ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

La viuda y el juez injusto

Versículo Clave: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?”
—Lucas 18:7

Escrituras Seleccionadas:
Lucas 18:1-8

EN LA LECCIÓN DE hoy, encontramos a Jesús hablando otra parábola, en la que habla de una viuda que había sufrido ciertas cosas de un “adversario.” Ella fue a un juez en su ciudad y le suplicó que le hiciera justicia contra el que le había causado su sufrimiento. Como no era rica y no podía sobornarlo, sus reiteradas apelaciones al juez fueron ignoradas. (Lucas 18:2-4) No es sorprendente que el Señor lo llamara “juez injusto.” —v. 6

Debido a que el juez injusto “no temía a Dios ni al hombre,” le prestó poca atención a los principios de la justicia, no mostrando consideración por las dificultades de su prójimo. Por lo tanto, no se conmovió por la queja de la viuda. Sin embargo, teniendo cuidado con respecto a su propia conveniencia, el juez finalmente impuso la justicia que se le había solicitado, ya que por su constante acercamiento a él se estaba convirtiendo en una molestia. (vv. 4-5) Aunque le importaba poco la situación de la mujer, su persistencia ilustraba lo que Jesús deseaba enfatizar en la parábola.

Al mirar la lección de la parábola, Jesús no quiso comparar al juez injusto con Dios, sino más bien contrastar los dos. Si un juez injusto puede pasar a la acción debido a la persistencia de un individuo pidiendo justicia, cuánto más un juez justo. Dios es un Padre Celestial justo y amoroso. Si a nuestras vidas llega una cuestión que a nuestro juicio requiere oraciones serias y repetidas y la respuesta no llega rápidamente, nunca deberíamos pensar que Dios nos está ignorando. Como Dios amoroso, podemos confiar firmemente en su sabiduría y su poder con respecto a nuestras peticiones y a su guía en todos nuestros caminos. —Prov. 2:6-8; 3:6

En el versículo de apertura de nuestra lección, Jesús dice que los hombres deben “orar y no desmayar.” (Lucas 18:1) Esto significa que la presencia permanente del Padre Celestial y de su Hijo está continuamente disponible para nosotros. Su cuidado e interés están constantemente a nuestro favor, y en cualquier momento podemos dedicar su atención especial por medio de la oración.

La oración adecuada requiere prestar atención a la Palabra del Señor. Al preguntar según la Palabra, por fe, podemos tener confianza en los resultados. Debemos observar, orar, esperar con paciencia y observar aún más las respuestas de nuestro Padre Celestial. Al seguir estos pasos con respecto a la oración, no sólo se nos escuchará, sino que las respuestas del Señor nunca nos desilusionarán porque los consideraremos como una indicación de su voluntad.

Debemos diferenciar, no obstante, entre acudir repetidamente a Dios en oración ferviente y las “vanas repeticiones” de algunos. Jesús condenó tales oraciones, porque no se dan en humildad y mansedumbre de un corazón debidamente motivado. —Mat. 6:7

Como se afirma en nuestro Versículo Clave, cuando sus “escogidos” claman por fe, nuestro Padre Celestial seguramente escuchará y contestará sus oraciones. Aunque haya permitido que a veces se les difame, calumnie o tergiverse les otorgará, si es fiel, “gloria, honra e inmortalidad.” (Rom. 2:7) La humanidad también tendrá pronto su respuesta a la oración tan frecuente: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra.” (Mat. 6:10) Para todas estas respuestas a la oración, rendimos alabanza y honor a nuestro amoroso Padre Celestial.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba