ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

Una fe audaz

Versículo Clave: “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey , y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.”
—Daniel 3:28

Escrituras Seleccionadas:
Daniel 3:19-28

EL REY NABUCONODOSOR había construido una imagen de oro y emitió un decreto en el que, tan pronto como sonara la música, toda la gente debía postrarse y adorar la imagen del oro, y quien no lo hiciese sería “echado dentro de un horno de fuego ardiendo.” (Dan. 3:1-6) Al sonar la música, todos se postraron y adoraron la imagen. Sin embargo, se le dijo a Nabucodonosor: “Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran a tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.” —vv. 7-12

Aunque extremadamente enojado, Nabucodonosor llamó a los tres hebreos y les dio otra oportunidad de obedecer la orden de postrarse y adorar la imagen de oro, advirtiéndoles, sin embargo: “Si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” —vv.13-15

Los tres hebreos decidieron firmemente seguir los mandamientos que Dios dio a Israel: “No tendrás dioses ajenos delante de mí… No te harás imagen grabada… No te inclinarás ante ellos.” (Éx. 20:3-5) Respondieron al rey: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” —Dan. 3:16-18

Los tres jóvenes judíos tenían una fe audaz que confiaba en Dios sin importar el resultado. Si Dios quería, podría liberarlos del horno; mas si la providencia de Dios considerara oportuno no liberarlos de esta experiencia, aun así permanecerían fieles, aunque significara una muerte segura.

Nabucodonosor estaba furioso al escuchar tal respuesta. Ordenó que el horno se calentara siete veces más de lo normal y que sus soldados más fuertes ataran a los tres desafiantes hebreos y los arrojaran al horno de fuego ardiendo. (vv. 19-23) Cuando los tres jóvenes fueron arrojados al horno, pronto parecían estar desatados y caminar ilesos. También había un cuarto personaje que se veía en el horno con ellos, un ángel del Señor. Entonces Nabucodonosor los llamó para que salieran del horno y vio que el fuego no les había hecho daño alguno (vv. 24-27) ¡Sin duda fue un milagro increíble!

Desarrollemos también nosotros una fe audaz, de modo que al enfrentar una opción o experiencia difícil elijamos obedecer a Dios y a los principios que se dan en las Escrituras. Esto deberíamos desear hacer, incluso si significa ser ridiculizados o impopulares, o si resulta en consecuencias desagradables. Como nos dice el apóstol Pedro: “Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo.” —1 Ped. 4:12-13



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