EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

Dios habla a la Naciones

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.”
— Salmo 46:10 —

A principios de 2019 los corazones están llenos de ansiedad, de confusión, de incertidumbre y, en muchos casos, de ira y de frustración, lo cual se debe a que ha transcurrido un año sin haberse resuelto ninguno de los principales problemas mundiales. La “angustia de las naciones” profetizada por Jesús es igual de preocupante ahora, si no más, que hace un año. Lucas 21:25-26

Si bien no es necesario mirar muy lejos para identificar los innumerables problemas que abundan en el mundo actual, cabe destacar una reciente encuesta de Gallup, publicada en noviembre de 2018, en la cual, abordando los problemas que afectan a los Estados Unidos, se formuló la pregunta: “¿Cuál cree que es el problema más importante que enfrenta el país hoy en día?” Los porcentajes de las diez principales respuestas de los encuestados a esta pregunta fueron los siguientes:

Insatisfacción con el gobierno / liderazgo pobre  27%
Problemas económicos13%
Inmigración / extranjeros ilegales13%
Unificar el país 6%
Relaciones raciales / racismo 6%
Cuidado de la salud 6%
Falta de respeto de unos por otros 5%
Ética / moral / religión / declive familiar 3%
Contaminación ambiental 3%
Los medios de comunicación 3%

El 15% de las respuestas restantes se dividieron en más de 25 categorías diferentes de las expuestas arriba. Lo que parece sobresalir en la encuesta es que, de lejos, las personas mostraron su desafecto con el gobierno y sus líderes como el mayor problema del país más que cualquier otro; y que un porcentaje relativamente pequeño de los encuestados, sólo el 3%, identificó el declive de la ética, la moral, la religión y la familia como algo igualmente preocupante.

EL EXTREMO DEL HOMBRE LLEGÓ

Encuestas como la anterior son interesantes para revisar y analizar. Sin embargo, poco parece cambiar en cuanto a la resolución de muchos de los problemas de la humanidad, bien en este país o en otras partes del mundo. Es suficiente si nos damos cuenta de que, desde el punto de vista de la realidad y el cumplimiento de las profecías bíblicas, el hombre está llegando rápidamente a su extremo. Afortunadamente, sin embargo, esto también significa que ha llegado el momento en la experiencia humana en el que la autoridad y el poder divinos pronto se manifestarán en los asuntos de los hombres. Es a esto a lo que Dios, a través del salmista, se refiere en nuestro texto diciendo: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.”

¡Esta es la esperanza de aquellos que confían en Dios! Al mirar hacia adelante en el 2019 con confianza, no sucederá nada que interfiera con el resultado final y glorioso del propósito divino. Para saberlo, y estar seguro de ello, es una gran fuente de aliento y fuerza, y una salvaguarda para no enredarse en las innumerables controversias que conforman la confusión de este mundo caótico.

Para el estudiante sincero de la Biblia no cabe duda de que las profecías de la Biblia están en proceso de cumplimiento y que describen el fin del mundo de Satanás y el momento en que se establezca el reino de Cristo para bendición de la gente. Dichosos aquellos capaces de discernir el significado de las muchas señales de esta época trascendental en la que vivimos. Sin embargo, disfrutar de este conocimiento no significa que podamos mirar hacia el futuro en 2019 y prever con detalle qué sucederá. Desconocemos qué ocurrirá en economía o con respecto a la inmigración, el cuidado de la salud, las relaciones raciales o la gran cantidad de problemas que afectan sólo a este país. Lo que sí sabemos es que independientemente de lo que suceda los planes del reino de Dios no se frustrarán ni se demorarán.

En el versículo de apertura del salmo del cual se toma nuestro texto, David escribe: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro auxilio pronto en las tribulaciones.” Dios siempre ha ayudado a su pueblo en todos sus problemas, y este texto ha sido un gran consuelo para todos los que han confiado en él. Sin embargo, en este momento nos llega con un significado aún mayor, ya que los versículos que siguen indican que el uso del término “tribulación” por parte del salmista es una referencia evidente a lo que Daniel describió como “tiempo de angustia, cual nunca fue.” —Dan 12:1

Jesús citó la profecía de Daniel e indicó que su cumplimiento sería al final de la era cristiana actual, durante el tiempo de su regreso y segunda presencia. (Mat. 24:3, 21-22 Diaglotón Enfático de Wilson) Es descriptivo de la época en que vivimos, cuando, como predijo Jesús, el corazón de la gente se llenará de temor (Lucas 21:26) A medida que el mundo entra en el 2019 no hay nada a la vista que disipe sus temores ni que garantice que se resolverán los problemas que emanan de tantos sectores.

Sin embargo, para quienes cifran su confianza en el Señor es diferente ya que se refugian detrás de la fortaleza de las promesas de Dios y no temen, “aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar.” (Sal. 46:2) La “tierra”, como se usa aquí, es un símbolo del presente orden social humanamente constituido que el apóstol Pablo describe como “el presente siglo malo.” (Gál. 1:4) Es la eliminación de esta “tierra,” con todos sus eventos calamitosos asociados, lo que está causando que los corazones de la gente se llenen de miedo. Sin embargo, no vamos a temer porque, como dice David, “Dios es nuestro amparo y fortaleza.”

Después de hablar de los “montes” simbólicos de los reinos terrenales, llevados “al corazón del mar,” el salmista añade: “Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.” (Sal. 46:3) Jesús usó el bramido del mar y las olas para ilustrar la actitud inquieta, el descontento de la gente en este momento de angustia en todo el mundo. (Lucas 21:25) El profeta Isaías también se refiere a él: “¡Ay! multitud de muchos pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas. Los pueblos harán estrépito como el ruido de muchas aguas, pero Dios los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante el viento, y como el polvo delante el torbellino.” —Isa. 17:12-13

Sería difícil imaginar una imagen más vívida que ésta del estado caótico de las naciones de hoy. Las naciones, y la humanidad en general, están hirviendo con malestar y enojo. De hecho, todos los grandes reinos de “los montes”, los gobiernos e instituciones de la sociedad, están siendo azotados por los furiosos mares de la pasión humana. Algunos ya se han derrumbado en el “mar” y los restantes están debilitándose gradualmente debido a la presión que les imponen las exigentes “olas” de las masas oprimidas.

Desde el punto de vista de la sabiduría humana, esta caótica situación mundial es aterradora. No deberíamos temer, sin embargo, porque vemos que en ella está elaborándose un propósito divino. Es este propósito el que describe el profeta Hageo al escribir que Dios hará “temblar a todas las naciones” y que a continuación vendría “el Deseado de todas las naciones.” (Hag. 2:7) Ciertamente estamos ahora en ese período de agitación, y podemos regocijarnos de que “a su debido tiempo” del Señor dirá también a las masas turbulentas: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.”

“LA TIERRA SE FUNDE”

Aunque al alcance de la mano aún no ha llegado el momento de que Dios le hable paz a las naciones. Se necesita “sacudir” más a fin de convencer a la gente de que no pueden establecer la paz y la seguridad en la tierra por su propia sabiduría y poder. Por esta razón se escucha ahora de otra manera la voz del Señor: “Bramaron las naciones; titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra.” (Sal. 46:6) La ‘voz’ del Señor es un símbolo de su autoridad y poder. Como indica el profeta Hageo es el Señor quien sacudiría “todas las naciones,” David nos está diciendo lo mismo. Describe la ruptura del orden social actual como el derretimiento de la tierra. Por tanto, si pensamos en él como “eliminado,” “sacudida” o “derretida,” la idea es que la tierra del tumultuoso orden mundial actual está llegando a su fin.

Esto no debe alarmar al pueblo de Dios. Prestando atención a la afirmación del Maestro de que había elegido a sus discípulos “fuera del mundo” se esfuerzan por seguir las instrucciones del apóstol Juan de no amar al mundo. (Juan 15:19; Juan 2:15) Los sistemas de este “presente siglo malo” no son dignos del amor de un cristiano, pues se caracterizan por el pecado, el egoísmo, la avaricia, la opresión y la guerra. Los seguidores de Cristo se regocijan al saber que un mundo así está llegando a su fin y que se establecerá en su lugar un mundo nuevo y justo: el reino de Cristo. —Isa. 65:17; 2 Ped. 3:13; Apoc. 21:1-3

Es cierto que el pueblo del Señor está viviendo actualmente en medio de los problemas que están causando las sacudidas de la tierra simbólica y están sujetos a las dificultades que enfrentan las personas relacionadas con tales procesos a su alrededor. Sin embargo, no temen, pues David declara: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Sal. 46:7) Si bien Dios es capaz de brindar protección física a su pueblo cuando es su voluntad, nuestra mayor fuente de consuelo y fortaleza es la comprensión que brinda el significado de la angustia del mundo, que está funcionando para las personas con el gran propósito de la paz y de la bendición que ha prometido a lo largo de su Palabra.

Al pueblo de Dios se extiende la invitación: “Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego.” (vv. 8-9) Grandes y extensas son los “asolamientos” que ya se han “puesto en la tierra.” David afirma que son obras del Señor. Sería difícil de armonizar esto con el hecho de que Dios es misericordioso, amable y amoroso si no fuera por la explicación adicional del propósito divino en lo que se está haciendo. Es a través de estos “asolamientos,” explica el salmista, que el Señor “hace que las guerras cesen hasta el fin de la tierra.”

No deberíamos tener dificultad en entenderlo, ya que sabemos que una de las características principales del mundo actual ha sido la guerra. El árbitro final de la mayoría de sus disputas ha sido la guerra. Claramente creemos que la única forma de detener las guerras es poner fin al sistema que las ha legalizado y muchas veces glorificado. Cuando aquellos iluminados por la Palabra de Dios acepten la invitación a “ver las obras de Jehová” y ver los “asolamientos” que ha hecho en la tierra, discernirán su necesidad y su glorioso resultado. A causa de ello no temen. Saben que la sabiduría infinita y el omnipotente poder que controlan el universo están trabajando por un fin glorioso que, al consumarse totalmente, revelará la misericordia y el amor de Dios por toda la humanidad. —Sal 103:8-11; Juan 3:16-17; 1 Juan 4:9-10

ESPERA EN EL SEÑOR

A lo largo de los siglos los que han amado la justicia a menudo se han quedado perplejos en cuanto a por qué el Señor continuó permitiendo que florecieran la justicia y la maldad en la tierra. Los soberbios y los arrogantes a menudo han prosperado mientras que los mansos y los puros han sufrido. (Sal. 94:1-7; Mal. 3:14-15) En cada generación, la inhumanidad del hombre hacia el hombre ha hecho afligirse a miles de personas.

En respuesta a este dilema del pueblo el profeta registra estas palabras: “Esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir a las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra.” (Sof. 3:8) Esto indica que en ningún momento Dios ha estado despreocupado de las condiciones en la tierra, tan contrarias a su voluntad. A su debido tiempo y forma se propuso librar a la Tierra de todas las instituciones corruptas del hombre, en gran parte responsables de los problemas del mundo pasados y presentes.

El Señor expresa un pensamiento similar a través del profeta Isaías: “He retenido mucho tiempo mi paz; aún la retengo y me contuve. Me quedé quieta y me contuve: ahora gritaré como una mujer de parto: destruiré y devoraré a la vez.” (Isa. 42:14) Dios, en su sabiduría, sabía que se lograría un bien mayor al abstenerse de interferir con el curso descendente del hombre en el pecado y esperar su debido y propio tiempo para terminar con este orden malo actual, que no fue destruido hace siglos. Pues desde que cayeron nuestros primeros padres en el pecado Satanás, el archienemigo de Dios y del hombre, ha sido, como dice Pablo: “El dios de este siglo.” —2 Cor. 4:4

En Isaías 42:13 se nos da una explicación parcial de la manera en que el Señor provocaría la destrucción del mundo de Satanás: “Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; como un hombre de guerra: gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.” El ‘grito’ y el ‘ruido’ mencionados aquí parecen tener el mismo significado que la ‘voz’ del Señor del Salmo 46:6, que el salmista declara que causaría que las instituciones de la tierra “se derritieran.” Todas estas palabras denotan el ejercicio de la autoridad y el poder divinos por cualquier medio que pueda usar Dios para lograr sus propósitos.

MÉTODOS DE DIOS

Uno de los métodos que Dios está usando para poner fin a este presente siglo malo es permitir que el hombre lleve la guerra contra sus semejantes hasta el punto de que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo.” (Mat. 24:22) En una descripción de la fase final de este gran tiempo de angustia leemos que el Señor “pedirá una espada” y que “la espada de cada cual será contra su hermano.” (Eze. 38:21) El pensamiento contenido en estas diversas expresiones parece ser que Dios, a su manera, provoca la destrucción del mundo del hombre al causar que sus facciones egoístas, ya sean naciones enteras, grupos sociales o simplemente individuos, se levanten con la intención de destruirse mutuamente.

Lo que probará este método efectivo en última instancia será que cesen la fabricación de guerras y las matanzas en toda la tierra. Para conseguirlo se necesita más que simplemente destruir las armas de guerra y el asesinato. Se han destruido muchas veces los implementos de guerra sólo para reconstruirlos con capacidades más letales y generalizadas. En realidad, lo que debe ser destruido de la mente de la gente es todo concepto de guerra y de toma de la vida de un ser humano. La gloria debe quitarse de la mente y odiar la gente el pensamiento mismo de ella. ¿Qué mejor manera puede haber para lograrlo que Dios permita a la humanidad decidirse al borde de la destrucción antes de intervenir, diciendo: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios?” Sin duda tal experiencia ayudará en gran medida a que la gente se dé cuenta de la completa locura de la guerra y del asesinato.

Esto está de acuerdo por completo con el método de Dios para tratar con la raza humana desde el principio. Ha permitido el mal para que el hombre tenga la oportunidad de aprender por experiencia sus terribles consecuencias. Moisés, en la oración registrada por el salmista, habló con respecto a Dios que “vuelves al hombre hasta ser quebrantado.” (Sal. 90:3) A través de ello la gente está aprendiendo una lección que le conducirá a una eternidad de gozo a través de su obediencia sincera a Dios y a sus justas leyes. Esta lección, resumida por Pablo, es “…que el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.” (Rom. 7:13) El gran “tiempo de angustia” que Dios ahora está permitiendo en la tierra es una de las lecciones finales que el hombre está teniendo: la oportunidad de aprender sobre los terribles efectos del pecado.

Sólo a través del conocimiento del plan de Dios es posible reconciliar el pensamiento del amor de Dios con lo que está ocurriendo en la tierra actualmente. En su oración Moisés añadió: “Convertíos, hijos de los hombres.” (Sal. 90:3) Este regreso será en la resurrección, cuando todos los de la raza condenada se despierten del sueño de la muerte y se les dé la oportunidad de aprovechar su experiencia previa con el pecado y el mal. “Los muertos oirán la voz del Hijo de Dios:… todos los que están en las tumbas oirán su voz, y saldrán.” (Juan 5:25, 28-29) El hombre saldrá, Jesús continúa, para una “resurrección de juicio.” (v. 29) Pablo habla más tarde de esto como un tiempo durante el cual Dios “juzgará al mundo con justicia.” (Hechos 17:31) Todo esto tendrá el propósito de cumplir las palabras: “Convertíos, hijos de los hombres.”

HABLAR PAZ A LAS NACIONES

En la actualidad la voz del Señor habla de agitación y confusión entre las naciones. Qué diferente será, sin embargo, cuando hable a las furiosas olas de las pasiones humanas, diciendo: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones, enaltecido seré en la tierra.” Así como Dios tiene las agencias necesarias a través de las cuales su voz de autoridad logrará la destrucción del mundo de Satanás, también cuando diga paz a las naciones será con una autoridad que no pueden ignorar ni desearán hacerlo.

“Seré exaltado entre las naciones,” declara Dios. Él ha permitido que el hombre burle su autoridad a través de las malas influencias de Satanás desde el momento en que Adán transgredió su ley. A lo largo de todos los siglos desde entonces la raza humana ha estado más o menos en rebeldía contra los principios de justicia de Dios, pero él no pretende que esta situación continúe para siempre. Las palabras de la oración de nuestro Señor: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra” indica que el propósito de Dios es restablecer su voluntad en los corazones y las vidas de los hombres. (Mat. 6:10) De hecho, es para dar paso a este reino de paz y justicia que el mundo actual ahora está llegando a su fin.

Requerirá los mil años completos del reino terrenal de Cristo para establecer la autoridad divina en todos los aspectos. (Apoc. 20:6) Pablo escribió que “preciso es que él (Cristo) reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.” (1 Cor. 15:25-26) Entre los primeros enemigos que se destruyen están las instituciones egoístas e injustas del mundo de Satanás. Este es el proceso que actualmente vemos tomar forma en la tierra. El sometimiento y la destrucción de toda injusticia continuarán hasta que la muerte misma, el enemigo más grande del hombre, sea destruida.

Será entonces que el nombre de Dios sea totalmente exaltado en la tierra. Pablo explica que la tarea de sofocar la insubordinación a la regla divina ha de realizarla Cristo, a través de la autoridad de su reino. Indica que cuando se logre completamente, Cristo mismo estará sujeto a su Padre, “para que Dios sea todo en todo.” (v. 28) Sólo entonces se cumplirá por completo la oración: “Hágase tu voluntad en la tierra.” Podemos dar gracias a Dios de que las condiciones tan angustiosas ahora para el mundo y que provocan que el miedo llene los corazones de la gente en todas partes sean muestra de que Dios no se abstiene de interferir en los asuntos humanos. Su última victoria sobre el pecado y sus terribles resultados están asegurados por las promesas de la Biblia y pronto, a través del reino Mesiánico, la autoridad y el poder divinos se manifestarán en términos de bendiciones que dan vida.

Volviendo a las palabras de Dios a través del profeta Sofonías, y tras asegurarnos su intención de “devorar” las instituciones del mal en la tierra, añade: “Devolveré a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento.” (Sof. 3:9) Así de nuevo se indica la extensión a la que el nombre, la autoridad y la bondad del Señor serán exaltados en la tierra.

A medida que entramos en el Año Nuevo es cada vez más evidente que se acerca el momento en que Dios hablará paz a las naciones. Que esta seguridad llene nuestros corazones de consuelo y mantenga fuera el miedo que prevalece en todas partes. A partir de 2019, armado con la fuerza de esta seguridad, puede ser con una mayor determinación que nunca “buscar… primero el reino de Dios.” (Mat. 6:33) También con gusto contamos al mundo entero las benditas nuevas de ese reino que pronto se manifestará en poder y gran gloria para el gozo eterno de todos los que obedezcan sus justas leyes.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba