ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Alabando las Obras de Dios

Versículo Clave: “Señor, ¡hasta innumerables son tus obras! En sabiduría los has hecho todos: la tierra está llena de tus riquezas.”
—Salmos 104:24

Escrituras Seleccionadas:
Salmos 104:1-4, 24-30

EN UNA LECCIÓN anterior, examinamos cómo Dios usó varios organismos para crear y preparar la tierra—el hogar eterno del hombre.  Hoy volvemos nuestra atención a la extraordinaria sabiduría detrás de esa creación y cómo se relaciona con el hombre. Es fácil ver con asombro la gran variedad dentro del mundo animal y vegetal que vemos alrededor de nosotros. Éstos son de hecho parte de las obras “innumerables” de Dios, formadas y creadas por su sabiduría infalible.

El relato de la creación en el Génesis nos dice que después que el hombre fue creado, Dios le instruyó: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer.” —Gén.1:28-30

En estos versículos, vemos la relación entre las formas inferiores de la creación y el hombre. Al darle dominio sobre todos los seres vivientes de la tierra, Dios colocó al hombre en una posición superior a la creación vegetal y animal. A pesar de que somos simples motas en el universo, Dios declara su amor especial por la raza humana a través de las palabras inspiradoras del salmista: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” —Sal. 8:3-9

El salmista aquí demuestra que las obras de Dios son innumerables, y es en el hombre donde su sabiduría y amor son más evidentes. Adán fue creado perfecto, y su vida pudiera haber continuado para siempre. Sin embargo, la Biblia explica que por causa de su desobediencia “el pecado entró en el mundo… y por el pecado la muerte”, una pena que ha pasado a todas las generaciones desde entonces. —Rom. 5:12

Dios, sin embargo, no nos dejó irremediablemente en nuestros pecados. El Apóstol Juan expresa el amor del Padre Celestial por su creación humana y nos da esperanza, diciendo: “Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” —1 Juan 4:8-10

Dios nos ha dado las buenas nuevas de su obra de redención, provista por la preciosa sangre de su Hijo Jesucristo. Esta promesa no es la nuestra solamente, sino que es para toda la humanidad. De hecho, el derramamiento de la “sangre preciosa de Cristo… ya destinada antes de la fundación del mundo”, para que nuestra “fe y esperanza sean en Dios.” (1 Ped. 1:19-21) Por todas sus obras poderosas, ¡alabado sea Dios!



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba