ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

La gente alaba al Señor

Versículo Clave: “Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre.”
—2 Crónicas 7:3

Escrituras Seleccionadas:
2 Crónicas 7:1-9

AL CONCLUIR Salomón la oración, bajó fuego del cielo y consumió los holocaustos y sacrificios ofrecidos en relación con la ceremonia de dedicación del templo. Esto manifestó la aprobación divina, y fue un espectáculo tan magnífico que los sacerdotes no pudieron entrar en él porque “la gloria de Jehová” llenaba el templo. —2 Crón. 7:1-2

Nuestro versículo clave ilustra el efecto de este vívido retrato de la presencia divina entre Israel. Todas las personas respondieron con reverencia y asombro, inclinándose rostro a tierra en adoración y gloria a Dios por su infinita bondad y misericordia.

Lo anterior es una de las varias referencias bíblicas que reflejan la manifestación de la aceptación divina de un holocausto cuando los judíos mostraron reverencia por el Padre celestial. Por ejemplo, en una ocasión Israel volvió a caer en la idolatría. Los profetas de Baal invocaron a su dios falso para consumir un sacrificio en el Monte Carmelo, pero a pesar de sus súplicas a lo largo del día no lo consiguieron. Por la noche, Elías puso un buey sobre un altar al que previamente había empapado con agua. Al invocar al Señor, el fuego consumió el sacrificio, así como la madera, las piedras, el polvo y hasta el agua en la zanja. Entonces la gente se postró sobre su rostro y adoró al verdadero Dios de Israel. —1 Reyes 18:17-39

Tan apropiados como la alabanza y la adoración en relación con la dedicación del templo de Salomón, fue el uso de ofrendas de agradecimiento a través de sacrificios por el rey y el pueblo, un aspecto importante para demostrar la relación especial de Israel con Dios. Además, se reflejó la inmensa gratitud de Salomón en esta ocasión por su ofrenda de veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Tal asombroso número parece especialmente difícil de visualizar. Los sacerdotes participaron activamente en la administración de estos sacrificios, y fue necesario que Salomón consagrara espacio adicional en el patio que rodeaba el templo porque el altar que se usó inicialmente no podía acomodar todas las ofrendas. Durante esta feliz ocasión los levitas también participaron utilizando sus instrumentos musicales. —2 Crón. 7:4-7

El momento de esta celebración ocurrió al acudir a Jerusalén gente de todas partes de Israel para celebrar una fiesta especial. Durante siete días vivieron en cabañas como recordatorio de cuando Dios los liberó de la esclavitud egipcia y estaba con ellos al vagar por el desierto durante cuarenta años y vivían en tiendas —Lev. 23:34-43

Aunque la fiesta de una semana era un requisito anual, en este caso especial los israelitas se habían reunido para presenciar también la dedicación del templo, finalizando las actividades con un día extra de santa convocación (Lev. 23:36; Núm. 29:35). Después, Salomón decretó que la gente debía regresar a sus hogares. Habiendo completado la dedicación del templo, Salomón construyó su palacio, y su fama creció durante el tiempo de la gloria de Israel. —1 Reyes 7:1; 2 Crón. 7:8-11



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