ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Regocijándonos en la restauración

Versículo Clave: “Gustad y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él.”
—Salmos 34:8

Escrituras Seleccionadas:
Salmo 34:1-10

LA INVITACIÓN en nuestro versículo clave para “gustar y ver que el Señor es bueno” expresa gran sabiduría. La metáfora del gusto es común. Después de una experiencia desagradable, podemos escuchar algo como: “Eso me dejó un mal sabor de boca”; del mismo modo, al hablar de una experiencia feliz anticipada, podemos escuchar: “¡Casi puedo saborearlo!” El mensaje que sacamos, pues, es que la mejor manera de descubrir los méritos de algo es vivirlo.

El salmista David habló con superlativos de la bondad de Dios hacia él. Dios lo trató con misericordia, y fue paciente e indulgente. Le mostró gran bondad. Nosotros también experimentamos la bondad de Dios todos los días: nos ha perdonado, ha sido amable con nosotros y nos ha mostrado mucha misericordia. Hemos comprobado que nuestro amoroso Padre Celestial es bueno.

Pablo se regocijó en la bondad de Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.” —Rom. 5:1-5

Hemos sido “justificados por la fe” y nos hace “regocijarnos en la esperanza de la gloria de Dios” para ser revelada en nosotros. Tal alegría parece obvia; sin embargo, resulta menos obvio que nosotros, junto con Pablo, también podemos “regocijarnos en nuestras tribulaciones.” Podemos hacerlo porque en ellas experimentamos la bondad y la entrega del poder de Dios, y así saborear que es bueno.

Más adelante, leemos la siguiente pertinente exhortación de Pablo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom. 12:1-2) Otras traducciones de estos versículos sugieren que nosotros ponemos la voluntad de Dios a prueba; es decir, viviendo la voluntad de Dios como se muestra en las Escrituras, nos demostramos que es bueno, aceptable y perfecto. Por tal experiencia, también saboreamos la bondad de Dios.

Nuestro versículo clave también señala: “Dichoso el hombre que confía en Él.” No hay mejor refugio que podamos tomar. En las tormentas de la vida o nuestras tranquilas ansiedades podemos morar con seguridad en el Señor. “En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros, en que nos ha dado de Su Espíritu.” (1 Juan 4:13) Tener el espíritu de Dios y permanecer en él tiene el efecto de crecer a su semejanza en nuestros corazones y mentes. “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.” (Sal. 17:15) Probemos la bondad de nuestro Señor y siempre regocijémonos en su trabajo de restauración dentro de nosotros.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba