ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Alabado sea Dios el Proveedor

Versículo Clave: “Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia, oh Dios de nuestra salvación, esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos confines del mar.” —Salmos 65:5

Escrituras Seleccionadas:
Salmos 65:1, 2, 9-13

UN ASPECTO importante de alabanza que debemos aprender es el de acción de gracias y aprecio por las experiencias que Dios nos provee cada día para nuestro desarrollo. La traducción del Rey Jaime de nuestro Versículo Clave usa la frase “cosas terribles”, como si Dios nos hubiera preparado un camino doloroso a seguir. Sin embargo, el significado de la palabra hebrea original tiene el pensamiento de reverencia, o de permanecer en asombro. La Biblia de las Américas traduce el versículo, “Con grandes prodigios nos respondes en justicia, oh Dios de nuestra salvación, confianza de todos los términos de la tierra, y del más lejano mar.”

Los versículos anteriores de nuestra lección, describe la audiencia del salmista en lenguaje profético como Sion espiritual—Cristo y su novia, “la esposa del Cordero.” (Apoc. 21:9) Juntos, se establecerán con gloria divina y poder, cuando todos los miembros de la clase de la “novia” hayan hecho firme su vocación y elección siendo fieles hasta la muerte. (Apoc. 2:10) La clase de Cristo traerá alegría a toda la tierra y servirá como el conducto de bendición de Dios para toda la humanidad. El profeta Miqueas escribió: “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.” (Miq. 4:2) Será el honor y el privilegio de esta clase de “Sion” de ser reyes y sacerdotes en el reino terrenal tan esperado por el cual todos oramos. —Apoc. 20:6; Mat. 6:10

En el versículo 11 de nuestra lección, el salmista alaba a Dios, diciendo: “Tú coronas el año con tus bienes.” Es apropiado que el pueblo del Señor lleve cuentas de las misericordias y las bendiciones proporcionadas por Dios, para que no seamos sumergidos en las ansiedades de esta vida, o las riquezas terrenales que pudieran desviarnos de nuestro crecimiento espiritual como nuevas criaturas. A medida que maduremos en Cristo, percibiremos que estas alegrías son de un tipo más santo y duradero de lo que hubiéramos conocido antes. Los reconoceremos como teniendo su fuente en las experiencias proporcionadas por nuestro Padre Celestial, que son siempre para nuestro mayor bienestar espiritual.

Tenemos otras experiencias que no son agradables a la carne, pero podemos aceptarlas con alegría porque están desarrollando en nosotros un carácter semejante a Cristo. De estas experiencias, el apóstol Santiago escribe: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” (Santiago 1:2-4) El apóstol Pablo también atestigua esto, diciendo: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia.” —Rom. 5:3

Las Escrituras nos aseguran que nuestras pruebas nunca serán más de lo que podemos soportar. De nuevo, Pablo dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Cor. 10:13) Estas palabras reconfortantes están en consonancia con la promesa de Dios: “No te desampararé, ni te dejaré.” —Heb. 13:5

Seguramente, podemos alabar a Dios como el proveedor sabio de todas nuestras experiencias. “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso… quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.” —2 Cor. 1:3,4, Nueva Versión Internacional



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