ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Una fe fuerte

Versículo Clave: “Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.”
—Daniel 10:18-19

Escrituras Seleccionadas:
Daniel 10:10-21

EN DANIEL CAPÍTULO 10, el profeta registra una visión que recibió de Dios y que le causó gran turbación. Como resultado, durante tres semanas se afligió comiendo y bebiendo muy poco (vv. 1-3); al vigésimo cuarto día a Daniel se le apareció “un varón hombre vestido de lino”, con un cinto de oro. El cuerpo del hombre era como de berilo, su rostro parecía un relámpago y sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y sus pies como bronce bruñido y su voz como el estruendo de una multitud. —vv. 4-6

Los hombres que estaban con Daniel no vieron esta visión, pero sintieron temblar la tierra debajo de ellos y huyeron a esconderse, dejando a Daniel solo. Abrumado por esta visión, Daniel escribió: “No quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno… caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.” —vv. 7-9

El hombre de la visión habló entonces: “Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora… No temas… Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido… para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días.” (vv. 11-14) Daniel respondió: “¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.” —vv. 17-19

El ángel le dio fuerzas a Daniel tocándolo. Dios también “nos toca”, dándonos fortaleza a través de su Santa Palabra. El salmista escribió: “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz”, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos.” (Sal. 29:11; 46:1-2). También se dan muchas otras Escrituras para incrementar nuestra fortaleza espiritual. —Sal. 18:1, 2, 30, 119:114; Mat. 4:4

Al fijar nuestros pensamientos en Dios, al leer y estudiar su Palabra y al poner nuestra confianza por completo sobre él, se fortalecerá nuestra fe y obtendremos la paz. El profeta Isaías dijo: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.” —Isa. 26:3-4

Cuando Pablo experimentó debilidad por un “aguijón en la carne,” Dios le dijo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Cor. 12:7-9) A nosotros también: Dios nos fortalece en nuestras debilidades. A través de ellas podemos darnos cuenta de que, sea cual sea el progreso que hagamos en el desarrollo de los frutos y las gracias del Espíritu, sólo es posible por la gracia de Dios y por la fuerza que nos da (Efe. 2:1-10) De hecho, es sólo por su gracia y a través de la fuerza que él proporciona que podemos desarrollar una fe fuerte, incluso “hasta la muerte.” —Apoc. 2:1



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba