ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

El Hijo del Hombre Salva

Versículo Clave: “El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
—Lucas 19:10

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 19:1-10

NUESTRO versículo clave resume por qué vino Jesús a la tierra. La declaración de misión que realizó él mismo es “buscar y salvar lo que se había perdido.” Esa sigue siendo su misión hoy y estamos sumamente interesados en su consecución.

El contexto de nuestra Escritura seleccionada fue la de Jesús visitando Jericó. Zaqueo, un recaudador de impuestos para los romanos, intentaba ver al Maestro. Como su baja estatura frustraba sus esfuerzos, rápidamente trepó a un sicómoro para ver mejor y allí esperó. Sus esfuerzos fueron enormemente recompensados. “Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso” (Lucas 19:5,6) ¡El compañerismo en la casa de Zaqueo esa noche debió de haber sido maravilloso! Se convirtió en un seguidor de Jesús, y los recuerdos de esa velada juntos, sin duda, brillaron en su corazón durante el resto de su vida.

En marcado contraste con la actitud acogedora de Jesús hacia Zaqueo, los líderes religiosos judíos lo despreciaron. En su opinión era un pecador perdido, digno de desprecio, porque servía como recaudador de impuestos para los ocupantes romanos. Su reacción negativa a que Jesús fuera a la casa de Zaqueo pudo deberse a la reprimenda sutil implícita en su elección. Él prefería hospedarse con un pecador ferviente que con una hueste de justicia propia. Aprendemos una valiosa lección del ejemplo de nuestro Señor: es un defecto endémico de nuestra raza caída menospreciar a otros que no consideramos tan santificados como nos creemos nosotros. Jesús, sin embargo, estaba siguiendo el ejemplo de su padre: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” —1 Sam. 16:7

Recordemos que no tenemos nada de lo que jactarnos. Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios y dependemos totalmente de su gracia para con nosotros en Cristo Jesús (1 Cor. 4:7; 2 Tim. 2:1). Por lo tanto, nunca debemos mostrar desdén hacia nuestro prójimo, sino más bien debemos manifestar el mismo amor, misericordia y simpatía que Jesús ejemplificó en su tratamiento de Zaqueo.

Una impresionante lección de juicio severo, en contraste con el amor de Jesús, se encuentra en el Evangelio de Lucas. Mientras Jesús viajaba hacia Jerusalén envió mensajeros delante de él. “Entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lucas 9:51-56). De igual modo debemos ser siempre conscientes del “espíritu que somos”, pues no estamos aquí para “perder las almas de los hombres”, sino para trabajar con Jesús para salvarlas.

Como representantes de Cristo en el mundo actual hacemos bien en refrescar nuestras mentes con su declaración de misión diariamente al despertar. Hemos de salvar las almas de los hombres, no perderlas, pues el Hijo del Hombre ha venido a “buscar y salvar lo que se había perdido.”



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba