ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Pacto eterno

Versículo Clave: “Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo.”
—Isaías 61:8

Escrituras Seleccionadas:
Isaías 61:1-4, 8-11

GANAMOS una visión fundamental en la mente de Dios en nuestro versículo clave. Él ama el derecho. La palabra traducida del hebreo para “derecho” también puede traducirse como “justicia”, tal como se encuentra en Éxodo 23:6, Nueva Versión Internacional: “No tuerzas la justicia contra los pobres de tu pueblo en sus demandas legales.” El salmista del mismo modo utiliza la palabra de esta manera, “La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.” —Sal. 89:14, NVI

Por lo tanto, cuando leemos que Dios ama el derecho debemos pensar correctamente que él ama la justicia. Él ama lo que es correcto, bueno y justo. El énfasis no es que ama condenar. Más bien, él ama librar de la opresión y defender lo que es justo y santo. Además de amar la justicia, Dios también odia la iniquidad en el holocausto. Específicamente, odia el fraude en lo que se le ofrece. Su ira arde cuando la hipocresía contamina la adoración de él por el hombre. Bajo el arreglo de la Ley del pacto de Israel, se esperaba que las ofrendas al Señor serían de lo mejor de las ovejas y de las primicias del campo.

El profeta Malaquías nos da una idea de por qué esto era necesario. Algún día Dios haría que todas las naciones de la tierra conocieran su nombre y carácter. Los mejores sacrificios deben ofrecerse—dignos de la grandeza, la misericordia y el amor de Dios. Ofrendas de menor calidad le disminuirían en los ojos de los hombres. Leemos: “Porque desde la salida del sol hasta su puesta, mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre, y ofrenda pura de cereal; pues grande será mi nombre entre las naciones —dice el Señor de los ejércitos. Pero vosotros lo profanáis, cuando decís: “La mesa del Señor es inmunda, y su fruto, su alimento despreciable.” También decís: “¡Ay, qué fastidio!” Y con indiferencia lo despreciáis —dice el Señor de los ejércitos— y traéis lo robado, o cojo, o enfermo; así traéis la ofrenda. ¿Aceptaré eso de vuestra mano? —dice el Señor. ¡Maldito sea el engañador que tiene un macho en su rebaño, y lo promete, pero sacrifica un animal dañado al Señor! Porque yo soy el Gran Rey —dice el Señor de los ejércitos— y mi nombre es temido entre las naciones.” —Mal.1:11-14, La Biblia de las Américas

El verdadero pueblo consagrado del Señor le ofrecerá lo mejor posible. Ellos son uno en propósito con él, porque su Espíritu Santo descansa sobre ellos. Ellos, como lo hizo Jesús, pueden afirmar los muchos privilegios de tener el espíritu de Dios, y su efecto es profundo. Como se dice en los versículos de la lección, el espíritu de Dios hará que prediquen “buenas nuevas.” Ellos desearán “vendar a los quebrantados de corazón.” Proclamaciones de la libertad de Dios llenarán sus bocas. Es su privilegio dar “gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado.” Son los hijos de Dios, el “linaje bendito de Jehová.” —Isa. 61:1,3,9

A estos seguidores fieles del Maestro también se les conoce en la Biblia como “la simiente de Abrahán.” (Gal 3:29) Si bien su trabajo para el Señor en este momento es importante, también es preparatorio para cosas mayores. Estos finalmente reinarán con Cristo en el reino de Dios para bendecir a “todas las familias de la tierra.” (Hechos 3:25) Ellos promulgarán el “pacto eterno” de bendición, por lo que “Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.” —Isa. 61:11



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba