Seleccionadas:
Mateo 28:10-10

EN LA MAÑANA de la resurrección de Jesús, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue la primera en llegar a la tumba donde se había colocado el cuerpo de Jesús. Jesús había expulsado milagrosamente siete demonios de ella durante su ministerio. (Lucas 8:2) Al llegar a la tumba, María descubrió que la piedra que había sido usada para bloquear la entrada había sido removida. Al mirar dentro de la tumba y no ver el cuerpo de Jesús, corrió a decírselo a Pedro y Juan. Más tarde regresó al sepulcro y se le apareció el Jesús resucitado. —Juan 20:1,2 y 11-18

Como se indica en nuestro pasaje seleccionado de la Escritura también hubo otras mujeres que fueron a la tumba de Jesús, a quienes un ángel les dijo: “No temáis vosotras, porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado… Id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos.” —Mat. 28:5-7

Después de escuchar el mensaje del ángel, las mujeres saliendo “con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban… Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve!” Es un saludo común de aquella época y significaba: “¡Alégrate!” Sabiendo que era el Señor resucitado, las mujeres cayeron ante sus pies y “le adoraron”. —vv. 8,9

Como se afirma en nuestro versículo clave, Jesús, al igual que el ángel, le dijo al grupo de mujeres que no tuvieran miedo, sino que dijeran a sus “hermanos” que fueran a Galilea, donde lo verían. Jesús quería que sus hermanos supieran la buena noticia de que había resucitado de la muerte. ¡Qué hermoso que nuestra relación con el Maestro, Jesús, sea la de “hermanos”! —Lucas 8:21; Rom. 8:29; Heb. 2:10-13

Después de aparecerse varias veces posteriormente a la resurrección en las cercanías de Jerusalén, Jesús dejó de aparecer ante sus seguidores hasta que regresaron a la zona de Galilea. La mayor parte del ministerio terrenal de Jesús se efectuó allí, en Galilea y, en consecuencia, la mayoría de los primeros cristianos eran galileos. Muchos de ellos tuvieron la oportunidad de ser testigos de la resurrección de Jesús. Pablo, unos veinticinco años después, escribió acerca de una de esas apariciones, diciendo que Cristo “apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen [en la muerte].” —1 Cor. 15:6

Aquí hay una lección para nosotros. Después de encontrar al Señor y la verdad, tenemos el gran privilegio de compartir el mensaje del Evangelio: que el hombre perfecto Jesús voluntariamente dio su vida como precio del rescate correspondiente por la desobediencia del hombre perfecto Adán. Como Pablo escribió: “Os declaro el evangelio… cómo murió Cristo por nuestros pecados”, “fue sepultado” y “resucitó al tercer día según las Escrituras.” “Ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos.” —1 Cor. 15:1-4 y 20,21

En el reino de Dios, bajo el gobierno de Cristo, Adán y toda la familia humana será levantada de la tumba. En el régimen de justicia del reino, a toda la humanidad se le dará la oportunidad de ser restaurada a la armonía con Dios y vivir como seres humanos perfectos en la tierra para siempre. —Os. 13:14; Hechos 3:20,21; 1 Cor. 15:22; Apoc. 21:1-7



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