ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Servir Con Humildad

Versículo Clave: “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”
—Lucas 14:11

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 14:7-14

JESÚS nos proporciona en nuestro versículo clave un tema central de la vida cristiana: la humildad personal. Si perseguimos la propia exaltación, seguramente seremos humillados en algún momento del tiempo; si, por otro lado, nos humillamos voluntariamente seremos exaltados por nuestro Padre Celestial. Esto está en armonía con el principio divino: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gal 6:7,8). Vamos a saborear el fruto de la humildad o de la desesperación del fruto de nuestro orgullo.

La audiencia principal de Jesús para esta lección fue una reunión de líderes religiosos en la casa de un prominente fariseo. A estos hombres les encantaban “las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en las fiestas” (Marcos 12:38-40). Nuestro Señor enmarcó la lección de la humildad con una parábola basada en un texto del libro de Proverbios. Sin duda, estos hombres religiosos estaban familiarizados con las palabras del Antiguo Testamento, porque se consideraban guardianes de la Palabra de Dios. La advertencia fue: “No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes; porque mejor es que se te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe a quien han mirado tus ojos.” —Prov. 25:6,7

¿No sería muy embarazoso ocupar un puesto de honor y luego, frente a todo el mundo, ser enviado a un asiento humilde? Seamos precavidos y evitemos ese pensamiento presuntuoso. Como el salmista declaró: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.” —Sal. 19:12,13

En virtud de nuestra naturaleza caída es fácil suponer que debe honrársenos a causa de la madurez espiritual o por los años de servicio en la causa de Dios. ¡No! La humildad debe reinar continuamente en nuestro corazón. En el esquema eterno de las cosas, los contenciosos, orgullosos y jactanciosos se encontrarán humillados por Dios. Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí” (Mat. 7:21-23). Recordemos siempre: “Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre; y antes de la honra es el abatimiento.” —Prov. 18:12

Las lecciones de Jesús sobre la necesidad de la humildad dejaron una impresión duradera en el corazón del apóstol Pedro, quien nos trasmite este principio final en las líneas finales de su primera epístola: “Todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Ped. 5:5-7). Nuestra humildad bajo la supervisión de Dios nunca es para menospreciarnos; siempre es para nuestra bendición y crecimiento cristiano y muestra el cuidado de Dios por nosotros. Así puede que apreciamos el privilegio, el beneficio y la bendición de servir a Dios con humildad.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba