ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Permanecer en el amor de Dios

Versículo Clave: “Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”
—Juan 15:12

Escrituras Seleccionadas:
Juan 15:1-17

UNA DE LAS últimas lecciones que dio Jesús a sus discípulos antes de morir fue la de la vid y los sarmientos, registrada en Juan 15:1-8. En esta parábola, Jesús comienza diciendo: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.” (v. 1) Como era su costumbre Jesús aquí honraba y glorificaba a su Padre Celestial, enfatizando que Dios estaba por encima y era mayor que él. La expresión “vid verdadera” implica que también hay una vid falsa. Esto se describe en la Biblia como algo que Dios “no ha plantado”, la “vid de la tierra”, un sistema falso y terrenal. —Mat. 15:13; Apoc. 14:19

Continuando la parábola Jesús dijo: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará para que lleve más fruto.” (Juan 15:2) “Los pámpanos” de la parábola se refieren a los seguidores individuales de Cristo. “Todo pámpano en mí” indica que cada uno de nosotros tiene una relación individual con Jesús y el Padre Celestial. La frase “lo limpiará” se refiere a la poda de Dios, realizada a través de nuestras experiencias. Los métodos de poda de Dios deben entenderse como para nuestro beneficio espiritual, de lo contrario podemos desanimarnos. Nuestra poda puede implicar retirar la riqueza terrenal o los planes acariciados, permitir la persecución o la enfermedad, o la pérdida de la reputación y de las amistades terrenales.

Tal poda debe ser un estímulo para nosotros, porque muestra el amor de Dios y que se ocupa de nuestros más altos intereses espirituales. Como escribió el apóstol Pablo: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Heb 12:11) ¡Qué consuelo saber que Dios es el que hace la “poda” en nuestras vidas como sarmientos de la vid verdadera!

Jesús dijo que el propósito de nuestra poda es “llevar más fruto”. El “fruto” no es construir grandes e impresionantes edificios religiosos; de lo contrario Jesús y los apóstoles no habrían dado fruto. Asimismo esos frutos no son nuestras actividades al servicio de la verdad, ni el tiempo, el esfuerzo o las riquezas utilizados en ellas. Nuestras actividades al servicio de la verdad y de los hermanos sólo son aceptables a Dios en la proporción en que son el resultado del fruto ya desarrollado en nuestro carácter. Estos frutos del Espíritu Santo son, dice Pablo: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.” —Gal 5:22-23

En nuestro versículo clave, que sigue a la parábola de la vid y de los sarmientos, Jesús dice que debemos amarnos unos a otros como él nos ha amado. Tal amor es puro, abnegado y desinteresado, y es uno de los elementos clave del carácter del fruto que debemos alcanzar. Y se nos proporcionan experiencias para desarrollar este amor a lo largo de varias líneas que incluyen confortar a los hermanos que puedan estar “en cualquier problema” y alentarnos unos a otros “al amor y a las buenas obras.” (2 Cor. 1:4; Heb. 10:24) También demostramos este amor al evitar en nuestras palabras y acciones cualquier cosa que pueda hacer tropezar, ofender o debilitar espiritualmente a nuestros hermanos (Rom. 14:21) y ser “benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros.” (Ef. 4:32; Col. 3:13) Cultivemos este fruto de amor para que penetre en nuestras palabras y acciones cada día—hacia nuestros hermanos, el mundo de la humanidad, incluso nuestros enemigos—y así permanecer en el amor de Dios.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba