EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

Se acerca la liberación

“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra liberación está acercándose.” – Lucas 21:28, Diaglotón Enfático de Wilson

EN MUY POCAS ocasiones en la historia de nuestro país ha existido esta combinación de incertidumbre, ansiedad y temor que ha acompañado el inicio de 2017. Existen, en efecto, preocupaciones de una economía débil, miedo a más terrorismo, imprevisibilidad de las naciones, inseguridad en Oriente Medio y otros problemas mundiales y nacionales que siguen afrontándose. Sin embargo, la mente de la mayoría de los estadounidenses se ha paralizado durante los dos últimos meses de 2016 con la elección de un nuevo presidente y con los resultados de la elección que tuvo lugar el ocho de noviembre.

Los llamados “expertos” analistas políticos, encuestadores, medios de comunicación e, incluso, muchos políticos quedaron aparentemente confusos por la elección de Donald Trump como cuadragésimo quinto presidente de la nación. Para los ciudadanos del país no fue menor la sorpresa de los resultados de su participación en el proceso electoral. Se emitieron más de ciento veintinueve millones de votos en la elección presidencial, con Hillary Clinton ganando el voto popular, aunque por un muy pequeño margen de 0,7%.

Otras estadísticas electorales, sin embargo, estaban claramente a favor de Donald Trump. Ganó el voto popular en el 60% de los estados individuales—30 de 50. Como resultado reclamó más de trescientos votos electorales, muy por encima de los doscientos setenta necesarios para ser elegido y el 57% del total. Esto estaba muy por delante del 43% de los votos de Hillary Clinton en el colegio electoral.

La mayoría se preguntó cómo pudo haberse elegido a Donald Trump, ya que anteriormente no ha tenido cargos políticos y se le considera un extraño en Washington con mínimos conocimientos del funcionamiento interno del gobierno. Quizás el aspecto más sorprendente de su victoriosa carrera presidencial, y para muchos el más inquietante, se encontró en el temperamento que mostró durante la mayor parte del proceso de la campaña.

Durante las primarias republicanas y demócratas, así como en la campaña presidencial, casi todos los candidatos, pero especialmente Donald Trump, atacaron amargamente a sus oponentes, tanto política como personalmente. No se privó de nada, ya que el sarcasmo, el desprecio, la maldad y la crueldad abundaban abiertamente, tanto en los debates como en los anuncios políticos, los medios de comunicación, los discursos e incluso en las redes sociales. Se convirtió en una forma común tuitear a todas horas del día y de la noche para manifestar el desdén y la crítica a los opositores.

A pesar de tales circunstancias el Sr. Trump ganó las elecciones. Muchos se preguntan por qué y cómo sucedió esto. En retrospectiva, parece que ser un forastero en Washington y sin temor a expresar su opinión sobre cualquier tema hizo resonar su mensaje en numerosas personas por mucho tiempo insatisfechas con la política del “establishment” de Washington, tanto del lado demócrata como del republicano. El comportamiento a menudo explosivo de Donald Trump parecía ser una vía de escape para que bastantes personas expresaran su enojo por el status quo en este país. Apocalipsis 11:18, que habla proféticamente de nuestros días, dice: “Se airaron las naciones”. La elección reciente parece proporcionar, al menos en parte, un cumplimiento rotundo de estas palabras.

El paso del tiempo, junto con los acontecimientos mundiales y nacionales a medida que se desarrollan, determinará en última instancia el resultado de la presidencia de Trump. Como estudiantes sinceros de la Biblia debemos seguir haciendo lo que Jesús advirtió: “Velad, pues, y orad siempre”, observando las palabras proféticas de las Escrituras que señalan la cercanía del reino de Dios. —Lucas 21:31-36

NUESTRAS PERSPECTIVAS

El comienzo de un nuevo año nos recuerda que el tiempo avanza y que éste es un elemento importante de nuestra perspectiva como cristianos y estudiantes de la Biblia. Los siervos de Dios de cada época no han estado en armonía con el mundo que los rodea, sino que se han angustiado por las prácticas pecaminosas e injustas de los impíos. Debido a sus propias imperfecciones también se han angustiado por sí mismos, anhelando que llegue el momento en que se detenga el curso descendente del pecado y se libere de sus influencias corruptoras a toda la humanidad. —Rom. 8:22-23

Las preguntas, ¿cuánto tiempo?, ¿cuándo? y sus equivalentes aparecen con frecuencia en los escritos de los profetas y de los apóstoles. La respuesta de Dios es coherente con que el presente reino de pecado y muerte no durará para siempre. Las expresiones bíblicas “últimos días” y “tiempo del fin” dan garantía de que el plan de Dios está llegando a una nueva dispensación, en la cual la justicia será entronizada y el pecado y la muerte, destruidos. —Isa. 2:2; Dan.12:4; Eze. 38:16 y 2 Tim. 3:1

SEGURIDAD BÍBLICA

Las promesas de Dios de este triunfo final del bien sobre el mal están registradas en toda la Biblia, comenzando por Génesis 3:15. Allí se declara que la “simiente” de “la mujer magullaría”, o aplastaría, la cabeza de la serpiente. Esta esperanza se amplía con la promesa de Dios a Abrahán de que a través de su “simiente” serían benditas todas las familias de la tierra. —Gen. 12:3; 18:18 y 22:18

Por medio de Moisés, Dios prometió enviar un gran “Profeta”, e Isaías profetizó: “Un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro.” (Deut. 18:18; Isa. 9:6). Daniel también predijo que “en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino.” —Dan. 2:44

JESÚS VIENE

Cuando Jesús vino, sus discípulos lo aceptaron como aquel del que hablaron los profetas. A ellos les pareció que había llegado el tiempo tan esperado para la liberación divinamente prometida. Juan el Bautista anunció la presencia de Jesús con la declaración: “El reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 3:2), aunque una traducción mejor del griego original sería: “La majestad real de los cielos se ha acercado.” —Diaglotón Enfático

Parecía cierto a los discípulos que no habría más demora y creyeron que “el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.” (Lucas 19:11) Jesús entendió la situación y, para evitar que estuvieran demasiado decepcionados, relató la parábola de las minas, en la cual un noble se fue “a un país lejano” para recibir un reino y luego volver. —v. 12

Evidentemente los discípulos reconocieron que Jesús, su Mesías, era el noble de esta parábola. Estaba diciéndoles que se iba y que el reino que ellos creían que “se manifestaría inmediatamente” no se establecería hasta su regreso. No entendieron, sin embargo, que su partida implicaba su muerte y, por lo tanto, no estaban preparados para la repentina interrupción de su ministerio.

No obstante, y en el supuesto de que Jesús los dejara y volviera más tarde a establecer su reino, se dirigieron a él en el Monte de los Olivos y le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu presencia y de la consumación del siglo?” (Mat. 24:3, Diaglotón Enfático) Aquí tenemos las preguntas “¿cuándo?” y “¿qué señal habrá?” Los discípulos deseaban saber qué evidencias buscar que les mostraran que el tiempo de espera había terminado y que Cristo había regresado para establecer el reino prometido hace tiempo.

Los capítulos 24 y 25 de Mateo contienen la respuesta de Jesús a estas preguntas. El relato de Lucas sobre la profecía del regreso del Señor y el fin de los tiempos se encuentra en el capítulo 21 de su Evangelio, del cual es parte nuestro texto de apertura. Lucas relata que Jesús dijo que al ver que ciertas señales comienzan a suceder, “levantad vuestras cabezas porque vuestra liberación se ha acercado”. Aquí tenemos una de las afirmaciones más claras encontradas en la Biblia acerca de la preparación para el reino de Cristo. Por tanto, es muy importante averiguar qué son “estas cosas” que identifican a este tiempo por el cual el pueblo de Dios en cada época ha esperado y orado tan ansiosamente.

“ESTAS COSAS”

Examinemos brevemente algunas de “estas cosas”, las señales referidas por Jesús. Lucas 21:24 dice: “Caerán a filo de la espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” La primera parte de este texto es una profecía de la destrucción de Jerusalén y la dispersión de los israelitas entre las diversas naciones gentiles.

Aunque la ciudad literal de Jerusalén fue destruida, su destrucción significó el derrocamiento de toda la política judía y la sujeción completa del pueblo a la dominación gentil, la nación perdió su independencia seis siglos antes, cuando su último rey, Sedequías, fue derrocado y el pueblo llevado cautivo a Babilonia.

Cuando Jesús dijo que “Jerusalén será pisoteada de los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”, simplemente estaba diciendo que la nación que había perdido su independencia en los días de Babilonia se dispersaría aún más y seguiría siendo perseguida hasta terminar “los tiempos de los gentiles”. Esta es una de las cosas que debemos ver que comienza a suceder si queremos estar seguros de que nuestra liberación está cerca.

Creemos que esta profecía de Jesús se ha cumplido. Sin embargo, no leamos más en sus palabras de lo que él dice. Sabemos de otras promesas de Dios que las maravillosas bendiciones de salud, paz, vida y alegría están reservadas para Israel. Creemos que vendrá un tiempo en que hará “un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.” (Jer. 31:31-34) También, entendemos que los gentiles compartirán estas bendiciones al tiempo debido de Dios.

Jesús, sin embargo, no dijo nada acerca de estas bendiciones del reino en la profecía registrada por Lucas. Sólo dijo que Jerusalén, emblema de la nación, ya no sería “pisoteada” por los gentiles. Desde que comenzó a pisotearse a la nación con la pérdida de su independencia soberana, su restauración a este estado cumpliría la profecía de Jesús. Israel, desde 1948, es una nación libre, recibiendo tal condición en el mundo por las Naciones Unidas.

El estado de Israel actual no es una nación grande, y Jesús no dijo que lo sería. No posee toda la tierra que se le prometió ni está libre de muchos graves problemas, pero Jesús no implicó estas condiciones. Como cualquier otra nación Israel está perpleja y temerosa; tiene desafíos económicos, sociales y políticos similares a los de otras naciones y, como es obvio, también tiene muchos enemigos.

Jesús no dijo que Israel escaparía de estos problemas al llegar a ser libre. Sólo indicó que Israel ya no sería más pisoteada y que su condición de esclavitud como nación, que comenzó seis siglos antes, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistó Jerusalén, sería cambiada. Volvía a ser libre para dirigir sus propios asuntos y hacer sus propias leyes. De hecho, hemos visto que esto ha sucedido.

LAS POTENCIAS DE LOS CIELOS SACUDIDAS

Lucas 21, versículos 25 y 26, describe dos signos estrechamente relacionados. Aquí Jesús habla de “señales en el sol, en la luna y en las estrellas”. En la tierra, dijo, habría “angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas.” A causa de estas cosas, continúa, los corazones de los hombres desfallecerían por el temor y la expectación “porque las potencias de los cielos serán sacudidas.” —Diaglotón Enfático

Parece evidente a partir de estos dos versículos que los signos en el sol, en la luna y en las estrellas son las “potencias de los cielos” que están siendo sacudidas a los que se refiere Jesús. Esta es una de las causas que contribuye a que los corazones de los hombres se vuelvan temerosos. No son los cielos literales los que se sacuden, ni es literal el bramido del mar ni de las olas a los que Jesús se refiere en esta profecía.

Son los cielos y la tierra simbólicos los que están involucrados aquí, como mencionó el apóstol Pedro al escribir: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” —2 Ped 3:10

Los cielos y la tierra figurativos que pasan con gran estruendo en el día del Señor son los aspectos espirituales y materiales del actual orden mundial que debe dar lugar al Reino de Cristo. Este reino, como Pedro lo identifica tres versículos más tarde, son “los nuevos cielos y la nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” (v. 13) Así como los cielos literales ejercen una poderosa influencia sobre la vida en la tierra, los cielos simbólicos a través de los siglos de este presente mundo malo han ejercido una gran medida de control sobre el pueblo.

Esto se ha hecho a través de la religión, que ha sido reconocida como una influencia espiritual. Es espiritual en el sentido de reclamar una autoridad superior a los dictados de las leyes humanas. Los últimos gobiernos europeos iglesia/estado son un buen ejemplo de este arreglo. Sin embargo, aun cuando éstos no han funcionado, los pueblos de la tierra, tanto cristianos como no cristianos, han estado sujetos a las fuerzas e influencias religiosas.

Sin embargo, una de las cosas predichas por Jesús que tendría lugar al final de la edad era, “Las potencias de los cielos serán sacudidas”. Es decir, las instituciones y conceptos religiosos establecidos perderían su control sobre el pueblo. En muchos países del mundo la religión sigue teniendo mucha influencia en los asuntos de la humanidad. Sin embargo, hemos comenzado a ver esta “sacudida” llegar a suceder, ya que las personas y las naciones han resistido, incluso al punto de conflicto armado, las “potencias de los cielos” en las que han estado bajo servidumbre, en algunos casos, muchos siglos. De hecho, este desarrollo está contribuyendo al miedo que llena los corazones del hombre hoy.

“VIUDEZ”

Se nos recuerda el juicio al final de la edad que viene sobre todas las religiones falsas, ilustradas por la Babilonia eclesiástica como se describe en Apocalipsis 18 e Isaías 47. Observemos la actitud expresada en Apocalipsis 18:7: “Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto”, y en Isaías 47:8: “Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni conoceré orfandad.” Esta es la actitud justo antes de los juicios severos pronunciados sobre Babilonia por Dios. Continúa Isaías: “Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, orfandad y viudez.” —v. 9

Esta “viudez” surgió alrededor de la Primera Guerra Mundial, cuando los reyes de Europa perdieron sus coronas y el arreglo de Iglesia/Estado del Derecho Divino de los Reyes llegó a su fin. La fragmentación resultante del poder de la antigua iglesia estatal también causó una “pérdida de niños”, ya que los pueblos de Europa y de otros países ejercieron su libertad de soltarse de la esclavitud de la iglesia “madre” que existió una vez.

Aparte de estos desarrollos específicos, en cualquier parte del mundo ha habido una creciente descomposición de las normas religiosas y morales. Evidencias de ello es el aumento del crimen, del odio, de la violencia, la inmoralidad, la injusticia y el descontento, así como la creciente corrupción y deshonestidad en los negocios y el gobierno.

SEÑALES QUE COMIENZAN A SUCEDER

Hemos visto cómo éstas y otras señales han comenzado a sucederse en nuestros días. Sólo aquellos que observan “la palabra profética más segura” pueden ver este principio con un entendimiento de lo que significa. (2 Pedro 1:19) ¡Qué alentador es ese entendimiento! Significa que nuestra “liberación se está acercando”. Esa liberación de la esclavitud del pecado y de la muerte por la que el pueblo de Dios durante toda la Edad Evangélica ha esperado y orado está al alcance de la mano. Esto significa, también, que la liberación de todo el mundo del dominio de Satanás está cerca. Por esto también damos gracias a Dios.

Sin embargo, a diferencia de los observadores que “levantan” sus cabezas, los corazones de los hombres están llenos de miedo mientras contemplan lo que sienten será el resultado inevitable de la completa ruptura de la sociedad actual. Mientras vemos cumplirse estas señales nos regocijamos en las evidencias de que el mundo pronto conocerá el significado de lo que está ocurriendo. Jesús dijo: “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.” —Lucas 21:27

Con el sol, la luna y las estrellas simbólicos en el oscurecido cielo eclesiástico en lo que respecta a su poder de control, el mundo verá al principio sólo una “nube” de problemas. Es en esa nube simbólica—por medios que la providencia divina revelará a la humanidad—que se reconocerá la presencia del nuevo rey de la tierra. Entonces, en el plan de Dios, los “nuevos cielos” tomarán el control y, a través de los organismos de ayuda de la nueva tierra simbólica, comenzarán a fluir sus prometidas bendiciones de paz, alegría y vida a la humanidad como un vasto “río de agua viva”. —Apoc. 22:1-3

Así, deberíamos comenzar el 2017 con esperanza, confianza y alegría. Esa debe ser nuestra actitud, independientemente de las incertidumbres de tener un nuevo presidente, de la inseguridad que rodea a las condiciones económicas actuales o del dolor de presenciar la propagación de la inmoralidad, el odio y las luchas en el mundo. Se nos promete que la liberación está cerca, cuán cerca Dios no lo ha revelado. Sigamos esforzándonos por ser fieles a las preciosas verdades que se nos ha revelado y, por ellas, renovarnos y sostenernos en estos tiempos tan difíciles—hasta que nuestra liberación llegue y el mundo pase.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba