EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA |
Una solución de atención médica permanente
“Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios; … que sana todas tus dolencias; que rescata del hoyo de la vida, el que te corona de favores y misericordias; … de modo que te rejuvenezcas como el águila.” — Salmo 103:2-5
Durante el pasado siglo, y debido a los avances en medicina y en otros muchos campos, la esperanza de vida del hombre ha aumentado sustancialmente. En todo el mundo se ha más que duplicado. Se esperaba que una persona nacida en 1916 viviera como promedio no más de treinta y cinco años; un siglo más tarde, en 2016, se había incrementado a setenta y dos. En Estados Unidos la esperanza de vida al nacer ha aumentado de cincuenta y dos en 1916 a poco menos de ochenta, un aumento de más 50%.
Sin embargo, este aumento de la esperanza de vida ha sido el dolor financiero y la presión de los costos que se disparan. Ya sea médico, hospitalario, en medicamentos, rehabilitación o atención a largo plazo, en seguro de salud u otros gastos, el costo total de la atención médica ha aumentado a niveles sin precedentes y aparentemente insostenibles. Según los datos de 2015 publicados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los costos anuales de atención de la salud son un poco menos de diez mil dólares por persona en Estados Unidos. Dicho de otro modo, los gastos relacionados con la atención de la salud constituyen actualmente un asombroso 17% de la producción económica total de nuestro país y es probable que aumente hasta el 20% para el 2020.
REFORMAS DE LA ATENCIÓN DE LA SALUD
A lo largo de los años se han ofrecido muchas propuestas y algunas se han convertido en ley que intenta aliviar la carga de los gastos de atención de salud para el consumidor. La mayoría de estos programas se ha diseñado para proporcionar beneficios a quienes de otro modo no podrían pagar la atención médica. Un claro ejemplo fue en 1965, al promulgarse la legislación que introdujo a Medicare, que cubría tanto el hospital como una parte significativa de los gastos médicos para los ancianos.
Otras reformas de la atención de la salud se han puesto en marcha en años más cercanos. El más notable en 2010, cuando se decretó el Acto de Protección al Paciente y del Cuidado Económico (el “PPACA”), también conocido como “Obamacare”, y que se diseñó para eliminar las prácticas de algunas compañías de seguros para examinar las condiciones preexistentes, cargar las primas, cancelar las políticas sobre tecnicismos y poner límites a la cobertura anual y vitalicia. El PPACA también tenía la intención de crear una competencia de precios al permitir a los consumidores comparar y comprar seguros a través de un intercambio de seguros de salud basado en la web, preservando al mismo tiempo los seguros privados y las opciones de proveedores de servicios de salud ya existentes.
NUEVA ADMINISTRACIÓN, NUEVAS PROPUESTAS
Con la victoria de Donald Trump en las presidenciales pasadas han entrado en la Casa Blanca una nueva administración y un nuevo partido político. El presidente entrante, no es de extrañar, ha pedido la derogación del Obamacare, proponiendo reemplazarlo por algún otro plan de salud. Desde su promulgación se han planteado numerosas objeciones contra el Obamacare, como que impone una sanción fiscal a la gente que no compre el seguro médico; aquélla, a su vez, presiona a las personas sanas a comprar políticas que no quieren; el sistema prevé subvenciones en base a ingresos y aumenta los impuestos sobre los estadounidenses adinerados y los segmentos de la industria médica para ayudar a financiar la ejecución general del plan.
En el momento de escribir este artículo se ha retirado un proyecto de ley para derogar y reemplazar el PPACA, enviado a la Cámara de Representantes de Estados Unidos por el equipo del Presidente Trump. Los miembros republicanos ultraconservadores de la Cámara dijeron que no iba lo suficientemente lejos para el desmantelamiento de Obamacare, y prometieron votar en contra. Esto, junto con la total oposición del Partido Demócrata a cualquier revocación, condenó el pasaje de la legislación. En las próximas semanas se desarrollarán probablemente nuevos acontecimientos, incluyendo quizás la introducción de la legislación revisada al Congreso.
Independientemente de lo que suceda como resultado de la gestión de la administración actual en cuestión de la atención a la salud, no puede aprobarse ningún plan que en el Congreso y firmada en ley es probable que obtenga una mayoría de personas emocionadas. La situación de la atención de la salud en Estados Unidos presenta una realidad simple, pero cruda. No podemos permitirnos el lujo de tenerlo, pero tampoco el de estar sin él. Y como muchos de los problemas actuales parece no tener una solución viable.
De hecho, cualquier solución es sólo temporal. La atención de la salud, aun en el mejor de los casos, es cuestión de añadir unos años más al proceso de la muerte. En muchos casos sólo es hacer que una persona esté lo más cómoda posible hasta que llegue el inevitable final. El hombre solo no puede ofrecer ningún método permanente para lograr salud y vida duraderas, independientemente de lo que pueda lograr en el camino de la atención de la salud durante unos pocos años. Hay una respuesta, sin embargo, al deseo continuo de la humanidad por la salud y la vida. No involucra a médicos, hospitales, medicinas hechas por el hombre o seguro médico, más bien, es el permanente poder sanador de Dios.
EL GRAN MÉDICO
En nuestro texto de apertura se representa a Dios como a un gran médico que cura todas las enfermedades de su pueblo. El profeta Isaías predice además un día en que los habitantes de la tierra “no dirán… estoy enfermo” y profetiza un tiempo en que todos los ojos ciegos y los oídos sordos se abrirán, los cojos saltarán y la boca de los mudos cantará. —Isa 33:24; 35:5-6
La enfermedad y la muerte son los mayores enemigos del hombre. Lo sabemos por observación y experiencia, porque las semillas de la enfermedad y de la dolencia funcionan en todos nosotros, llevándonos gradualmente a la discapacidad, al envejecimiento y, finalmente, a la muerte. A pesar de los mejores esfuerzos de la ciencia médica del siglo XXI, millones sucumben a este gran enemigo mientras son jóvenes y se hallan en la flor de la vida. Cada aspecto de la existencia actual del hombre es incierto por la inevitabilidad de la muerte.
LA REALIDAD DE LA MUERTE ENSEÑADA EN LA BIBLIA
Las enfermedades son una simple evidencia de que la raza humana se está muriendo. Son las encargadas de la muerte y el Apóstol Pablo nos informa que Cristo debe reinar hasta haber destruido a este enemigo (1 Cor. 15:25-26). La destrucción de la muerte incluirá la eliminación de la enfermedad. El Apóstol Juan, describiendo el significado de la visión que le dio Cristo, dijo que venía un tiempo en que no habría “más muerte”, que Dios quitaría las lágrimas de todos los ojos, que cesaría todo dolor y duelo (Apoc. 21:4). De hecho, una de las cosas que sella a la Biblia con una marca de autenticidad es proclamar la realidad de la muerte por sus promesas de que Dios planea erradicar a este gran enemigo a su debido tiempo.
Las Escrituras revelan que el propósito de Dios es acabar con el pecado y la muerte a través de su hijo Cristo Jesús y que por él vendrían al pueblo la salud y la vida. Esto se enfatiza por un mensaje que Jesús envió a Juan el Bautista. Juan había sido encarcelado, y previamente había anunciado a Jesús como el Mesías predicho, creyendo que lo era. Más tarde buscó tranquilidad y en este estado de ánimo envió a dos de sus discípulos a Jesús a preguntarle: “¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?” —Mat. 11:3
Jesús dijo a los mensajeros que regresaran a Juan y le dijeran lo que habían visto: que estaban siendo curadas todo tipo de enfermedades e, incluso, que los muertos estaban siendo resucitados También fueron testigos de que el evangelio se estaba predicando a los pobres. (vv. 4, 5) Jesús sabía que Juan el Bautista tomaría estas cosas como prueba de que realmente había venido el Mesías, el Cristo, porque Juan sabía que éstas eran las obras que Dios había prometido que el Mesías cumpliría.
LAS CURACIONES—UN VISTAZO AL FUTURO
Como hemos visto, Jesús curó varias enfermedades y dolencias del pueblo. A los doce también se les dio este poder. Un ejemplo fue la curación por Pedro del hombre cojo que estaba sentado a la entrada del templo pidiendo limosna. Era cojo de nacimiento, pero cuando Pedro dio la palabra de autoridad, se le restauró el miembro. Cuando el pueblo preguntó con qué autoridad y poder le sanó, Pedro explicó que fue a través de Jesús de Nazaret, a quien habían crucificado. —Hechos 3:1-16
Sin embargo, Pedro no se detuvo ahí y continuó explicando que después de regresar Jesucristo en su segunda venida vendrían “los tiempos de la restauración de todas las cosas”. Este tiempo de restauración general se predijo por boca de todos los santos profetas de Dios desde el comienzo del mundo, según explicó Pedro. —vv. 20-21
La lección es clara y la conclusión, inconfundible: Pedro había sanado a un cojo, lo que se logró a través de su creencia en Cristo. Usando esto como base de su sermón, explicó que habría un tiempo de restauración general después del regreso de Cristo, y que esto es lo que todos los profetas de Dios habían predicho. El programa de Dios para devolver la salud y la vida al pueblo, por tanto, no debía inaugurarse hasta después de la segunda venida de Cristo y el establecimiento de su reino.
PROMESAS DIVINAS
Esta característica del plan de Dios no ha fallado ni fallará. Cuando se ponga en funcionamiento, el resultado será un completo cumplimiento de todas las promesas divinas de salud y vida. Todos los ojos ciegos serán abiertos; todos los oídos sordos, despejados y todos los cojos, sanados. Nadie en el mundo que acepte la provisión de la gracia de Dios por medio de Cristo necesitará decir: “Estoy enfermo”.
La opinión pública de tiempos antiguos esperaba una demostración sobresaliente de autoridad y poder divino por parte de aquellos a quienes aceptaron como enviados por Dios: el Dios de Israel luchó por ellos en la batalla y destruyó a sus enemigos; algunos de sus profetas resucitaron a muertos. A los judíos de los días de Jesús les resultaría difícil aceptar a Jesús como el más grande de los profetas, de hecho habían dicho que vendría, si sus obras no fueran mayores que la de todos los profetas anteriores.
Esta fue una razón por la cual el ministerio de Jesús fue acompañado de milagros: la curación de enfermos y la resurrección de los muertos. Con esto también daba lecciones de lo que él, como Mesías prometido, haría por el mundo entero, y sobre una base permanente, cuando llegara el tiempo de Dios para que esta parte de su plan fuera inaugurada.
RESTAURACIÓN DURANTE EL REINO DE CRISTO
Es la voluntad de Dios que, en definitiva, todos los que acepten a Cristo y obedezcan las leyes de su reino sean restaurados a la salud y vivan para siempre como humanos. Cada uno de los santos profetas de una u otra manera predijo un programa mundial para traer salud y vida a la humanidad. Jesús se refirió a ella como un tiempo de “regeneración” (Mat. 19:28) y, como ya se ha mencionado, Pedro lo describió como los “tiempos de la restauración de todas las cosas”. Jesús, sin embargo, no inició este programa en su primer advenimiento ni prometió a sus discípulos que pudieran esperar curarse divinamente de sus dolencias físicas por su fe en él.
El trabajo de restauración de la raza humana a la vida debe lograrse durante los mil años del reinado de Cristo (Apoc. 20:6). Durante el breve período del ministerio del primer advenimiento Jesús predicó la esperanza del reino. En relación con su mensaje oral, dio muchas demostraciones prácticas de lo que significarían las bendiciones del reino para el pueblo al momento de cumplirse las promesas de Dios. Los milagros de Jesús, como ya hemos señalado, no se designaron para iniciar un programa de sanación en esa época, sino que eran ilustraciones del propósito divino en el reino mesiánico
EL PECADO TAMBIÉN SERÁ QUITADO
La lepra era frecuente en tiempos de Jesús y entonces se consideraba incurable; por eso era un símbolo apropiado del pecado, que, desde el punto de vista humano, también es incurable. La muerte entró en el mundo debido al pecado (Rom. 5:12). Al limpiar Jesús a los leprosos de su tiempo estaba ilustrando la intención de Dios de eliminar la plaga del pecado de la tierra y destruir la muerte, resultado del pecado.
En este punto, Dios había prometido a través del profeta Isaías: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra” (Isaías 1:18-19). Obsérvese que la promesa no asegura un hogar en el cielo, sino que el voluntario y obediente “comerá el bien de la tierra” porque serán limpios del pecado.
OPORTUNIDAD PARA TODOS
Como se ha señalado anteriormente, el profeta Isaías, en su profecía en cuanto a cuándo sería restaurada la humanidad a la salud y a la vida, escribió que todos los ojos ciegos serían abiertos y que el cojo saltaría como un ciervo. En consonancia con esto Jesús, para mostrar la gloria y el poder de su obra mesiánica venidera, restauró la vista a algunos ciegos de su día y sanó a varios cojos (Mat. 15:30). Por estos y otros milagros realizados para unos pocos, prefiguró los “tiempos de la restauración”, que no serán sólo para algunos, sino para todos los que obedezcan las leyes justas del reino.
La muerte misma será destruida por el poder divino. Por medio del reino de Cristo, Dios “destruirá a la muerte para siempre” y “enjugará… toda lágrima de todos los rostros” (Isa. 25:8). Jesús ilustró esta victoria prometida al despertar a algunos del sueño de la muerte, demostrando que este gran enemigo no se interpone en el camino del plan de Dios para restaurar al pueblo a la salud y a la vida. De hecho, las lágrimas de dolor que la familia y los amigos de Lázaro habían derramado, incluyendo las de Jesús, se borraron al ser despertado de la muerte. —Juan 11:31-45
Al despertar a Lázaro otros que habían muerto no permanecieron vivos. Mas los que se despierten durante el reinado milenario de Cristo y obedezcan sus leyes ganarán la vida eterna. El propósito de su despertar será darles la oportunidad de aprender, creer, obedecer con el corazón y vivir para siempre. Sólo aquellos que se nieguen a escuchar y a obedecer serán “desarraigados del pueblo.” —Hechos 3:23
“SOL DE JUSTICIA”
El momento en que se lleva a cabo el programa de sanación y restauración de Dios se describe simbólicamente en la profecía de Malaquías como el surgimiento del “Sol de justicia y en sus alas traerá salvación” (Mal. 4:2). Durante seis mil años, la humanidad ha estado envuelta en la oscuridad del pecado, la enfermedad y la muerte. Satanás, “el dios de este siglo”, ha cegado sus mentes con respecto al verdadero Dios de amor (2 Cor. 4:4, Gal. 1:4). Sin conocer a Dios han tropezado en las tinieblas del camino “ancho” que conduce a la destrucción. —Mat 7:13-14
¡Cuán diferente será cuando el reino de Cristo sea operativo para la bendición del pueblo! Entonces brillará el Sol de justicia y asociado con él en esta obra de iluminación y bendición del mundo estará su iglesia. En cuanto a éstos Jesús dijo que “brillarían como el sol” en ese glorioso reino. —Mat 13:43
Compartirán con él las “obras mayores” que dijo Jesús (Juan 14:12). ¡Cuánto mejor será la restauración del reino que los esfuerzos curativos de hoy! Los caminos y planes de Dios son siempre mejores que los de los hombres, por tanto sigamos orando para que venga su reino y para que se haga su voluntad en la tierra así como en el cielo. —Mat 6:10
Nuestro texto de apertura dice que Dios, el gran médico de la humanidad, sanará todas las enfermedades, proveerá la vida por medio de la redención, derramará bondad amorosa y tierna misericordia y renovará la juventud de todos. ¡Qué perspectiva tan gloriosa para la humanidad está establecida por el Creador! De hecho es su propósito último con respecto a la raza humana. Aunque “el salario del pecado es la muerte”, junto con los procesos acompañantes de la enfermedad, estamos seguros de que “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” —Rom. 6:23
SÍMBOLOS DE VIDA
Juan el Revelador registra los diferentes símbolos de la visión que tuvo que describen las bendiciones de salud y vida disponibles para todos bajo la administración del reino de Cristo. En primer lugar, habla de “un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (Apoc. 22:1). El trono de Dios es símbolo de la autoridad divina ejercitada en la tierra a través del reino de Cristo. La asociación del Cordero con esta imagen nos recuerda que las bendiciones de vida representadas por el río estarán disponibles sólo por la sangre derramada del “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. —Juan 1:29
Luego observamos la referencia del Revelador al “árbol de la vida” que estaba junto al río y cuyas hojas son “para la sanidad de las naciones” (Apoc. 22:2). Las personas de todas las naciones han de tener la oportunidad de ser curadas y de participar del árbol de la vida, prohibido a la raza humana una vez por el pecado (Gén. 3:24). Juan también nos informa que cuando el río de la vida fluya para la bendición del pueblo, la invitación a participar de sus nutrientes vivificantes se extenderá al “que quiera”. Leemos: “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven… Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.” —Apoc. 22:17
La esposa que da la invitación a “venir” es la iglesia de Cristo, unida con él en la gloria (2 Cor. 11:2; Apocalipsis 19:7-8, 21:2 y 9) Estos habrán demostrado ser dignos de esta posición sufriendo y muriendo con él durante la presente Edad Evangélica. En el plan de Dios a los que son “fieles hasta la muerte” se les recompensa con “gloria, honra e inmortalidad” y reinarán con Cristo (Apoc. 2:10; Rom. 2:7; 2 Tim. 2:10-12) y compartirán con él en la maravillosa obra de sanar a toda la humanidad de sus enfermedades y extender la vida humana perfecta y eterna a todos los que acepten la invitación de beber del agua de la vida. “Bienaventurados” serán aquellos “que cumplan sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida” (Apoc. 22:14). Así, con tantas promesas de la Biblia que fortalecen nuestra fe, esperamos con gozosa anticipación la solución permanente de salud de Dios para toda la humanidad.