ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Una fe sincera

Versículo Clave: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse a sí mismo.”
—Daniel 1:8

Escrituras Seleccionadas:
Daniel 1:8-21

CUANDO EL REY babilonio Nabucodonosor conquistó Jerusalén, ordenó que se seleccionase a algunos de los “hijos de Israel… en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer… sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey.” A estos jóvenes judíos debía enseñárseles “las letras y la lengua de los caldeos” y se les daba “una ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía.” Y tenían que ser educados por “tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.” —Dan.1:1-5

Entre los jóvenes elegidos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. A cada uno se le dio un nuevo nombre babilónico, un intento de conseguir que olvidasen su pasado israelita y pensar y convertirse en babilonios (vv. 6-7, NVI). Sin embargo, a estos jóvenes hebreos sus nuevos nombres así como la solicitud de alimentarse de la comida del rey, les servían como recordatorio de la servidumbre de su nación en Babilonia. Se cree que los alimentos del rey se habrían ofrecido primero a los dioses babilónicos, y comer estos alimentos podría verse como respaldo a estos falsos dioses.

En nuestro versículo clave se dice que Daniel decidió no “contaminarse” participando de la comida y del vino del rey. La palabra “contaminarse” significa aquí ensuciar, profanar o manchar. Al no comer la comida del rey, Daniel y sus compañeros estarían seguros de no violar las leyes que había dado Dios a Israel. (Lev. 11:4-20) En esto encontramos una lección. Los seguidores del Señor deben evitar profanar el manto de justicia que se les ha dado al seguir los pasos de Jesús. (Apoc. 3:4) Deben “guardarse sin mancha del mundo.” —Santiago 1:27

Al principio, el jefe de los funcionarios babilonios no estaba de acuerdo con la solicitud de Daniel porque temía por su propia vida si lo concedía. Sin embargo, Daniel no se dio por vencido y, con fe en Dios, respondió: “Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey.” —Dan.1:10-13

El principal funcionario estuvo de acuerdo y después de diez días Daniel y sus tres compañeros se veía mejor y más robustos que cualquiera de los muchachos que tomaban de la comida del rey. Se les quitó la comida y el vino seleccionados y en su lugar se les permitió comer verduras (vv. 14-16). ¡Qué fe tan fuerte y sincera la de estos jóvenes hebreos, practicando la abnegación diaria para agradar a Dios, aunque probablemente significaba ser menospreciado por los otros jóvenes que comían la comida del rey!

Jesús dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” (Lucas 9:23) Aquí la palabra “negar” significa negar completamente. La gracia de Dios nos enseña a “renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos” y “vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente” tal como lo hicieron los cuatro jóvenes hebreos. —Tit. 2:11,12



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