ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Dos

Felipe y el eunuco etíope

Versículo Clave: “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.”
—Hechos 8:35

Escrituras Seleccionadas:
Hechos 8:26-39

UN DIÁCONO con el nombre de Felipe había estado predicando el evangelio en Samaria, cuando un ángel del Señor le ordenó viajar al sur y seguir el camino que iba “de Jerusalén a Gaza” (Hechos 8:5 y 26). Felipe “se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.” —vv 27-28

El deseo del eunuco de adorar a Dios se indica no sólo por haber viajado solo la gran distancia de Etiopía a Jerusalén, sino especialmente por su búsqueda y lectura de las Escrituras. La costumbre en ese momento era leer en voz alta. Evidentemente mientras Felipe caminaba, oyó al eunuco leer a Isaías cuando pasaba el carro.

Por el Espíritu Santo, el Señor se dirigió a Felipe: “Acércate, y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías” (vv. 29-30). El pasaje que estaba leyendo el eunuco era: “Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.” —vv. 32-33; Isa. 53:7-9

Felipe le preguntó amablemente al eunuco: “¿Entiendes lo que lees?” (Hechos 8:30) El eunuco contestó humildemente “¿cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él… Y el eunuco dijo a Felipe: ¿De quién dice el profeta esto: de sí mismo o de algún otro?” —vv. 31, 34

Nuestro versículo clave nos dice que Felipe le indicó al eunuco que el profeta Isaías estaba hablando de Jesús. Aquí hay un ejemplo del método usual de Dios para enseñar a un buscador de la verdad: usando su palabra inspirada como texto y enviando a su representante para exponerlo. En este caso, la providencia de Dios se manifestó en las escrituras que el eunuco estaba leyendo, lo que abrió la oportunidad para que Felipe le instruyera empezando con el mismo fundamento de la doctrina de Cristo: que Jesús murió como “rescate por todos.” —1 Tim. 2:5-6

La enseñanza de Felipe al eunuco debió ser muy completa. Creemos que también explicó el privilegio especial para los que se consagran plenamente ahora, durante la presente Edad Evangélica, a hacer la voluntad de Dios y convertirse, si permanece fiel hasta la muerte, en coherederos con Cristo (Rom. 6:3-14; 8:16-17). Después de conocer el llamado celestial y hacer una consagración plena a Dios, el eunuco estaba ansioso de dar testimonio externo por el bautismo en agua o inmersión. (Hechos 8:36-37). Como recordamos, el bautismo en agua “en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” había sido autorizado por Dios a partir de Pentecostés. —Hechos 2:38

Después bautizarlo Felipe, el eunuco “siguió gozoso su camino.” (Hechos 8, 39) Sin duda Felipe también se regocijó al ser usado por Dios como vaso escogido para llevar su nombre a uno de sus hijos amados. Que también tengamos tales ocasiones para regocijarnos en Dios y en sus providencias manifestadas hacia nosotros en dar testimonio del mensaje del Evangelio.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba