EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA |
Dando gracias en tiempos difíciles
“Te ofreceré sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre de Jehová.” — Salmo 116:17 —
Prefacio: Poco antes de que esta edición de “El Alba” fuera a la imprenta, todos nos hemos enterado de los terribles tiroteos que ocurrieron en Las Vegas durante la noche del 1 de octubre. Un único hombre disparó en repetidas ocasiones desde el trigésimo segundo piso de un hotel sobre una multitud que asistía a un festival de música al aire libre al otro lado de la calle. Al momento de escribir esto, el número de muertos asciende a cincuenta y nueve, con más de quinientos heridos, lo que le convierte en el peor asesinato en masa de la historia moderna de Estados Unidos. Parece inconcebible que tal evento pueda relacionarse de alguna manera con la idea de un día nacional de Acción de Gracias. La tragedia en Las Vegas es otra de las muchas historias de noticias desgarradoras que se relatan en las páginas siguientes de este artículo. De hecho, están desenfrenados en la tierra los problemas de todo tipo. Recordemos, sin embargo, la seguridad de las Escrituras de que estos tiempos angustiosos pronto darán paso al reino de Dios de la justicia aquí mismo, en la tierra. Por ese tiempo prometido podemos estar verdaderamente agradecidos y esperándolo a sabiendas de que la Palabra de Dios es segura.
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Nuestro título sugiere un sentimiento que probablemente esté en la mente de muchos en este momento. Incluso en América del Norte, donde la mayoría está acostumbrada a una relativa estabilidad en comparación con otras partes del mundo, numerosos acontecimientos de los últimos meses han sido devastadores, o como mínimo en gran medida perturbadores, para la vida de millones de personas. Mucho ha tenido lugar dentro de las fronteras de nuestro país y, en algunos casos tal vez nos ha afectado personalmente.
Pudiera parecer extraño que gran parte de la prensa norteamericana de las últimas semanas del verano no se relacionara con temas políticos o sociales, temas que, por lo general, llenan los titulares. De hecho, los problemas que afectan a estos aspectos de nuestra sociedad ya no se resuelven ahora más que antes. Sin embargo, gran parte de las historias que fueron noticias se centraron, aun en forma temporal, en una cuestión completamente fuera del control del hombre: las fuerzas de la naturaleza.
EVENTOS DESTRUCTIVOS
Consideremos estos hechos, los cuales tuvieron lugar en el espacio de un mes y que impactaron millones de vidas en América del Norte:
- Incendios forestales en las altas llanuras del norte de Estados Unidos, que destruyeron decenas de miles de acres de tierra y cubrieron varios estados con ceniza y humo nocivo.
- El huracán Harvey, que a finales de agosto golpeó Texas, se cernía sobre Houston, con devastadoras inundaciones para millones de personas y que se estima como el huracán más costoso en el registro de Estados Unidos.
- El huracán Irma, que a principios de septiembre atravesó las islas del Caribe antes de asestar un golpe directo a la península de Florida. Los daños provocados por el viento y la tormenta fueron duros en muchos aspectos y dejó a millones de personas sin energía eléctrica.
- Un devastador terremoto de 7,1 grados de magnitud sacudió la Ciudad de México a mediados de septiembre, en el que muchos murieron, incluyendo jóvenes escolares, y causando una destrucción generalizada de edificios e infraestructuras.
- El huracán María unos días después golpeó frontalmente Puerto Rico dejando a todo el país sin electricidad y causando una destrucción increíble.
No sería de extrañar que la anterior serie de calamidades naturales termine por ser la más costosa, en términos de destrucción total causada, en la historia de América del Norte, si no del mundo. Esto sin decir nada del sufrimiento personal, que ha afectado a millones de personas, incluida la pérdida de muchas vidas. Sin embargo, la mayoría de los directamente afectados dicen que a pesar de la devastación, del sufrimiento y de la angustia mental que han perdurado por tales experiencias están decididos a recoger los pedazos, por así decirlo, y seguir adelante con sus vidas lo mejor que se pueda.
TIEMPOS DIFÍCILES, PERO TODAVÍA AGRADECIDOS
A pesar de las grandes dificultades a la que muchos todavía se enfrentan a raíz de estos acontecimientos este mes millones de personas en Estados Unidos, al menos por unas horas se alejan de las experiencias y de las luchas de la vida cotidiana y dan gracias por sus bendiciones. Para la mayoría quizás el Día de Acción de Gracias sea un día de banquetes y reuniones familiares. Felices, de hecho, serán los que recuerden que todas la bendiciones de la vida que gozan vienen de Dios, Creador de cielo y de tierra, y dador de “toda buena dádiva y todo don perfecto” (Santiago 1:17). Entre éstos habrá muchos adoradores sinceros de Dios, que en el fondo están deseosos de hacer su voluntad en todo lo que piensan, dicen y hacen.
La Biblia nos dice que es apropiado dar gracias al Señor en todo momento. Por tanto, los seguidores de los pasos del Maestro no deben esperar ocasiones especiales para expresar su agradecimiento a su Padre Celestial por las bendiciones espirituales y materiales que son su porción diaria. El apóstol Pablo escribió que debemos dar “siempre gracias por todo a Dios” y también: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios… en Cristo Jesús” (Efe. 5:20; 1 Tes. 5:18). Si siguiéramos estas amonestaciones, cada día sería de acción de gracias porque habrá mucho por lo que nuestros corazones se vuelvan al Señor en agradecimiento.
Sin duda también es apropiado que observemos ocasiones especiales de acción de gracias. En esos momentos podemos recordar de forma más particular las muchas maneras en las que Dios nos ha bendecido durante todo el año. Recordándolas podemos renovar nuestra determinación para mostrarle nuestro aprecio. Estamos contentos por las ocasiones especiales de dar gracias “a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.” —Sal. 106:1
CAUSAS DE AGRADECIMIENTO
Para el verdadero cristiano, nunca hay un momento en la vida en que las bendiciones recibidas del Señor no sean más abundantes de lo que pidamos o razonablemente esperemos. Sería beneficioso que desarrolláramos el hábito de tomar nota cada día de las muchas maneras en que Dios manifiesta sus bendiciones hacia nosotros, incluso en nuestras pruebas y dificultades, por graves que sean. Al hacerlo, tal vez nos sorprendamos de lo que realmente ha hecho nuestro Padre Celestial por nosotros. No podemos, por supuesto, contar todas nuestras bendiciones, pero, incluso al intentar hacerlo, nos encontraremos, sin duda, como el salmista, que “no es posible contarlos.” —Sal. 40:5
A todos los seguidores de Jesús, Dios da fuerza y dirección espirituales y los llena de su Espíritu en la medida en que se vacían de sí mismos y se dedican a hacer su voluntad. ¡Cuán agradecidos debemos estar por la seguridad de que está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a quienes se lo pidan que un padre terrenal en dar “buenas cosas” a sus hijos! —Lucas 11:13
Todos podemos estar agradecidos de que durante el pasado año la gracia del Señor nos ha librado de caer. (Judas 1:24-25). Estamos agradecidos por regocijarnos en el mensaje evangélico y en el privilegio que tenemos de poner nuestras vidas al servicio del maestro (1 Juan 3:16). Éstas son grandes causas de agradecimiento. De hecho, no nos sorprende en absoluto que el Señor nos sostenga en la palma de su mano y nos proporcione gracia para ayudarnos en cada momento de necesidad. Sin embargo recordemos la advertencia del apóstol Pedro en la que se nos dice que sólo si hacemos “estas cosas” tendremos la seguridad de que vamos a “no caer” (2 Ped. 1:10). Si, por tanto, se nos ha librado de caer, significa que el Señor ha estado satisfecho con nuestros esfuerzos por hacer su voluntad. Aun sin hacerlo tan perfectamente, es por nuestros sinceros esfuerzos que nos ha bendecido con su gracia sustentadora.
BENDICIONES DE ENTENDIMIENTO
Aquellos que han sido bendecidos con una comprensión del plan de Dios durante muchos años pueden estar agradecidos de que a lo largo de este tiempo que el Señor se ha vuelto cada vez más valioso y que el mensaje del Evangelio se ha vuelto más brillante con cada año que pasa. Que tales hayan mantenido una visión clara de los grandes fundamentos inmutables de ese plan es evidencia del poder de Dios que guarda en sus vidas. No tienen voluntad propia, pero están decididos a que sólo la voluntad del Señor gobierne sus vidas, independientemente de lo pueda significar este sacrificio. —Rom. 12:1-2
Otros han sido bendecidos con un conocimiento del plan de Dios en los últimos años. ¡Cómo nos regocijamos también con ellos! Es imposible dar adecuadamente gracias al Señor por la iluminación del Espíritu Santo que nos ha abierto los ojos de nuestro entendimiento para poder contemplar su gloria. Sabemos que mientras que una vez que estábamos espiritualmente ciegos ahora podemos ver. ¡Qué gloriosa es la visión que nos permite comprender los propósitos de Dios para bendición de la iglesia y del mundo! Que nuestro “primer amor” por el Señor y por su verdad nunca “se enfríe”, sino que aumente a diario, y nuestra gratitud se desbordará continuamente. —Apoc. 2:4; Mat. 24:12
AGRADECIMIENTO POR LA ESPERANZA DEL REINO
Hoy en día, el mundo está lleno de miedo ya que la humanidad ve las fuerzas unidas de los problemas que superan todo lo experimentado en el pasado. Vemos cumpliéndose las palabras proféticas de Jesús: “…en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra." —Lucas 21:25-26
Hoy en día, el hombre tiene la capacidad de saber en un instante lo que está sucediendo en todos los rincones del mundo en cualquier momento, de día o de noche. Así la gente sabría de inmediato la espantosa destrucción que líderes de ideologías en conflicto, el extremismo religioso y algunas naciones podrían elegir llevar a los considerados como enemigos. Daniel profetizó de este mismo período como un "tiempo de angustia, como nunca hubo desde que hubo gente", que Jesús confirmó como "gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá". —Dan. 12:1; Mat. 24:21
Observemos las palabras de Jesús: ‘ni la habrá’. ¡Qué importante es esta afirmación, ya que nos asegura que hay esperanza más allá de la actual época de problemas sin precedentes! De hecho, la comprensión del plan de Dios nos permite ver más allá de los mares turbulentos y saber que pronto habrá una gran calma. Por los poderes administrativos del reino mesiánico se guiará a la humanidad a su deseado remanso de paz y seguridad. Tener tal seguridad es realmente un gran motivo de agradecimiento. Para aquellos que quieran saber más acerca de las maravillosas promesas del futuro les invitamos a leer el folleto: “Después del Armagedón la paz mundial”. Estaremos encantados de enviárselo gratis y sin compromiso. Nuestra información de contacto se encuentra en el interior de la contraportada en la parte inferior de la página. El folleto también está disponible para su lectura en nuestra página web: http://www.dawnbible.com/es/libretes.htm
ALEGRÍAS DE COMPAÑERISMO Y TESTIMONIO
Durante el año muchos han sido ricamente bendecidos por el privilegio de tener comunión entre sí. ¡Qué estímulo espiritual ha sido! Si nuestra comunión ha sido verdaderamente la del Espíritu, ha significado mucho más que simplemente gozar juntos en el Señor. De los que hablan “cada uno a su compañero” en relación con el maravilloso plan de Dios el profeta nos dice que el Señor escucha y que ha escrito un “libro de memoria” (Mal. 3:16). Incluso si sólo hay pocos Jesús prometió: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:20). De hecho, debemos estar agradecidos y aprovechar tantas oportunidades como sea posible para reunirnos en el nombre del Señor.
El Señor también ha seguido dando oportunidades a su pueblo para servirle sirviendo a otros y dando testimonio de la verdad. Sin duda, siempre debemos estar agradecidos por nuestros privilegios de ser “embajadores de Cristo” (2 Cor. 5:20). Muchas de esas oportunidades han sido, sin duda, las nuestras. Individualmente hemos tenido el privilegio de decir una palabra por el Maestro y por el mensaje del Evangelio, tal vez a un vecino, un amigo o un compañero de trabajo. En la medida en que hemos aprovechado estas oportunidades sabemos que no hay tiempo cuando el Señor parece tan cerca de nosotros y cuando su verdad es el mayor poder de inspiración en nuestras vidas que al explicarla a los demás. Esto es especialmente cierto cuando aquellos a los que hablamos tienen hambre de verdad y dan evidencia de que Dios les ha bendecido con corazones de audición y comprensión.
Nos alegramos de compartir las alegrías resultantes del conocimiento que por todo el mundo la luz de la verdad está brillando (en algunos casos por primera vez) en los corazones y en las vidas de aquellos a quienes Dios ha dado la capacidad de ver. Sabiendo esto, y teniendo otras tantas múltiples bendiciones de Dios, ¿cuánto tomaremos para conocer su glorioso? Sabemos que no tiene precio y que significa más para nosotros que la vida misma. ¡Qué agradecidos debemos ser, entonces, que por nuestros sacrificios y servicio este preciado tesoro se ha convertido en la bendita posesión de los demás!
MILAGROS DE COMUNICACIÓN
Esta evidencia es irrefutable de que Dios está con su pueblo hoy como estaba con sus sirvientes en la antigüedad. Estamos asombrados e inspirados al leer la experiencia de Moisés con la zarza ardiente hace tanto tiempo. Decimos que era un milagro, y verdaderamente lo fue. Hoy tenemos extraordinarios milagros de comunicación, por los cuales están disponibles el mensaje del plan de Dios y su reino venidero. Hace cincuenta años, estos “milagros” eran la radio y la televisión, y qué milagros eran, pues el Evangelio se hizo disponible en millones de hogares cada semana. De hecho, estos métodos de difusión del mensaje siguen siendo de gran importancia para dar testimonio de la verdad.
En los últimos dos decenios más milagros de comunicación han aumentado las oportunidades de proclamar el Evangelio del reino. Ordenadores, portátiles, internet, dispositivos de comunicación portátil y de mano, de cada forma, tamaño y capacidad económica están disponibles para casi la totalidad de la población de la tierra. La capacidad de ver vídeos, escuchar audios y leer el mensaje de la Biblia en estos dispositivos, así como con otros medios como el correo electrónico, Skype y otros medios de comunicación electrónica, ha abierto muchas nuevas vías de servicio durante este período de cosecha de la Edad Evangélica.
No nos sorprende, sin embargo, que el aumento del conocimiento que ha precipitado la actual explosión de comunicación haya tenido un efecto muy perjudicial sobre el mundo en general. Se ha fomentado el miedo, el egoísmo, el pecado y todo tipo de mal. De hecho, cuando Daniel predijo el momento en que “se aumentará el conocimiento”, era parte de su profecía sobre el “tiempo de angustia” citado anteriormente (Dan. 12:1 y 4) ¡Qué agradecidos estamos, sin embargo, de que estas áreas de mayor conocimiento puedan utilizarse de forma positiva para difundir la palabra de verdad y honrar el nombre de nuestro Padre Celestial! Por esto, también estamos agradecidos.
Cuando Dios habló a Moisés en la zarza ardiente le dijo a Moisés que se quitara los zapatos pues el lugar donde se encontraba era (Ex. 3:5) “tierra santa”. ¿No deberíamos sentir lo mismo sobre el terreno en el que nos encontramos hoy? ¿No estamos de pie, en un terreno más alto que lo que nos rodea para tener la oportunidad y el honor de servir al Señor en su viña? (Mat. 20:1-16). Al darnos cuenta de la sagrada posición que es la nuestra de ser embajadores de Dios prestemos oídos atentos a su voz y respondamos con lealtad para ver claro las diversas formas en las que quiere que pongamos nuestras vidas para él.
Sin duda, no podemos hacer menos en esta época de acción de gracias que hacernos eco de los sentimientos del salmista cuando escribió: “Te ofreceré sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre de Jehová. A Jehová pagaré ahora mis votos delante de todo su pueblo, en los atrios de la casa de Jehová… Aleluya." —Sal. 116:17-19