ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

El Hijo Pródigo

Versículo Clave: “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”
—Lucas 15:22-24

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 15:11-24

NUESTRA lección se conoce comúnmente como la parábola de El Hijo Pródigo, debido al apetito imprudente del hijo por los placeres terrenales y el gasto excesivo; sin embargo, con mayor validez, podría titularse la parábola de El Padre Misericordioso y Amoroso. Claramente el padre de esta historia está destinado a representar a Dios, ya que la naturaleza y la profundidad del amor y la misericordia de nuestro Padre Celestial se enfatizan poderosamente en las palabras que habló Jesús. Como un padre, Dios anhela y espera que los pecadores arrepentidos regresen a él; pues no es un destructor, sino un salvador.

Aquellos que deseen arrepentirse de los caminos pecaminosos y ser recibidos nuevamente en la familia de Dios no encontrarán ninguna otra parábola tan útil para iluminar el amor de Dios y su deseo de aceptarlos. Se sienten alentados por su representación del Padre como alguien que no sólo está dispuesto a recibirlos, observando y esperando cualquier señal de regreso y luego corriendo para encontrarse con el arrepentido. Jesús dijo: “Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” —Lucas 15:7

Este retrato de Dios contradice la percepción general que se tiene de él. Credos erróneos han tergiversado su carácter causando que la mayoría de la gente le tema. Por eso no esperan de él una recepción cálida o amorosa. El hecho de que el padre de esta parábola observara y esperara a su hijo descarriado, e incluso saliera corriendo a recibirlo, es un testimonio poderoso de la naturaleza amorosa de Dios. A medida que el pensamiento apropiado del carácter de Dios llega a aquellos espiritualmente pobres y degradados, reciben una esperanza renovada de un regreso completo a Dios y su aceptación por él.

El hijo pródigo recuperó el sentido; se despertó al darse cuenta de su extrema necesidad y del hecho de que su padre tenía una riqueza abundante. Su padre probablemente estaría dispuesto a permitirle compartir parte de las bendiciones que ya no se merecía, incluso si se trataba de vivir como un sirviente. Su expresión, “Me levantaré e iré a mi padre”, representa lo que debería ser la actitud de todos los que se arrepienten (v. 18) De hecho, todos debemos percibir nuestra propia necesidad y la abundante provisión que Dios ha hecho en Cristo Jesús para el perdón de nuestros pecados. Al ser así perdonados, somos bienvenidos nuevamente a su amor y cuidado, y en armonía con aquel de quien fluyen todas las bendiciones.

El gozo de la dulce reconciliación con Dios se pone de manifiesto en la lección de hoy. Nosotros, como cristianos, nos hemos reconciliado con Dios a través de Jesús y ahora se nos ha confiado un ministerio de reconciliación (2 Cor. 5:18). “Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (v. 20). Como embajadores de Dios se nos encarga predicar la palabra de reconciliación. “En nombre de Cristo”, rogamos a la familia humana afligida por el pecado, los Pródigos de la parábola, que se reconcilien con Dios.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba