ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Dios fiel—Personas infieles

Versículo Clave: “Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mí ungido todos los días.”
—1 Samuel 2:35

Escrituras Seleccionadas:
1 Samuel 2:27-36

UNO DE LOS importantes principios establecidos en la Biblia acerca de Dios es el hecho de que es fiel y verdadero en todas las cosas. Se nos dice que es imposible que Dios mienta (Heb. 6:18). A través de este principio también estamos seguros de que es el “Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” —Santiago 1:17

Esta norma del carácter de Dios se hace evidente por su trato con la humanidad a través de pactos. A Adán le prometió la vida siempre y cuando fuera obediente a las instrucciones de vivir de todas las cosas en el Jardín de Edén, excepto del árbol del conocimiento del bien y el mal (Gén. 2:16-17). Dios fue fiel a este pacto y justamente entregó a la pena de muerte al romper Adán sus términos por la desobediencia. —Gén. 3:11-19

Muchos siglos después, en lo que conocemos como el Pacto de Abrahán, Dios prometió bendecir a todas las familias de la tierra (Gén. 22:15-18). Como adición a esa promesa Dios hizo otro pacto con la nación de Israel, que es la base de la lección de hoy (Gal. 3:19). A través de esta disposición del Pacto de la Ley Dios prometió hacer de Israel un “tesoro especial sobre todas las naciones” si fueran obedientes a sus estipulaciones. Cuando Moisés entregó los términos del pacto al pueblo, éste se comprometió a mantenerse fiel a sus requisitos. —Exo. 19:5-8

Israel rompió rápidamente su promesa de obedecer las condiciones del Pacto de la Ley. Algunos han llegado a la conclusión de que, como resultado, han perdido para siempre su relación con Dios. Sin embargo, las Escrituras dicen otra cosa. Pablo dijo que “todo Israel será salvo” y su “impiedad”, eliminada (Rom. 11:26). El fracaso de Israel por mantener el Pacto de la Ley ha sido usado por Dios para enseñar la lección del pecado a toda la humanidad, judíos y gentiles por igual. La importancia de esta lección se puso de manifiesto en palaras sencillas: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Una concreción de su imperfección a través del pecado heredado es la única manera de que la humanidad entienda que cualquier esperanza de recuperación no puede venir a través de los esfuerzos de la humanidad caída.

Mientras que la humanidad ha sido infiel, Dios permanece fiel. Su promesa a Abrahán de bendecir a todas las familias de la tierra se logrará a través del don gratuito de su propio hijo Jesús como el precio de rescate por Adán (Juan 3:16; 1 Tim. 2:3-6; Rom 5:12-17). Las experiencias de Israel bajo el Pacto de la Ley eran necesarias para enseñar este principio de la redención a través de la muerte y resurrección de Jesús. Como dijo Pablo, la Ley fue un “maestro” para llevarnos a Cristo. —Gal. 3:24

El versículo clave pone en el foco este principio de fe en el rescate pagado por Jesús. Samuel fue el último de los jueces de Israel y demostró una fidelidad a Dios dolorosamente ausente entonces. A través de su enseñanza y liderazgo las personas abandonaron sus dioses extraños sirviendo sólo a Jehová. Dios derrotó a los enemigos de Israel, los filisteos, y Samuel conmemoró la victoria colocando una piedra en el lugar, que llamó Ebenezer, que significa “piedra de ayuda” (1 Sam. 7:5-12). Dios es también ‘piedra de ayuda’ para la humanidad, proporcionando la redención a través de su Hijo Jesucristo y el establecimiento de su reino prometido, en el que todo el mundo ‘aprenderá justicia’. —Isa. 26:9



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba