ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Recordando con alegría

Versículo Clave: “Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.”
—Levítico 25:10

Escrituras Seleccionadas:
Levítico 25:1-12

UNA DE LAS características de la ley mosaica era el Jubileo, como se menciona en nuestro versículo clave. Después de siete veces siete años sabáticos, Israel debía observar el quincuagésimo de una forma muy especial. El nombre “Jubileo” proviene de la palabra hebrea “Yobel”, que significa cuerno o trompeta. Debía tocarse esta trompeta cada cincuenta años, el décimo día del séptimo mes, el Día de la Expiación anual de Israel. Este emocionante sonido anunció el comienzo de la redención por Dios de su pueblo que tendría lugar durante el año jubilar. —Lev. 25:8-9

El Jubileo del quincuagésimo año tenía profundo efecto en la vida civil en Israel. En ese año, la libertad se extendía a todos: se liberaba a prisioneros y cautivos; se manumitía a los esclavos; se liberaba a los obligados por las deudas de ellas; se devolvía a sus dueños originales las propiedades vendidas. Los intereses de los pobres se salvaguardaban así impidiendo la alienación absoluta de la propiedad y el patrimonio. Los campos no se sembraron ni se cosecharon, mas sus productos naturales debían ser propiedad de todos (vv. 11-55) El Jubileo era un año de notable reposo y sin precedente entre las naciones del mundo.

Pero está profetizado en la Biblia un Jubileo mucho más grande que el de Israel, uno que mantiene la promesa de redención en un grado inimaginable por el mundo de hoy. Asegura la liberación de la muerte misma, hecha posible por la sangre de Jesús, el Redentor del hombre (1 Ped. 1:18-19), que gobernará sobre la tierra en ese gran tiempo de Jubileo. Sus palabras, habladas proféticamente a través de Isaías, muestran la grandeza de su reinado justo: “El Espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados, plantío de Jehová, para gloria suya.” —Isa. 61:1-3

En el gran jubileo, Jesús proclamará libertad a los cautivos por el pecado y a los prisioneros de la muerte. Seguirá la resurrección de los muertos. La profecía de Isaías continúa mostrando el efecto maravilloso del dominio de Jesús: “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.” (v. 4) La reparación de viejos desechos, ciudades y desolaciones es parte del gran trabajo de restauración del reino de Dios bajo el gobierno de Cristo.

Pedro habló de esta futura obra de restitución al decir que Dios “envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” (Hechos 3:20-21) El futuro brillante de la Tierra en el plan de Dios es una promesa que podemos recordar con alegría todos los días.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba